Partida Rol por web

Si la sensación provocada por la aparición que hemos visto antes se parecía a sumergirse en un estanque de agua helada, la que me sobreviene ahora es como una corriente eléctrica recorriéndome la columna vertebral. Apenas he cerrado la boca, siento que vuelve a ocurrir algo extraño, y con la misma facilidad sé que se trata de otra cosa diferente. El espanto no tarda en manifestarse, ojos ardientes y felinos en un mar de oscuridad y manchas sangrientas, y por si su malevolencia no fuera patente, su voz profunda y arcaica que ninguna garganta humana sustenta deja claro que no somos bienvenidos. «Fuera», brama. Casi no alcanzo a levantar una mano en gesto defensivo que lo que sea que hubiera con nosotros se esfuma en el aire frío.

¿Qué está pasando aquí? Esto es sumamente extraño. ¿Cuántas presencias diferentes han hecho de este lugar su morada?

En silencio, me doy la vuelta para mirar a mis acompañantes, paseando la vista de uno a otro para asegurarme de que ellos han visto lo mismo que yo. Al cabo de unos segundos, carraspeo.

—Creo que esta es la señal de que la visita ha concluido. No perdamos más tiempo.

-Suscribo su parecer, Coronel-, sentenció Niles sin sombra de sarcasmo, notándosele algo más pálido de lo normal.

El mayordomo apretó el paso, y dado que ostentaba la retaguardia, sus pisadas apresuradas reverberaron en el suelo de mármol cerniéndose sobre sus compañeros como si un depredador invisible les siguiese al acecho, lo cual, por cierto y en aras de la estadística, era altamente probable dada la aparición que les había prevenido in a mellow tone de que debían abandonar aquel lugar as soon as possible.

Aquel asilo albergaba misterios por ahora insondables, uno de los cuales revoloteaba en la siempre aguda mente del buen Niles. El mayordomo no escondió sus sospechas y al poco de alcanzar la puerta comentó en voz alta sus inquietudes.

-Nunca disfruté de un trato personal con la señora Elfeklint, mas dudo seriamente que alguien aprecie la estancia en este lugar si posee el don de la visión. Lo cual me lleva a plantearme... ¿Estará la señora Elfeklint aquí bajo su total voluntad? Hummm... Quite suspicious...

El detective pestañeó varias veces con la mirada clavada en la de aquella extraña aparición. Aquel movimiento de párpados fue la única concesión que su petrificado cuerpo pudo ejecutar; ni siquiera el acto reflejo de llevar la mano hacia su revólver fue realizado. Por fortuna las voces del coronel y de Niles le sacaron de su ensimismamiento. Con el ceño fruncido, Øystein asintió con brusquedad.

—Ciertamente, Niles, si ya albergaba dudas sobre la conveniencia del asilo de la señora Elfeklint en este centro, esto no hace sino aumentarlas —dijo llevándose una mano a la barbilla— Sin embargo, ya la habéis escuchado. La anciana no quiere ni oír hablar de su traslado a otro lugar. Apenas si ha dedicado unos segundos en considerar mi propuesta.

Era posible que la vieja mantuviera tratos con aquellos espíritus. O tal vez todo se reducía al mal menor; quizás mayores tormentos le aguardasen en el castillo de Gyllencreutz. O en cualquier otro lugar. En todo caso, debían concentrarse en su próxima misión.

—Coronel, Señora Löfgren, opino que la idea de Niles sobre una rápida visita a la biblioteca de la universidad es buena. Sería aconsejable recabar toda la información posible sobre la tal Oggo antes de reunirnos con el resto. ¿Qué os parece?

En verdad no eran eran sólo libros o extractos de periódicos lo que interesaba al detective, pero omitió mencionar aquella circunstancia a sus acompañantes.

¿Cuántas más pruebas necesitaban mis compañeros para percatarse de que aquel lugar era culto del demonio? Una nueva aparición, esta vez más agresiva que la anterior. Volví a santiguarme, aunque mantuve la mirada fija en aquella cosa. Sus pupilas eran ambarinas, carente de cualquier mínimo rasgo de humanidad. No nos quería...

Sin embargo, lejos de hablar de ello, mis compañeros decidieron calmar los nervios hablando de los posibles planes mientras caminaban hacia la salida...

—La señora Elfeklin lamentablemente ha perdido el juicio, por lo que dudo que sepa qué es lo mejor, o lo peor, para ella —dije, contestando al señor Niles—. En cuanto a dónde ir ahora... creo que deberíamos investigar sobre ambos casos, ya sea en la biblioteca de la universidad o tal vez en la catedral... una vez hayamos avisado a los que se han quedado en el castillo.

Me preocupaba Ebba. Se había quedado sola durante demasiado tiempo con algunos de los menos luteranos del grupo. Por ejemplo, estaba ese vagabundo: Reidar. Su paganismo era más que palpable... No cabía ninguna duda de que sería mejor mantenerla alejada de ese hombre...

Decidme a donde váis y quien para ir preparando posibles escenas.

No es tanto por comodidad, es más por ser previsor y no dejar a nadie demasido tiempo sin su escena. Como observador externo os diría que si váis al castillo a poner a todos al tanto de lo que pasa es buena idea. Sin embargo, ir a la biblioteca y a la catedral puede serviros como "preparación" ante misterio, con lo cual esa escena la tendriais ya ganada. Dicho esto, sigue siendo vuestra decisión. Tenéis tiempo hasta el Viernes que actulizaré para decirme.