Partida Rol por web

15 de Diciembre
20:00, Bacca da Silva Street Número 590.

Todos lo saben, y ninguno te ha dicho nada. Por eso te has quedado una hora más en la oficina, mientras todos se han marchado. No sabes porque nadie te contó nada, pero estas seguro que todos están en el ajo, y que te lo han ocultado. Llevas dos días buscando, pero no has encontrado nada. Y en esta hora muerta, donde has estado revisando tu ordenador una y otra vez, tampoco has encontrado nada.

Tu siguiente paso ha sido revisar los cajones, y los bajos de las mesas. La tuya y las cercanas. Pero tampoco has tenido éxito ninguno. Se te plantea ahora otra posibilidad, y esa es que la conspiración solo deja paso a la ignorancia. Tus iguales no forman parte de ella (los habrías descubierto), sino que simplemente la ignoran. Y eso los hace aun más peligrosos, porque ahora son manipulables por quien este detrás.

Has apagado las luces que restaban, y lo último en ceder ha sido la pantalla del ordenador, que dejó que la luz verdosa de la pantalla fuera perdiendo intensidad hasta acabar apagada. Miras a tu alrededor, todo esta tranquilo, todo esta en silencio. ¿Estarás tan solo como crees estar? Acabas por recoger tus cosas, ponerte el abrigo, y bajar por el ascensor hasta la primera planta, saliendo a la calle.

Alzas la mirada al cielo, ya es de noche. La humedad del mar te cala en los huesos, y comienzas a pensar que lo mejor sería volver a casa cuanto antes, y seguir investigando allí. Pero miras a tu alrededor, por si hay alguien más, alguien que sea sospechoso.

No es así.

Ahora, más tranquilo, sigues tu camino hacia el final de la calle. Todo es como siempre, la misma gente pasando a la misma hora en la misma dirección, la misma gente haciendo lo mismo, y los mismos coches en la misma calle.

Pero tu hoy has salido una hora más tarde.

Y en ese preciso instante caí en la cuenta... es demasiada casualidad, ¿las mismas personas, sin ninguna conexión entre ellas, habían todas retrasado su horario exactamente el mismo tiempo que el? Las casualidades no existen y menos una de tal magnitud... miedo, un miedo profundo me estaba helando las venas. No un miedo al peligro, sino a lo desconocido, a la ignorancia... mientras comienzo a caminar arrebujado en mi abrigo y me calo bien el gorro para evitar el frio de diciembre, comienzo incluso a plantearme la posibilidad de estar ante un mundo falso, algun tipo de realidad virtual o algo así...

No hombre, me digo a mi mismo, céntrate eso está muy bien para el argumento de una pelicula pero esto es la realidad... verdad? No no no no no esto tiene una explicación racional, y la encontraré. Claro! He estado muy ocupado investigando a mis compañeros por una conexión con la conspiración, pero no son ellos los encargados de vigilarme, despues de todo, ¿cada cuanto te paras en pensar en los desconocidos con quien compartes la calle? Si ahora me doy cuenta, la intensidad con la que me devuelven la mirada para luego hacer una mueca de fingida extrañeza, como si no supieran de que va la cosa.

Pues se acabó, hoy tomaré otra ruta a casa, por lo pronto doblaré en este callejón, se que puede ser peligroso pero sabía que algún dia llegaría este momento, ahora no me parece tan excesivo el llevar la pistola encima la verdad, me hubiera ayudado a sentirme mas seguro, pero al menos llevo el spray de pimienta en el bolsillo.

Bueno “Alea iacta est”

No tomas la ruta de siempre. El problema de hacer esto, es que para ti, también es todo nuevo. No sabes si lo normal es lo que ves, o si aquello también es planificado. No lo sabes. Te arropas en tu abrigo, te proteges del frio con tu gorra y avanzas por la calle.

Por suerte, todo está bien iluminado, y no hay mucha gente por la calle, y la que esta, parece ignorarte. Avanzas, y sigues avanzando. Tu casa no queda lejos, pero debes caminar durante más de 25 minutos para llegar.

Tu calle. Todo parece normal. Como siempre, no ves un patrón fijo, así que crees que de alguna manera, si aquel seguimiento es real, no lo hacen en la calle donde vives. O lo hacen demasiado bien.

Entras en casa. Todo está normal. Todo como lo dejaste. Incluso las típicas trampas para saber si alguien entró en tu casa cuando tú no has estado. Todas estaban en su sitio, sin tocar. Todo estaba en silencio, solo roto por el pasar de algún coche por la calle.

Aún así hago una pequeña ronda de reconocimiento por la casa, miro a través de la ventana, compruebo los telefonos como aprendí hace ya tiempo y vuelvo a comprobar mis mecanismos de seguridad. Una vez pasado este ritual me preparo una ligera cena y café para la larga noche.

Cuando me siento frente a mi PC con un estirón de brazos oigo el crujir de mis entrelazados dedos que evoca la expresión "allá vamos". Tras poner todo en orden, comprobar los sistemas de seguridad que incorporé a mi equipo y escuchar la tonadilla de estridentes pitidos del modem conectando a la red de redes, reanudo mi investigación, entro en foros y otros dispositivos de información, para ver que puedo cosechar de lo sembrado el día anterior. También entro en las salas de chat habituales, si no puedo encontrar alguno de mis habituales contactos da igual, nunca se sabe que te puede traer este nuevo mar de información aún fuera de la vigilancia orwelliana

Aquella pequeña ronda de reconocimiento doméstica te proporcionó la misma información de siempre. Miras a través de la ventana, y las pobres vistas de tu apartamento te parecen totalmente normales... si, son normales. No ves nada extraño o destacable.

Observas los teléfonos, sigues el cable hasta la pared, y compruebas que nada ha sido modificado en tu ausencia. Las marcas que dejas con gran disimulo siguen en su sitio, y te da una sensación bastante segura de que nadie estuvo allí. Lo mismo haces con ventanas, rendijas de ventilación, cajas de luz e incluso la parte posterior a la televisión. Todo es correcto.

Y ahora, en tu reducto de paz, en tu refugio, en la última fortaleza segura, te abandonas durante unos instantes ante la tranquilidad de la seguridad de saber que en ese mismo instante, nada ni nadie te observa. Vas a la cocina, donde calientas algo de comida precocinada, y haces uso de una inversión en algo que llevas usando mucho tiempo: La cafetera.

Y acabas por sentarte ante el ordenador, con una taza de café y una bandeja de plástico con comida precocinada que, a pesar de todo, tiene muy buen olor. Enciendes el ordenador, y una vez más, como siempre, sigues un protocolo estricto para comprobar que aquella ventana al mundo, aquella puerta a la red de redes era tan segura como siempre.

Enciendes el chat, en primer lugar.

No hay nadie en tus salas habituales, y los pocos usuarios que hay en otras salas de las temáticas que podrías encontrar interesantes, están marcados como AFK.

Entonces, comienzas a revisar los foros. al principio, vas cerrando ventanas, revisando temas que ya habías visto, o comprobando que nadie había contestado a tus hilos...

...hasta que en una de las últimas ventanas, encuentras algo de interés. Un hilo llamado "La Tecnocracia nos controla". Por desgracia, al abrir el hilo del foro, aparece el mensaje "Error 404 Page not Found" y al retroceder, ves que el foro completo ha sido eliminado.

En ese momento, internet se corta, y todo lo relacionado con la red de redes, deja de funcionar. Las luces del modem se paran, y el teléfono fijo de casa, comienza a sonar.

"Ok, vamos a ver que se cuece por aquí esta noche" me digo a mi mismo "Veamos, conectado el chat, vamos a entrar en.... un momento"

 "Que tipo de mensaje del día es este, como que internet está lleno"

Extrañado continuo mi singladura, hasta que una frase capta mi atención, un rastro que seguir... Un momento, ¿que pasa, porqué parece que se ha caído el foro? ¿¿Ahora mi conexión a Internet?? ¿QUE COJONES ES ESTO? 

RIIIIIING

RIIIIIIING

RIIIIIIING

*Descuelgo* "D-diga?"

- Omicron - Solo con aquella palabra sacaste varias cosas en claro. La primera, la voz estaba modulada, muy modulada. Hecha con algun modulador de los que agravan la voz, distorsionandola. La segunda es que sabía tu nombre, tu alias. Jamás habías dado tu número de teléfono a alguien que conociera tu alias. Te habías guardado siempre de que ambas vidas solo tuvieran en común tu ordenador.

- Deseo hacerte una oferta. Te ofrezco la verdad. Enseñarte lo que llevas buscando toda tu vida. Pero antes tendrás que encontrar algo para mi. Una organización dependiente del Gobierno esta intentando destruir todo lo que escapa de su control desde fuera de la ley. Se esconden. Debes encontrarlos. Suelen reclutar civiles para sus propositos en una pagina web. Anota. www.hunter-net-org. Encuentralos y tendrás toda la verdad. -

El telefono se colgó en aquel instante. Sin opción a réplica... y el módem, sin esperar a que hicieras la marcación, se conectó solo a internet una vez más.
 

No se cuanto tiempo estuve petrificado con el auricular del teléfono chirriando pitidos de datos en mi oreja. El torbellino de emociones y lineas de pensamiento en mi cabeza solo podría equipararse al caos primigenio del big bang.Como ha dado conmigo, es lo que he estado esperando, podría ser una trampa, como ha reconectado sin marcación el modem... y podría continuar mas allá. 

Cuando salí de mi trance provocado por una intoxicación de miedo y excitación a la vez, tomé la decisión de que solo podía enfrentarme a esto de la forma que mejor se, investigar el tema. Entré en la página y comencé a leer... no comprendía nada en absoluto pero fui cogiendo ciertos conceptos que me parecieron claves... "la delgada linea" "He presenciado la oscuridad" "Inherit the earth" y "hunter-net.org". Con eso empecé a trabajar en la red, mañana usaría métodos mas clásicos para averiguar lo que pudiera sobre este grupo y quizás encontrase alguna pista sobre mi nuevo y misterioso contacto.

Navegaste durante horas por internet, a esa velocidad de 56k que tanto poder te daba. La espera entre una pagina y la siguiente se hacia eterna: No importaba, por que cada pantallazo era información en estado puro. Según aquella página, Vampiros, Hombres Lobo, Magos, Fantasmas. Todo era real, y todos eran el enemigo que buscaban condenar a la humanidad y esclavizarla.

Someterla.

Lo cierto es que aun quedaban paginas y paginas por leer, pero el agotamiento comenzó a pasarte factura. Las horas pasaban una detrás de otra, al igual que hacian aquellas paginas. Eran peor que una droga. Pero finalmente, Morpheo pudo con tu consciencia y te llevó a su reino cerca de las cuatro y media de la mañana.

Cuando sonó el despertador, eran las ocho de la mañana. Hoy no trabajabas, pero olvidaste desconectarlo. Maldeciste, agotado física y mentalmente, y te incorporaste mirando que el ordenador seguía encendido, así como internet. Habías olvidado desconectarlo.

Te levantaste para apagarlo y ganarle unas horas más a la cama, cuando viste un icono en tu escritorio que parpadeaba. Tenías un e-mail.

Omicron.

Hemos visto que estas interesado en nuestra organización. Hemos investigado.

El constructor del primer edificio de la ciudad dio nombre a la ciudad en su honor. El edificio aun existe, viejo y orgulloso como nuestros enemigos. En el primer cajón de tu comoda esta el precio por entrar. Te sentarás en el último banco de la derecha y dejaras la entrada en el asiento frontal.

Allí esperaras.

El e-mail no tenía remitente, ni asunto. Lo peor de todo era que tampoco estaba la hora a la que te citaban. ¿Sabrían cuando irías? ¿Estaban observandote? ¿Mirandote? Toda tu casa estaba normal... y te preguntabas si en el primer cajón de la comoda habría algo. Por que ayer dejasté allí la cartera y no había nada. 

¿Entraron mientras dormias?

Todo aquello me estaba poniendo de los nervios, siempre supe que el gran hermano estaba observando (bueno... debo reconocer que tuve mis días de flaqueza en los que me preguntaba si todo era una paranoia) pero el echo de que empezara a hacerlo a cara descubierta, ver que mis medidas de seguridad en las que tanto trabajo y dinero había invertido no servían para  nada, estar tan cerca de la verdad (y el peligro) me tenía sobrecogido.

Me sobrepuse y comencé a investigar puerta, salida de incendios, cualquier entrada que pudieran haber utilizado, revolví la casa entera. Si habían sido capaces de entrar sin que me diera cuenta al menos sabría por donde lo hicieron, me dije obstinado. Por último y reconociéndome que estaba evitando este momento clave desde que leí el e-mail abrí el mencionado cajón para descubrir lo que había dentro.

Sobre la ubicación que mencionaban apenas me cabían dudas, tenía que ser la misión de san francisco de asís, construida por los misioneros españoles cuando llegaron a la zona junto a la laguna de dolores. 

Intenté echarme a dormir antes de ir a la zona a investigar, pero a pesar de notar la falta de sueño en la jaqueca que me agijoneaba, los nervios no me dejaban conciliar el sueño. Así pues, decidí arreglarlo con un café bien cargado, como la pistola que en los próximos días se convertiría en un objeto tan imprescindible al salir de casa como las llaves o la cartera.

No sabía si estaba preparado, pero... ¡demonios si estaba dispuesto!

Tras unos segundos de parálisis por el shock ante las cosas descubiertas, te pusiste en pie. Como un torbellino, mezcla de nervios, miedo y preocupación, registraste cualquier forma de entrar en tu casa. Sacaste un par de conclusiones, la primera, que nada había sido forzado, el polvo en las ventanas seguía allí, y todo estaba tal cual. Solo había una explicación a todo aquello: Habían entrado por la puerta principal, y lo peor era que habían burlando, aun así, todas tus medidas de seguridad.

Tras llegar a esta conclusión que te hizo pensar que lo mejor era cambiar la cerradura, abriste el cajón. Dentro había algo tan obvio como estúpido. Un billete de cinco dólares. Pero lo peor fue que recordaste que la entrada a la Antigua Misión de Asís, eran cinco dólares. Demasiada casualidad... y en tu mundo, la casualidad no existía.

No pudiste dormir. Pero los nervios y el café te hicieron estar más despierto de lo que habías estado en tu vida. Tomaste tus cosas y saliste de allí: ni siquiera te aseguraste de poner tus típicas trampas para saber si alguien había entrado. Fuiste hasta la Misión. El edificio estaba bastante tranquilo, en silencio. Era de buena mañana, y aun no había salido el sol. Pagaste la entrada, y te dieron un tíquet.

El lugar era oscuro y pequeño. Estaba prácticamente vacio. Prácticamente, por que por delante tuyo había dos o tres personas. Hombres que parecían estar rezando u orando en aquel lugar. No les hiciste caso, y seguiste las ordenes del email al dedillo. Te sentaste en el último banco, y dejaste la entrada del lugar sobre el banco delantero.

No paso nada.

Durante los primeros tres minutos.

Entonces, entró alguien que pasó por tu lado, y recogió el tíquet, sentándose donde lo habías puesto, delante tuyo. Parecía un hombre de unos cuarenta y pico, no le habías visto la cara, pero iba abrigado hasta el cuello y con un sombrero de ala.

Tras unos segundos de silencio, alzó la mirada hacia el frente, y en un susurro que pudiste oír, dijo:

- ¿Deseas saber toda la verdad? -

Cuando el hombre se sentó delante de mi miré a mi alrededor, buscando miradas por parte de los supuestos parroquianos de la misión, me revolvía nervioso intermiténtemente, pero intentando aparentar seguridad mire fijo a mi interlocutor.

"¿habría venido aquí de no ser así? Tiene usted respuestas de verdad o voy a tener que superar mas acertijos y enigmas"

No podía mostrar flaqueza en ese momento fundamental, pero no podía evitar pensar que aquel edificio histórico era una ratonera.

Las puertas se cerraron con un único y fuerte golpe.

Y a partir de aquí, todo pareció marchar a cámara lenta. Como si de una serie patrocinada por la BBC o la FOX se tratara, todo pareció marchar lento. La mayoría de presentes no parecieron inmutarse de lo que estaba pasando, a pesar de haber mirado una única vez hacia atrás, y contemplar de quien eran aquellos pasos que ahora resonaban por toda la estancia, acercandose hacia ti.

Esta gente, ahora más consciente de lo que pasaba a tu espalda que tu mismo, comenzaron a caminar hacia el final de la habitación, donde había otra puerta, pequeña, por la cual comenzaron a entrar en orden y silencio, como si estuvieran organizados, como si huyeran de algo sin decir palabra. Y entonces, en tu campo visual, por el rabillo del ojo, viste como se alzaba un arma.

Solo sonó una vez. Un suave sonido que te erizó los pelos de la nuca. Al volver a mirar hacia delante, el hombre que te había hablado tenía un punto rojo en la nuca, del cual brotaba un fino hilo de liquido rojo. Quien fuera el autor, te puso la mano en el hombro para que no te movieras, y guardó el arma.

- Nos has ahorrado muchos problemas, "Omicron". - La voz sonaba pausada, ranquila, satisfecha. - Mis amigos ahora harán el resto con los que estan... intentando huir. No tenemos muchos tiempo ¿Verdad? - Preguntó, dibujando una pequeña sonrisa.

- Queremos recompensarte con todas tus respuestas, y mucho más. Así que guarda esto hasta el día treinta de diciembre, y ábrelo. Allí nos veremos. No intentes explicarle a nadie lo que pasó aquí hoy. Por tu... propio bien. - soltó una risilla que sonó más infantil que otra cosa. Quizás propia de una mente demente o enferma. Lo que si pudiste ver era que, ahora, por encima de tu hombro, alguien te tendía un pequeño sobre.

- Nos vemos en fin de año. - Comentó, soltandote y girandose hacia la puerta, caminando hacia la salida.

No pude reaccionar, cuando vi el carro de aquella pistola retroceder el miedo heló mi sangre, y esta mis huesos; En mi cabeza solo cabía una palabra: ¿Que?

¿¿¿¿¿QUE QUE QUE QUE QUE QUE QUE QUE QUE QUE????? 

El hombre que se había citado conmigo llacía muerto, aquel hombre ominoso... 

En el momento en que mi cuerpo quiso reaccionar la mano del asesino evitó que saltara como un resorte. Normalmente este gesto sería tranquilizador, una mano firme dando apoyo, confianza. Por algún motivo la mano de este hombre inspiraba de todo menos confianza. Sus palabras me ayudaron a reconducir mis pensamientos... mas allá de la imagen de haber presenciado mi primer asesinato en directo, a sangre fría. De eso y de la nausea que el hecho me producía. Me dí entonces cuenta de que mis sospechas eran ciertas, aquellos casuales eran en realidad agentes encubiertos que apoyaban al difunto. 

¿Que poderes estaban luchando mediante estos hombres? ¿A quien acababa de beneficiar? ¿En que lio te estas metiendo Travis? Cogí el sobre que me tendían mas por inercia que por otra cosa, pero no estaba ausente, oooooh no ¿como estarlo? Escuché atentamente las palabras y promesas de ese hombre, y solo atiné a hacer una pregunta estúpida

"¿¿Pero quien diablos es usted??"

A veces eres la bomba Travis... la bomba ¬¬

Aquel hombre, enfundado en aquel carísimo traje se detuvo mientras apoyaba la mano en la puerta de la iglesia, sin abrirla todavía. Estaba mirando el suelo cuando hiciste aquella pregunta. Y pudiste ver como se incorporaba, una vez más, erguido y recto, girandose solo parcialmente hacia a ti, con una diminuta sonrisa.

Te miró por encima del hombro, durante unos segundos. Fijamente. No parpadeó en todo aquel tiempo que tuvo la vista clavada en ti, y se hizo el silencio en el interior de la iglesia, donde aun retumbaba el peso de tus últimas palabras.

- Tu futuro mejor amigo, Travis... -

Y nada más decir eso, estalló en carcajadas. Unas carcajadas que retumbarón por toda la iglesia, haciendo eco y rompiendo un silencio que te daba menos miedo, que aquellas carcajadas, en lo que debía ser un caso grave de bipolaridad.

- ¡Hasta la vista! -

 El se despide, sale del edificio y yo apenas puedo empezar a volver a respirar, mi mente aún está atenazada por su aura de demencia y las lágrimas corren por mis mejillas sin que yo pueda hacer nada para evitarlo.

No se cuanto tiempo pude quedarme inmóvil en el sitio, rígido como en un tiempo estaría el cuerpo sin vida que yacía cerca de mí... al parecer no el suficiente para que la policía me encontrase al lado del tipo, así que reaccioné y salí de allí como alma que lleva el diablo.

Los siguientes días fueron agónicos. Avisé en el trabajo que estaría unos días sin ir, cuatro bulos sobre problemas personales que entraron como la seda, quizás por que mi voz quebradiza como el acero mal forjado ayudó bastante. Esto me permitió atrincherarme LITERALMENTE en mi casa, cogí víveres hasta el día marcado y atranqué la puerta del piso al volver, apenas vería la luz del sol hasta entonces. Mi mente estaba enfervorecida, y varias corrientes de pensamiento se enroscaban y me atormentaban mientras observaba aquel sobre. El café se convirtió en mi aliado contra el sueño, me horrorizaba la sola idea de caer dormido... pues entre sueños revivía aquella experiencia atroz y aquella carcajada que se había quedado grabada a fuego en mi cerebro. 

Una parte de mí me decía "arroja al fuego ese sobre y olvídate de esto Travis" pero si esa voz había sido en otro tiempo bastante débil, ahora era un grito de auxilio lanzado a la nada. 

Así fuí agotando los días que quedaban, los notaba quemarse y desvanecerse en el aire junto a mi cordura, como una varilla de incienso.

Por fín el momento había llegado, de una manera u otra, para bien o para mal, al fín sería libre... AL FIN