Partida Rol por web

Wilhemina atiende a las explicaciones fijando la mirada en cada cuadro, en cada mueble, reconociendo el terreno como solía hacer hasta con la esquina más rudimentaria...
Le llamó la atención la antigüedad de los muebles... No pudo evitar pensar en que su padre ya estaría jurando que se trata de otro inmortal, menos mal que Daniel Espada le habría dicho lo obvio "puede ser herencia familiar, o simplemente que el señor se conserva bien por una serie de motivos no necesariamente mutantes o mágicos, y lo más normal...: ¿No te gustan las joyas antiguas desde pequeña? Transpólalo a una pasión por los muebles antiguos". Esbozó media sonrisa al hacerse "la película". El recuerdo de la gente a la que quería, a menudo le animaba a seguir adelante, nunca los usó como excusa para hundirse.

No obstante, no le gustaba la forma de pensar de Hero al respecto. Le parecía normal y lógica, pero no le agradaba... ¿Bajar la guardia...? Ni pensarlo. Y... Fueron varias las veces que intentó hacerse una vida personal, tranquila, alejada de sus actividades "heróicas". Obviamente no le fué bien, salvando algunas cervezas con Daniel y sobre todo con Gabriel.

- Gracias, creo que cogeré algo con que vestirme, sí... - dijo nuevamente ante la posibilidad de ponerse algo limpio (empezaba a picarle el cuerpo, y eso que vivió buenos años en la Venecia renacentista y en la Inglaterra romántica).

Subió a donde les indicó su anfitrión, todavía con la eterna mosca tras la oreja. Miró al chico.

- Qué bien, podremos verte la cara - y entonces una sonrisilla divertida (todo lo divertida que podría ser después de aquella intensa jornada) - O igual no - le guiñó un ojo de forma compañera y siguió hacia el vestidor, en busca de algo que le gustara.

Y la eterna mosca que siempre tenía Testament tras la oreja se puso a zumbar furiosamente.

Una extraña sensación de reconocimiento te invade mientras siente que el aire se vuelve mas espeso, mas denso. El tiempo se comba a tu alrededor, ves las lineas del presente detener su avance hacia el futuro. Tu cerebro es incapaz de hacer que tu cuerpo se mueva, pues hasta tus pensamientos parecen detenidos, incapaces de progresar. No puedes ir hacia adelante, pero recuerdas perfectamente bien todo tu pasado, todas las vivencias que has atesorado hasta el momento, incluyendo los pocos instantes que has pasado en la casa de Hero.

La sensación apenas dura unas milésimas de segundo, pero es mas que suficiente para que una persona capaz de viajar hacia adelante y hacia atrás en el tiempo lo reconozca: Alguien acaba de aparecer en el aquí y el ahora desde otro momento, rasgando el tejido del tiempo.

Hay intrusos en la casa, pero no sabes donde.

Por su parte, Hood no parece haberse dado cuenta de absolutamente nada.

Testament se detiene.

- ...No - se contesta a sí misma. No era el momento de que Hood se desprendiese de su "armadura"...

Sintió erizar la carne, los nervios preparándose y reagrupándose como ya sabían hacer ante ese estremecimiento: Solía preceder a Leonard... Quién sabe a lo largo de cuántas veces le perseguiría en el espacio tiempo...

- Tenemos compañía, posiblemente mala, viene de otro tiempo o dimensión - anunció, clara y concisa, desenfundando, poniéndose en posición defensiva y mirando a todas partes. Aquel brujo podía volar y era capaz de salir de cualquier parte, y en todo caso siempre era buena idea hacer eso: Despegarse de las paredes y al mismo tiempo tener de dónde agarrarse para saltar a tiempo, en éste caso la barandilla. Guardó silencio un instante, tratando de percibir dónde estaba quien fuera que fuese el intruso... - Hood: pégate a mi espalda y ten los pies separados del suelo.

En el piso de abajo escuchas a la perfección los pasos de tres intrusos que se mueven muy sigilosamente, recorriendo la casa siempre juntos, en grupo. Tus sentidos captan el sonido de la estática de sus comunicaciones electrónicas y el sonido metálico de sus armas al tocar con sus uniformes.
Ese grupo se dirige directamente hacia la cocina, donde dejasteis a Hero preparando la comida. No podrías precisar si el veterano héroe se ha percatado de la presencia de los intrusos.

Otro grupo se dirige directamente hacia vosotros, desde vuestra espalda, dando las mismas muestras de entrenamiento específico para ese tipo de asaltos.
Están a unos metros, tras un recodo del pasillo que seguramente dará a las habitaciones privadas de vuestro anfitrión.

Hood, en la línea de tiro de los intrusos, frunce el ceño bajo las gafas, sin entender que es lo que sucede, pero se eleva unos centímetros sobre el suelo y despliega dos abanicos de finos estiletes, cuatro en cada mano, dispuesto a enfrentarse a lo que sea que haya detectado Testament.
Silenciosamente, se desplaza hacia la espalda de Testament, con la mirada puesta hacia el lado al que la mujer no mira, cubriendo su retaguardia.

Gritar "cuidado" a Hero podría suponer adelantar el evidente combate que procedía. Seguramente contra hombres de Jericorp, era la primera idea que le rondaba. Pero no alertarle podría significar su jubilación anticipada, los tecnificados no solían ser poca cosa...

- ¡TECNIFICADOS! ¡AL CASCO! - gritó, indicándole también a Hood, "el novatillo", lo que había.

No habían llamado a la puerta, traían armas y los muy desgraciados habían viajado en el tiempo y quizás el espacio hasta el rincón más perdido de Boston. Si no eran de los "malos", no tenían buena carta de presentación.
Testament tensó sus músculos de forma que sólo podían significar una cosa: Velocidad.

Lo primero era ponerse en la línea de tiro por delante de Hood, y aprovechar para así llegar hasta el recodo, que es exáctamente lo que hace. Primero los jóvenes, después los compañeros, luego los viejos, salvo casos excepcionales. Hood tenía preferencia.

Testament se desplaza hacia el recodo a una velocidad demencial, con una agilidad de vértigo pone una mano en el suelo y un borrón de color aparece en el aire frente a la cara del primero de ellos, pero la patada no llega a impactar. Tanta velocidad le hacía calcular mal, en algún punto se había hecho más rápida y no se controlaba tan bien como antes.

La velocidad que llevabas, combinada con el movimiento de artes marciales sobre una sola mano no solo te hace fallar el golpe, sino que te lanza contra los recién llegados en una trayectoria de choque poco clara.
Cuatro hombres vestidos con uniformes mas propios de tu tiempo natal que del actual, de una aleación extremadamente resistente y flexible que reconoces al instante, reaccionan con sorpresa extrema ante tu llegada. Estaban preparados. Reconoces una formación de avance típica para grupos de ese tamaño y armamento. Pero no se esperaban un ataque tan directo y por ese motivo tardan demasiado en reaccionar, incapaces de procesar la información que sus sentidos y sistemas transmiten a la velocidad del pensamiento a sus mentes.

La trayectoria del movimiento te lleva mucho mas allá del grupo, pues has pasado entre ellos sin llegar a tocar a ninguno.

Ya entrada en calor, Testament decide empezar por el final de la fila para aprovechar el error. Carga contra la cola de hombres y lanza una patada contra la cabeza de uno de ellos. Vuelve a fallar, tenían que haber sido dos pájaros de un tiro en la cabeza, pero quizás la falta de descanso y la incoherencia espaciotemporal la estén resintiendo.

Sabe cuándo sobra la precisión y hay que ponerse seria. Aprovecha el impulso con el que había lanzado la patada para dar una voltereta sobre sí misma en el aire y con la otra pierna golpear al fin la cabeza del tecnificado, lanzándola contra el casco de quien tiene éste delante.
Pisando el mismo casco va a por los dos siguientes de un salto, descargando un nuevo golpe en el casco de éste con la culata de su arma tras tomar impulso describiendo en el aire un arco, en busca del mismo "efecto dominó" anterior.

Intercambio de murmullos a través de los comunicadores de los cascos que gracias a los sentidos superdesarrollados que posees identificas como gritos de advertencia y nuevas órdenes transmitidos de uno a otro de los matones enviados contra vosotros.
Parecen mas desconcertados que otra cosa cuando realizas la serie encadenada de ataques precisamente mortales pero sabiamente contenidos. De no haber llevado los trajes amortiguadores, dos de ellos, los que habían recibido el impacto de la culata de la katana y la fuerte patada estarían ahora fuera de juego.
Pero esos tíos parecían profesionales y estaban claramente bien armados y protegidos, porque los dos golpes no logran el efecto buscado: dejarlos fuera de combate.
Aún con todo, la empuñadura del la espada irrompible consigue abrir una brecha en el casco de uno de ellos, haciendo saltar esquirlas de metal a causa del impacto e hiriendo a su portador, que se resiente del golpe apartándose por puro instinto.

Estando aún en el aire y en una posición tan incómoda para abrir fuego sin que existiera la posibilidad de herirse los unos a los otros, los dos enemigos a los que habías logrado golpear (matones 1 y 2) se echan al suelo, rodando sobre si mismos para apartarse del foco de peligro mientras que los otros dos retroceden de un salto, apuntando sus armas contra ti, preparados para abrir fuego en cuanto tocaras tierra.

Sonido de golpes secos y no tan secos, cacerolas al estrellarse contra el suelo y cristales al estallar en pedazos llegan hasta el extremadamente agudo oído de Testament, complementando los propios ruidos de su combate. Un enfrentamiento extremadamente violento y rápido estaba tendiendo lugar en la cocina de la casita del viejo héroe, que seguramente se estaría enfrentando en desventaja numérica contra una tropa muy similar a la que se encontraba en el piso superior. El único punto positivo es que no se habían escuchado los estampidos propios de las armas de fuego, ni el zumbido eléctrico de los dispositivos mas modernos de ataque como láser o proyectores de partículas.

De espaldas al pasillo apuntando hacia el frente, preocupados en exceso por la artista marcial que parecía flotar en el aire, los hombres enfundados en sus extraños trajes del futuro no son conscientes de la llegada de una amenaza silenciosa y cuasi invisible. Alzándose sobre sus cabeza, Hood contempla la situación durante décimas de segundo antes de entrar en acción. Con una serie de veloces movimientos, ataca las espaldas de tres de ellos con la daga que portaba en mano, haciendo que caigan de frente sobre sí mismo, retorciéndose de forma frenética en el suelo.

Cuando aterrizas de forma elegante sobre el piso de madera desgastada pero bien cuidada, solo quedan en pié uno de los matones enviados a por vosotros, que observa con cierta desesperación a sus compañeros caídos mientras pide ayuda a gritos por el comunicador del interior de su casco.
¡Les han cortado el suministro de aire a los otros tres operativos! ¡El objetivo Testament contaba con un aliado desconocido! ¡Estamos en desventaja táctica! ¡Se requieren nuevas órdenes, refuerzos o transporte rápido YA!
Las palabras, que solo eran audibles para Testament, no reciben respuesta inmediata...

La batalla que sigue es rápida y extremadamente violenta. En apenas una serie de cortos parpadeos acompañados al azar por golpes perfectos en su ejecución y finalidad, todos los enviados a aquella vieja casita en lo alto de un acantilado son eliminados. Doce cuerpos sin consciencia en total. Todos ataviados con el mismo uniforme negro y resistente y aquellos cascos que, a todas luces, no pertenecían a aquel tiempo en que Testament se había quedado anclada.

El joven encapuchado de verde, el héroe de los huérfanos, tiene las hojas de los puñales tintadas con la sangre de los enemigos. No ha dado muerte a ninguno de ellos, pero algunos no podrán volver a empuñar arma alguna o caminar a causa de los cortes en los tendones de brazos y piernas que les ha causado. La gran mayoría tiene los tubos del suministro de aire cortados y las viseras de aquel material amarillo destrozadas para permitir la entrada de aire.

Cuando todo ha acabado arriba, solo los estampidos y zumbidos de las armas resuenan desde el piso inferior. Aunque también cesan en cuestión de segundos acompañados de los sordos sonidos de varios cuerpos al desplomarse sobre un suelo de losas a cuadros blancos y negros. El veterano Hero, aún habiendo vivido varias vidas, era más que capaz de encargarse de aquellos jovenzuelos que habían invadido su hogar.

Mientras Hero remonta las escaleras al vuelo, Hood se agacha sobre el mas cercano de los cuerpos y busca, a tientas, algún mecanismo para abrir aquellos cascos. Sus dedos se hunden sobre el material sin que este ofrezca la más mínima resistencia, pues las moléculas del chico parecían capaces de atravesar cualquier objeto sólido. Cuando por fin da con lo que buscaba, un ligero siseo acompañado por una vaharada de aire dejan al descubierto un rostro conocido. El hombre que dirigía aquel ataque no era otro que el guerrero irlandés que había combatido, no hacía demasiado tiempo, contra un demonio de ojos vendados en Manors Garden. Aquel hombre que yacía en el suelo no era otro que Einherjer.