-Me parece que te dispararé por la espalda si tratas de largarte Tricia... No puedo permitir que te vayas por ahora... Podrían seguirte y has oído demasiado. No somos amigos, ni compañeros ni nada parecido... Así que vamos detrás del gordo.
Con el pié le tiró algo de ropa tirada en el suelo.
-Ponte esto y baja ahora. Puedes escoger como lo vas a hacer... Si entero o a trozos.
Salió de la furgoneta cogiendo un arma corta que había escondido en la parte trasera de la furgoneta. Comprobó que no hubieran moros en la costa e hizo una seña a Tricia para que bajara del cacharro. Se paró un momento y lanzó una mirada al reventón.
- Si, seguro que eres capaz de hacerlo.- susurro la asiática aceptando tus ordenes de mala gana.
El gordo seguía temblando de frió, la ropa con la que salio de la mansión era escasa y nada preparada para las fechas invernales. Con mucho esfuerzo paso por la entrada de la alcantarilla, metiendo tripa y en algunos momentos pensaste que se quedaría encajado antes de que se le resbalara el pie y la gravedad hiciera su trabajo.
Escuchaste un quejido de dolor al fondo, justo despues del sonido de su orondo culo salpicando las aguas fecales heladas. Por sus quejas dirías que algún tobillo tenia partido pero la regeneración haría su trabajo.
La asiática y tu bajasteis sin problemas por el mismo camino. La peste consiguió que el color de la piel de la mujer se volviera incluso mas pálido.
- ¿Y ahora acia donde?.- pregunto la mujer mirado a derecha e izquierda, tratando de atisbar en la oscuridad del alcantarillado un camino a seguir.
El gordo, sentado en el fondo de la alcantarilla se aquejaba de dolor en su pie. Cerro los dientes y comenzó a curarse lentamente. Por como caía al final de su pierna te pareció que su pie era un calcetín relleno de arroz, vencido por su propio peso. Aquello tardaría algunos minutos en curar, tiempo justo para orientarse y terminar de fijar tu destino.
- ¿Que pretendes con todo esto? ¡Has secuestrado dos personas!¡Piensas torturarme y seguramente piensas hacer cosas horribles a la china! ¿y para que? ¡Todo es esto es violencia sin sentido!
Ni se imaginaba lo que iba a hacer con él. Que se curara era una bendición, así podría durar más y más… Tanto tiempo como Cindy estuvo encerrada en una Jaula. Se soprendió sonriendo incluso en medio de toda aquella mierda y se reprendió a si mismo por mostrar sus emociones. Lanzó una mirada a ambos y trató de mostrarse tranquilizador.
-No se equivoque. Soy un profesional, necesito respuestas y la gente bajo tortura suele decir aquello que quieres escuchar para que el dolor pare. Así que si es inteligente no sufrirá daño. Miéntame… Y bueno… Le aseguro que entre mis colegas los hay… Peores que yo.
Dirigió su atención a la chinita.
-Y usted… Ya ha visto mucho, y queda mucho por ver. Ya ha visto cómo ha cambiado este hombre. Puede ver mucho más ¿Se imagina su artículo cuando todo esto acabe? Ayudeme y su nombre estará en grandes letras de neón.
Al fin logró orientarse. Dio un golpe en el hombro a Paterson.
-Vamos, es por ahí –dijo señalando- tu primero.
La mujer asiática murmuro.- Si es que vivo para publicarlo.
Tenia sus razones para dudarlo. Su amiga seguía desaparecida y todo cuando estaba descubriendo la adentraba en mundos mas turbios de lo que podía imaginar.
El cruce inoportuno de una rata le hizo soltar un grito corto pero estridente, aumentado por el eco del lugar. Nadie os seguía, estabas seguro de ello, fue una suerte ya que ese grito os habría delatado.
Dime exactamente donde quieres llegar.
-¡Ya he dicho que voy a colaborar!.- protexto andando con dificultad por la alcantarilla. Su sobrepeso le impedía ser tan ágil como tu o la chica.
- ¿Quieres saber cosas de WRG y sus mutantes?.- pregunto pensando que era lo que esperabas oír.- No se demasiado sobre ello... ya le he dicho que me tenían atado de pies manos, solo soy uno mas de sus peones... pero... pero.... se el nombre de un tipo, un pez gordo de la compañía... Miller... William Miller...
Apuntó el nombre en su cabeza.
William Miller. Sería otra de las personas a las que le interesaría conocer se dijo mientras lanzaba una miraba furibunda por gritarle a una jodida rata. Pero aún así se detuvo un segundo fingiendo orientarse. La verdad era que tenían que ir a algún sitio y no iba a ser a la base. Sobretodo con el peligro que podría suponer si les estaban siguiendo. Maldijo su puta mala suerte y trató de trazar un plan. Lo primero era equiparse y buscar un refugio aunque fuera temporal. Poder comunicarse con ellos antes de acercarse o que enviasen un equipo de extracción.
Forzó su mente para encontrar una solución hasta que recordó un sitio. Lo había usado alguna vez y no estaba demasiado lejos, quizá a veinte o trenta minutos andando desde ahí. Un centro de mantenimiento de las cloacas... Básicamente donde los trabajadores de aquella mierda de sitio tenían unas taquillas, se cambiaban y guardaban sus herramientas.
-Vamos.
-Por ahí.
Andar veinte minutos por las alcantarillas destrozo el calzado de la asiática, bastante asustadiza y miedosa con la presencia de roedores, evito gritar un par de veces y el resto intento que no fueran gritos demasiado fuertes.
Quien peor llevaba la marcha era el hombre gordo, asustado y empapado, tembloroso, cansado por haber andado en una noche más que en sus últimos diez años de vida juntos.
Al final un escalón en un recodo de la alcantarilla, lo suficiente para que las aguas fecales no tocaran la superficie. Unas tuberías en un pequeño callejón sin salida para unos ojos inexpertos pero tú conocias el sitio. La pared lisa donde no había tuberías escondía una puerta, no obstante también te sorprendiste de las mejoras que tuvieron lugar en ella.
Alguien se tomo muchas molestias para convertir ese reducido espacio en un lugar cómodo y habitable, aunque con bastante polvo acumulado, como era de esperar.
Al menos en aquel agujero iban a poder descansar un poco. O al menos ponerse algo encima, la chinita no estaba nada mal pero el olor no acompañaba. No miró a ninguno de los presentes, no le importaba su cara de sorpresa ni su cara de asco al entrar ahí dentro.
-Estaremos aquí un rato hasta que nos podamos poner en contacto con los demás- ordenó- así que nos ducharemos por turnos antes de que la mierda se nos coma.
Pensó un momento en los riesgos de fuga. Cerró la puerta tras de si miró a la oriental -algún día se acordaría de su nombre- sacó el arma y casi displicente disparó a ambas rodillas de Paterson antes de quitarse la ropa y meterse en la ducha.
-No te muevas- le dijo a la periodista.
-Tu no te curarías y de todos modos... Te han grabado en la casa, soy la única posibilidad que tienes de seguir viva.
La asiática dio un grito cuando disparaste, seguido de un pequeño saltito atrás. Nada comparado con el alarido de dolor insufrible del gordo cayendo al suelo mientras de sus heridas fluía una sangre espesa y oscura, casi negra, de nauseabundo olor.
La mujer se aparto del herido, por quien no tenia ninguna empatia mientras este lloriqueaba y maldecía.
Entraste en el baño, con la puerta abierta podías controlar la única salida. El hombre estaba justo en ese pequeño pasillo, la mujer quedaba fuera de tu alcance pero escuchaste como se sentaba en el comedor.
El agua bajaba con una temperatura excelente, eliminando el olor de la alcantarilla y el sudor. Cerca del armario de las toallas viste un botiquín muy bien surtido, con hilo de sutura, agujas, vendas, analgésicos, ect...
Durante todo el tiempo que estuviste bajo el agua el hombre no dejo de lloriquear ni un solo segundo. Era evidente que sus heridas se cerraban mas despacio de lo esperado y que las drogas que le mantenían indolente estaban mermando su efecto.
Con la mente un poco mas relajada por el efecto del agua recordaste algo importante. El nombre que Paterson te dijo era el nombre real de tu viejo compañero, el padre de Will junior, a quien el chico había estado buscando. Mientras pensabas en ello también recordaste que en la habitación guardabais algo de ropa para emergencias, unos monos de trabajo para camuflaros por operarios de alcantarillas, algunas armas y además, la antigua linea de teléfono quedaba por esa zona. Seguro que si había un terminal estaría allí.
No pudo evitar sonreír con los gemidos de Paterson. Puta música para sus oídos, de hecho se le ocurrió una melodía y echó de menos el saxo en aquel momento. Apretó los dientes en una mueca mientras pensaba el siguiente movimiento. Se permitió relajarse treinta segundos bajo el agua fría ya que ignoraba cuando podría volver a hacerlo. En aquel momento el reconocimiento del nombre que había mascullado Paterson le golpeó como un rayo.
Las implicaciones de aquel nombre… Que el padre de Will formase parte de la compañía… Ni siquiera podía ver a donde conducía todo aquello… Siempre que Paterson dijera la verdad. Agarró una toalla más por costumbre que por pudor y se la enrolló a la cintura, con el arma en la mano derecha salió al diminuto reducto donde Paterson seguía gimiendo en el suelo.
-Turno de ducharte- espetó a la china. Luego se puso de cuclillas, muy cerca de la cara de Paterson. Pensó en cuanto le gustaría matarlo ahí mismo pero habían demasiadas cosas en juego y necesitaba saber donde estaba el padre de Will y saberlo antes que el hijo si este estaba metido en la mierda hasta el cuello.
-Acabas de ganar un rato sin más agujeros. William Miller… Cuéntamelo todo sobre él… Si intuyo que te olvidas de decirme algo… Meteré las manos dentro de tu cabeza y buscaré la información por mi cuenta.
-Literalmente- añadió.
La mujer dudo un segundo. Era un poco raro meterse en la ducha despues de todo aquello pero estar cubierta de toda la suciedad de la alcantarilla le hizo decidirse a entrar.
Ella cerro la puerta con el pestillo. No importaba, podrías abrirla de un empujón si se atrincheraba dentro y no tenia otra salida, casi mejor ya que te daba una cierta privacidad con tu presa.
Paterson deslizo su gordo trasero hasta que su espalda toco la pared, para estar un poco mas cómodo. Las heridas no habían cerrado del todo pero empezaban a darle un respiro.
- William... William era familia del Jefazo... no se si era su hijo o su sobrino.... o que era.- dijo y sonó plenamente sincero.- El viejo estaba muy jodido, se obsesiono con buscar una cura para lo suyo pero estaba... muy jodido.- repitió. - William era su mano derecha, daba las ordenes en su nombre. Las drogas empezaron como la busqueda de la vida eterna o algo parecido para curar al viejo, algo que hiciera al cuerpo resistente a todo... pero la ciencia legal es muy lenta y comenzaron a hacer cosas poco legales.
- Uno de los químicos saco unas muestras "gratis" de la empresa para ganarse un sobresueldo y empezó a venderlas como una nueva droga que te hacia mas resistente... era ideal para las chicas de mis peliculas ¡les encantaba esa mierda!.- Paterson respiro un segundo.
- WRG descubrió que le estaban robando pastillas y le siguió, así me encontraron...¡Oh, dios, yo no sabia que eran robadas ni que WRG estaba metida en todo eso!. William me hizo una oferta que no pude rechazar y para asegurarse mi lealtad me metió una mierda que me destroza los órganos, lo único que la para es la puta droga que solo ellos me suministran... de esta forma no puedo negarme a nada de lo que me piden.
- ¡Ellos son los malos!, experimentan con gente... incluso con niños. Paterson se adelanto a tu siguiente pregunta.- No se donde encontrar a William,¡lo juro!, él es quien da conmigo, viene a verme cuando necesita... algo. Me envían mis dosis por mensajería.. la ultima vez que le vi fue hace mas o menos un mes... No se nada más.
Frunció el ceño de un modo apenas perceptible.
Ninguna de las excusas ni historias de aquella bola de sebo le importaban o le afectaban lo más mínimo. Si hubiese tenido tiempo o ganas le habría recordado que nadie le había obligado a conseguir aquellas muestras gratis o a obligar a las yonkis que producía a enriquecerlo dejándose follar por animales o a preguntar que le podía pasar a las chicas que se metieran aquella mierda en el cuerpo.
No.
Aquel cabrón no le daba ninguna pena pero su situación y la de el padre de William abrían muchas puertas. Demasiadas, tuvo que reconocer, como para que él mismo entendiera todas las implicaciones. Maldijo por lo bajo al ver como los objetivos se difuminaban. Todo se complicaba... Miró a Paterson... Aún quería matarle y con un poco de suerte podría encerrarle en una habitación y ver como iba agonizando si era cierto todo lo que le acababa de contar.
Pero aún no.
-No hace falta que te levantes.
El tono irónico se hacía cada vez más seco y se conocía. Cuando las ganas de matarle fueran demasiado altas... Sería mejor que pudiera estar solo en algún sitio fue en busca del teléfono para llamar a la base. Debía decirles donde se encontraba con el objetivo y tener notícias de sus compañeros. Estaba intranquilo y necesitaba notícias.
Eithan dio su posición de un modo cifrado que solo alguien como Callahan, conocedor de los recodos y escondites de Shepard pudiera entender.
Pasaron unos minutos desde que colgó el teléfono hasta que la asiática salio de la ducha con una toalla enrollada en el cuerpo y otra en el pelo. Mientras, las heridas del hombre obeso se cerraban por completo pero el hueso aun tardaría un poco en sanar del todo y no podía ponerse en pie.
No había que ser el hombre mas observador del mundo para ver que Paterson empezaba a presentar sintomas de ansiedad, palidez y sudores propios de alguien que necesita una dosis de alguna sustancia poco saludable.
Un sonido detrás de la puerta, inaudible para el resto, puso en alerta a Frost hasta que escucho que alguien golpeaba con los nudillos y la reconocible voz de Callahan decía.
- ¿Hola?¿conoce la palabra de Dios nuestro señor?
El ruido le hizo reaccionar sin pensarlo, colocándose contra la pared y amartillando el arma hasta que reconoció la voz de Callahan. Tras escuchar la estupidez de Jhon no pudo evitar sonreír. Habría dudado de abrir si hubiese dicho alguna frase coherente de su boca. Hizo una señal a la sus dos invitados para que no se movieran y abrió la perta.
-Dios no está aquí ni se le espera.
Frost abrió la puerta dejando ver a Paterson sentando en el pasillo, con dos agujeros de bala medio cerrados en las rodillas y de los cuales supuraba una pestilente sangre negra que había dejado dos enormes charcos en el suelo. El lugar no era como lo recordabas, Shepard lo había remodelando en algún momento antes de morir y casi parecía una casa habitable.
Tu compañero tenia la piel algo húmeda y solo tenia puesta una toalla alrededor de la cintura. La mujer asiática también se encontraba allí, igualmente vestida con una toalla en el cuerpo y otra sobre la cabeza
John entro mirando a su alrededor, con una bolsa de deporte en el hombro y mierda hasta la rodilla.
- Joder, con la de mierda que tienes fuera no creo que venga ni Santa Claus... por cierto, me debes unas putas zapatillas.- gruñio antes de resoplar. Lanzo una mirada a Frost con la ceja levantada, con una pregunta muda que decia algo asi como ¿Te has calzado a la china, picha-inquieta?
- Bueno, he traido algunas armas y tenemos un vehiculo fuera... tal vez sea buen momento para vestirse. Tenemos que hacer una parada en algun puto bar y comprar chocolate, es lo que se supone que estas haciendo ya que mejor excusa no se me a ocurrido dar a ya sabes quien.
Callahan miro alrededor de nuevo.- Oye Raptor ¿Y el chico?.- pregunto al darse cuenta de que Will Junior se suponia que se habia quedado en la furgoneta que Frost habia cogido para escapar, pero no estaba con ellos y alli no lo veia.
La expresión de Frost al escuchar aquello de las zapatillas se torno en una amistosa mueca que decía algo así como "me gustaría verte intentar hacérmelas pagar" pero habían demasiadas cosas más importantes como para preocuparse por aquello. Enarcó una ceja ante la muy poco sutil expresión de Callahan, casi insultado en su orgullo profesional -nunca se acostaba con un objetivo y menos uno que muy probablemente tuviera que matar luego- y simplemente negó con la cabeza sin importarle que él otro o la china se percataran por un momento de que iba todo aquello.
No hizo caso a lo del chocolate salvo por que si a ella le gustaba podía salvarle el culo en un futuro en caso de cagarla. Luego lentamente negó con la cabeza. Junior no había aparecido en ningún momento y habían hecho todo el viaje sin él. Lanzó una mirada al gordo del suelo por si se atrevía a reaccionar.
-Nunca subió a la furgoneta- añadió lacónicamente. -Vosotros, coged ropa de los armarios y vestíos. Nos largamos de aquí.