No tuviste que decir nada mas para que Cindy adoptara una postura maternal y defensiva con los niños. Para ella eran cachorritos humanos y no dejaría que nadie les hiciera daño.
Al llegar a las escaleras viste unas pequeñas manchitas de sangre en los escalones. Subiste con rapidez y no tardaste en ver la única puerta abierta, el dormitorio del matrimonio.
Carol estaba desnuda de cintura para abajo, tumbada inerte sobre la cama, en mitad de unas enormes manchas de sangre mientras John intentaba desesperadamente taponar una herida en su cuello, rajado de lado a lado.
Por el palido aspecto de la mujer dirías que llevaba al menos un par de horas muerta pero John no se resignaba, parecía creer que aun podía salvarla.
La habitación no estaba revuelta, no habían sido ladrones.
Edgar subió los escalones rápidamente, dejando a Sindy el cuidado de los pequeños, a quienes aun se les oía llorar como la banda sonora de una película de terror. Sobre la cama John se obliga a pensar que aun habría alguna posibilidad de hacer que Carol despertara.
John tenia un trozo de sabana taponando una monstruosa herida en el cuello de su mujer, levanto la vista un segundo y encontró a Edgar en el umbral de la puerta.
Su compañero apareció en el umbral, e inmediatamente su cara se tornó blanca y desencajada. Sus ojos, abiertos como platos, miraban alternativamente al cadáver de la mujer, a John y a la sangre acumulada en el suelo y la ropa de cama.
- Carajo - dijo para sí. Edgar tragó con dificultad y entró lentamente en la habitación pasándose la mano por una frente sudorosa, retirando algunos cabellos que se habían posado sobre su rostro. No necesitaba tomar el pulso a la esposa de John para saber que allí ya no había nada que hacer - John...
John levanto la vista y vio en los ojos de Edgar lo que el mismo no queria ver.
- ¡Llama a una ambulacia, joder!.- grito John y noto que algo le mojaba la cara, debia haber una gotera en el techo. Las gotas le caian por el rostro y se deslizaban hasta sus manos.
Tardo en notar que tenian un sabor salado y eran sus propias lagrimas lo que estaba mojandole.- ¡Muevete!.- exigio señalando con la cabeza el telefono de la mesilla, junto a la foto de familia donde una sonriente Carol posaba junto a el y los tres niños.
Edgar se arrodilló junto a su compañero, aún a sabiendas de que probablemente se volvería agresivo contra él. Pero no podía darle falsas esperanzas. Tenía que enfrentarse a lo que estaba sucediendo y canalizar su rabia.
- Eh socio... lo siento... John, lo siento tanto... - su voz estaba quebrada.
John habia visto bastantes muertos en su vida para reconocer el tacto frio de uno. No queria dejarla ir, la necesitaba. Ella no se merecia algo asi.
Siempre habia pensado que la muerte les llegaria juntos, muy viejitos, en su retiro dorado en la costa de california. Que verian juntos crecer a los niños y a los nietos, un dia no se despertarian. No estaba preparado para perderla, no tan pronto, no asi....
- Van a pagar por esto.- gruñio tragandose la rabia que se habria paso frente al dolor. Era la unica forma de levantarse y continuar, la venganza. Retiro el pelo de la cara de Carol.
- ¿Me escuchas, mi amor? Quien sea que te hizo esto lo va a pagar, te lo prometo.- Se reclino sobre ella y le beso los frios labios, sintiendo que ya no era nada mas que un pedazo de carne inerte.- No te preocupes por nada, descansa en paz, yo me ocupare de todo. Los niños estaran bien, no dejare que les pase nada....Tu descansa.... y esperame al otro lado.
Le susurro antes de cerrarle los ojos y taparle la cara con una esquina de la sabana.
Se obligo a reaccionar. Se trago toda la rabia y el dolor, empujandolos al fondo. Algo de John habia muerto ese momento, con ella.
- Tenemos que irnos.... cogere algo de ropa y nos vamos... este sitio no es seguro. Abrio el armario y alcanzo un par de bolsas de viaje que guardaba en el ultimo estante. Tendio una bolsa a Edgar.- ¿Puedes encargarte de coger la de los niños?... Zoe necesita su osito rosa para dormir.... y la mantita azul de la cuna... necesitaremos pañales y...- la mente de John se le quedo en blanco.- ... no se.. lo que veas...
El hombre que hacía cinco años respondía al sobrenombre de El Español se mantuvo en un segundo plano mientras John le dedicaba unas últimas palabras cargadas de sentimiento a su difunta esposa. La verdad es que era un desagradable suceso con el que recordar su encuentro tras tantos años, pero Edgar prefirió no hacer ningún comentario al respecto. Sólo cuando John le encargó que recogiera algo de ropa para los niños pareció reaccionar, cogiendo la bolsa y dirigiéndose a las habitaciones cercanas.
- Claro, yo me encargo - se detuvo en el pasillo y se asomó por la barandilla - ¿Todo bien ahí abajo, Cindy?
El llanto de los niños se había terminado.- Todo bien abajo, Edgar.- dijo la chica desde la planta inferior.- ¿Todo bien arriba?.- pregunto notando que algo pasaba. Seguramente el olor de la sangre era algo que no se le había escapado a su fino olfato.
Había dos habitaciones.
El cuarto de las niñas. El cuarto del niño.
- Sí, todo bien. Quédate ahí abajo con los niños, por favor. Enseguida bajamos - lo primero que hizo fue meter el oso de peluche y la mantita, para luego meter a puñados la ropa según veía. No es que fuera ningún especialista, pero no había que ser ningún lince para juntar pantalones con camisetas y zapatos - John, también cogeré algo de comida para los chicos, ¿sí?
El cuerpo de John se encontraba en su casa, su mente mucho mas lejos. Recogio algunas prendas de ropa, calzoncillos... Moviendo la ropa de los cajones encontro el diario de Carol. John nisiquiera sabia que tuviera uno y tampoco supo porque lo metio en la bolsa junto con la foto la mesilla.
Descargo su rabia golpeando el panel del fondo de su armario y este crujio haciendose astillas. Si ello le causo alguna herida fue ignorada por su mente. Detras de la rotura se descubrio un pequeño fondo falso con unos recuerdos de su etapa de vigilante.
John cogio un arma y otra para Edgar, con toda la municion que guardaba. Se aseguro de coger todo lo que necesitaba y salio cerrando lo que quedaba de puerta despues de lanzar un ultimo vistazo agonico al interior de su habitacion.
- ¿Comida? Si... hara falta...algo... creo... Toma.- balbuceo dandole el arma a su compañero.- Guardala, no quiero que los niños la vean.
Espero a que Edgar saliera de la habitacion para bajar con el, colocando la pistola en la trasera del pantalon.
- Hay algo de dinero dentro de una falsa lata de tomate en la cocina, en el armario junto al frigorifico. Cogelo tambien, puede que lo necesitemos.
- Susan, coge tu abrigo y el de tus hermanos... vamos de excursion... a mama le dio jaqueca, no va a venir con nosotros.- John mintio a sus hijos por primera vez en la vida pero tampoco podia explicarles que cojones estaba pasando.
Sindy había limpiado al niño a su manera. Quitándole la ropa y metiendole directamente el culo en el fregadero para despues secarle con papel de cocina. Había encontrado la bolsa de los pañales en el comedor y trataba de que uno se pegara donde debía cuando vosotros bajasteis.
La niña estaba sentada en el sillón, poniendose perdida lamiendo media chocolatina que Sindy guardaba en su bolsillo.
Cuando Edgar se acerco a la cocina vio una nota en el frigorífico que llamo su atención, pegada con un imán con forma de fresita con ojos.
- ¿Nos vamos ya, Edgar? ¿John bien?.- pregunto viendo que tu compañero parecía estar en otro mundo.
Nota para John: Te a llamado la señora Stiler diciendo que necesita una reforma urgente en su casa. No dejo dirección, dice que tu sabes donde es.
La niña miro a su padre desconcertada.- Papa... ¿Una excursion ahora? Se esta haciendo de noche y mañana tengo cole... y no he terminado los deberes....no quiero dejar sola a mama...- protesto la niña sin entender que estaba pasando.
John no tenia ganas de hablar menos de discutir para convencer a la niña de que hiciera lo que se le pedia.
- ¡Al diablo tus putos deberes! te he dicho que te pongas el jodido abrigo y traigas los de tus hermanos, no voy a repetirtelo.- gruñio dandose cuenta de que supuraba ira por cada poro de su piel. Ell nunca hablaba asi a sus hijos. Se sintio un animal por gritarle a su hijita con su madre muerta en el piso de arriba. Quiso abrazarla y llorar como un niño pero no podia permitirse derrumbarse.
Cogio a Zoe en brazos.- Edgar... ¿Te importa conducir a ti?... Vamos en el coche de Carol...Tiene mas asientos que la furgoneta y es mas seguro para los niños.
Lo que Edgar pensaba que era una rabieta, se rebeló como la forma de descubrir un rincón secreto donde John guardaba todas sus cosas de la época del grupo. Una manera de no perder el contacto, de no estar indefenso. Pero el destino, la mala suerte, el mismísimo Dios, o quien fuera, había querido que el pobre hombre no estuviera allí justo cuando todo ese arsenal podría haber sido utilizado. Al cubano le rompía el corazón todo aquello, pero dudaba que fuera capaz de decir algo que ayudara a su amigo. Se guardó también la pistola en el cinturón a su espalda y descendió, dedicando una última mirada a aquel pasillo que había visto tantas alegrías.
Ante la pregunta de Cindy, le dedicó una mueca que quería decir "paciencia con él". Se acercó al frigorífico, leyó algo y se encogió de hombros, para luego dedicar su atención a la bronca que le echaba John a su hija, permaneciendo al margen.
- Claro socio - respondió - Yo me encargo. Venga, cada uno de la mano de un adulto, y vamos de excursión. Vamos a ir a un lugar lleno de cosas divertidas.
Edgar pensó en los refugios seguros que antes utilizaban, pero antes tenían que hacer algo con Carol.
- John - susurró - Habrá que llamar a la policía o algo... imagino que no querrás dejar el cuerpo ahí sin más. Pero si vienen y no estás ni tú ni los críos, van a pensar lo peor.
John camino hacia al garaje murmurando entre dientes.- Claro, me puedo quedar y les explico que esto lo han hecho sus amigos del F.B.I por negarme a traicionar a un amigo. No sonaba bien ni para una pelicula de bajo presupuesto. En el momento que descolgara el telefono empezaria la caza de brujas contra el. Le dolia mas que a nadie dejar a Carol abandonada arriba pero temia por la vida de los niños y no se la jugaria hasta que estuvieran a salvo.
- Cuando estemos a salvo, desde una cabina.- dijo zanjando el tema. Necesitaba marcharse de alli.
Con Zoe en brazos entro en el garaje. Cindy tenia a bebe y Edgar le daba la mano a la mayor. John se aseguro de que los bajos del coche no tuvieran ninguna sorpresa antes de atar a sus hijos en sus sillitas.
El coche de su mujer era una ranchera de siete plazas.
Edgar no respondió a su compañero. Estaba sensible, y con toda la razón del mundo, así que decidió callarse la réplica. Aunque John era un tipo duro, uno de los más duros que había conocido nunca, durante las próximas horas, si no días, habría que andarse con pies de plomo con él. Uno no veía todos los días cómo el amor de su vida se desangraba en sus brazos.
Mientras su compañero terminaba de colocar a las chicas, el Español se sentó en el asiento del conductor y cerró los ojos. Necesitaba recordar dónde se encontraban los lugares seguros. Había que contactar con el resto del grupo, porque si a ellos les estaban persiguiendo de esa manera, ¿qué no harían con gente como Branson y Godspeed, que tenían habilidades especiales verdaderamente peligrosas?
Y en ese momento, abrió los ojos de repente. Como si hubiera sido una luz que se encendiera en su cabeza.
- Stiler - dijo en voz alta. Pero luego se calló inmediatamente. Stiler era el nombre de la familia que vivía en la vieja mansión en las afueras de Washington, donde vivía Cindy después de encontrarla - Ya sé dónde tenemos que ir.
Tenía algunas dudas, sobre quién sería ella, porque en su grupo no había hombres. Pero valía la pena como punto de inicio.
Una vez atados los niños se sento en el asiento del copiloto y se puso el cinturon de seguridad. Edgar parecia tener una idea de donde ir, confio en el, no tenia ganas de entrar en un debate sobre destinos. Saco las gafas de sol de la guantera y se las puso para tapar sus ojos enrojecidos.
- Bien, arranca.- murmuro John sin importarle donde fuera, solo queria poner distancia entre el y aquella casa. Se moria de ganas de volver, abrazar a su mujer y esperar la muerte junto a ella. Por desgracia tenia tres buenas razones para mantenerse vivo, bien sentadas en el asiento de atras.
Edgar condujo asegurándose de que nadie les seguía. A unas pocas calles del lugar comenzó a cruzarse con coches patrulla que parecían salir de todos lados y tener muchísima prisa por llegar a su destino.
Para aseguraros de que nadie os seguía callejeasteis por zonas poco transitadas mientras los niños se iban quedando dormidos como tres angelitos.
Cindy había conseguido que estuvieran tranquilos, se le daban bien los niños y mostraba un fuerte instinto materno. Era posible que su reloj biológico le estuviera marcando que era el momento de tener su propia familia. Dudabais si Shepard había tenido "esa conversación" con ella.
Esta escena termina, os paso a la siguiente. Si quereis podeis añadir un último post.