Partida Rol por web

Einherjer destrabó el casco con facilidad del craneo machado de su enemigo y cayó rodando hacía delante... pero antes de acabar de rodar el casco ya no estaba presente, se había desvanecido entre luces doradas y había aparecido en su mano la jabalina de siempre... en cuanto se puso en pie la lanzo directa hacía el otro sicario que se encontraba en guardia pero falló... la hizo desaparecer y volvio a su mano con un sencillo parpadeo... y otra vez la lanzo con rabia... pero lo aturdido que estaba le hizo fallar otra vez...

En el momento en que Einhejer lanzaba la segunda jabalina y esta fallaba en su blanco, el líder del escuadrón se lanzaba hacia adelante, rodando sobre el tatami machado de sangre con los mismos movimientos que el propio vikingo acaba de realizar. Su pirueta le llevó directamente a dónde descasaba el proyector de campos de éxtasis, que desconectó mientras se movía desde los controles de su armadura. Lo atrapó con la mano derecha y, mientras se incorporaba. volvió a lanzarlo contra el suelo, a los pies del que había matado a uno de sus hombres. Al contacto con el suelo, el proyector de energía vuelve a activarse y comienza a emanar el campo de éxtasis que atraparía al guerrero de una vez por todas, dejando libres a los sicarios para poder cumplir con su misión.

Atrapado... y esta vez por lo de siempre, impetuoso hasta final y lo acababa de pagar caro...

Una vez reducido Einherjer, las cosas se aceleran. El tiempo parece combarse alrededor del héroe, pues en un segundo, una docena de operativos, de idéntico uniforme a los tres primero, aparecen teleportados de la nada entre luces estroboscópicas de intenso todo dorado. Rápidamente se ocupan de sus tareas asignadas y empiezan a gasear las gradas, acercándose cada vez mas hasta ellas y presionando a los que aún permanecía fuertes y en pie para que se retiraran al interior de la estructura.

Mientras tanto, en otro punto del campo visual del guerrero, el hombre caído cuyos sesos y sangre adornan buena parte del tatami, desaparece tragado por las mismas luces, dejando como única prueba de su existencia una macha carmesí de grandes dimensiones. Al mismo tiempo, unos metros mas allá, aparecen un extraño artilugio plagado de tubos, luces y botones que bien podría tratarse de un contenedor cilíndrico de algún tipo y un hombre ataviado con una bata médica de un blanco puro. De porte imponente, lo observa todo con una mirada carente de interés. Estaba claro que aquel extraño personaje no tenía ninguna gana de estar dónde estaba. Se coloca sobre los ojos las pequeñas gafas de científico que hasta el momento había llevado sobre la cabeza, carente de pelo, y pulsa una secuencia de botones un un panel. Una serie de luces comienza a encenderse por toda la superficie.

Los operativos repartidos por toda la sala comienzan entonces a pinchar a los clones con unos artilugios, parecidos a pistolas pero con tubos en lugar de cargadores de balas, que drenaban de los cuerpos una sustancia de color carmesí que bien podría ser sangre. Poco a poco, van cubriendo toda la zona, descendiendo cada pocas veces al artilugio del científico para descargar sus pistolas, cambiar los tubos dañados o estropeados por otros nuevos y volver a su trabajo.

Cuando han pasado un largo tiempo, desaparecen del campo visual de Einherjer, adentrándose en las entrañas del complejo para proseguir con su siniestro encargo.

- Un espíritu indomable. Aún estando en proporción de quince a uno, lucha por escapar del campo de éxtasis. - Murmura el científico sin apartarse de los controles de su máquina. Se había percatado del intento de Einherjer de escapar congelando el aparato que lo tenía retenido.

Se acerca unos pasos, cruzando las manos tras la espalda y observa al guerrero como si lo viera por primera vez, aunque sin un ápice de curiosidad en su mirada.

- Ha optado por tratar de congelar el disco generador. Una maniobra inteligente. - Y se queda a la espera de nuevos acontecimientos, sin dar la voz de alarma al grupo de sicarios que seguían aguijoneando con las extrañas agujas a todos los clones caídos.

Se quedó observando al curioso personaje mientras hablaba... notó cierto deje de superioridad en sus palabras, pero no le importó demasiado, estaba acostumbrado que a la gente como él le tomaran por tonto (aunque en ocasiones, por culpa de su impetuosidad lo demostrara) 

 - No soy un guerrero cualquiera - se limitó a decir mientras se centraba nuevamente en su poder prestado por sus amados y adorados dioses - pero eso importa poco, yo soy el reo. - miró a un lado y a otro y luego al doctor - ¿Por que crean tantos clones? ¿Un ejercito personal? ¿Que propósito tienen?  - preguntó con tranquilidad, aunque no sería muy difícil saber que tenía mucho interés en averiguarlo

- Se lo que eres y por qué estás aquí. - Responde dirigiéndose por primera vez de forma directa al guerrero sin el menor atisbo de duda mientras observa como el pequeño disco negro se va congelando - Y respondiendo a tus preguntas. Si.

El hombre da un par de pasos hacia atrás y vuelve con su máquina, sin quitarle ojo de encima a Einherjer, que ya casi había logrado liberarse de su prisión temporal. El disco, que estaba casi cubierto de hilo, comenzó a chisporrotear y emitir un zumbido eléctrico mientras el campo iba fallando. Einherjer podía sentir que se podía comenzar a mover y que era cuestión de segundos que el campo de éxtasis se diluyera por completo.

- ¿Eres consciente de que has sido cegado, gaseado y atrapado y que volverás a serlo en cuestión de segundos? - Pregunta el extraño personaje justo antes de activar un botón de la máquina y alzar un campo de energía, muy similar al que tenía atrapado a Einherjer, a su alrededor.

Si, soy consciente de todo eso, Doctor, pero no me gusta estar así - dijo mientras pensaba en como poder evitar todo aquello que le lanzaban... tenía una pequeña idea, quizás podría funcionar...

Un último destello de chispas y un crujir eléctrico y Einherjer cae al suelo sobre sus propios pies, libre del campo de éxtasis que lo tenía preso. Aún siente los efectos del gas aturdidos en su cuerpo, aunque la ceguera ya ha remitido por completo y puede volver a ver con claridad cuanto le rodea. De momento, solo el doctor ha sido testigo de su liberación, aunque no parece dispuesto a dar alarma alguna.

Era solo cuestión de tiempo que los demás también se dieran cuenta de que su prisionero había escapado de su trampa...

Se agitó cuando salió de ahí... sacó su espada y apunto directamente al doctor - no pretendo acabar con su vida, solo quiero respuestas a mis preguntas, respuestas sinceras y concisas... - se humedeció los labios mirando a un lado y a otro - ¿Por donde puedo salir? ¿Que traman los de Jericorp? ¿Por que han hecho clones de gente con poderes o dones supranaturales? Y deme nombres si los conoce... - en el momento que formulo las preguntas lo miró fijamente... aunque en el fondo intuía que ese hombre no sería fácil de intimidar, Risteard puso todo su empeño en convencerle... - es usted un hombre de ciencia.... no creo que es apruebe todo esto - se aventuró a decir

- Exactamente - Responde con una frialdad extrema el hombre tras el campo de energía. Sus ojos brillaban con la luz de la maldad y la demenecia en ese momento - Soy un hombre de ciencia... pero no solo apruebo todo esto, sino que es mi gran obra. Yo soy el responsable de todo lo que ves aquí. Yo diseñé el programa de clones y todos los experimentos, las instalaciones subterráneas y su seguridad, la maquinaria que lo mueve todo... y seleccioné personalmente, uno a uno, a todos los candidatos al proyecto.

Sonríe maliciosamente, enseñando unos dientes blancos y perfectos como tallados en mármol - Si. Yo te elegí a ti, Risteard Nuahda, hijo de Muiris Nuahda, guerrero elegido por los dioses en el campo de batalla y devuelto a nuestro tiempo para cumplir una importante misión de la que nada recuerdas... ¡Oh! Yo lo se todo sobre ti. Hasta se de tu encuentro con Hermod... - Relata mientras baja la voz hasta convertirla en poco mas que un murmullo ronco.

- Yo soy el titiritero que maneja vuestros hilos, pequeña marioneta... Y JeriCorp son los que han financiado todo esto...

Imbécil...

Ese era el mejor adjetivo que calificaba a Einherjer y su cara en esos instantes...

Imbécil...

Sintió una repentina angustia en su interior, una sensación muy parecida a cuando recibes un golpe en la boca del estomago y este, por reflejo se cierra y te deja con un mal cuerpo de ordago... eso sumado a que la bilis, ácida y fétida ascendía por su tracto intestinal en un amago de vomito... al menos no lo expulso por la boca con aquella cara...

Era increíble como Risteard, se tenía a si mismo con un gran guerrero, un hombre de armas, conductor de hombres y ejércitos, un hombre inteligente y astuto... no era más que un hombre con unos regalos deificos que en esos momentos no se sentía merecedor.... su mente daba vueltas por ese giro argumental de 180º que nunca se hubiera podido ver venir y ese guantazo le había hecho perder por completo la iniciativa que estaba demostrando.

Descolocado, dio un paso hacía atrás con los ojos y boca abiertas hasta que fue consciente de ello y se obligo a cerrarlas. Respiró con fuerza, con contundencia y se dispuso a hacer otra tontería... pese a todo, su avidez por encontrar respuestas aumentó increiblemente y se abalanzó directamente a por el Doctor completamente desarmado al envainar su espada...
En cuanto estuvo a su altura saltó lanzando una veloz patada directa a su cabeza para dejarlo inconsciente... pero ahí estaba, un Risteard sin suerte ni tino... la patada le "peinó" la calva; pero no contento con ello lanzó un derechazo directo a la sien pero estaba vez le hizo un bonito recorte de patillas... - ¡ARRGH! - gritó malhumorado... y ese vikingo surgió de nuevo... estrelló esta vez su puño contra la nariz del doctor y girando sobre si mismo apretando los dientes le dio con el anverso de la mano en la sien con una puntería inusitada... jadeante... se quedo observando... cual sería el siguiente golpe de realidad...

Uno tras otro los golpes se estrellan contra el campo de fuerza que usaba el doctor para protegerse, habiendo previsto una reacción como esa del ancestral guerrero. La mente humana pocas veces sorprendía a aquel extraño personaje, y en ese momento, no había perturbado su suposición. Todo transcurría tal y como lo había calculado y eso le satisfacía.

Una vez acaba el espectáculo y Einherjer se detiene a tomar aliento, jadeante, el doctor alza una ceja con expectación.

- ¿Eso es todo lo que puedes dar de ti? - Pregunta como clara provocación, clavando una mirada malévola a la vez que inteligente en su interlocutor. - Me esperaba mucho más de ti.

Desconocía por completo que era lo que le protegía... desconocía si era un poder de él o un aparato de tecnología... no sabía nada en aquel momento; así se que se concentró en uno de sus poderes... el que menos usaba pero que creía que podría servirle de algo.

El hielo, crujiendo y chasqueando fue creciendo al rededor del cuerpo del doctor pero dejando la cabeza libre... hizo un cilindro al rededor de el además de dos asas en un lateral a distinta altura para poder transportarlo en caso de necesidad... mientras, esperó ver si había algún efecto en aquel campo.

El hielo comienza a formarse alrededor del campo protector del extraño personaje que observaba los nuevos esfuerzos de su objeto de estudio con aparente desinterés. La figura cilíndrica apenas tardó unos segundos en estar casi completa, pero en esos segundos algo más tuvo logar.

Extrañamente, el hielo ralentiza drásticamente su crecimiento. El agua congelada apenas avanza a una centésima de la velocidad de lo que lo solía hacer y ese retraso parecía multiplicarse exponencialmente con cada décima de segundo que pasaba.

Y entonces, antes de que Einherjer pueda percatarse de que todo el mundo a su alrededor también se estaba ralentizando hasta quedar completamente detenido se produce un fogonazo de intensa luz azul. Comienza a dibujarse entre espirales de destellos lo que bien podrían ser un par de figuras humanas, una alta y fornida y la otra pequeña y frágil. Chispas saltan por todos lados creando un juego de luces digno de ver y tan imposible como fascinante. En ese mismo instante parece que el tiempo vuelve a fluir, aunque esta vez en dirección contraria. Einherjer se encuentra navegando en la corriente temporal hacia atrás. Recrea el crecimiento del hielo segundos antes de que todo eso comenzara, salvo que esta vez es lo único que actúa, ya que él mismo ha salido del cuadro.

Las figuras ganan definición mientras el hielo desaparece de forma antinatural. Se atisba entre destellos un hombre alto y corpulento, vestido de negro, pelo cano y barba, acompañado de un un niño de cabellos negros y mirada inteligente.

Como si una piedra hubiera sido lanzada contra el tejido de la realidad, una onda de luz azulada inunda el gran estadio, extendiéndose en todas direcciones y haciendo avanzar de nuevo el tiempo hasta el punto de partida. El efecto es tan fuerte que Einherjer está a punto de ser arrastrado al suelo, con los ojos dañados por la luz.

Cuando todo acaba, frente el ancestral guerrero se encuentra Hero, que lo observa con expresión grave, junto a Demian.

Una reacción normal hubiera sido  quedarse ojiplatico observándolo todo... pero Einherjer optó por un rostro ceñudo y algo confuso. En su vida había experimentado eventos parecidos, el tiempo se desdibujaba y perdía toda la coherencia característica del mismo... nunca supo como se podía dar eso y en cierto modo le importaba poco.

Cuando todo hubo terminado se quedó mirando a Hero y a aquel niño que tanto le sonaba y no lograba ubicar... instintivamente relajo su cuerpo y se mantuvo alerta observando tanto al doctor como a los nuevos...

 ¿Y bien? - llegó a decir, no era un tono ni unas palabras amenazantes... era más una petición sencilla a una explicación... todo tenía menos sentido.

Hero suspira y mira a su alrededor. Algo en su expresión avejentada no está bien. Parece que tiene más manchas en la piel de las manos y la cara y que las arrugas que enmarcan sus rasgos están mucho mas acentuadas. Su postura, aunque orgullosa y fuerte, revela a los ojos de un experto como Einherjer que ese hombre ha alcanzado el límite de edad en que alguien podría combatir. Si se mantiene en el "negocio" es por pura fuerza de voluntad mas que por poderío físico.

Avanza un paso y lanza una significativa mirada al científico que permanecía a salvo tras una barrera de energía, congelada también en el tiempo como un muro de apagada luz. - Ese hombre es el responsable de muchos de los males que debemos evitar. - Lo señala con u gesto del mentón y niega con la cabeza - Hoy no podemos hacer nada contra él. Está bien protegido y somos pocos. No es el momento ni el lugar.

- Einherjer, hemos venido a sacarte de aquí y a darte las explicaciones que necesitas. - Anuncia con una voz cargada de autoridad, una voz que no admite réplica o queja alguna - Vas a venir con nosotros. Ya conoces la alternativa si te niegas... - Ésta vez señala hacia la pierta que da a un oscuro pasillo, un pasillo que da a unas instalaciones en que Einherjer se había enfrentado a una situación bizarra hacía unos instantes - Dame una respuesta, Einherjer... Y nos reuniremos con el resto.

Torció un poco el gesto y relajo la postura. No era momento, lugar ni la persona contra la que luchar o relevarse... podría estar en las ultimas, pero Risteard es consciente de que podría partirle la cara... y no estaba dispuesto a ello; y menos aún contra alguien a quien considera que esta en el mismo bando que él mismo - No es necesario contemplar una segunda opción Hero... estamos en el mismo bando en esta lucha; puede que mi cometido este algo distante de lo que tengas en mente, pero algo me dice que estará intimamente relacionado... - guardó las armas y se fue acercando hacía Hero....

- Muy bien, sabia decisión. - Responde el anciano con voz tranquila mientras observa de nuevo la esfera del extraño reloj de pulsera que llevaba en la mano derecha. - Quédate cerca o el efecto del viaje te dejará fuera. Y no creo que pudiera volver a por ti . - Advierte con una mirada concisa al lugar del tatami sobre el que quería que se colocara el ancestral guerrero.

Cuando este toma posiciones y sin darle tiempo a Demian a meter baza, activa el aparato y el efecto de la congelación temporal revierte. Una potente luz azul de gran intensidad comienza entonces a brillar desde el artefacto, extendiéndose por el gran domo a través de rayos de energía. Poco a poco la maraña de luz crece hasta llegar a todos los rincones y entonces el tiempo regresa a su cauce de forma acelerada. Todos los sicarios distribuidos por la sala recobran la capacidad de movimiento y avanzan a cámara rápida, siguiendo con sus tareas, sin haber sido conscientes de la incursión de Hero. El único que parece consciente de lo acontecido es el doctor, que vuelve la cabeza hacia el grupo mientras una mueca de frustración se dibuja en su, en otro momento, impertérrito rostro. Mientras, el hilo que Einherjer había lanzado contra él comienza a formarse de nuevo, creciendo a gran velocidad de forma autónoma. Para cuando los tres héroes desaparecen tragados por la corriente temporal, el extraño hombre de la bata blanca ha sido sepultado bajo una concha de hielo.

La última mirada que les dirige es tan fría como el gélido envoltorio que le ha creado Einherjer.