Partida Rol por web

El interior de aquella cabaña lo primero que una persona podía ver era un mensaje bordado en una pared, aquel mensaje era bastante sencillo, y aunque algo ominoso, no parecía dar mucho más que simplemente recordar a los que se adentraban en aquel lugar esta pequeña norma.

Amarás a Dios sobre todas las cosas

Por lo demás, aquella cabaña parecía ser una pequeña vivienda unifamiliar bastante adecentada. Claramente alguien estaba viviendo en el lugar, de hecho había algunas cosas desordenadas que se saliera de la norma de lo que debería haber una cabaña, o el hogar de alguien, debería ser (y estar).

La Maid VI se alejó de las otras Maids que seguían en el pueblo sin hacer demasiado y se adentró dentro de una de las casas al azar para poder investigarla, en donde, esta notaría aquellas cosillas que la diferenciaban del resto de las cabañas, pues pese a estar todas cortadas por el mismo patrón, cada una parecía mostrar su vida y personalidad propia.

VI le sorprendió ver aquel cartel en la casa y las cosas que habían en su interior. ¿Eran de una de las chicas? o de un antiguo inquilino, sin preocuparse mucho sobre la propiedad de estos, pensó en que una de sus compañeras estaba sola y a oscuras en una cueva donde podrían haber osos, así que tenia que apresurarse y encontrar una maldita fuente de luz, con lo que comenzó a registrar la  casa y las pertenencias de la localización.

En la investigación que VI tuvo de la casa sacó lo siguiente:

La comida del refrigerador era escasa, pero no estaba en mal estado. Como mucho la persona había abandonado el lugar hace escasos días, por lo que podría aprovechar la comida del mismo. Por otro lado, no había ni una sola fotografía en toda la casa, tan solo algunos cuadros. Mucho menos un diario o algún libro que alguien escribiera y claramente nada electrónico como un ordenador, una tableta o un teléfono móvil.

Por lo demás el resto de la casa era normal y había lo que en una casa normal tendría en los cajones. Aunque algo escasa de objetos a decir verdad. Parecía que esta casa era más una vivienda de invitados que una vivienda de hecho por la falta de elementos personales de la misma.

VI suspiro, al menos, no tendrían que comer comida de perro durante los primeros días.

Tras aquella inspección, útil, pero que no le dio lo que necesitaba para poder ayudar a su compañera, decidió ir afuera, a decirles a las chicas que había encontrado algo de comida y ver si alguna de ellas había avanzado con lo de la fuente de luz.

Mientras salía se pregunto donde estaría el dueño de todo aquello, con suerte, tarde o temprano aparecería e igual podrían informarles de algo mas sobre la isla, si no, quizás había servido de comida para el oso, con lo que debería de avanzar en su investigación, de todos modos ¿Qué había sucedido allí?¿Donde estaba la gente? Era algo que intentaría averiguar en cuanto consiguiese que todas las chicas se reunieran.

Una vez que la Maid VI hubo terminado de buscar todos los objetos luminosos en su respectivo lugar, lo cual era más o menos por donde esta iba pillando, esta dio por finalizado su adentramiento y su misión en aquel lugar, preparándose para marcharse nuevamente al exterior y ver si las otras Maids habían hecho algo.

El interior de aquella cabaña lo primero que una persona podía ver era un mensaje bordado en una pared, aquel mensaje era bastante sencillo, y aunque algo ominoso, no parecía dar mucho más que simplemente recordar a los que se adentraban en aquel lugar esta pequeña norma.

Amarás a Dios sobre todas las cosas

Por lo demás, aquella cabaña parecía ser una pequeña vivienda unifamiliar bastante adecentada. Claramente alguien estaba viviendo en el lugar, de hecho había algunas cosas desordenadas que se saliera de la norma de lo que debería haber una cabaña, o el hogar de alguien, debería ser (y estar).

La Maid IV se alejó de las otras Maids que seguían en el pueblo sin hacer demasiado y se adentró dentro de una de las casas al azar para poder investigarla, en donde, esta notaría aquellas cosillas que la diferenciaban del resto de las cabañas, pues pese a estar todas cortadas por el mismo patrón, cada una parecía mostrar su vida y personalidad propia.

Era una simple corazonada a decir verdad. Algo en la cabeza de IV le daba a pensar que su hogar constaba aunque fuese con un poco de comida y es que, considerándose una persona precavida, no puede evitar pensar que algún plan de emergencia ha de haber guardado para cuando ocurriese lo peor.

En resumen... No va a perder el tiempo, el hambre ya comenzando a agolparse en ella y a debilitarla un poco. Revisa y rebusca inmediatamente por la casa, en busca de pistas o de básicamente cualquier cosa que pudiese haber por allí.

En la investigación que IV tuvo de la casa sacó lo siguiente:

La comida del refrigerador era escasa, pero no estaba en mal estado. Como mucho la persona había abandonado el lugar hace escasos días, por lo que podría aprovechar la comida del mismo. Por otro lado, no había ni una sola fotografía en toda la casa, tan solo algunos cuadros. Mucho menos un diario o algún libro que alguien escribiera y claramente nada electrónico como un ordenador, una tableta o un teléfono móvil.

Por lo demás el resto de la casa era normal y había lo que en una casa normal tendría en los cajones. Aunque algo escasa de objetos a decir verdad. Parecía que esta casa era más una vivienda de invitados que una vivienda de hecho por la falta de elementos personales de la misma.

La cuarta cerró los ojos con cierta molestia al ver que no habían muchas pistas que encontrar allí, sin embargo... El mismo hecho de que se encontrase tan vacía y prístina le hizo sospechar que, quizá, se trataría de la habitación de cierta científica que se encontraba de antemano en su punto de mira.

Fuese cual fuese el caso, sin embargo... Esto no le decía demasiado, ni le daba mucho con qué trabajar. Así que... Al final decidió retirarse, viendo que no encontraría pista alguna en ese sitio y mucho menos su hogar. Pronto se movería hacia otra de las casas...

Con esto hecho, la Maid IV decidió abandonar el lugar para volver a la plaza de aquel pequeño pueblo costero tan idílico y a la vez que tan confundido lo estaba teniendo. Esperando así encontrar de una vez la cabaña que andaba buscando por tanto tiempo y que, de momento, no daba encontrado.