Por mucho que la Maid VIII tratara de forzar aquella reja cerrada y oxidada por su propia cuenta, esta no lograba hacerla ceder lo suficiente como para poder colarse al interior, al parecer o bien la Maid VIII necesitaba echarle más horas de gimnasio o bien necesitaba la ayuda de alguna otra persona más para que la fuerza conjunta lograran adentrarse.
Aunque me consideraba bastante tonificada para mi agraciada figura, lo cierto es que aquella reja no estaba sediendo en lo más mínimo ante mis intentos, por lo que antes de perder por completo remo, simplemente lo dejé allí para cuando volviera junto a otra de las sirvientas.
Al no tener ningún otro punto importante que investigar por el lugar, seguiría intentando explorar el resto de la isla siguiendo quizás mi travesía hacia la dirección en contra la corriente del río, pues tarde o temprano iba a tener que volverse más angosto para cruzar ... digo... sino al final va resultar que en realidad son dos islas muy pegada la una de la otra...
Viendo que no podía adentrarse en aquella cripta inundada, aquella Maid decidió continuar su viaje hacia el Noreste de la isla, siguiendo el río y continuando su periplo en busca de una zona en la que esta pudiera cruzar con mayor facilidad, armada tan solo con un solo remo, mientras el otro quedaba anclado cual palanca ahí mismo.
Aquella zona del bosque era pantanosa, y para la Maid valiente -o temeraria- que decidiera probar el agua, descubriría que esta era dulce; algo que bien podía saber de antes al ver tantos árboles no acostumbrados a la sal del mar crecer y prosperar sin problemas pese a estar medio inundado.
Había que tener cuidado, pues había zonas más profundas que otras y era difícil saber cuál era cual hasta que una se hundía; y entre los objetos o lugares que se podían ver en aquella zona era la entrada a una capilla inundada, y un pequeño bote de remos naufragado.
La situación en la que se encontraba la Maid no era la mejor, pues se encontraba caminando por el bosque, quizás perdida, quizás sin rumbo, mientras los árboles impedían que esta viera el bosque en el que se encontraba atrapada. Podía moverse por el bosque, pero el riesgo de perderse aumentaba a cada paso.
Aquella Maid en particular tenía un claro objetivo en mente, y este era volver a ver a aquel animal con aquel pelaje blanquecino una vez más. Confiando en que este podría tener su escondite en el Noreste de la isla, esta Maid decidió dirigirse hacia ese lugar buscándolo.