- Joder. Esta gente está enferma de la cabeza. - digo en un susurro.
Con asco doy media vuelta y salgo fuera del maldito escondite. Quiero tomar el aire.
Aquí dentro ya no hay nada que yo pueda hacer.
Con el fusil colgado en el hombro, saco un cigarro y lo enciendo. Doy una calada muy placentera y miro al cielo mientras saco el humo que danza hasta desaparecer.
Motivo: Medicina
Tirada: 1d100
Dificultad: 25-
Resultado: 95 (Fracaso)
Anthony, harto de tanta muerte, no tarda en torcer la vista cuando descubren el al grupo de cadáveres. Aunque su aspecto es extraño trata de quitárselos de la cabeza mientras guarda a buen recaudo los papeles, se cuelga de nuevo la mochila y se dispone a salir del refugio tras Martin.
Imitándolo saca otro cigarrillo y se queda pensando en las palabras del alemán.
-¡Todos estamos malditos!, esas fueron sus últimas palabras. A saber que atrocidades ha visto o hecho para querer quitarse la vida. No ha parecido un suicidio por honor, ese hombre estaba fuera de si.- No pretendía profundizar demasiado en el tema, simplemente conversar mientras echaba un pitillo.
Motivo: medicina
Tirada: 1d100
Dificultad: 5-
Resultado: 74 (Fracaso)
Las palabras de James hacen que vuelva a mirarme los cadáveres que estaban tapados con la lona. Estoy examinándolos unos minutos antes de responderle con el peso de los años. – Manson, lo único que se me ocurre es que o sean de familias importantes que los fueran a enviar con ellas. O que ellos hayan muerto por una nueva arma química las hayamos lanzado nosotros o una suya tuviera una fuga. Y los enviarán para que examinarán sus efectos en retaguardia. Maldita sea nadie creo que se dedique a guardarse cadáveres después de tantos años de guerra.
Después voy hasta el cadáver del oficial cogiendo su pistola y la pistolera que engancho en mi cinturón.
Agradecí la compañía de Parks en este momento de calma relativa. Me caía bien Anthony. Se podía conversar con él.
- Anthony, puedo comprender las palabras del alemán. Esta guerra atroz es un maldito horror. Y todos los que luchamos en ella estamos maldecidos. Aunque salgamos con vida de este horror, lo llevaremos siempre en nosotros... y éste es uno de los muchos horrores que habitan este mundo y que gracias a Dios no conocemos - esto último me sale como un aliento corrupto que haya guardado mucho tiempo dentro de mi.
Doy una calada al cigarro y vuelvo a mirar al cielo lanzando un potente mantra:
"Om namah Shivaya" ...
Cualquiera de nuestras respuestas, eran meras divagaciones y no servían para esclarecer lo ocurrido. Ahora solo teníamos dos opciones seguir avanzando o volver por donde habíamos venido y ninguna de las dos me llamaba la atención.
- Bueno cabo. ¿Y ahora que hacemos?. ¿Cual es el plan?.
Justo cuando el cabo iba a tomar el mando, el sargento Maddox hizo acto de presencia. Tenía los pantalones y la guerrera destrozados y llenos de barro. Cabo, monte las guardias para poder descansar. No creo que hoy…. Pero la voz del sargento se vio interrumpido por las voces de un soldado.
¡Teniente Wilhelm! ¡Teniente Wilhelm! ¿Hay alguien de la Compañía C? Gritaba el soldado sin parar, seguramente sería “una flecha”, un mensajero del mando de compañía.
¿Qué quiere soldado? El Teniente Wilhelm cayó en la primera alambrada. Contesto el sargento tratando de mantener un tono neutro que no denotara los sentimientos de pena por la muerte del teniente.
¡A sus órdenes mi Sargento! Órdenes del Comandante, toda la línea de infantería ha de avanzar para consolidar el frente. Al parecer los gabachos de nuestro flanco izquierdo han querido recuperar parte de sus tierras y han avanzado. El comandante dice que no nos podemos quedar atrás, hay que aprovechar el impulso del ataque. El fecha volvió a saludar marcialmente y continúo corriendo por la trinchera para distribuir el mensaje.
Después de la orden la cara del sargento se había vuelto de un color grisáceo y su expresión se había tornado sombría. Avanzar, después de esta carga…. con las bajas que hemos tenido… el comandante está loco….Aunque el sargento parecía estar totalmente en contra de la orden se dejó guiar por la jerarquía militar, y acato el mandato. ¡Cabo! Organice a sus hombres, en diez minutos nos ponemos en marcha. Yo voy a recontar las bajas de la sección.
Antes de que pueda responder a James aparece el sargento Maddox dando una orden lógica para que podamos reorganizarnos cuando recibe nuevas órdenes por medio de un mensajero. Y estas evidencian que no le importamos nada, que lo importante es que los franceses no avancen más que nosotros.
Me muerdo la lengua para evitar acabar más degradado.
Mí experiencia en estos casos me facilita actuar como sonámbulo. – A sus órdenes mi sargento.
Se vuelva hacía vosotros. – Aseguraros de que habéis vuelto a recargar las armas. Y esperemos aquí será más seguro si lo bombardean los alemanes.
Poco a poco me voy centrando de nuevo en la situación, siempre que paso por algo asi reacciono devla misma forma. Espero a recibir ordenes y a cumplirlas sin rechistar, vuelvo a comprobar mi arma que esté lista, no sin antes mirar por el lugar por si veo algo que me llame la atención, y me acerco al cadaver del oficial que se ha pegado el disparo en la cabeza, comienzo a revisarle los bolsillos.
Estar en primera línea solía ser una misión suicida, sobre todo cuando los superiores quieren ganar terreno a toda costa. Anthony albergaba ciertas esperanzas de que se establecieran en el lugar a restañar las heridas y hacer recuento de bajas pero las órdenes eran claras.
Mientras vió como Emmett registraba el cuerpo del oficial alemán.
-Vaya, Emmett, ¿que esperas encontrar?.- Esperó a que terminara mientras revisaba el estado de su fusil y recargaba.- ¿Qué, algo interesante?- Preguntó con falsa curiosidad.
-No lo sé,-le digo a Anthony mientras sigo buscando, -cualquier cosa que nos pueda servir para saber que ha ocurrido aqui,que un tipo se vuele la cabeza no suele ocurrir por casualidad, debe de haber alguna razón oculta detrás de todo esto. Quizás tuviera ordenes que no pudiera cumplir. Todo esto puede repercutirnos a nosotros.
A la espera quedo de el el señor guardián me diga que tiro, si tengo que tirar algo.
- Puede que estuviese cansado de todo, demonios incluso el mas cuerdo de nosotros podría terminar como una cabra recorriendo mas de una vez estos infernales lugares. Compruebo que mi fusil este apto para el combate y me preparo para seguir al cabo en el avance. - Y ahí vamos otra vez, condenados franceses.
A las órdenes del cabo Grimm descuelgo mi .303 del hombro y recargo.
Estoy dispuesto a seguir avanzando.
Hombro con hombro empezáis a camina entre la maraña de trincheras, entrando en el bosque de Argonne.
El frente es una jaula en la que uno debe esperar, nervioso, lo que sucederá. Nos hallamos bajo la trayectoria de las granadas y vivimos en la tensión de la incertidumbre. El azar planea sobre nuestras cabezas. Cuando llega un obús, lo más que puedo hacer es agacharme; no puedo saber dónde caerá, ni puedo cambiar ese hecho.
Ese azar es el que nos vuelve indiferentes. Hace unos meses me encontraba en un refugio subterráneo, jugando a las cartas; al cabo de un rato me levanté y me fui a visitar a unos amigos en otro refugio. Cuando volví, del primero no quedaba nada; lo había destruido un disparo certero. Volví al segundo y llegué a tiempo de ayudar a sacar los escombros: entretanto lo había hundido una explosión.
Del mismo modo casual en que resulto herido, conservo la vida. En un refugio a prueba de bombas pueden destrozarme, y, en campo abierto, puedo sobrevivir a los bombardeos sin ser herido durante diez horas. Cada soldado permanece con vida gracias al azar. Y todo soldado cree y confía en el azar.
“Sin novedad en el frente” Erich M. Remarque
Final del Capitulo I.