Partida Rol por web

La cosa ya no pintaba tan mal para Rosen. Aparentemente estos tipos no querían quedarse con Ezy, lo que favorecía a Rosen, ademas, la chica le había aplicado primeros auxilios a Ezy, así que el objetivo ya no moriría tan fácil.

- Vale, muchas gracias por la ayuda... Creo que se a donde lo puedo llevar para pasar le noche. ¿me ayudan a meterlo dentro del auto?

Después de que meter a Ezy al auto con ayuda del chofer de la ambulancia, Rosen recogió su arma del suelo y se arranco el auto, alejándose de la ambulancia y su tripulación.

- De nuevo, muchas gracias amigos -dijo al arrancar.

¿La dirección de Rosen? cualquier callejón. Manejo hasta perder de vista la ambulancia, entonces, busco por el primer callejón que se le pusiera enfrente y entro en el. Una vez dentro del callejón apago al auto, saco la batería del motor, sacó a Ezy de la cabina trasera, agarro un par de cables inservibles que le arranco al motor del auto y se preparo para electrocutar a Ezy.

Estabas entrenado. No ibas a perder los nervios aunque te percataras de que ya no llevabas la escopeta encima. Si que percibiste el cuchillo que habías robado a tu primera victima. 

Así que con inteligencia, lograste tu objetivo. Al sincronizar tu esfuerzo con el de la chica histérica, lograste que soltara vuestras cuerdas, y aunque tus manos seguían unidas entre si, ahora te seria más fácil moverte y desatarte también. La chica dejó de chillar por la sorpresa y comenzó a incorporarse con ansiedad, mientras el tipo manoteaba intentando volver a coger las cuerdas.

La chica se pega más a la pared al ver hacer un gesto hacia ella, y la ves que traga saliva nerviosa. Parece que piensa quedarse en el sitio, ya sea por curiosidad o porque no es capaz de moverse de allí. Se queda con la mirada fija en el señor Mendels mientras terminas de atarle, con los hombros temblándole ligeramente de vez en cuando, y colocándose como puede la ropa rotosa y con restos de sangre. En cuanto apagas la música y le preguntas, la chica levanta la cabeza hacia ti con un respingo. Aunque duda bastante antes de responderte, termina por asentir levemente.

- No... no quiero quedarme aquí. - dice la chica, nerviosa otra vez - Vivo... vivo cerca. Me dijo que necesitaba ayuda con... con el niño. Con Kenny. Y luego... luego... - la chica niega con la cabeza y se lleva la mano a la boca, conteniéndose por no gritar ni llorar. 

Mientras te encargas de tus asuntos de venganza, la chica se levanta lentamente, apoyándose en la pared y en los muebles que puede, sin dejar de mirar el cuerpo del señor Mendels. No parece prestar mucha atención hasta que el cristal del móvil cruje bajo tus pies y haces esa pregunta. Por un momento puedes ver cómo retrocede, con las manos encogidas sobre su pecho y hace gesto de ir a negar con la cabeza, pero se detiene. Mira el cuerpo y luego te mira a ti. 

- ¿P-puedo...? - musita, como si estuviera esperando tu permiso. A la primera señal que le das, la chica acerca la punta de su zapato a la cabeza de ese hombre, dando apenas un toque como si temiera que se despertase en cualquier momento. El señor Mendels sigue "durmiendo" plácidamente. La chica respira hondo y puedes ver cómo por su cara cruza una mueca de horror y tristeza, mientras vuelve a repetir el proceso de darle con el pie en la cabeza. Las lágrimas empiezan a caer por su cara - Cerdo... Asqueroso... Mierda... - la chica musita en voz baja. En algún momento, un gesto de ira cruza por su cara y las patadas se vuelven cada vez más fuertes, hasta el punto que te parece escuchar algún que otro crujido - ¡Nunca más! ¡¿M-me has oído?! ¡Nunca más! ¡TE ODIO!

Mientras la chica sigue dándole patadas, escuchas varias cosas: En alguna habitación de la casa oyes un ligero claqueteo amortiguado, como de varias cosas pequeñas cayendo al suelo. Y apenas un minuto después de que hayas enviado la foto, tu teléfono empieza a vibrar por la llamada del número que estabas esperando: Parece que Kenny quiere tener una tutoría contigo.

En cuanto la chica termina de vendarle la pierna, el hombre se acerca y te asiente, haciéndote un gesto de que te acerques para sujetarle. La chica retrocede unos pasos, al parecer más por protocolo que por no querer ayudarte, pues sigue echándoos miradas para comprobar que el "paciente" esté bien. En cuanto Ezy está bien tumbado en la parte trasera del coche, el conductor de la ambulancia te da una palmada en el hombro. 

- Procurad no meteros en más líos esta noche. Tu amigo ya ha tenido suficiente Purga este año. - dice, volviendo a la ambulancia sin dejar de vigilarte. 

La ambulancia se pone en marcha a la misma velocidad que antes, mientras tú te marchas al primer callejón que encuentras. El coche es bastante viejo y tienes que hacer un par de intentos para poder abrirle el capó, pero no tienes problema para localizar lo que te interesa. Aferrando los cables con cuidado, te acercas al cuerpo de Ezy y... Apenas es un destello blanco, pero provoca que el cuerpo de Ezy de un salto en el sitio. Por un momento dirías que ha muerto de verdad, pero finalmente toma aire de golpe, abriendo poco a poco los ojos.

Aprovechando el momento de sorpresa llevó sus manos al cinturón en el que tenía oculto el cuchillo que se había ajenciado y con premura lo desenvainó.

Con tanta premura como pudo lograr, empezó a cortar las ataduras de sus manos con el filo, para poder afrontar el inminente combate con más garantías.

"No te mintió. Ayuda necesita... y yo se la voy a dar." piensa el Profesor con cierto cinismo al escuchar a la chica, aunque obviamente no lo expresa en palabras.

Cuando ella le pide permiso, el Profesor se aparta del cuerpo maniatado del señor Mendels para que la mujer no se asuste, haciendo un gesto muy parecido a una reverencia que claramente se entiende como "adelante, todo tuyo". Observa desde cierta distancia como le empieza a golpear tímidamente hasta que coge ritmo y le golpea con saña, lo que provoca una sonrisa en el Profesor. Siente cierta satisfacción viendo a la chica golpear al señor Mendels hasta el punto de que pueda provocarle la muerte o alguna lesión.

En ese momento, el Profesor escucha un ruido en una de las habitaciones. Se dirige a la cocina y busca un cuchillo de carnicero antes de dirigirse a la habitación de donde cree que proviene el ruido, momento en el que recibe LA llamada de teléfono que esperaba.

— Oh, señor Mendels, justo hace unos minutos hablábamos de cómo su padre necesita ayuda con usted. —saluda el Profesor con un ligero tono burlón. — ¿Nos va a honrar con su presencia?

Mientras en una mano tiene su móvil contra su oreja y habla con Kenny, en la otra lleva el cuchillo y le da una fuerte patada a la puerta para abrirla y ver qué sucede en su interior, aunque tiene una ligera idea de qué podría ser.

Aunque la opción de los cables fue bastante radical y tal vez un poco demasiado practica, dio un resultado efectivo. Ezy, después de convulsionar por un par de segundos, abrió sus ojos de nuevo. Esta vez Rosen no le dará ninguna oportunidad y tampoco es como si tuviese muchas opciones. La perdida de sangre fue cosa seria, debe estar muy débil, pero mejor para Rosen no podría ser, al final, solo lo necesitaba despierto.

- Hola de nuevo, Ezy. -Dijo recién se dio cuenta de que Ezy regreso.

Junto con el saludo, vino un rápido golpe al costado derecho de la cabeza del Ex-boxeador, lo que lo puso boca abajo en el pavimento del callejón en el que se encontraban. Sin perder tiempo, Rosen agarro el brazo izquierdo de Ezy y lo torció en su propia espalda, como si lo fuese a esposar, solo que mucho mas brusco y doloroso para Ezy. Entonces, después de someterlo, con su mano derecha, Rosen saco su cuchillo y apuñalo el muslo de la pierna derecha de Ezy.

- Nombre y ubicación de tus compañeros ¡Ya! -Torció un poco mas el brazo de Ezy- Incluyendo a Carmelo, ¡Donde esta!

Estaba claro que veía en ti un enemigo mucho más complicado que en la joven, así que tras ver que las cuerdas se le habían escapado irremediablemente, te lanzó un puñetazo contra la mandibula para intentar noquearte de nuevo. Recibiste el golpe, pero apenas te rozó, provocandote solo una ligera quemazón en la piel.

La chica comenzó a correr en otra dirección al verse libre de nuevo.

Me costaba enfocar la vista. Sentía el dolor como una losa en todo mi cuerpo y un extraño hormigueo entumecia la yema de mis dedos. No sabia donde estaba.

La patada acompañada de las palabras de aquel pirado me arrancaron un apagado alarido pues no tenia ni fuerzas para gritar más alto. El filo contra mi muslo me arrancó lágrimas de los ojos. ¿Cuando habia llorado por última vez? A si... cuando aquellos purgadores la mataron.

- No pierd...das el tiempo - me costaba hablar porque sentía la boca pastosa - matame ya.. -

La chica sigue dándole patadas al señor Mendels, chillando más cosas incomprensibles mientras el cuello del hombre suena cada vez peor. Al coger el teléfono, escuchas bastantes gritos aunque más que nada la respiración entrecortada y jadeante típica de alguien que va corriendo o andando muy rápido. 

- ¡DÉJATE DE HOSTIAS, PUTO MANÍACO! - es lo primero con lo que te recibe - ¡¿Qué coño te pasa conmigo?! ¡¿Tan mal te sabe no haberte muerto ya, eh?! ¡PUES BIEN! ¡TE VAS A CAGAR CUANDO LLEGUE ALLÍ! ¡¿Me oyes?! ¡PIENSO REVENTAR TU PUTA CABEZA HASTA QUE NO QUEDE MÁS DE LA MIERDA QUE TIENES EN LA CABEZA!

El sonido viene curiosamente de la puerta cerrada en la habitación por la que habías entrado en la casa. Al abrirla de golpe, lo primero que ves es a una mujer arrodillada en el suelo del baño, al lado del inodoro, con las manos levantadas frente a su cara en un intento de defenderse. Hay un bote de pastillas desparramado por el suelo cerca de ella, parecen calmantes. 

Poco a poco se va quitando las manos de la cara y puedes ver a la pobre mujer que siempre se presenta en el instituto cada vez que su hijo es castigado, para recogerle y pedirte perdón por su comportamiento. Pero esta vez la señora Mendels tiene un aspecto mucho peor: El pelo despeinado y los ojos hinchados y llorosos, además de una mejilla totalmente roja y ligeramente hinchada, como si le hubieran dado un fuerte golpe. Está claro que no te reconoce por la máscara pero abre los ojos con horror al escuchar los gritos de su hijo a través del teléfono.

No todo estaba perdido, al parecer.

Si bien había cometido el mayor error posible en medio de la purga, la diosa de la fortuna parecía darle una nueva oportunidad. Y no estaba dispuesto a dejar que se perdiese por el retrete; no si dependía de él, claro.

El purgador, aún presa de la sorpresa lanzó un torpe puñetazo que incluso en la precaria situación de William, este logró amortiguar con un movimiento hacia atrás.

Tuvo el impulso de agarrar la cuerda de la muchacha para dar un tirón de la misma y tratar de interponerla entre él y su enemigo, pero aquel plan tenía demasiados puntos dejados al azar, así que finalemente decidió jugarselo todo a un cuerpo a cuerpo. Al fin y al cabo él tenía un cuchillo que podía ser la llave de todo aquello.

Agarrando el puñal con fuerza, se lanzó con todo el impulso que logró producir hacia adelante, punta en ristre dispuesto a ensartar su arma hasta la empuñadura en el pecho del aquel tipo.

Rosen estaba acostumbrado a ese rollo de "no pierdas tu tiempo" o "no sacaras nada de mi." Siempre dicen lo mismo, y al final, todos terminan cantando. Rosen bruscamente saco el cuchillo de la pierna de Ezy, moviendolo de manera tal que abriera mucho mas la herida. Entonces, comenzó a torcer aun mas el brazo a Ezy, hasta casi dislocarselo.

- Si quieres que te mate entonces habla. Tengo suficiente tiempo esta noche como para gastar un par de horas contigo.

Al terminar esa ultima frase, le dio un ultimo empujón al brazo de Ezy, y con un "track," sacó la articulación de su lugar. Entonces, soltó a Ezy. En esas condiciones no podría hacer mucho, así que Rosen se tomo su tiempo para ir atar fuertemente su cinturón a la pierna de Ezy para detener el sangrado. Con esto, el Ezy ya tenia ambas piernas y un brazo inutilizados. Al termiar con su pierna, rosen se paró frente a Ezy y se agacho.

- Donde están tus compañeros. -Dijo acercando su cuchillo a la cara de Ezy- si no respondes esta vez te apuñalare un ojo. Si sigues negándote, comenzare a sacarte los dientes, luego las uñas, luego de cortare los huevos. Puedo pasar toda la noche aquí si es lo que quieres.

El Profesor suelta un suspiro ante los gritos del joven Mendels y, sin decir nada, le cuelga. Que mal hablado. Sin embargo, parece que ya está aprendiendo la lección y está a punto de averiguar que sus actos tienen consecuencias, a pesar de su corta edad y su inexperiencia en la vida. ¡Bien! Otro éxito de la docencia.

Pero ahora lo importante es la señora Mendels. El Profesor había acertado, aunque se esperaba encontrar a la señora Mendels muerta o atada a la cama. Por suerte se ha equivocado. Y sí, "por suerte" ya que probablemente es la única Mendels que no está podrida hasta la médula... y por ello tiene la cara golpeada y tiembla de miedo al escuchar los gritos de su hijo.

— Señora Mendels... ¿cuántas pastillas se ha tomado? —pregunta el Profesor con voz calmada, bajando el cuchillo. — No se preocupe, ya nadie le va a hacer daño... ni ahora ni en el futuro.

Da un par de pasos atrás, para no asustar más a la señora Mendels y para dejarse ver desde el salón.

— Señorita. ¡Señorita! —llama a la mujer que está vengándose del señor Mendels. — La señora Mendels necesita ayuda. ¿Qué le parece si se la lleva a su casa y le brinda atención médica? Además, parece haber ingerido calmantes, así que tal vez sería necesario hacerla descansar si no ha tomado más de la cuenta, en cuyo caso le recomiendo que haga que beba café con sal para vomitarlo todo y al amanecer acudan a urgencias.

Volviendo al salón, el Profesor le dice en voz baja a la chica:

— Será mejor que se la lleve cuanto antes... ya que aquí se va a poner la situación bastante... intensa.

El Profesor se desentiende de las dos mujeres y se acerca al reproductor de música. No encuentra lo que busca, algo bastante normal teniendo en cuenta el bajo cociente intelectual de los varones de la casa, pero por suerte el reproductor tiene Bluetooth, así que conecta su móvil para reproducir una canción en bucle. Después, va a comprobar el pulso del señor Mendels mientras espera a que las dos mujeres abandonen la casa antes de preparar el examen final del joven señor Mendels.

- PUTO SÁDICO DE MIERDA - Dejé todos mis esfuerzos en gritarle cuando me dislocó el hombro. Quizás porque el dolor me impelia a desfogarme de alguna manera. Aquel tipo no iba a dejarme ni morir en paz y yo no sabía cuanto podía soportar aquello. Sentía el sudor resbalando por mi frente, algo se coló por mi ojo derecho, otro poco descendió por el contorno de mi nariz hasta pasar por mis labios.

El sabor salado no ayudaba con la sequedad de mi garganta. Me estaba mareando y solo rezaba porque la incosciencia volviera a mi, pero parecia que la suerte no estaba de mi lado.

- El metro - dije con voz apagada - Allí tenemos... un punto seguro - me negaba a dar los nombres, como si así me sintiera menos traidor...

Tus reflejos eran rápidos, tu soltura con las armas cuerpo a cuerpo evidente. Aquel tipo no tuvo oportunidad pues en un suspiro habias clavado la hoja hasta lo más profundo. El peso de su cuerpo comenzó a echarse hacia delante y te moviste con celeridad para evitar que te tirara contra el suelo. Sonó bastante fuerte el impacto de su cabeza contra el suelo pero ya ¿que más daba?

Ahora tenias que decidir si perseguias a la chica o si optabas por otra cosa. Siempre podias darte una vuelta por el interior de la feria de la carne. De hecho, ya habias empezado a tararear en tu mente aquella maldita melodia de circo.....

La señora Mendels se queda con la mirada fija en el móvil unos segundos más antes de que le preguntes. Da un respingo y mira el bote de pastillas en el suelo y luego a su mano. La voz le suena temblorosa al hablar y aunque tu voz es la de siempre, parece que no se ha dado cuenta de quién eres. 

- No... no lo sé... ¿Sei... siete? - tartamudea, mientras se mira la mano como si intentase recordar cuántas tenía en ella antes de que llegases. 

La chica que le sigue dando patadas al cadáver para, jadeando y con los ojos enrojecidos. En cuanto mencionas a la señora Mendels, abre los ojos con horror y se acerca corriendo adonde estás, para ver a la pobre mujer en el baño. Se lleva las manos a la boca para contener un grito, echando algún vistazo rápido al salón.

- ¿A-Angela? - la mira alarmada y luego a ti, asintiendo rápidamente - Sí... Sí, me la llevaré. Café con sal y urgencias, vale... - asiente tomando nota rápidamente de ello. Se tensa un segundo al escuchar la última parte pero lo único que hace es fruncir los labios y asentir, agachándose para ayudar a la señora Mendels a levantarse, como si fuera una niña pequeña - Vamos arriba, Angela. No te puedes quedar aquí en el suelo, ¿vale? Vamos a mi casa, todavía me queda algo del té que te gusta...

Angela se levanta poco a poco, apoyándose en la chica y ésta la ayuda a salir de la habitación. La joven se coloca de tal forma que no deja que Angela vea el cuerpo del señor Mendels e incluso la puedes oír susurrar un suave "lo siento". La señora Mendels tampoco parece hacer mucho caso del desastre que es el salón, pero se detiene en la puerta de la entrada, girándose lo justo para mirar tu máscara, buscando tus ojos. 

- Kenny... Kenny, ¿estará bien? - pregunta. La chica se gira para mirarte también e intenta tirar de ella pero Angela no hace amago de moverse hasta que le respondas.