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RESOLUCION TURNO 1200

Todo habia acabado al fin. Y habían sobrevivido, no sin la ayuda de los gondorianos. Palabras amables y de agradecimiento por parte de Leanoth dieron paso al protocolo. El mandatario fue a presentar sus respetos y agradecimiento a general de Gondor.

Freagulf fue invitado a ir hasta la tienda de los curanderos, muy atareadoas en ese momento. Temudyin al final también, si bien su aspecto hizo duda a todos. Portaba armadura etheod, pero su peinado y sus marcas hacían desconfiar a todos. Con la ayuda del ailgratha todos fueron comprendiendo la ayuda prestada por el gemelo. Fueron tratados con emplastes, vendados con gasas limpias y bien alimentados con vino y cordero.

Una gran fiesta estaba por venir, una fiesta con vino, cerveza, grandes piezas de carne comenzaban a ser preparadas para su asado y muchos soldados gondorianos ayudaban a montar mesas y bancos. Más lejos, la realidad era otra. Otros muchos aliados buscaban cuerpos de sus amigos, soldados caídos, para darles un entierro digno. También amontonaban los cadáveres enemigos no sin antes despojarlos de armas, armaduras y alhajas. Tenían la intención de construir una gran pira, no para honrar sus muertes, si no para evitar que la enfermedad de la podredumbre se apoderarse de la campiña.

Salieron de la tienda de los curanderos, juntos, como unos nuevos hermanos. No era para menos pues había vivido mucho juntos a pesar de haberse conocido solo unos cuantos días antes. Ahora tenían que decidir su destino. Necesitaban un objetivo y no sabían cual era. Freagulf era, con probabilidad, el último superviviente de Burh Ailgra, no podía volver a casa, no tenia casa.

La historia de Tenudyin no era menos triste. Escapado de sus captores, a los que llego a considerar familiares, solo conocía aquella vida. Pero escapo, no encajaba, y fue cuando descubrió sus orígenes, descubrió a un hermano gemelo y después lo perdió. Solo le quedaba su madre, una madre desconocida y ni siquiera sabía si aún vivía o no, que nunca había visto, a la que no sabía si amaba.

Se enteraron de que Leanoth y los generales de Gondor se habían trasladado al castillo, donde disponían de habitaciones y salones decentes. Fuera la fiesta estaba a punto de comenzar, Los asados ya se concinaban, el vino y la cerveza descansaba en jarras sobre las mesas cubiertas de viandas. Quesos, embutidos, salsas y pan. Se lo merecían todo. Junto a ellos los civiles, disfrutaban junto a soldados, se respiraba tranquilidad

Turno 1201

Los últimos momentos de la batalla habían sido frenéticos. Temüdyin lo había perdido todo. Su hermano había muerto y con él las esperanzas de conocer su pasado y su procedencia. Sentía una sensación extraña de estar vacío por dentro. No había futuro para él y esto alimentaba su rabia y sed de venganza, lanzándolo casi en un frenesí loco y suicida. Lo había perdido todo en aquella maldita guerra y ya no le importaba nada, ni siquiera su vida. Y así actuó hasta el final, cuando por fin ya no había ningún enemigo en pie.

La gran batalla había terminado. Gracias a la ayuda de Gondor el ejercito oriental había sido masacrado y no había conseguido su propósito. Parte de la sed de venganza del bosquimano con aspecto oriental había sido saciada, pero se había quedado con las ganas de matar con sus propias manos a quien le mutiló, Byambyn. A saber donde habrá acabado ese bastardo, pensó, mientras miraba el campo lleno de cadáveres como intentando encontrarle, una tarea casi tan difícil como la de encontrar una aguja en un pajar.

Pero era ya momento de retirarse y descansar. Miró a su nuevo hermano. Aún seguía en pie y se le notaba cansado. Fréagulf necesitaba curas y un merecido descanso. Lo acompañó a la tienda de los curanderos donde fue invitado, permaneciendo al lado suyo todo el rato y accediendo también a ser atendido después del ailgratha. Notó como las gentes seguían dudando de él por su aspecto. Era una sensación extraña y quería evitarla, pero no podía cambiar su piel. ¿Quizás con una capa que me tape la cabeza pero dejando ver la armadura etheod? pensó y buscó la manera de hacerse con una.

Cuando salieron de la tienda de curas, mientras todos preparaban la fiesta para celebrar la victoria, Temüdyin pidió a Fréagulf que le acompañase a buscar el cuerpo de su hermano Yves. Quería despedirse de él y honrar su muerte. - Herrmano, perrmiteme desspedirrme de Yves. Desspuéss, debemoss hacer lo missmo con tu pueblo. Mientras todo a su alrededor era felicidad, aquellos dos hombres no tenían mucho que festejar. Si, habían sobrevivido, pero a un precio muy alto. No tenían nada y su futuro era incierto.

RESOLUCION TURNO 1201

Temüdyin quería ver el cuerpo de su gemelo, tal vez desease el sufrimiento que seguro le provocaría. Tal vez necesitaba verlo para creerlo, quizás buscara la redención. Logro convencer a Freagulf para acompañarlo, aunque no fue difícil hacerlo. Algo había crecido entre ambos, una relación especial, se habían hermanado. Compartir lo que habían pasado unía, y a pesar de no haber comenzado con buen pie, ahora se compenetraban muy bien.
Dejaron atrás la muerte de la batalla, y la fiesta de la victoria. Salieron de la tienda, curados pero aun no recuperados, y se dirigieron al lugar donde el pueblo  había acomodado los cuerpos de sus amigos y familiares. Una edificación no muy lejana del campo de batalla al que llegaron los gondorianos. Habían trasladado hasta allí incluso a los caídos del norte, como comenzaron a llamar a los soldados muertos que lucharon y dieron su vida para derrotas a los sagath.
Cuando llegaron a la casona donde vivía la muerte, el ánimo volvió a decaer. Hileras de cuerpos tapados con sabanas blanquecinas, cubrían todos los rincones. Sus pertenencias, exceptuando sus ropas, estaban siendo metidas en sacos individuales, a los que sencillamente ponían un número. Ya había un equipo encargado de las sepulturas, al pie del barranco que formaba el Talath se excavaban cientos de tumbas, que mas tarde serian cubiertas con túmulos. En la roca, detrás, se pondría el nombre de los conocidos, habría muchas tumbas sin nombre. Si alguien identificaba a un familiar, podría reclamar sus pertenencias. Las q no habían sido reclamadas pasarían a ser del castillo y la ciudad.
Aun en la entrada, se detuvieron un instante, seria duro ver Yves-ashe.

Turno 1203

Desde que salieron de la tienda hasta la puerta de la casona donde yacían los caídos de la batalla, ninguna palabra se cruzaron los nuevos hermanos. Alrededor gentes corrían alegres de aquí a allá, preparando el banquete o directamente empezando la fiesta. Según se fueron acercando a donde vivía la muerte, la gente alegre fue desapareciendo para dar paso a caras de tristeza y los gritos y el jolgorio se tornaron poco a poco en sollozos y lamentos.

Temüdyin se paró a un lado de la gran puerta antes de entrar. Resopló y se giró hacia Fregulf. - Grrasiass porr esstarr aquí conmigo. - Solo pudo decirle eso, pues un nudo de pena le atascaba el pecho y casi no podía hablar. Entró con paso decidido mirando las sabanas que tapaban los cuerpos. Había muchas y sería un dispararte levantar una a una. Giró en redondo sin saber por donde empezar. Por suerte una limpiadora se acercó a un cuerpo cercano con un saco, donde depositaría todos las pertenencias de aquel caído.

Temüdyin se acercó y agachándose a su lado le preguntó por Yves. - Dissculparr, no quierro molesstarross. Esstamoss busscando a mi herrmano ggemelo. ¿Podeiss ayudarrnoss? - La mujer en un principio se asustó por el aspecto de quien le preguntaba. - Sse que sson muchoss loss que aquí yasen, perro mi herrmano no erra de la siudad. Tampoco erra orriental. Erra un hombrre del Bosque Verde y como tal fesstía. Quizáss ssepass donde essta. - Le dijó Chaka intentando suavizar su voz. Despúes de la primera impresión, la mujer escuchó la descripción de Yves y por suerte supó de quíen se trataba. Al vestir diferente a las gentes de la ciudad y no ser un oriental, muchos habían oido hablar de él. Les indicó amablemente donde yacía el cuerpo y les acompañó para corroborar la identidad del caído. Al levantar la sabana para esto, una profunda amargura inundó a Temüdyin. La mujer les entregó la bolsa con sus pertenencias y les dejó solos.

Allí estaba, inerte y frío, el cuerpo de quien sabía su procedencia. Acostado, con aspecto de tranquilidad y como si estuviese dormido. Temüdyin quería zarandearlo hasta despertarlo, pero sabía que sería inútil. No se lamentaba de haber intervenido en aquella batalla, pero sabía que su hermano estaba allí por seguirle. Y un sentimiento de culpa rondaba por su cabeza. Quería honrar su muerte, pero solo conocía el rito oriental. - No sse que debo haserr parra honrrarr ssu muerrte. Ssolo la forrma orriental. - Le dijo a Fréagulf pidiéndole ayuda.

Turno 1203

Freaulf ayudo a su amigo a encontrar el cuerpo de su hermano caído. Fueron siguiendo las indicaciones hasta encontrar el edificio en el que debía estar.

- No usaremos para tu hermano la manera orientasl - dijo el ailgratha - Tampoco conozco las maneras bosquimanas, de modo que le honraremos al modo etheod, un pequeño túmulo y una semilla de roble. - termino por decir.

Turno 1203 II

Temüdyin ayudó a Fréagulf con los preparativos del funeral para Yves. Cuando estaban preparando el cuerpo, el bosquimano se dio cuenta de una cosa. Yves tenía algunas pertenencias y quizás alguna le sirviese de pista para encontrar su pasado. No se había dado cuenta hasta ahora y así se lo comento a su amigo. - Fréagulf, ¿creeess que Yves tenga algo que me pueda ayudarr parra ssaberr de donde ssoy? Quisáss algún tatuaje, colgante o un ssimple adorrno de ssuss rropass. - Empezó a echar un vistazo por encima. - Ayudame, parra mi pueden sserr ssimpless adorrnoss, perro puede que tu rreconoscass algún emblema. 

Mientras limpiaban el cuerpo, con cuidado y respeto, aprovecharon para revisar el cuerpo del guerrero caído en busca de alguna señal o marca. Una vez preparado el cuerpo, decidieron darle sepultura antes de revisar sus pertenencias. Ayudados por varios hombres, lo bajaron al pie del barranco que formaba el Talath. Allí Temüdyin eligió una tumba vacía y excavada cerca de un pequeño árbol, pues sabía que su hermano tenia cierto apego a los bosques. En la roca, se escribió su nombre pero no la procedencia.

RESOLUCION TURNO 1203

Ambos hombres se dispusieron a llevar a cabo el sepelio según la tradición etheod. Con cuidado amortajaron el cuerpo, para ello debían despojar de sus ropas el cuerpo de Yves, lo lavaron y lo cubrieron con arpillera. Durante aquel proceso, se fijaron en las marcas que pudiera haber en la piel del bosquimano, no había nada reseñable. Tras la mortaja, se deposito al difunto en una tumba excavada en la roca, en cuyo fondo se habían colocado algunas ramas. Todo estaba preparado, solo faltaban dos cosas, el fuego y una bellota de roble. Sin palabras, prendieron los troncos y todo empezó a arder junto el  occiso. Cuando el fuego llego a su cenit, y mientras aun ardía, comenzaron a tirar tierra sobre el. Fueron taparon el cuerpo, poco a poco, extinguiendo a su vez la llama que ardía en el agujero, hasta que al fin, quedo sepultado. La tierra quemaba por el efecto de las brasas enterradas, momento en el cual, en un pequeño hoyo que hizo Freagulf con la mano, allí donde debía encontrarse la cabeza bajo tierra, y deposito la bellota. Después vacio parte de un cubo de agua encima. Esto enfriaría la tierra alrededor de la bellota, y la surtiría de humedad. Se decía que cuando el árbol crecía lo suficiente, el caído podría reencarnarse de nuevo, y lo haría en un hermoso caballo, que cuidaría de su amo como si de su propia vida se tratara.

Dieron por terminada las exequias al difunto, cogieron el saco con sus pertenencias y se marcharon de allí.
Fueron a la posada del “Caballo enojado”, que estaba no muy lejos de allí. Cuando llegaron se sentaron a la mesa, pidieron una cerveza, beberían para honrar la muerte de su amigo y hermano, e inspeccionarían las pertenencias de Yves, tal vez hubiera alguna pista sobre el camino a seguir.

No habia rastro de su arco ni su carjac, tampoco de su espada. Tenian delante un saco con una chaqueta limpia y otras ropas ensangrentadas. Tambien habia una bolsa con distintas hierbas y otro pequeño saco con algunas monedas. Sus armas y su mochila, se habían perdido en la batalla, todas salvo un pequeño cuchillo de caza. Tambien tenian su armadura, una hermosa pieza de cuero con unos grabados que representaban a Manwë soplando en los cielos, era especialmente hermosa.
Era todo cuanto encontraron, nada mas. Ni un colgante, ni un mapa, nada que marcase la dirección a tomar. El bosquimano era una incognita. ¿Dónde podría hallarse la madre de Temudtin? Debian averiguarlo.

Turno 1204

Miraba las pertencias del difunto, no había pista alguna.

- Habra fiesta esta noche, el pueblo será un hervidero de alegría - dijo el etheod - Quedémonos aquí - se referia a la posada en que se encontraban - comamos, bebamos y hablemos, seguro que nos acordaremos de algo.

Las ideas, a menudo, surgen de las situaciones mas cotidianas.

Turno 1204

El sepelio de de su hermano había sido del agrado de Temüdyin. Aunque no fuese la forma que el conocía ni la que se debiera usar con un hombre de los bosques, el significado y la simbología le pareció muy correcta y con más transcendencia por mucho. El fuego que convirtiéndose en brasas, la semilla que brotaría y se convertiría en un fuerte árbol. Todo le pareció mucho más correcto y acorde que los rituales orientales, de los cuales ahora renegaba. En silencio pensó en su hermano y se concentro en recordarle como le conoció, vivo y dichoso. Quería borrar de su mente el cuerpo sin vida y la inerte expresión de su rostro.

Siguió a Fréagulf a la posada donde bebieron y brindaron por su amigo y hermano. Temüdyin no quería entristecerse, pero tampoco tenía ánimos para salir de allí y unirse a la fiesta que empezaba por las calles de aquella cuidad que habían defendido. Asintió a la propuesta del ailgratha. - Perro no ssolo honrrarremoss y hablarremoss de Yves. Tu pueblo también merrese que lo honrremoss. - Y levanto su jarra para brindar por el pueblo de su nuevo hermano.

Después sacaron las pertenencias de Yves y las esparcieron ordenadamente por la mesa. El saquito de monedas lo gastarían en honrar su muerte esa noche  y si sobraba algo se lo repartirían a partes iguales. Al abrir la bolsa que contenía las hierbas, el bosquimano de aspecto oriental sonrió irónicamente. - ¡Vaya! Recuerdo que yo tenía algunas de estas y las "malgasté" no hará mucho. Hehehe. - Rió al recordar como se conocieron Fréagulf y él y sobretodo lo que sentía al utilizar las hierbas intentando salvar la vida del "follacaballos" como le llamaba entonces.

Cogió entonces la armadura y las ropas. Estas, menos una camisa, estaban ensangrentadas y eso recordó el dolor sufrido. Tristemente las volvió a dejar en la mesa. Luego admiró el cuero tratado, en el que figuraba unos bellos grabados. Los repasó suavemente con las yemas de sus dedos admirando aquel bonito trabajo. Entonces una idea le vino a la cabeza. - Mi herrmano y yo érramoss gemeloss. Sse me ocurre, que ssi me vissto igual que él, quisáss alguien me confunda con él. - Habló sin dejar de mirar la armadura. No sabía si debía, pero le parecía una buena idea e indirectamente le preguntaba a Freagulf sobre ello.