Algo extraño pasa, ya que, en cuanto alzas la voz, cuando gritas, cuando saltas de la ambulancia ante la sorpresa de cuantos hay presentes y te acercas al enfermero y Zack, este último te mira con cara de no entender nada, pero el enfermero derrama el agua destilada sobre el cadáver, mirándote fijamente con cierto desafío.
Esto hace que Zack se dé la vuelta, cuando el agua le salpica. -¿Que cojones...? - Comienza a decir, cuando el enfermero le pega un empujón, y echa a correr hacia el callejón. Los únicos policías en aquel momento en el callejón son dos de esos policías atrofiados a donuts matutinos y cafés que dan dos pasos rápidos hacia el ahora sospechoso, pero no le dan alcance por mucho.
- ¡Cogedlo! - Gritó Zack sin moverse del sitio, mientras David, desde la ambulancia alzó la mirada para ver qué pasaba, incluso incorporándose con cierto gesto de sorpresa.
Todo paso muy deprisa.
Pero para ti todo fue tan lento, que pudiste analizar cuanto paso. Aquel enfermero, derramando el agua sobre el cadáver adrede por alguna razón que desconocías. Aquella mirada de desafío, dirigida a ti. Y aquella repentina carrera en cuanto cruzó la mirada contigo, que denotaba culpabilidad, al menos, parte de ella, por algún motivo.
Podías alcanzarlo. Sabías que podías por que por aquel callejón, se marchaba el caso de tu vida.
Suspiro. Casi sonrío. Por supuesto. Aquí está la oportunidad que estaba esperando. Al fin. Al menos ha pasado ante testigos y no soy la única que lo ve, porque si no David me acusaría de estar persiguiendo humo.
Lanzo una mirada muy significativa a mi hermano, una que le indica que ésa es la clave, que tiene que reunir todo lo que pueda sobre el personaje aunque aquí vaya a reinar la más absoluta locura dentro de unos segundos. Tiene que darse cuenta de que todo está conectado. Llamar a un puto helicóptero, a la armada, a 007, a un escuadrón de Ángeles Azules.
- ¡David! - es todo lo que digo antes de echar a correr hacia el enfermero. Pero creo que bastará
¿Tiro algo? Altetismo o así?
Por supuesto, en cuanto pasó todo aquello, David, tu hermano, se puso en pie. Como si de un gigante despertaro se tratara, como de un titán ansioso de sangre y venganza. El problema era que David llevaba mucho tiempo sin correr detrás de los malos, aun así, comenzó a correr en tu dirección, no tan rápido como tu. Varios policias comenzarón a correr detrás tuyo, y por lo tanto, detrás del enfermero sospechoso.
Pero tu eras más rápida.
Aquel hombre corría, metiendose por oscuras y estrechas callejuelas. Parecía conocerselas muy bien, o al menos, tener mucha suerte con la elección de sus giros. Tu, por tu parte, solo tenías un objetivo: seguir adelante, seguir aquella persecución, saltar esquivando escombros y basura por el suelo, hasta que al girarla esquina, lo descubres en un callejón sin salida, dandole patadas a una puerta metalica ocn intención de tirarla abajo y seguir huyendo. Giró la cabeza hacia ti y se apartó de la puerta, retrocediendo hasta que su espalda tocó con la pared. - No importa lo que a mi me pase, Williams. El Heraldo de la Muerte ha puesto sus ojos sobre tí. Es el final del camino. -
¿Estaba diciendo que se había dejado descubrir para que le siguieras? ¿Que te había llevado allí a posta? No, era imposible... ¿O no? ¿Y si decía la verdad? ¿Por qué te había llevado hasta allí entonces?
No hace falta, esta escena es puramente interpretativa... tienes éxito en todo lo que hagas xD
Genial, un pirado...El Heraldo de la Muerte...mi mente empieza a analizar la sintaxis rápidamente. "Heraldo" es un término arcaico, medieval o incluso anterior. No usar "mensajero", por ejemplo, indica o bien antigüedad o bien el deseo de antigüedad. Por tanto empiezo a visualizar ésos cultos oscuros del Londres Victoriano, ésas reuniones ocultistas en museos. La "Muerte" también es una imagen común en ésos círculos, puesto que todos los que pertenecen a ésos cultos quieren o bien trascender a la muerte o bien recuperar a alguien de entre los muertos. Ojalá yo pudiera creer en ésas tonterías...
El hecho de que me hubiera, aparentemente, conducido, para decirme aquello, indicaba que había alguien que se creía un genio del crimen y quería jugar al gato y el ratón. ¿A todos los detectives geniales nos pasan ésas cosas? Gajes del oficio, supongo.
- No me lo digas; vas a morder una píldora de cianuro ahora que me has dejado tu mensaje - digo despectiva
- No seas presa de tu propia vanidad como lo hizo tu hermano. Deseas algo que yo tengo. La llave. Eres diferente, él lo sabe y por ello desea conocerte. Desea mostrarte la grandeza de aquello que ahora no comprendes. Ahora solo depende de ti. - Sacó entonces dos cosas de cada uno de los bolsillos.
Lo primero, una carta.
A penas había luz, pero estaba claro que era una carta. Y que tu nombre estaba escrito en ella con grandes y perfectas letras. en un lento gesto, casi hipnótico, movió la carta delante suyo. - Te hago entrega de la llave manchada en sangre. - Y mordió uno de los extremos, sujetándola con los dientes. Tras eso, sacó algo más del bolsillo.
Lo segundo, una pistola.
Y sin más tiempo de reacción, la puso bajo su mandíbula, apuntando hacia su propia cabeza, y apretó el gatillo en un disparo que resonó por las paredes del callejón, y que posiblemente alarmara a los policías que estaban buscándoos. Aquello provocó la muerte instantánea del hombre, que cayó al suelo con aquella carta metida en la boca, y ahora, parcialmente manchada de sangre.
Todo había pasado muy deprisa.
Y ahora, podías escuchar a tu hermano correr por las callejuelas gritando tu nombre. Pronto aquello se llenaría de policías ineptos que te joderían cualquier posible caso.
Doy el respingo obligatorio cuando el ¡BAM!, mientras se esparcen la sangre y los sesos. Pero mi único gesto en realidad es enarcar la ceja. Para ser "él" tan poderoso y maquiavélico, no se lo estaba currando mucho. Un secuaz suicida, mira tú, marcando paquete al más puro estilo sectario, confirmando mis sospechas. Es cierto que me ha sorprendido que fuera el enfermero, porque ordenar matarse a un agente tan valioso es un auténtico despilfarro. Eso indica, claro, que tiene los suficientes enfermeros (y por tanto, presumiblemente, otras personas cualificadas capaces de tapar sus asesinatos, como gente en la fiscalía, en la jerarquía policial...) como para matar uno en una demostración estúpida.
Tengo que coger la carta antes de que llegue el personal. Tengo el corazón acelerado. A pesar de que empiece muy años veinte, este caso promete mucho, mucho. Necesito tiempo para leer la carta a mi manera.
Avanzo rápidamente sobre el cuerpo, cogiendo rápidamente la carta y echando un vistazo rápido a todo antes de que se me vengan encima mis "aliados".
Te agachas junto al cadaver. Te sorprende en primer lugar que el arma que llevaba el enfermero, es el arma reglamentaria de la policia de San Francisco. La carta esta manchada en sangre, pero por suerte, la sangre no había manchado el documento que contenía el sobre.
Dentro, una carta con un mensaje excesivamente sencillo. Una citación a tu nombre. Un lugar, una fecha, una regla de etiqueta. Un nombre.
"Mortimer"
Y nada más. Demasiado obvio y demasiado sencillo. Demasiado fácil. Demasiado evidente. Pero cuando sacaste la carta, con intención de deshacerte del sobre, viste que en el sobre, en su interior aun quedba escrito algo. A meno, en lápiz.
"Todo es culpa tuya, Eve."
Pero por desgracia, los pasos de alguien caminar hacia ti se hicieron obvios, y por la frecuencia de los pasos y el perfume que arrastraba el aire, era tu hermano. Se paró detrá tuyo, sin decirte nada. Limitandose a mirarte mientras estabas de espaldas.
Una pipa de la policía. Por supuesto. De nuevo, indicios de que esto es grande y que tiene extensión en muchos de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad. Una pistola de la policía se puede conseguir en la calle, claro, pero cualquiera con dos dedos de frente sabe que es estúpido comprar un arma que indudablemente va a ser rastreada.
Memorizo la hora, el lugar y la fecha. Y el nombre de Mortimer. Dios, parece de genio malvado de novela negra...del clásico vampiro de las historias del siglo XIX. El vampiro Mortimer, en su mansión londinense, con sus clásicos ropajes y su acento extranjero. Como si lo viera. Definitivamente, esta secta tiene un rollo "cine independiente" muy estrafalario, no entiendo como captan adeptos. Pero a pesar de todo, guardo la carta.
"Todo es culpa tuya, Eve".
Me sienta mucho peor de lo que podría imaginar. Como una maldita patada. De lo primero que enseñan en crimonología es que los asesinos matan, y si no se obsesionan contigo se obsesionan con otro, pero matan, y nunca es culpa del detective. Pero la muerte de alguien cercano para mi hermano para llamar mi atención no responde tanto a un asesinato de piscópata, a pesar del modus, como a un intento de un genio enfermizo de atraerme a su juego. Es culpa mía, culpa de ser demasiado lista y de demostrarlo constantemente. Si no fuera yo, la chica de David estaría viva, seguramente, pero habría otra persona, la chica del hermano de otra genio, por ejemplo, muerta para darle un toque. No lo sé, no puedo pensar con claridad...
Me pongo en pie sin mirar a David.
- Voy a atraparle - digo -. Pero lo voy a hacer a mi manera
Mi voz es neutra, pero estoy furiosa por dentro. Está bien, "Mortimer". Has conseguido que sea personal.
- ¿Eve? - Se limitó a preguntar tras aquella frase más propia de un vengador sacado de un cómic, que de una detective privada. - ¿...qué ha pasado? ¿Qué has hecho? - Preguntó, acercandose aun más a ti, mirando ahora por encima de tu hombro al hombre en el suelo, tendido sobre el piso.
- Iré a avisar a los demás para que se encarguen del cuerpo. ¿Estás tu bien? - Te miró de reojo. Sabías que era una pregunta de cortesía. No es que tu hermano no quisiera hablar contigo, o no se preocupara por ti. Es que suponía que, con tu friañdad, simplemente estuvieras bien, sin importar lo que acababa de pasar.
- ¿Sabes porque se ha suicidado? -
- Si...
Casi me vengo abajo y pierdo toda la dignidad. Evidentemente no estoy bien. Que le eche cinismo y sarcasmo a la vida no significa que pueda ver cómo un tío se peina con pistola sin alterarme. Seguramente a David le pasa lo mismo, y sin duda se ha dado cuenta de que estoy afectada por ésa frase a lo Batman que he dicho sin pensar. Maldita sea...tengo que recuperar el control.
- Le he acorralado, me ha soltado un montón de tonterías sobre, imagino, su secta, y se ha pegado un tiro
No sé si contarle lo de la carta. No sé si lo sabrá ya.
- Había enviado su mensaje - contesto encogiéndome de hombros y tratando de que no me tiemblen -. Imagino que les lavarán bien el cerebro donde se lo hayan lavado a él. No creo que sea fortuito, o que se haya sentido acorralado, me parece que me ha traído hasta aquí con toda la intención de suicidarse
Suspiro.
- No hace falta que te diga que hay que buscar marcas en cada centímetro de su cuerpo y con cada contraste que tenga el laboratorio. Y estoy segura de que dentro de poco sabrás cómo llamaba a su abuelita. Si hacemos un perfil de este tío, podríamos intentar extrapolar a su secta...aunque no tengo muchas esperanzas
Me giro y le miro, con cierta culpabilidad por estar guardándome lo de la carta, la dirección y el malvado Mortimer, el Heraldo de la Muerte. No necesito ayuda ni estorbos. Lo voy a hacer sola. Aunque si lo conozco, en lugar de decirme nada, David caerá en intentar demostrar que es más listo y me espiará.
- Eve. - Dijo, simplemente, observándote. No pudo evitarlo, tras decir tu nombre miró hacia atrás, hacia el cuerpo inerte de aquel hombre. David estaba preocupado por ti. Te conocía, y por mucho que intentaras ocultarlo, te veía afectada por alguna razón. Pero, esta vez, simplemente, llevó la mano hasta tu hombro y te dio un pequeño apretón.
Se había dado cuenta que lo que había comenzado por él, le había acabado salpicando a ella. Y ahora lamentaba que por su culpa, ella se viera involucrada en todo aquello. - No tienes porque hacer esto. - Acabó por decirte, con un largo suspiro. Sabía que aquella frase estaba de más, que tu si lo harías, por ti, por resolver el caso, por no abandonar algo. Pero que lo harías.
- ¿Qué mensaje envió? - Le pareció extraño a David, que alguien pudiera ser tan fanático como para entregar un mensaje y volarse la cabeza de un disparo. No le veía sentido, pero la evidencia estaba allí, tendida en aquel frío y oscuro callejón.
- Yo me encargaré de todo. Vuelve a casa, Eve. Descansa, mañana será otro día... yo me encargaré de todo a partir de aquí. - Por el brillo en sus ojos, sabías que él se había dado cuenta que ocultabas algo. Peor al igual que tu no le preguntaste antes, él no lo hizo ahora en una extraña lealtad entre hermanos, y un "no quiero preguntar por que tu no quieres contestar".
Qué considerado por parte de mi hermano preocuparse por mí. Sabe que ya no puedo echarme atrás. No cuando mis cisnes negros llaman a mi puerta, cuando he escuchado el nombre del diablo de la boca de uno de sus sirvientes. No puedo rajarme. Esta vez es la buena, estoy viendo al rey contrario por primera vez, y eso es mucho más importante que yo.
- El clásico mensaje de genio malvado obsesionado - respondo a David con una tranquilidad que no siento del todo -. Tengo que ser yo, ya sabes cómo son estas cosas. Si no respetamos sus reglas se puede volver peor
Me doy la vuelta y le sonrío con confianza. Lo cierto es que el día de hoy nos ha mostrado a los dos que en el fondo, además de un montón de condescendencia, nos guardamos una profunda lealtad, y eso me ha llegado bastante. Por supuesto, no lo digo.
- Por supuesto que te encargarás de todo - asiento -. En cuanto yo cace a ése cabrón
"Todo es culpa tuya, Eve"
- Voy a necesitar un vestido que quite el aliento
- ¿Un vestido y un arma, o solo un vestido? - Preguntó. Una broma de aquel extraño humor que dejaba claro una cosa: Quería cambiar de tema. Porque sabía que tu ibas a hacer algo, nadie iba a detenerte, ni siquiera él. Pero por otro lado, sabías que estaría vigilándote. Que estaría siguiendo tus pasos y que deberías andar con pies de plomo, además de ir dos pasos por delante de tu propio hermano.
Alguien que no era tan bueno como tu. Pero mucho más bueno que los demás.
- Haz lo que debas hacer. - Fueron sus últimas palabras, mirándote a los ojos, cuando os alcanzó la caballería. La policía, que rápidamente comenzó a hacer su trabajo y comenzó a contaminar -al menos, a tus ojos- la escena del crimen. Contaminación que agradecías, pues sabías que lo máximo que encontrarían serían tus huellas por algún lado.
Entonces se hizo evidente el poder que tenía tu hermano. Cuando, misteriosamente, nadie preguntó que hacías allí, como marchabas sin rendir cuentas ante nadie. Como volvías a tu casa, con una invitación de más, con una acusación de más y con dos muertos más sobre tu consciencia.
Ahora era personal.
Este es el final del prólogo, ahora toca llegar a la fiesta :D