Partida Rol por web

La biblioteca de la universidad de Upsala es un edificio situado en medio del campus universitario. El lugar está lleno de gente que estudia, seguramente para médico o enfermero o cualquier disciplina relacionada con el tratamiento a las enfermedades de las que se suelen aquejar la gente de los pueblos y las aldeas. El auge de la ciencia y el afán por el conocimiento ha hecho que las paredes de la universidad y su enorme biblioteca esté llenas de jóvenes con ansias de aprender. Aquí, probablemente en algún lugar, en alguna esquina poco transitada se encuentre algún libro, o algún pergamino sobre alguno de los monstruos que sois capaces de ver. De no ser así, estará en el castillo. No obstante también es un buen lugar para conocer la geografía de los lugares que os rodean. Buscar la ventaja táctica del terreno al que vais a viajar es siempre una idea acertada pues os puede dar un ligero conocimiento de lo que os puede esperar en la misión de campo.

Aunque la educación de Øystein Wergeland se viera truncada por el afán de su padre en convertirle en el heredero de las numerosas granjas familiares, el detective valoraba aquellos repositorios de saber que guardaban testimonio de la historia y de la ciencia del porvenir. Muchos de aquellos bulliciosos estudiantes necesitarían varias vidas para alcanzar la cantidad de tomos leídos por el detective como parte de su propia instrucción autodidacta.

—Aaah... jóvenes repletos de vigor y curiosidad. ¿Los escuchas, Niles? —se frenó unos instantes para dejar pasar a una chica particularmente atractiva— Cualidades indispensables, sí, pero insuficientes. Leen tan de cerca las gastadas páginas de sus tomos, que se olvidan... —se situó sigilosamente detrás de un estudiante cuya palidez no tenía nada que envidiar a la de los espectros que habían visto en el hospital— ...de observar lo realmente importante. ¡PAM! —concluyó dando un fuerte golpe con la palma abierta sobre el escritorio del azorado muchacho.

Se desentendió rápidamente de la situación, acomodándose el rompevientos.

—Pretendo buscar información sobre la amiga de la señora Elfeklint, la tal Oggo. Si ha sido parte de la Sociedad en el pasado, es posible que existan registros de ella en el periódico local. Tampoco estaría mal investigar sobre Mölle y el Mölle Seaside Hotel —se quedó pensativo unos instantes— Es ciertamente extraño que nos hayan contactado para dos misiones en tan corto espacio de tiempo. Más aún, ambas tienen lugar en aldeas de pescadores —arrugó el entrecejo ante lo que era un claro patrón que sin embargo tenía poca explicación fuera de la convencional: una casualidad— Tal vez debamos también investigar sobre la aldea del vicario. ¿Qué me dices, Niles?

Niles disimuló bastante bien el sobresalto que le causó la brusca palmada de su joven amo sobre la mesa para amedrentar el celo estudiantil del primer incauto jovenzuelo con el que se cruzó. Con semejante ataque sorpresivo e inopinado, a buen seguro la señora Elfeklint habría escupido la dentadura postiza. ¡Qué diablos! ¡Hasta el peluquín del Coronel habría dado un brinco de su robusta cabezota!

Porque claro, a juicio de Niles, el Coronel debía tener una larga mata de pelo nórdico, cual vikingo asilvestrado e indómito. ¡Cómo iba a saber el mayordomo que el apolíneo cráneo del Coronel estaba más yermo que los prados de Escocia en invierno!

-Err... Ahem. Sin duda, amo, vuestra voracidad lectora os carcome por dentro. ¡Siempre habéis apreciado el valor de un buen libro! Ver tanto conocimiento compilado en riguroso orden alfabético seguro que os impele a asentar vuestras nobles posaderas en una de estas escuálidos dispositivos de tortura que llaman aquí "sillas" y enseñar a estos imberbes cómo se estudia uno un código de leyes en un par de horas. Si me permitís la alabanza, ese sentimiento de querer mejorar es lo que os hace imbatible, amo. Si bien os prevengo de que estos jóvenes debieran despertaros ternura. Mírelos. Usted, que yo no puedo. Mírelos. Aún en la flor de la vida, diamantes en bruto, sin pulido... Tan imperfectos... Tan lejos de la gloria que, por cierto, vos habéis alcanzado en efímero intervalo, señorito Oystein. Aaaaah, pero he aquí la dura realidad... No todos somos iguales. Algunos somos más iguales que otros-.

Y otros, pocos pero afortunados privilegiados, somos británicos, pensó Niles en éxtasis rememorando Albión, Oh, Lordy-Lord!

El mayordomo olisqueó el aire como haría un sabueso entrenado que atiende pacientemente junto a su dueño en una cacería.

-Atención, amo. En garde. Detecto archivo de hemeroteca a las nueve en punto-, dijo Niles alzando un dedo enguantado en dirección a la estantería que, supuestamente, debía tener algo de utilidad. Acto seguido el leal asistente del detective se dejó caer cual ofidio con un deslizamiento de una gracilidad inesperada, acercando su regia napia al suelo para captar con precisión el rastro que había llegado a su pituitaria. ¡Qué elasticidad, oiga! ¡Las rodillas de Niles parecían pura gelatina! Oh baby! Jelly Roll Niles!

Para desconcierto e inquietud de los estudiantes allí presentes -no así de su joven amo, que ya estaba curado de todo espanto-, Niles empezó a surcar a gatas la biblioteca a vertiginosa velocidad hasta llegar al archivo. Se puso en pie y señaló con vehemencia el tomo del saber que había de inspeccionar su querido señor.

-He aquí, amo, el libro que buscamos. Lamentablemente, no tienen edición hablada para ciegos-, comentó con tono sarcástico el sirviente. -Coincido que nuestra Sociedad tiene un inusitado éxito en el entorno portuario. ¿Casualidad...? No lo creo.

En efecto y con una inusitada calma que lleva al buen Niles al calentamiento de espalda de forma hercúlea y con una demostración de destreza pese a su aparente edad que deja boquiabiertos a los estupefactos jóvenes que allí estudian, el libro es sin duda alguna, el acertado para la empresa que se os ha acometido.

El Valle es una península situada al noroeste de Skane donde el lecho de roca se ha alzado hasta la tierra llevandolo a formar altos riscos y pequeñas bahías con playas a lo largo de la costa.
En el interior el paraje es mucho más dramático con riscos escarpados, cuevas y formaciones rocosas. Todo está cubierto por un bosque frondoso que alberga una gran cantidad de fauna. Se pueden encontrar pequeñas granjas aquí y allá, y en el borde más alto de la península se puede encontrar el Faro. Habrá unos 5 kilómetros entre Mölle y El Valle, y se ha construido un camino entre los dos por el bien de los turistas. A esto se le llama La carretera Romana.

Mölle es una pequeña aldea, casi pueblo que cuenta, al menos en los registros actuales del libro, que datan ya de unos años, de al menos un centenar de casas construidas en semicirculo alrededor del puerto. Muchas de ellas os podrían recordar a las casitas hechas con galletas de jengibre. De al menos un piso, o piso y medio de altura con la planta más alta utilizada como dormitorio.  Los edificios están situados en una colina empinada, y diez de ellos han sido catalogados como villas dada su magnitud sobre el terreno. En una de estas villas es donde la dueña del Hotel; Katarina Jönsson reside. Las bahías están llenas de playas arenosas que se discurren a lo largo de toda la costa. En el centro del pueblo se puede encontrar el Mölle Inn, una posada hecha de madera, de al menos dos plantas donde l bebida y la comida se sirve a los pescadores y turistas por igual.
Al sur del pueblo se encuentra la capilla; Una pequeña iglesia hecha de piedra labrada con un cementerio en la colina que gradualmente hace transición hacia los bosques de la zona.
Gente destacada de Mölle:
Algot Kransvik: El sacerdote local
Nils Corfitzon: Un caballero de mediana edad que regenta el más que beneficioso Mölle Inn.
Katarina Jönson: Dueña del Mölle Seaside Hotel
Magnus Lundin: Cuidador del Faro

La sonrisa en el rostro de Wergeland, que comenzó siendo torcida, se fue equilibrando y ensanchando con cada nueva palabra de su mayordomo. Sin embargo ya no había rastros de ella cuando la diatriba de su servicio alcanzó su funesto final.

Algunos somos más iguales que otros. El detective conocía las polémicas opiniones de su mayordomo al respecto, pero esta circunstancia no le hacía inmune al estupor que le causaban cuando su anciano compañero decidía exponerlas, intempestivamente, en público. Observó con cierto embarazo a los estudiantes allí reunidos y se llevó a Niles aparte, como cuando el abuelo o tío repudiado comienza a ventilar despropósitos en la reunión familiar. Wergeland reflexionó que probablemente él era la oveja negra de su familia ahora y la sonrisa volvió a su rostro. Sin embargo las universidades de la época solían ser centros progresistas, enemigos acérrimos de aquel conservadurismo inglés tan colonial, por lo que procuró continuar alejando a Niles de los azorados estudiantes.

Por fortuna el discurso de Niles se vió interrumpido por el hallazgo de la hemeroteca. El detective siguió a su mayordomo como un padre sigue a su crio mientras este gatea por la habitación. Aquello les valió que varias jovencitas giraran sus rubias cabelleras para comprobar la pintoresca escena, circunstancia que Øystein no tardó en valorar a su favor. Tal vez distraído por los múltiples pares de ojos color cielo, la inspección en las estanterías estaba resultando fútil, hasta que nuevamente el señor Niles daba la nota.

—Herregud¹, Niles! Nunca sabré cómo lo haces —admitió negando repetidamente con la cabeza mientras tomaba el tomo que le señalaba el mayordomo. Carraspeó un tanto, no sin cierta teatralidad al notarse observado por una estudiante con naricita de ardilla, y comenzó la lectura. Cuando finalizó cerró el tomo y lo devolvió a su lugar.

—Bien. No es mucho, pero es un comienzo —valoró el detective con objetividad— Creo que ya es hora de volver al castillo.

Satisfecho con su hallazgo, Niles asintió a las palabras de su amo.

-De acuerdo pues. Marchemos raudos al castillo, amo-. A juzgar por el ímpetu con el que pronunció sus palabras, Niles parecía dispuesto a arrancar una prodigiosa zancada con el señorito Oystein a cuestas si era necesario. ¡Tal era su celo protector! 

-Y de paso, os regalo el título para un nuevo libro que podría resultar revolucionario en el entorno de la naciente disciplina en la que estáis destinado a relucir, amo. Me refiero, claro está, a la criminología. El título en concreto es "Morfología de un criminal". Os invito a tomar nota detallada del aspecto físico de los estibadores portuarios con los que nos las vamos a ver las caras en Fall-Back-a. ¡Estoy seguro de que rezuman vulgaridad! ¡Hmpf!

Y es que, como bien sabía Edwin James Niles, no hay mejor criminal -ni más galante- que un aristócrata inglés, a poder ser con estudios en química para ser ducho en venenos y malas artes en general. ¡No le gustaban nada los gañanes vikingos!

Y con estas declaraciones y regalando a su joven amo la semilla de una genialidad literaria, el mayordomo siguió a su señor fuera de la biblioteca.

Hay gente pero estan...ocupados por decirlo de alguna forma. Lo dicho, via libre para postear en la escena Misterio Primero, y ojo con los destinatarios.