Partida Rol por web

Aprovechando la carga del 3º y 4º pelotón voy corriendo para ponerme en una posición ventajosa de modo que vea perfectamente a los tiradores de ametralladora, mi idea es intentar liquidar a los máximos posibles haciendo de francotirador y así quitar carga al 3º y 4º pelotón.

Uno de los soldados de la compañía que buscábamos, seguramente sin querer, en sus intentos de moverse lo más erráticamente posible choca ligeramente conmigo logrando que logre reaccionar.

Comienzo por correr con ellos hacia la trinchera alemana disparando a los de la ametralladora cuando creo tener línea de tiro, pero sin detenerme a apuntar ya que disparo desde la cadera.

¿Dónde estarán mis chicos? No los puedo buscar hasta que eliminemos a los alemanes.

Anthony siguió avanzando de árbol a árbol, el grito del cabo Sloan impulsó el flujo de adrenalina a través de las arterias del soldado y siguió lanzando fuego sobre la trinchera pero su sobreexcitación no le servía de mucho y de nuevo erró el tiro.

Soltó una blasfemia por causa de la frustración y comenzó a recargar el arma manteniéndose bajo la cobertura de un grueso árbol.

Solo había sido apenas un segundo, un segundo que se había transformado en una cacofonía de gritos, disparos y carreras través de este campo de muerte. Un segundo de más, era lo que había tardado en reaccionar y ahora era el momento de ponerme a cubierto. Desde el primer momento, en este lugar ya sabía que las cosas estaban mal, pero no solo era una sensación, en mi tiempo indefenso había sentido como el bello de mis brazos se había erizado, era igual que lo que había sentido cuando de niño me habían llevado a ver los experimentos de Tesla. 

Corro hacia la primera posición a cubierto que encuentro, espero a ver donde se encuentra el enemigo y hago un disparo hacia la ametralladora que tantos estragos ha estado causando. 

- Cabrones, habéis matado al sargento. 

Con la rodilla en el suelo y el rifle bien sujeto apunto al soldado de la ametralladora que está lanzando ráfagas contra nuestros hombres. Parece que la carga de los pelotones 3° y 4° va a tener éxito, pero lo que importa es que sea con el mínimo de bajas posibles.

Aguanto la respiración y aprieto el gatillo.

- ¡Mierda! - justo un instante antes de disparar veo como el soldado de la ametralladora recibe un disparo que lo desplaza de mi punto de mira y mi bala se pierde como una gota más en esa lluvia de sangre y plomo.

Cargo otra y vuelvo a apuntar.

Me tiro al suelo con el objeto de resguardarme de los disparos de metralleta, coloco mi fusil en posición y disparo.

La ametralladora alemana siega a las dos primeras líneas de hombres como una guadaña corta el trigo maduro. Muchos mueren antes de tocar el suelo. Las balas de gran de  calibre no atraviesan los cuerpos limpiamente, sino que arrancan brazos, trituran los huesos, y revientan torsos de los pobres soldados que corren sin cobertura. Los hombres del 3º y 4º pelotón, que corren delante de Grimm, paran las balas permitiendo al cabo llegar hasta la trinchera alemana indemne.

Los años en el campo persiguiendo ardillas con el fusil ayudan a Emmett a conseguir un buen ángulo de tiro sobre los operadores  de la metralleta. Una esquila de metal salta de uno de los cuerpos y le alcanza en el hombro, es un botón de latón, la herida es superficial e insignificante. Conteniendo el dolor de la herida  Emmett acomoda el fusil y abre fuego, la metralleta cesa unos segundos de disparar pero el alemán alcanzado vuelve a levantarse y sigue apretando el gatillo de la mortífera arma.  

Tanto Earl como Parks desperdician la munición pagada con el dinero del contribuyente americano disparando contra los sacos terreros. Solo el universitario es capaz de hacer blanco sobre uno de los boches, que tras recibir el disparo en el pecho, se tambalea dentro de la trinchera aunque sigue sujetando el rifle y manteniendo la posición.

Por  debajo del traqueteo de la ametralladora, los disparos y los gritos, se escucha un zumbido muy bajo, casi inaudible,  parecido al ruido de una gran dinamo. También aparecen en el aire extraños remolinos de luz del tamaño de pelotas de tenis, los cuales, giran unos segundos en el aire antes de desaparecer. 

Esta ametralladora nos está destrozando.

Mi dedo aprieta otra vez el gatillo justo en el momento que en el cielo aparecen unos remolinos de luz que me distraen justo en el momento preciso. Vuelvo a fallar el tiro.

- ¡Me cago en Dios! - blasfemo perdiendo el control de mis emociones cuando veo que he vuelto a fallar. Debo tranquilizarme, observar mi Ser y no caer en las distracciones de la batalla. El cansancio hace mella en mi, en lugar de serenarme, nubla mi Yo.

Repito unas oraciones "Om Vajrasattva Hum, Om Vajrasattva Hum, Om Vajrasattva Hum,..." mientras vuelvo a apuntar al soldado de la ametralladora.

El impacto de las balas de la ametralladora sobre nuestros compañeros, me hizo recordar a la época de siega en casa, aunque aquí se segaban vidas y no cereales. Maldito sea el creador de esta atroz máquina de guerra. Solo esperaba tener el tiempo suficiente como para disparar y eliminar a mas tiradores enemigos, antes de que estos me viesen a mi. Recargar, apuntar y disparar, en el campo de tiro esto era mucho más fácil, allí por lo menos no disparan en tu dirección. 

- Malditos alemanes. 

Resuelto a acabar al menos con uno de los alemanes atrincherados, Parks volvió a alzar su fusil, se tomó su tiempo para apuntar y apretó el gatillo. Por tercera vez volvió a fallar.

-¡Aaaagh, joder, tiene que ser una broma!

Reprimió sus deseos de tirar el arma al suelo y mandar todo a tomar viento. Se colgó de nuevo el fusil y trató de avanzar aprovechando, de nuevo, la cobertura arbórea.

-Demonios, si me acerco más no me será tan fácil fallar.

Aunque he avanzado con el resto de los soldados saliendo de mi parálisis el que estando plantado en el borde de la trinchera y no haber acertado me hace evidente que la herida del costado debe ser bastante más que un rasguño.

William, William tienes que concéntrate. Primero acabar cos estos alemanes y después a presentarte al sanitario, nada de disimular dejando que se cure sólo.

Vuelvo a apuntar con cuidado pero no puedo permitirme el lujo de perder demasiado tiempo. Aprieto el gatillo, el retroceso del rifle lo siento en mi hombro, y espero a ver el resultado de mi tirada antes de moverme siquiera. 

Martin y Manson vuelven a fallar, ya son tres tiros desperdiciados. Parks también falla de nuevo pero esta vez opta por avanzar para tomar un mejor ángulo de disparo. Por su parte el granjero sigue siendo el mejor tirador y con otro disparo remata al alemán al que había disparado con anterioridad. Grimm en el mismo borde de la trinchera ve como varios soldados del 3º pelotón arrojan granadas para iniciar el asalto a la trinchera.

Entonces, los oídos de todos estallan, no es el ruido de las detonaciones de las granadas, este es un ruido mucho más fuerte. Todo se vuelve de color blanco cuando el escenario queda envuelto en un cegador destello. Una onda de choque golpea vuestros pechos como un martillo arrojados por los aires. Escucháis el sonido de un trueno en la distancia, y el mundo se torna del blanco al negro...