Durante las tres semanas que mediaron entre la última misión y lo que tocara la fiesta fue contínua.
Sí, tenían dinero, eran jóvenes, estaban locos y sólo querían montarla. Y si no la montaban fuera, cosa que entendía que llamaría la atención, la montarían dentro.
Templario preparó un gran bar en el sótano de la guarida, con escenario para cantar y bailar, varias barras de striptease y muchas mesas de bebida, e invitó a los repartidores que venían con bebida, comida y droga. Quería hacer fiestas todavía mejores que las de los boxeadores locos que sólo tenían billetes.
Eso sí, a veces la fiesta se iba de madre y no todo el mundo salía con todos los miembros, lo cual lo hacía todo más divertido. Además, no todos podían estar de fiesta a la vez, cada seis horas uno se iba a "dormirla" delante de los monitores, mientras los otros tres seguían. La gente también ciclaba, saliendo siempre con el aviso de que si tocaban los huevos o avisaban a los V'sori acabarían muertos. Por los aliens o por los villanos, y además, podían ir a por más comida o bebida y dentro volvería a haber fiesta.
Competiciones de dardos, cuchillos (frecuentemente con blancos vivos... a intentar no darlos) disparos, peleas, bailes, canciones, de beber y de comer... todo eso se daba día y noche en las maratones.
Durante ellas, Templario le tiró los trastos a Videshee, a Roxane y a Worm no porque no le iban los bichos. Y a gran variedad de muchachas que había invitado. El supervillano era todo un caballero y se tomaba a bien los noes y a mucho mejor los siés. Después de todo su agilidad era legendaria y trataba de dar lo mejor en todo momento.
Y su armadura tenía otras ventajas, podía curar las garras de Garritas a cambio de un poco de fatiga y generadores de ruido blanco para las canciones de Videshee. Pero qué brutas eran las niñas, por dios.
Pues eso, que fiestón en casa sin montarla ni llamar la atención fuera, y con los
Las chicas dirán que hacen también.
¡Vaya tres semanas pasaron! Puaf, para que el jefe les dijera que no la liasen fuera de casa. Cuando algo así pasaba… ¿qué era lo mejor que se podía hacer? ¡Traer la fiesta a casa! No tuvo muy claro quién empezó con la idea de montar algo en el otro sótano, pero antes de que se dieran cuenta ya habían robado equipos de música, una barra de striptease -¿de dónde la había sacado Templario?- y toda clase de elementos que hicieron que el tiempo pasase rápido.
Lo peor fueron las guardias, desde luego. Roxanne se había pasado las que le había tocado prácticamente frita sobre el sillón, a la espera de que Destrucción la despertase en caso de que ocurriese algo. El hecho de que la estancia estuviera más o menos insonorizada la ayudó a conciliar el sueño, porque de lo contrario habría mandado a tomar por culo al DJ al que “invitaron amablemente a dirigir las sesiones”.
¿Cuánta gente acabó pasando por allí? La guerrera perdió la cuenta. Ella solo tenía ganas de divertirse hasta la siguiente misión, aprovechando el momento. Carpe Diem o algo así le habían dicho y ella lo había tomado como modo de vida. Incluso acabó bailando en la pasarela que instaló el grupo. ¿Llegó a quitarse la ropa? No se acordaba muy bien de ese detalle, pero casi podía asegurar que eso había sucedido.
Lo que sí recordaba era habérselo montado con Templario en más de una ocasión porque ya le tenía ganas. ¿Había sido solo Templario? Joder, qué difícil era recordar cuando una se había puesto hasta arriba. No, seguro que con alguien más. Había tíos y tías buenos por doquier como para tener tiempo de aburrirse. También, si se esforzaba, podía llegar hasta el recuerdo en el que había estado perreando a Wormy para que se animase y se divirtiera como los demás. Al final el hombre se había ganado un hueco dentro del grupo.
También se había cargado a alguien. Había sido durante una pelea, o durante el juego de cuchillos. ¡Ah, no! Había matado a dos personas. A una por mala puntería y a la otra porque le recriminó haber matado a su pareja. Cada cual sabía a los peligros a los que se exponía cuando jugaba a una ruleta de ese tipo.
Roxanne descubrió gracias a esas tres semanas que estar encerrada no estaba tan mal cuando una era la que ponía las normas y no las que la obedecía. Había bebido, bailado, cantado y otras cosas aptas solo para mayores de 18 años. Joder, qué bien se vivía cuando uno estaba en lo más alto. Esperaba que eso siguiera igual cuando echasen a los V’Sori a tomar por culo.
No sabía de quién había sido la idea de montar aquella fiesta, pero yo oí que íbamos a poder cantar y ya no necesité nada más. Me encantaba eso de poder subirme a un escenario y dar rienda suelta a todo mi repertorio de canciones, así que entre trago y trago, pues me subía al escenario (con rima y todo).
Claramente, cuando más bebía, pero cantaba, pero me la sudaba lo que pensaran los que me escuchaban, por no decir, que siempre que también bailaba, a la mayoría de hombres no les solía molestar mi voz. Por qué sería.
También probé eso de lanzar cuchillos y bueno, la diana se me quedaba pequeña, pero daba igual porque los cuchillos de mis oponentes nunca llegaban a la diana y se dieron por vencidos.
Eso sí, procuré no jugar contra Roxanne porque si yo hacía mi truco y ella el suyo, íbamos a montar una muy gorda y bueno, ya había visto como liquidaba alguno mientras yo estaba sobre el escenario.
No sé cuántos días me pasé borracha y volviendo a beber en la resaca para no tenerla, así que luego tuve que dormir como dos días para recuperarme de la juega de cuánto ¿dos semanas? Igual algo más.
De todas maneras, como bien había podido comprobar Destrucción yo ya me había recuperado para cuando nos llamó, y me había recuperado lo suficiente como para estar cantando con coreografía incluida.
La verdad es que nos los pasábamos bien organizando aquellas fiestas y cuando consiguiéramos echar a aquellos aliens, sería una fiesta a nivel mundial. ¡Eso sí que iba a ser la leche!
En el pasado Filthy Worm había vivido como un ermitaño en su guarida subterránea, con la única compañía de sus clones. Lo cual, debía de reconocer, había sido realmente aburridísimo. No era de extrañar que se hubiera convertido en un cabronazo resentido. El caso es que en aquella fiesta de los Omegas se encontró como un ciego quien, tras una operación ocular, veía por primera vez.
Demasiadas impresiones que digerir. Y todas agradables.
Es cierto que al principio le costó un poco soltarse, pero el consumo de alcohol en grandes cantidades, unido a un buen par de tetas, animaban a un muerto. Y de ambas había en esa fiesta en grandes cantidades y de calidad. Al igual que con el alcohol, tras la fiesta tampoco recordaba cuantas mujeres y cuales había probado. Solo sabía que había encontrado un nuevo uso para sus clones y los resultados habían sido de lo más satisfactorios.
Realmente había encontrado incluso un segundo uso para sus copias. Cuando la fiesta tocaba a su final y aún quedaban algunos pesados que no querían entender que era hora de irse a su casita, Worm sacaba a uno de sus clones y hacía que se volara la tapa de los sesos enfrente de los tocapelotas. Después de eso, el sótano quedaba vacío en apenas unos pocos segundos. Era un método algo incomodo y sucio, pero se evitaban llamar la atención con más muertos de los necesarios. Y eso era algo que el Dr. Destrucción les había pedido de forma explícita, ¿no?
Disculpad el retraso. He estado unos días sin demasiadas ganas/ideas. Sorry.