Partida Rol por web

Tras tanto tiempo en silencio, la megafonia vuelve a abrirse dejando percibir la alegre y divertida voz de una mujer.

"Uo, uo, uo.... Parece que esto se pone intersante... Monstruos disfrazados de caballeros andantes. Acosadoras piradas. Sádicos que se creen médicos... ¿Pero habeis mirado bien al de al lado? ¿De verdad estais seguros que no os van a apuñalar por la espalda? ¿Os fiais de aquellos a quien habeis salvado su patética vida? Bien, bien, bien... Veremos quien rie el último pues.... "

Gracias a la música y a la máscara, la señora Mendels no es capaz de escuchar cómo el Profesor chasquea la lengua ante su pregunta y tampoco puede ver su expresión de disgusto. "¿En serio?" piensa, aunque acaba deduciendo que al fin y al cabo es su hijo, por muy bala perdida que sea.

— Por supuesto, señora Mendels. —miente con una macabra sonrisa que obviamente no puede ver. "Mejor que nunca" añade mentalmente.

Una vez las dos mujeres abandonan la casa, cierra la puerta y por fin puede quitarse la máscara y respirar cómodamente. Se seca el sudor con el dorso de la mano y mira el cadáver del señor Mendels durante unos largos segundos, intentando discernir sus sentimientos al respecto. ¿Culpabilidad? No. ¿Pena? Ni pensarlo. ¿Alegría? Tampoco. ¿Satisfacción? Sí... probablemente es lo más correcto: el Profesor se regodea en el hecho de que él no ha sido quien ha matado al señor Mendels, sino que ha inducido a otra persona a hacerlo. Claro que, es culpa del propio señor Mendels, por empujar a una persona normal a convertirse en una asesina.

Después de este breve descanso, el Profesor se quita el disfraz y alisa su traje que, salvo por el sudor, está impecable sin ninguna mancha de sangre... por ahora. Es inevitable. Se quita la americana, se quita la corbata y se arremanga. Después, pone de pie una de las sillas caídas durante el forcejeo entre el señor Mendels y la señorita, se acerca al cadáver del señor Mendels y con el cuchillo corta las bridas antes de arrastrarlo con esfuerzo hasta la mesa. Una vez ahí, no sin bastante esfuerzo y sudor, el Profesor viste al señor Mendels con su disfraz y pone la careta sobre su cabeza destrozada, tapando las heridas con la capucha del disfraz.

— Pesas como un cerdo... —resopla el Profesor, subiendo a pulso al señor Mendels a la silla que previamente ha puesto de manera que esté de espaldas a la puerta de entrada. Para evitar que el cadaver se caiga, acerca la silla lo máximo posible a la mesa y busca un rodillo de amasar de la cocina para atarlo al cuello del señor Mendels con dos bridas, volviendo a colocar la capucha del disfraz. También posiciona las manos del señor Mendels encima de la mesa, con el puño americano bien visible cerca de su mano derecha.

Recogiendo los restos desperdigados, es decir, las bridas cortadas, su americana y la corbata, el Profesor entra en la habitación de la señora Mendels a esperar pacientemente, con la luz apagada y en sus manos el cuchillo y un pañuelo empapado en cloroformo. El corazón le late a mil ante la incertidumbre de lo que pasará.

Rosen apartó el cuchillo de la cara de Ezy, y se quedó callado un tiempo, pensando. ¿Podría confiar en lo que le dijo Ezy?. La verdad tenia sentido, pero eso no quita que podría ser mentira. Al final, concluyo en que las posibilidades eran buenas, así que tomaría el riesgo.

- Bien... Gracias por la ayuda.

Para rematar a Ezy, Simplemente Rosen enterró su cuchillo en el cuello de su objetivo, abriendolo de lado a lado. La sangre broto abundantemente al instante, manchando el suelo y haciendo un charco rojo bajo la cabeza de Ezy. Dentro de escasos minutos, Ezy cerraría los ojos y nunca mas los abriría de nuevo.

Después de retirar su cinturon de la pierna de Ezy, Rosen se levantó, dejando a Ezy tirado en el suelo para que se desangrara mientras el reinstalaba la batería en el coche. Una vez terminó arranco sin perder tiempo en dirección al metro.

-¡Espera! ¡Ir sola es un suicidio!-gritó en dirección a la muchacha que salió a correr presa del pánico.

Si la muchacha seguía corriendo no iba a perseguirla sin ton ni son. Era una presa de lo más apetecible, de eso no cabía duda, pero William sabía que quien actua por impulsos durante la Purga, más pronto que tarde acaba muerto. Y no era su intención precísamente.

En el caso de que la joven siguiese con su carrera, el agente de policía se agacharía a regitrar el cadaver del purgador, para recuperar sus cosas y hacerse con todo lo valioso o útil que localizase. Tra eso se introduciría en la Feria de la Carne. No porque le gustase aquel antro de fasos purgadores sinó más bien porque necesitaba unos minutos de seguridad para asegurarse de que volvía a estar centrado y en plena forma antes de seguir matando

La chica siguió corriendo y tu recuperaste todas tus armas. Curiosamente, él no llevaba nada encima. Llegaste hasta la entrada de la Feria de la Carne. Había algo de cola, pero pronto pagaste tu entrada, apenas un par de dolares, y atravesaste aquella cara de payaso que te llevaria al otro lado.

Toda la feria estaba bien custodiada por guardias de seguridad uniformados con pistolas eléctricas y porras extensibles, ambas con seguro antirobo en la funda. Había mucha gente. Olor a humanidad, a madera quemada y a sangre también. El ruido de gente hablando se entretejia con la musiquita que sonaba una y otra vez.

Había un escenario donde uno de los animadores del lugar usaban un microfono para atraer a la gente y ofrecer la mercancia por la que se podia pujar. También se podia ver varias "atracciones" que se habáin publicitado en la entrada.

¿Será en la quema de brujas? La feria se encarga de dejartelo bien atadito al poste y muchos útiles cortantes a mano, más lo imprenscindible para hace un buen fuego

¿Será en el laberinto? Aquí solo hay un camino, pero será más divertido encontrarlo en los distintos recovecos y cavidades que oculta esta zona. Si no traes arma de fuego, aquí te la proporcionan

¿En el paredón de fusilamiento? Si no te gusta matar solo o es tu primera vez ésta es la mejor opción. Rápido y letal. Se proporciona escopeta y dos cartuchos.

¿La guillotina? Ésta es para los amantes de la sangre. Puedes llevarte la cabeza si quieres.

Angela te sigue mirando unos segundos, como si estuviera intentando ver a través de tus palabras, pero la chica termina por arrastrarla fuera. La puerta se cierra con un chasquido mientras la música inunda la habitación. El señor Mendels, efectivamente, parece que ha muerto, lo cual te deja con dos hipótesis después de haber visto la cara de la chica: O no sabe que ha acabado con su vida o deseaba tanto su muerte que no le ha importado tanto. 

Por suerte, aunque sigue siendo un peso muerto, esto te permite colocarlo como te apetezca. El disfraz no le queda precisamente bien, por no decir que la cremallera no cierra, pero es suficiente para que se vea desde lejos. Una vez hechos tus preparativos, esperas un buen rato hasta que oyes movimiento. Unas llaves tintinean violentamente contra la puerta, cayéndose una vez mientras a lo lejos escuchas algún que otro grito. Desde tu posición, si te acercas un poco a la puerta de la habitación puedes ver la puerta de la entrada... y todo lo que pasa después.

Ves a Kenny entrar con los ojos casi inyectados en sangre, sin máscara. Ves cómo aprieta los dientes al escuchar tu música. Ves cómo levanta el bate de beísbol y lo descarga con fuerza contra la figura encapuchada de espaldas. Y luego ves cómo la ira se desvanece mientras el cuerpo cae de la silla, lo suficiente como para que reconozca que no eres tú quien lleva el disfraz. Kenny se detiene con el bate en alto, ya dispuesto a descargar un segundo golpe. La sangre empieza a extenderse por el suelo y el chico tiembla, con la mueca de ira y odio congelada en su cara. Tras él, en la puerta se agolpa su grupo de habituales acompañantes, aunque esta vez Jill no está con ellos. Pasan unos segundos en los que solo se oye tu música hasta que oyes la voz de uno.

- Tío... ¿Ese no es tu padre?

- ¡QUE TE CALLES! ¡QUE OS DEN POR CULO! ¡FUERA! ¡TODOS! ¡YAAAAA!  - chilla Kenny, volviéndose hacia él y lanzando el bate directamente contra la puerta. El grupo huye por las escaleras, milagrosamente sin que haya heridos. Kenny se lleva las manos a la cabeza, paseando por la habitación en círculos y mirando el cuerpo de su padre de vez en cuando, dándole alguna patada a la mesa o lo que pille de paso - ¡Dios! ¡Joder, mierda! 

Ezy deja de moverse para siempre con esa última cuchillada. Consigues colocar de nuevo todo lo del viejo coche en su sitio y te pones en marcha hacia la boca de metro más cercana... encontrándote con que está cerrada. Normalmente las bocas de metro cierran a altas horas de la madrugada y obviamente en la Purga. Estás seguro de que hay alguna otra entrada abierta pero... ¿dónde?

A decir verdad era la primera vez que asistía a la Feria de la Carne, por raro que pudiese parecer.

Aquel despliegue de mercadotecnia y de falsa purga le asqueaba pero habría mentido si hubiese dicho que no le incitaba cierta curiosidad.

Y la curiosidad acabó derivando en el pragmatismo en cuanto le asaltó la duda de si podría llevarse a alguna presa para utilizarla en el exterior como cebo, puesto que se había quedado con la espinita clavada de la muchacha que había dejado escapar por su despiste.

Siendo asío encaminó hacia la zona de subastas, para tratar de enterarse de como funcionaba aquello y saber si era posible su intención de hacer un pedido "para llevar"

Habían montado un escenario. Una gran bandera con el logotipo de la NFFA cubría la parte trasera. El ambiente olía a sordidez, humanidad y falta de escrúpulos. La iluminación era algo tenue, como si así se pudiese cubrir la depravación de los que allí trabajaban en aquella noche. Eso si, viste que allí se tomaban la seguridad muy en serio pues tres tios con camiseta rojas custodiaban la plataforma donde un hombre estaba subastando en esos momentos a una chica de unos dieciseis años. Las manos se alzaban pujando por ella, pero la cuantía no era muy alta de momento.

Lágrimas silenciosas recorrían el rostro de la adolescente pero no parecia tener mucho miedo a morir. Era casi como si estuviera allí de forma voluntaria.

- ¡¡500$ señores!! ¿Alguien da más? -

Una pequeña... diminuta... o más bien la comisura de los labios del Profesor se elevan ligeramente en una sonrisa cuando el joven señor Mendels descarga con rabia un fuerte golpe en la cabeza del difunto señor Mendels. ¡Maldición! ¡Es una lástima que la señorita hubiera matado al señor Mendels!

"Aunque el efecto parece ser el mismo que si lo hubiera matado realmente él..." piensa el Profesor, observando las reacciones del joven señor Mendels desde su posición privilegiada. Ni siquiera él con su cinismo podría negarlo: es realmente divertido.

"Lección nº1: Piensa un poco antes de actuar. Podrías haber evitado "matar" a tu padre. Te dejas llevar demasiado por los instintos y, eso, joven señor Mendels, está bien sólo cuando te enfrentas a un igual..."

Como se mueve en círculos, el Profesor espera al momento en que el joven señor Mendels le dá la espalda para salir de su escondite y acecharle por detrás hasta que se acerca lo suficiente como para rodearle con los brazos, como en un abrazo fatal. Por un lado, su mano izquierda sujeta el cuchillo cuya punta está apretando su estómago, mientras que su derecha coloca un pañuelo empapado en cloroformo contra su rostro.

— Cálmese, señor Mendels... es por su bien... —le dice el Profesor mientras forcejean.

Al poco tiempo llegas a la zona del East Village, donde parece que se ha congregado un buen número de Purgadores. El motivo de todo esto es un enorme recinto en el que hay montada una carpa de feria, totalmente iluminada y con motivo de la Purga. Alrededor de ella se pueden ver varios guardias vigilando bien armados y a un lateral de ésta, ves una entrada por la que van y vienen varios vehículos. 

Desde uno de las calles cercanas, también ves unas luces que te recuerdan a las de ¿una ambulancia? Además de eso, un coche sale a toda prisa de otra calle en sentido contrario a tu dirección, con un tipo demasiado elegante para el coche desastroso que lleva, al volante. 

Esta vez deshaciendo el camino y sin tener que preocuparte por un cuerpo extra, te cruzas con un tipo con una curiosa máscara roja y un coche con varios cristales reventados. En el asiento del copiloto va otro tipo pero ninguno te resulta familiar. 

Kenny está tan distraído y preocupado, por una vez, por la falsa muerte de su padre, que ni siquiera se da cuenta de la obvia posibilidad de que el Profesor esté allí. Con una cabeza llena del humo de los porros y de toda la bazofia que se puede encontrar en las redes sociales y en las páginas "para adultos", sigue mirando el cuerpo sin ser capaz de entender todavía qué ha pasado. 

El Profesor no encuentra resistencia cuando le da su abrazo clorofórmico, más allá de unos inútiles manotazos al aire. Las uñas del adolescente se clavan en su brazo pero terminan por soltarse a los pocos segundos. Todo su cuerpo termina por perder la fuerza y poco a poco se resbala hacia el suelo, igual que había hecho su padre hacía menos de una hora.

Todos los purgadores, o casi todos, conocen la Feria de la carne. Una gran explanda tematizada para poder pasar este dia tan señalado de forma diferente. Incluso con la familia si se quiere. Hay que pasar por la taquilla primero donde se exponen a un lado las reglas.

Toda la feria está bien custodiada por guardias de seguridad uniformados con pistolas eléctricas y porras extensibles, ambas con seguro antirobo en la funda. Hay una entrada lateral pero a ella solo acceden los Purgadores que llevan la "mercancia".

Desde lejos ya habiais percibido aquella musiquilla de circo solo que ésta suena algo más tétrica.

Veis un coche sale a toda prisa de otra calle en sentido contrario a vuestra dirección, con un tipo demasiado elegante para el coche desastroso que lleva, al volante. Wendy se da cuenta que ese coche le suena muchisimo pues no es ni mas ni menos que el suyo.

William alzó la mano.-510

No es que fuese un hombre adinerado pero el trabajo de policía le otorgaba una estabilidad financiera como para poder permitirse un capricho tan puntual como aquel. Había dejado escapar un cebo perfecto y no tenía tiempo de buscar otro si no era de aquella manera. Aquella muchacha era quizá demasiado joven para servir bien a su propósito, pero debía tratar de asegurarse algo.

Poniéndose de puntillas trató de ver sobre el resto, buscando localizar el resto de lotes para saber si alguna otra pieza restante se adaptaba más a sus preferencias. Mujer delgada, de entre 20 y 30 años. 

Me doy cuenta en cuanto llegamos a la Feria. Si es que como para no verla, ¡claramente es una feria! La música animada, el ambiente, el olor a fritanga que aqui es de sangre, supongo. Se me dibuja una sonrisa en la cara y al poco rato estoy tarareando la cancioncilla de circo. Eso sí! Estoy a punto de frenar cuando veo al otro coche pero prefiero seguir con la vista en la carretera y le sonrio a John.

- Ese es mi coche, sabes? Era el que me iba a llevar de boda porque era de mi padre y bueno, que me lo regalo y quería que le hiciera ilusión que lo usara. Incluso le puse las latas típicas para el día de mi boda pero puffff... Eso ya es otra historia, la de hoy va aser mucho mejor. - le digo sonriente y confiada - Aunque ese seguramente es el tipo al que le robé el otro coche, al que le reventaste las ruedas. Va muy guapo y bien vestido, jejeje. Por cierto cielo, ¿Te han dicho a qué parte de la feria tenemos que ir? Porque pequeña no es precisamente...