Partida Rol por web

Mcnalley, no te excedas con el prisionero. Tiene que llegar intacto a los chupatintas de inteligencia.

Richard maldice entre dientes pero accede a la petición del sargento. - Mmmm…. Esta bien, esta bien. Igualmente este boche es aburrido. -

Cuando llegan a la cima pueden vislumbrar el claro y los restos a cielo abierto de la batalla. Los cadáveres se vuelven una oportunidad para recuperar el equipo perdido en la cueva, pero la obligación de permanecer junto al soldado alemán pone de mal humor al pelirrojo.

- Si tan solo pudiera echar un vistazo. - admite resignado a custodiar al soldado.

Sin mas que hacer Richard permanece estático, junto a su prisionero.

Cada vez me cuesta mas caminar como si mis botas fueran ahora las de un buzo. Vamos de locura en locura, si hubiera vuelto de un permiso podría echarle la culpa a la resaca. Después de lo que nos cuenta ese soldado, que podría referirse a mas cosas como la momia de la caverna, ahora más cadáveres.

Dudo un momento si acercarme a ellos hasta que oigo las palabras del irlandés. – Mcnalley, bajemos también, puede que le aporten recuerdos a nuestro invitado.

Una vez entre ellos la mirada se desvía a los cadáveres para ver como han muerto y si hay algo inusual.

Bueno lo inusual es que hubieran muerto de disparos, metralla o gas tal como están las cosas.

Ante las palabras del cabo y sin opciones a volver yo solo al campamento, no me quedó mas remedio que bajar junto al resto de la unidad al claro. Los destrozados cuerpos, nos recordaban el peligro que corríamos a cada segundo que estábamos allí parados y también que llegado el momento así podíamos terminar.

- Esto es un a puta mierda, cabo. ¿Podríamos aligerar la marcha?.

Pisada barro, pisada barro, pisada .... Huy casi piso un trozo de soldado ....  

El pelirrojo sonríe al escuchar la petición del cabo. Ahora podría echar el guante a las pertenencias de los muertos. Después de todo estaban muertos, sin necesidad sus posesiones.

- ¡De inmediato! - carraspeó al reanudar la marcha forzando al prisionero a caminar - ¡Andando Fritz! - dijo al empujarlo con su rifle.

- ¿Aligerar? Bahh… no seas marica – respondió a James en tono burlón mientras baja la colina, anticipando las riquezas que puede hallar en el tendal de cadáveres. Nuevamente su sonrisa retorcida aparece en su rostro mugriento.

Al final, con más o menos entusiasmo, el grupo se acerca al espantoso campo de batalla. Entre los restos de la batalla hay cuerpos tanto de soldados americanos como de soldados alemanes. Los uniformes de los soldados americanos indican que pertenecían a la compañía B. Pero en el campo de batalla hay apenas una docena de americanos muertos, no son ni una décima parte de la compañía.  Al fin una prueba de que puedan estar vivos. Los distintivos de los defensores alemanes son idénticos a las de Gerhardt.

No se ven heridas por bayoneta, y la mayoría de los muertos tienen los huesos rotos. Ninguno parece haber sido disparado sólo una vez; todos tiene varias heridas mortales de por sí.

A juzgar por la posición de los muertos, los atacantes eran alemanes y americanos, mientras que los defensores eran todos alemanes.

Hay muchas marcas en el suelo, como si alguien se hubiera llevado muchos cuerpos arrastrándolos. De todas formas, la lluvia de por la mañana ha eliminado las huellas.

Caminando entre los cadáveres Richard descubre una obviedad pero nada mas que eso. Tal vez el cansancio hizo mella en sus sentidos en su búsqueda de objetos de valor. Al fin de cuentas solo regresan con las manos vacías y el soldado alemán no cuenta como mercancía.

- Pero que mierd… aquí hay compañeros de la compañía B. Pero son muy pocos. ¿Y el resto? - Pregunta.

Es posible que la compañía B se haya replegado. De ser cierto entonces es menester encontrarlos para estar a salvo. Si tan solo pudieran llegar a ellos antes del anochecer...

Bueno este campo de batalla parece normal, una buena noticia.

– La batalla ha debido ser encarnizada pero no continuaron por donde hemos venido sino hubieran destrozado la ametralladora que casi acabo con todos nosotros.

Me giro hacía el irlandés y Manson III. – Aquí los debieron hacer retroceder a nuestros compañeros de las otras compañías. Debemos continuar la dirección que llevamos.

Mirándolos a todos. – Recoger todas las placas de identificación, todas. Las familias tienen derecho a llorar a sus muertos, sean del bando que sean.

Observando ya desde lo alto de la cima algo extraño desvela la posición y estado de los cuerpos. Observo su distribución y estado y no acaba de cuadrar con una contienda normal pues, no se ven heridas por bayoneta, y la mayoría de los muertos tienen los huesos rotos. Pero además parecen haber recibido todos ráfagas de disparos. No encuentro ninguno que tenga sólo una herida de bala.

- Cabo, fíjese que por la distribución de los muertos parece que los atacantes no eran sólo americanos sino que también había y alemanes, mientras que los defensores eran todos alemanes. También me extranya que todos y cada uno de ellos tengan más de un impacto de bala y ninguno esté herido por bayoneta. Además la mayoría tiene huesos rotos.

Desde la posición elevada, no lo había notado, pero cuanto mas tiempo pasaba al lado de los cuerpos, mas notaba el olor a sangre y a descomposición ... algo para nada agradable. No tenía sentido, responder a Mcnalley, estaba convencido que como ese tipo viese anillos o dientes de oro dejaría de vigilar al prisionero para sacarse un sobresueldo. 

Niego con la cabeza cuando el cabo nos pide hacernos con las chapas de identificación. - Joder, menudo trabajito. Me agacho hacia uno de los cuerpos y tiro de la cadena a la que va enganchada la segunda chapa identificativa. - Otro pobre diablo hacia el infierno.

Earl es quien nos indica, que en la zona de combate alemanes y americanos habían cargado contra una posición defensiva alemana, aunque fuese raro, no habría sido la primera vez que eso pasara en un campo de batalla y aliados dispararan contra aliados. - Supongo que estaría oscuro y metidos la faena de matar cualquier cosa les valiese. 

Intento centrarme con las detalladas observaciones de Earl para echar un segundo vistazo a los cadáveres del claro. Con su ayuda logro ver el conjunto más o menos como él.

– Gracias por sus detalladas observaciones soldado Martin.

A menos que ahora seamos aliados de los teutones, y nosotros todavía no lo sepamos. La otra explicación sería que atacaran a seres como el de la caverna.

Reunís media docena de placas identificativas de la compañía B, la única prueba que teneis de que dicha compañía. Mcnalley, por su parte, también reúne un exiguo botín compuesto por relojes rotos, algún anillo y unos cuantos billetes. Si no los roba el, otro se apoderara de ese peque botín. Había llegado simplemente antes.

En cuanto a la descripción de la extraña disposición del combate, americanos y boches atacando juntos una posición boche, la mejor respuesta era la proporcionada por Mason: “a oscuras y metidos en faena, todos los gatos son pardos”

Por más que el cabo se esforzó en buscar nuevos indicio no encontró nada. Estaba cansado, al igual que todo su pelotón. Llevaban mucho horas andado por el campo y aun les quedada camino para llegar a la seguridad de las trincheras propias. En esas condiciones costaba mucho distinguir el cadáver de un soldado americano de uno alemán, los dos eran trozos de carne en descomposición en mitad del bosque.

Aunque la tarea era de lo más macabra, Anthony ayudó a recoger las placas tal y como pidió el cabo. Además también reparó en un detalle que parecían haber pasado por alto los de mas por lo que consideró importante indicarlo.

-Os habéis fijado en todas estas marcas, como surcos anchos. Es como si hubieran arrastrado cuerpos, quizá falten cadáveres aquí, alguien se los ha llevado. No veo huellas, probablemente la lluvia las haya borrado.

Emmet miro atentamente las marcas que había señalado Anthony. Seguramente han sido hechas por los carroñeros. Algún lobo, o incluso algún oso, ha arrastrado alguno de los cuerpos para guardarlo y alimentarse de él. El granjero hacia sus suposiciones en función de sus conocimientos del comportamiento animal en su Massachussets natal, no sabía si el comportamiento de los animales en Europa sería igual que en Massachussets. Puede que incluso no hubiera osos ni lobos en ese bosque.

El cabo dio la orden de avanzar una vez todas las Dog Tag, las chapas de identificación, habían sido recogidas. En total media docena de chapitas tintineaban ahora colgados del cinto del cabo. Eran pocas. En ocasiones los soldados habían visto a oficiales con cientos de ellas colgadas del cinto, tantas que eran imposible contarlas.