Partida Rol por web

 Elendur, tu personaje no tiene ningun sortilegio. Tienes un 20% de aprender la lista y fallaste. Cuando suba de nivel podras subir ese porcentaje e intentar de nuevo aprenderlo, pero de momento nada.

Gallindum - Turno 115. Guardia primera (1).

Elendur propuso acercarse sigilosamente y observarlos sin ser vistos, pero entre que Gallindum no era precisamente silencioso, que la luna lo iluminaba todo y que no tenían donde esconderse; para el enano esto iba a resultar imposible. Los montaraces del norte eran famosos por no ser vistos a no ser que ellos quisieran, pero los enanos de Erebor... eran completamente lo contrario.

- Nos van a ver de un momento a otro...si no nos han visto ya. Yo no creo que pueda pasar desapercibido, voy a darles el alto y veremos con que intenciones vienen. Prepara tu arma, solo por si acaso, tratemos de hablar con ellos.- dijo el enano en un susurro dirigiendose a Elendur.

Acto seguido Gallindum se puso en pie y empuñó su martillo, aunque adoptó una pose relajada para no dar la impresión de que estaba esperando una pelea. Y dijo con voz alta y clara- ¡Alto ahí! ¿Quien va?

 Turno 115

Gelion estaba cansado y sin ganas de discutir. Pensaba que lo mas prudente era haberle mencionado a Letar el altercado que habian presenciado, pero Draupner le increpo para que durmiese. El mago antes siquiera de poder pensarselo, habia caido en un profundo sueño. Estaba realmente cansado, y el viaje en carro no le habia ayudado. Podia haber sido peor, podia haberle tocado caminar.

Pronto, durante su sueño cayo en los brazos de Irmo, señor de los sueños... y de las visiones...

“ Gelion estaba junto a la pared, en la sala de forjas del palacio de Drômar, extrañamente sabia como llamaban al lugar donde ya durmieron sus compañeros y el mismo no hace tanto tiempo. Todo parecía tranquilo.

Una puerta se abrió cerca de el, la misma que abrió Arlan y que daba al enorme yunque de piedra, donde el mago se encontraba. Un enano entró. Iba muy bien vestido y seguido por un sequito de unos seis enanos mas. No habían reparado en el. Gelion les hablo, pero no parecía que pudieran verle.

Tranquilamente el enano que entro en primer lugar se coloco al otro lado del yunque mientras los demás le ayudaban a preparar lo que parecía ser el comienzo del forjado de alguna pieza. Una vez protegido el herrero con su mandil y sus guantes, uno de sus ayudantes saco de una cajita un colgante para colocárselo en el cuello.

Pocos minutos mas tarde, bajo la atenta y desapercibida mirada de Gelion, el enano, al que alguno de sus ayudantes llamo Drômar golpeaba una pieza de acero, mientras un segundo ayudante le sujetaba las tenazas e iba girando las mismas. El herrero, espolvoreaba de cuando en cuando unos polvos que sacaba de la cajita que sujetaba el primer asistente. Golpes y mas golpes de martillo sobre el gran yunque, doblando sobre si mismo el lingote de  hierro una vez tras otra. Cada dos o tres dobleces el ayudante que sostenía las tenazas, introducía la pieza en un horno que había a la izquierda de Drômar, hasta que este le indicaba cuando debía sacarlo. Mientras el lingote estaba dentro un tercer ayudante insuflaba aire con un gran fuelle que habían traído, calentando las brasas hasta que adquirían vivos colores.

Cuando el herrero determino que el lingote estaba listo, los otros dos ayudantes entraron en acción. Ambos llevaban martillos mas grandes. Drômar dejo el suyo a un lado y cogio las tenazas para colocar el lingote bajo el acompasado golpeteo de las herramientas de sus dos asistentes. Golpeaban alternativamente la pieza hasta que poco a poco iba tomando forma, lo que ahora se diferenciaba bien como una espada. De cuando en cuando, el ayudante que antes sostenía las tenazas, metía la pieza en el fuego para que no perdiera calor. Cuando estuvo casi acabada, todos los ayudantes se retiraron varios pasa atrás hasta colocarse de espaldas a la puerta por la que habían entrado. Dejando a Drômar solo, golpeando la espada con el martillo pequeño, apurando los últimos golpes antes de enfriar la nueva arma. habían pasado casi tres horas, aunque a Gelion le parecieron minutos.

En ese momento, tres de los ayudantes que estaban mas retrasados sacaron a escondidas sendos puñales. Uno de los enanos atravesó la espalda de su congenere que con un grito seco caía muerto. Alerto a los otros dos ayudantes, que se dieron la vuelta y retrocedieron para defender a Drômar entre gritos inteligibles para el mago. El enano herrero, nervioso, dejaba sus herramientas, se quitaba los guantes y echaba mano a su cuello. Tras quitarse el colgante que llevaba, lo escondía bajo el yunque y salía corriendo hacia el ultimo de sus ayudantes en pie. Este se habia girado para mirar a su maestro despojarse de su colgante, mientras le golpeaban en la cabeza, cayendo inconsciente en el suelo…”

Turno 115

Gelion se debatía en sueños, algo le perturbaba...

Volvió a ver el palacio de Drómar. Entraron siete enanos, seis escoltando a quien sin duda era el jefe, de noble porte. Quiso hablarles pero no le escuchaban, era como un fantasma.Se dio cuenta de que llamaban Drómar al herrero de modo que se descubrió examinando el rostro del señor del lugar. Era muy interesante observar el proceso de forja de la espada. Seguro que muchos herreros envidiarían su situación actual, pero él no sabía interpretarla. La espada estaba casi terminada e iba a ser magnífica. De repente Gelion se dio cuenta de lo que iba a pasar. Iba a derramarse sangre en aquel lugar. Vio a los tres enanos sacar las armas.

¡¡ Cuidado !! Gritó el mago. Sin embargo nadie le hizo caso, el primer enano cayó muerto. Sus gritos inaudibles se mezclaron con voces del pasado. La violenta escena, revivida de nuevo, se desarrollaba una vez más ante sus ojos. El mago quiso avisarles pero no se conseguía hacer entender y no entendía las palabras de los enanos, evidentemente hablaban Khuzdul.

Una vez más Drómar escondió el medallón y todo terminó.

Gelión se paró de repente, frustrado por no haber podido alterar el resultado y una idea se filtró en su cabeza, buscó algo en su cuello y sacó el colgante que portaba. Ahora lo miraba con ojos distintos, llenos de curiosidad.

El mago siguió durmiendo

 RESOLUCION TURNO 115

Gelion se desperto suavemente. Recordaba todo cuanto habia soñado y su cuerpo se sentia realmente descansado. Habia resultado un sueño reparador. Cuando al fin se decidio a incorporarse, se sento en el borde del camastro y echo un vistazo alrededor. Estaba solo.

Todos se debian de haber levantado ya. No habia ni rastro de sus pertenencias y fuera comenzaba a clarear el dia. Al mago se le vino una idea a la cabeza, era el mejor momento para inspeccionar de nuevo el colgante. Lo llevaba al cuello aun y se lo descolgo para colocarlo frente a el.

Era una buena pieza. Un sencillo cordon de cuero trenzado y enlazado a una piedra de color negro, pulida y brillante. Observo de cerca lo que habia dibujado. En blanco, un martillo cruzando un circulo. Podria ser una espcie de escudo de armas, o tal vez de algun gremio. La imagen de Drômar le veia a la cabeza. Cuando lo inspeccionaba de cerca, sus dedos notaron algo en la parte posterior de la piedra. Sorprendido lo giro, pero no vio nada a simple vista. Lo puso al trasluz, y la calridad de la mañana le mostro algo. Grabado en un la pequeña piedra, habia una especie de dibujo, aunque no sabia de que se trataba.

Tras estar observandolo un buen rato, se decidio a intentar averiguar para que  lo usaba Drômar. Se concentro cuanto pudo cerrando los ojos, dejando que sus sensaciones hablaran por el. Comenzo a toquetearlo y a acariciarlo hasta que al fin su consciencia estuvo concentrada en aquel objeto. Entonces abrio los ojos y lo vio, la esencia del colgante le habia sido mostrada. Poseia la capacidad de realizar un sortilegio muy util, su portador podria guardar un hechizo en el, para lanzarlo cuando quisiese. Solo tenia que apretarlo en un puño estando el colgante al cuello. El dibujo significaba algo, Gelion lo sabia, pero no comprendia de que se trataba.

Animado por su descubrimiento, se levanto de la cama para recoger sus cosas, cuando un hombre entro en el asentamiento. Por sus ropas parecia ser un aldamiero. El hombre le saludo y acto seguido subio las escaleras hacia la habitación de Agranil. Gelion termino de guardar sus cosas. La mente le bailaba, estaba contento, ahora sabia para que servia el colgante, aunque no para que lo usaba Drômar, si es que era consciente de su poder. Un enano no hacia magia.

Al poco rato el hombre que Gelion habia visto antes, bajo y salio fuera.

Turno 116

El mago sonrió ante su buena fortuna. Reconoció el colgante como lo que era, un verdadero tesoro para aquellos que practicaban la magia. Las propiedades del objeto le permitirían tener siempre algún recurso preparado para cualquier situación de apuro. Pensó que podría hablar con sus amigos sobre el descubrimiento, pero cuando iba a levantarse para hacerlo vio pasar al almadiero a quien saludó.

Luego decidió que mantendría su descubrimiento en secreto. Recordó cómo las leyendas contaban que Mithrandir había engañado a los guardias de la marca diciendo que su bastón de mago no poseía ninguna propiedad especial y le dejaron entrar con él, lo que había significado el fracaso de los planes de Lengua de Serpiente. Los magos tienen secretos, ya era hora de que él tuviese alguno.

El almadiero volvió a bajar mientras el bosquimano se preparaba para salir. Su mente seguía encantado con el nuevo descubrimiento y no podía parar de pensar en las posibilidades. Luego se preparó para salir a desayunar y volver con el grupo. ¡ Y Siempreviva ! La noche anterior no había buscado a su amiga y debía pedirle perdón. Algo de comida no vendría nada mal para ayudarle en esa tarea por lo que fue con el resto del grupo.

Antes de hacerlo su natural suspicacia le llevó a preguntarse qué motivo tendría un almadiero para ir a ver al señor Agranil. Finalmente se encogió de hombros y se dispuso a salir a desayunar.

 RESOLUCION TURNO 116

El hombre subio las escalera y llamo a la puerta, bajo la atenta mirada de Gelion, que desde abajo podia verle a traves de la balconada. El almadiero espero a que le abriesen, y después transmitio un mensaje que por lo que oyo Gelion, debia ser de Letar. Requerian la presencia del Alcalde y los comerciantes abajo. Despues el hombre recibio una contestación y se marcho. Agranil queria que Elendur, Marga y Gallindum subiesen a la habitación.

Gelion espero a que el hombre saliese para terminar de coger sus cosas y colocarse la mochila. Cuando se dirigia hacia ella, entraron los enanos y el dunadan. Que tras unos breves saludos subieron a la habitación. Gelion los espero por si podia ser de ayuda.

No tardaron mucho cuando todos salieron de la habitación. Gallindum y Elendur portando el cajon, y Marga ayudando a Coralak a bajar ala madre de este. Delante se apresuraban los Esgarothianos. Gelion salio al exterior tras ellos, y descubrio que una reunion se estaba llevando acabo.

Busco con la mirada a su fiel amigia Siempreviva, y la descubrio placidamente posada en lo alto del tejado de una de las cabañas. Mas tarde la llamaria para darle de comer, habia mucha gente alli.

Estaban todos los que salieron de Barukkizdin, mas Letar el almadiero y dos hombres que no habia visto la noche anterior.

Uno era alto, ma o menos como Ilidan. Llevaba una capa negra que dejaba entrever una hermosa armadura de anillos trenzados a modo de cota de malla, nada comparable a la manufactura enana, pero de buena calidad. Llevaba ademas unos buenos pantalones de cuero, reforzados, lo que denotaba su condicion de asiduo jinete. Era pelirojo y con barba no demasiado poblada que el cubria parte de la cara, dejando sus mejillas libres. Sus ojos castaños miraban curioso lo que ocurria en la explanada del rio.

El otro era mas alto aun, casi tanto como Elendur, pero algo mas corpulento. Vestia una larga capa de una extraña textura semi-rígida con distintos tonos terrosos. Bajo ella llevaba una liviana armadura de cuero, ademas de brazales, ambos sobre una camisola de lino grueso, de color verde claro. Sus pantalones eran marrones, de una tela algo ajada, pero buena. Tenia el pelo alborotado y no muy corto de un color castaño oscuro. Sus ojos eran negros y desbordaban serenidad.

Estaban presentandose y saludando al resto de miembros de la compañía.