Anthony miró con desagrado a Mcnalley, su forma de faltarle el respeto a sus compañeros no le gustaba en absoluto por lo que trataba de mantener las distancias con él. Entonces se agachó al oír el aviso del cable, le tenía mucho aprecio a su cabeza no en vano pues era uno de sus mejores músculos.
Cuando mandó callar Mcnalley no pudo evitar esbozar una sonrisa.
Ahora el sonido de las el explosiones era terriblemente cercano, estaban de nuevo en primera fila. Anthony se aferró al fusil y preparó sus cosas para salir del camión tal y como había ordenado Maddox. Entonces esperó su turno para bajar del camión en silencio, y respiró profundamente tratando de serenarse.
Agarro mi rifle firmemente y me,preparo para entrear en batalla. Rezo una última plegaria y pido a Dios que cuide de mi familia en caso de que muera en combate. El sonido de las explosiones retumba en mi estómago y en mi cabeza, miro al frente y me dispongo a recibir ordenes
Al recibir, ahora si, una orden del sargento Maddox empuño el Viejo Gus que llevaba en bandolera preparándome para bajar cundo de la orden. Miro a mis soldados y algunos ya se están preparando mientras otros no han reaccionado todavía.
– Venga muchachos que entre todos lo acabamos antes de Navidad.
Compruebo mecánicamente el cargador, así como el resto de mi equipo.
– Recordar que es la última parada, todos menos los conductores debéis de bajar aquí.
Ante la advertencia Richard se agacha, al igual que el resto, para evitar el cable que tan descuidadamente han colgado. Luego responde con formalidad, la misma que el enseñaron en el breve entrenamiento antes de subir al buque -¡Si señor! ¡Perdón señor! - y un sonoro pedo culmina la disculpa del pelirrojo que rechina los dientes por algún motivo.
Posteriormente, al bajar del camión, el fornido soldado chequea su equipamiento y su arma antes que nada. Luego saca brillo a su cuchillo, sonríe y lo guarda en su funda. El cuchillo debe cuidar su filo para poder cortar orejas germanas sin dificultad. Sus ojos verdes centellean ante la idea del horrendo collar.
- Si, acabaremos antes de navidad y follaremos a cuanta germana encontremos. Por supuesto serán todas viudas buscando consuelo. Je je je – responde a Grim por su optimismo. Finalmente Richard forma fila y espera como los demás.
Me agaché ante el aviso del cable. Con la inclinación de mi cuerpo hacia adelante aproveché para dar gracias. Cuando me levanté abri los ojos y puse fin a mi práctica. Quien sabe si podría volver a sentarme a practicar.
Al cabo de poco detuvieron los camiones y el general empezó a vociferar órdenes.
Agarré el equipo, comprobé mi rifle .303 y palpé los cartuchos por encima de mis bolsillos. Todo en su sitio.
Estaba dispuesto para entrar en combate. El sonido de la artillería pesada era atronador. Se estaba castigando duro aquella zona y eso sugería que muy pronto mandarían a la infantería a "pulir" el trabajo.
Esperé que fuera mi turno para bajar del camión. Vi las caras de algunos de los hombres que por su palidez ya parecían muertos. De hecho más de uno lo estaría muy pronto, pero los caras pálidas tenían, si cabe, más números de morir en el campo de batalla. Había que estar con los sentidos muy alerta y esos hombres aterrorizados los tenían paralizados por su miedo atroz.
Mi turno.
Equipo y rifle en mano, bajo del camión y formo con los demás. Atento a las órdenes. Estoy prepardo.
La imagen que describe el sargento hace que se me hiele la sangre, no solo tendríamos que tener cuidado con los alemanes, el barro y las trincheras, sino que cuando avanzásemos podríamos caer en una trampa de estacas creada por los troncos de los antiguos árboles. - Precioso .... Antes de que pueda añadir algo mas el aviso de un nuevo peligro y la reacción de mis compañeros hace que yo mismo actúe, inclinándome como ellos.
- No hemos llegado y ya tenemos nuestra vida en peligro.
Cojo mi rifle y comprobando que no hay ninguna bala cargada hecho hacia a tras el cerrojo y hago una comprobación rápida del mecanismo, tanto tiempo bajo este clima y los mecanismos metálicos tendían a estropearse.
El camión se detiene con estruendo de frenos y rápidamente, sin tiempo para más preguntas, bajo un cielo gris y lúgubre, comenzáis a abriros camino por un terreno lodoso.
Escena cerrada. Pasamos al Capítulo 1: Los Horrores de la guerra