Los labios de Reuben se curvaron en una diminuta sonrisa ante tu reaccion y tu nerviosismo. Alargo una mano hacia ti, dejando una suave caricia que recorrio tu mejilla, hasta la base del cuello. Una caricia capaz de provocarte un escalofrio tan contradictorio como el resto de tus sentimientos. El gesto te habia gustado mas de lo que jamas reconocerias, pero, por otra parte, habia algo en el que te pedia a gritos salir de aquel lugar. - Shhh... No tengas miedo. Yo estoy aqui, contigo, ¿verdad? No hay motivos para estar nerviosos... - dijo, acercando sus labios a tu oido, casi rozandolo con ellos.
Y fue justo en aquel instante cuando oiste el "cling" del ascensor, cuando Reuben se separó de ti, mirandote aun durante unos segundos, con aquella misma y enigmatica sonrisa en los labios.
La puerta del ascensor se abrio entonces y en aquella ocasion si que pudiste ver el numero 7 iluminado en el panel de control. Fue entonces cuando aquella música llegó hasta tus oidos, desde aquel amplio pasillo que se extendia ante vosotros, cubierto por aquella exquisita alfombra. Un pasillo lleno de puertas cerradas. Todas, a excepcion de una: la misma de la que salia aquella melodia.
De repente, viste la mano de Reuben extendida hacia ti, en una clara invitacion a que le acompañaras por aquel lugar, a que terminarais de recorrer juntos aquellos escasos metros que os separaban de aquella dulce melodia, de aquel lugar que estaba a atraerte de forma tan irracional e irremediable como el propio Reuben.
Las sensaciones que despertaba en mí Reuben eran del todo contradictorias. Sentir su caricia me agradaba de la misma forma que me repelía. Me gustaba, no podía negarlo, sentir que alguien se mostrara así de cariñoso y atento conmigo era algo a lo que no estaba acostumbrada, pero por otra parte... Por otra parte todos mis sentidos me gritaban que tenía que escapar de allí, que todo era una trampa. Pero ¿una trampa de qué? ¿Por qué? ¿Para qué? Me estremecí, no sólo por la caricia o por sentir sus labios tan cerca de mi rostro, no, era algo más que no supe identificar.
Di un pequeño respingo cuando el ascensor se paró mostrando que ya habíamos llegado a la planta siete. Cuando las puertas se abrieron y pude ver el pasillo que se extendía ante nosotros, el temor volvió a mí. Pero, igual que dicen que la música amansa a las fieras, los acordes que llegaban hasta mis oídos consiguieron calmarme. Respiré hondo antes de coger la mano que Reuben me tendía.
Caminamos por el pasillo acercándonos a la música que, a excepción de todas las puertas que permanecían cerradas, salía de la única que se mantenía abierta. Era algo hipnótico, demasiado atrayente como para rechaz saber qué había en aquella sala. Era una necesidad que, poco a poco, crecía dentro de mí. Tenía que entrar en aquella habitación y, por mucho que quisiera salir corriendo de allí, saber qué se escondía, conocer todas las preguntas que Reuben no me había querido contestar.
Algo me decía que allí dentro estaban todas las respuesta, por fin sabría el motivo de mi presencia en esa fiesta y el porqué yo era importante para alguien.
Perdón por el retraso, me despisté con este post. Lo siento.
La sala era sencillamente espectacular. Una mezcla de buen gusto con cierto aire clásico y un enorme piano de cola en el centro de la sala, coronada por unos enorme ventanales que mostraban la noche de San Francisco en todo su esplendor.
A lo largo de la estancia, exquisitamente decorada, algunas estatuas de corte clásico decoraban aquel inmejorable ambiente en el que apena habria media docena de personas, que ni siquiera parecieron reparar en vosotros al llegar.
Aquel piano seguia sonando, tocado por una mujer de aspecto bello y delicado y piel de porcelana, como sus dedos.
Nada más entrar, Reuben se deslizó hasta tu espalda, pasando un brazo por tus hombros, mientras te guiaba hacia aquellos enormes ventanales, tomandose su tiempo para llegar- Dime, Erika. - dijo, en una de las pocas ocasiones que te habia llamado por tu nombre- ¿Que le falta a este lugar para ser perfecto? - pregunto, acercando sus labios a tu oido, apenas rozandolo con ellos, sin trampa ni carton, esperando que fueras sincera con él, que le hablaras de tus mas profundos deseos.
Aquella sala era impresionante. La belleza de la decoración y la elegancia de los pocos presentes en ella, me cautivaba y abrumaba. En cada esquina, en cada pieza, en cada detalle, se notaba el refinamiento de su dueño. Me sorprendía que hubiera tan poca gente en un lugar donde la perfección se respiraba en todas partes.
Me fijé en la mujer que tocaba con tal delicadeza el piano. Era hermosa, de una belleza que no parecía humana, la representación de un ángel gótico, ideal para uno de mis dibujos. Y en ello pensé. Aquel lugar y aquellas personas podían ser la base para uno de mis cómics.
Volví a estremecerme cuando sentí a Reuben junto a mí, mientras me señalaba el impresionante espectáculo que se abría ante mis ojos. La ciudad iluminada bajo la noche, se veía imponente. Me quedé extrañada ante sus palabras y, más aún, ante su pregunta.
-No... No entiendo lo que quieres decir. Este lugar ya me parece perfecto tal y como está.
Eras perfectamente consciente de la cercania de Reuben quien, a pesar de no mantener ningun contacto contigo, habia sido capaz de provocarte un escalofrio. Y fuiste tambien perfectamente consciente, a pesar de ver tan solo su reflejo en el cristal que habia frente a ti, de como aquella diminuta sonrisa se habia curvado en sus labios, que casi llegaban a rozar tu oido, al escuchar tu respuesta.
-¿De verdad no cambiarias nada, absolutamente nada? ¿Ni siquiera la compañia? - te susurro, con un tono que dejaba claro que buscaba sinceridad, y no adulacion. Y pudiste ver como sus ojos se clavaban en los tuyos a traves del cristal. Una mirada penetrante, cautivadora, capaz de hacerte sentir que, efectivamente, Reuben podia ser el unico hombre en tu mundo.
Desde que habíamos recibido la invitación hasta el momento en el que entramos en aquel fastuoso edificio, había pensado que mi pareja durante toda la noche, o por lo menos la mayor parte del tiempo, sería Sacha, pero desde que Reuben y su hermana nos habían separado mi cabeza apenas había pensado en él más de unos segundos seguidos. Y ahora, mientras miraba el reflejo de mi acompañante junto al mío en el cristal, me preguntaba si en verdad Sacha era la persona indicada para mí.
Tenía que reconocer que Reuben despertaba en mí unos instintos incontrolables, era algo más que una atracción sexual, su elegancia, modales y lenguaje parecían provenir de un tiempo lejano que chocaba con el mundo actual. A pesar de que mi cabeza sólo sabía gritarme que no me fiara, que me tenía que apartar de él, en su presencia me sentía querida, admirada y apreciada. Pocas personas como él conseguían hacerme estremecer sólo con su presencia, mejor dicho... nadie había conseguido que me estremeciera sólo sabiendo que estaba conmigo.
Me giré para enfrentarme a él, para enfrentarme a sus ojos.
-No, no cambiaría nada. Está bien como está.
Mi voz sonó como un susurro al igual que había sonado la de él.
Una afilada sonrisa se dibujo en los labios de Reuben que te miro, asintiendo, satisfecho con lo que acababa de escuchar. Y entonces hizo algo que no habia hecho en todo aquel tiempo hasta entonces: rompio la distancia que habia contigo, deslizando una mano hasta tu cintura, en un gesto que pretendia atraerte ligeramente hacia el. No demasiado, pero si lo suficiente como para que quedara claro que aquello era mutuo.
-En ese caso, no hay nada que me impida continuar con esto. -dijo Reuben, acercando tambien su rostro al tuyo, apenas rozando durante una milesima de segundo su nariz con la tuya, como si estuviera a punto de sellar aquellas palabras con un beso que no terminaba de llegar.
-Dime, Erika... Si te dijera que puedo ofrecerte algo que nadie más puede darte... si te ofreciera salir de tu vida, de la monotonia, del mundo que te rodea.... Si te dijera que puedo ofrecerte todo lo que deseas y mucho mas.. si te pidiera que te quedaras a mi lado para siempre, por siempre jamas... ¿Que me dirias? - susurro el hombre, con un tono capaz de encandilar a cualquiera que lo escuchara, capaz de hacer que la mente se embotara, que costara razonar en medio de todo aquello. Aquella voz, aquel hombre, eran atrayentes, al igual que sus promesas y sus palabras.
Y aquel, sin duda, era el lugar perfecto.
Quizás toda mi vida había estado esperando este momento. Sentía mi respiración entrecortada, mi boca entreabierta anhelante ante lo que pudiera acontecer, un escalofrío recorriendo mi espalda. Su voz y sus ojos, hipnóticos, me tenían completamente atrapada. Escuchaba palabras que siempre había querido oír, la atracción era demasiado fuerte para ser capaz de rechazarla.
Todo lo que deseo... Pero ¿cuáles son realmente mis deseos?
Fueran cuales fueran estaba convencida que Reuben los descubriría. Me conocía mejor que yo misma y eso era algo que en el fondo, muy en el fondo, me asustaba. Pero ¿cómo ser capaz de rechazar las promesas que me hacía?
-Por siempre jamás... Suena muy romántico y poético. Por siempre jamás... Lo triste es saber lo limitada que es nuestra vida, aunque... Sí, aceptaría. Me quedaría a tu lado el resto de mi vida si me prometes sacarme de la rutina en la que vivo.
Reuben no deshizo aquella cercania. Al contrario, tu respuesta no solo provoco que una delgada sonrisa se dibujara en sus labios, sino que propiciera un nuevo roce de su nariz con la tuya, como una eventual caricia que formaba parte de un juego con el que Reuben parecia estar mas que satisfecho de momento.
Y te dejo hablar, tranquilamente, aunque la sonrisilla volvio a afilarse cuando hablaste de lo efimero de la existencia humana- ¿Lo es? - se limito a preguntar, mientras seguia aferrado a tu cintura, con su mirada fija en la tuya.
Sin embargo, no siguio avanzando, ni dio ningun paso mas. Prefirio mantener aquel juego, aquella tension mientras seguia formulando todas aquellas preguntas que, por alguna razon, tenias claro que podian ser el pasaporte a una vida mejor, la respuesta a todos tus deseos, a todas tus suplicas, a todos tus ruegos.
-Y dime, Erika. Si pudieras elegir... ¿Como te gustaria que fuera tu vida a partir de ahora? - fue su segunda pregunta, apenas un susurro capaz de erizar la piel a cualquiera.
Me sentía igual que si caminara hacia un abismo. Sabía lo peligroso que era, o por lo menos mi cabeza no dejaba de mandar mensajes de aviso, pero a la vez era tan atrayente, tan subyugante, que era incapaz de pararme. Necesitaba llegar al borde, necesitaba despojarme de mis miedos y saltar al vacío.
-Sí, la vida es efímera, pasa en un suspiro. Cuando nos sentimos preparados para vivirla a fondo, nos damos cuenta que ya ha pasado, que ya es demasiado tarde. Sólo las grandes obras prevalecen, esas quedan imborrables en la memoria de los hombres que saben admirarlas.
Sí, eso era lo que yo quería en el fondo... reconocimiento, y si no podía obtenerlo en vida por lo menos quería legar algo que perdurara tras mi muerte.
-Quiero la paz que da el silencio pero no el olvido. Quiero que las musas me inspiren eternamente, crear un legado artístico duradero, que el mundo admire mi obra y mi talento pero... -Sí, pero. Había un pero. La fama estaba muy bien pero tenía un precio demasiado caro, un precio que yo no estaba dispuesta a pagar-. No quisiera empeñar mi libertad ni mi privacidad por ese sueño.
Su sonrisa se afilo a medida que te escuchaba, como si todo aquello fuera musica para sus oidos, como si le agradara lo que estaba escuchando de tus labios, toda aquella poesia con forma de sueños que brotaba de ellos. Y, a pesar de que cualquier otra persona en su situacion habria aprovechado aquel momento para sellar tus palabras con un beso, lo cierto es que el no se movio. Mas bien parecio tensarse ligeramente mas, como si estuviera luchando contra su propio instinto, como si controlar aquellos impulsos fueran una tarea cada vez mas dificil, a medida que iba aumentando su interes y su deseo por ti.
-¿Y si pudiera darte lo que deseas, sin que nadie supiera quien eres, dejando que el mundo conozca solo tu nombre, pero no tu rostro?¿Y si hiciera que todos fueran presos del deseo de conocerte, de saber quien se oculta tras tanta belleza, tras esas obras perfectas y eternas? ¿Y si fueras libre de crear, libre de hacer, libre de vivir lo que quisieras, como quisieras, cuando quisieras? ¿Y si pudiera hacerte... inmortal? - susurro entonces Reuben que en un gesto que podias interpretar perfectamente como un acto de contencion, acabo por desviar sus labios hacia tu oido, manteniendo el resto de cercania, para susurrarte aquellas ultimas palabras- ¿Aceptarias, Erika?
En otras circunstancias me apartaría con un empujón de cualquiera que se atreviera, sin conocerlo, a acercarse tanto a mí, pero con Reuben era distinto. A pesar de que una vocecita en mi interior me gritaba que no me fiara del hombre, esa voz poco a poco se iba apagando y era sustituida por unas enormes ganas de abanonarme a sus encantos. Sus palabras sonaban a mis oídos como cantos de sirena y me sentía arrastrar por las promesas que salían de su boca.
-Inmortal...
Aquel podía ser un sueño hecho realidad, la respuesta a muchas preguntas. Me quedé en silencio, saboreando esa palabra, mientras mis ojos seguían colgados de los suyos.
-Si eso fuera posible... Sí, sin dudar.
Ya no sé ni con qué Reuben estoy :P
Fue aquel si, aquella confirmacion por tu parte, lo que hizo que algo se activara en Reuben. Y, en aquella ocasion pudiste sentir como era el quien se tensaba por completo, como aparecia un extraño brillo en su mirada, avivado por aquel "sí", por aquella aceptacion. De repente, durante un instante, fue como si toda aquella fachada, como si aquella apariencia suya que parecia mantenerlo todo bajo control, que le hacia parecer el perfecto dueño de la situacion, se desmoronara. Apenas fue una decima de segundo, pero fue lo suficiente como para que pudieras ver aquel deseo en el, aquel instinto que se abria paso en el hombre, al igual que en ti, sin que ninguno de los dos pudiera evitarlo.
Y entonces sucedio.
Fue como si Reuben estuviera esperando aquella confirmacion para dar el siguiente paso. Como si quisiera estar seguro de cuales eran tus deseos, de que aquello era lo que realmente anhelabas.
Y te beso. Rompio aquella sutil distancia que os separaba, dejando que aquellos gelidos labios suyos rozaran los tuyos durante un instante, para despues acabar fundiendose en el mas cautivador beso que jamas te hubieran dado. No recordabas nada igual. Jamas habias experimentado una sensacion como aquella, un cosquilleo similar al que estabas experimentando en aquel momento. Y aquella parte de ti que llevaba intentando que salieras de alli toda la noche, parecio perder fuerza, a pesar de la enorme alarma que se disparo en aquel momento. Ya era tarde, muy tarde... ¿Quien, en su sano juicio, intentaria escapar de aquel beso, de aquellos brazos que ahora te rodeaban, firmes, aunque delicados?
-Entonces te haré mía. Mía, para siempre. - susurro el hombre, en unas palabras cargadas de un increible doble sentido. Y es que, habia algo en ellas que te hizo sentir que, por alguna razon, el hombre estaba hablando en un sentido literal, y no sexual.
Y es que, en lo mas profundo de ti enseguida supiste que, con aquel beso, acababas de firmar aquel contrato, acababas de dar aquel "si quiero" que te ataria a aquel desconocido por toda la eternidad. Algo que te gusto y te aterrorizo a partes iguales, cabe decir.
La culpa es de Valy que es muy original escogiendo nombres xD
Todo cambió con mis palabras. Lo pude ver, lo pude sentir en los gestos de Reuben. Y más convencida estuve cuando, rompiendo cualquier invisible barrera que se hubiera levantado entre nosotros, se acercó definitivamente a mí. Sentí el roce de sus labios, unos labios helados que, por un instante, consiguieron que me entrara el pánico. ¿Cómo había sido posible que rompiera mis defensas de aquella forma? Yo, que siempre me había mantenido distante con la gente ahora caía rendida ante un desconocido. Le había confiado mis secretos y mis anhelos más ocultos a alguien del cual no sabía absolutamente nada. ¿Qué me había pasado para dejar de ser yo misma?
Pero aquel beso... Aquel beso consiguió que todo a mi alrededor dejara de tener importancia, consiguió que el mundo se parara, el tiempo no corría y las cosas permanecían quietas e inmutables. Sólo éramos él y yo fundidos en un beso que entrañaba un deseo como nunca antes había sentido, un deseo que no creía que existiera. Y a pesar de mis miedos, de mis dudas, mis indecisiones y mi desconfianza, me dejé llevar.
Me estremecí ante sus palabras sabiendo que ya no había vuelta atrás, que había aceptado un contrato del que nunca escaparía. Había elegido y esa decisión era inamovible. A partir de ahora, me gustara o no, era parte de Reuben.
Resultaba del todo imposible saber cuanto tiempo estuviste anclada a aquellos labios, aunque lo cierto era que poco importaba. El tiempo, la fiesta, Sacha... todo habia dejado de parecer importante, dejando paso a tus instintos, a tu deseo y a tu pasion. Por un momento, te sentiste tentada a lanzarte literalmente encima de aquel desconocido, a abandonarte a tus mas primitivos deseos y dar rienda suelta a tu frenesi alli mismo. Sin embargo, antes de que pudieras hacer o decir nada mas, aquel beso se volvio mucho mas apasionado, mucho mas brutal, y de repente sentiste como Reuben te empujaba contra la pared mas cercana, en medio de aquel arrebato de pasion.
Notastes como sus manos recorrian tu cuerpo, hasta llegar a tus muñecas, que acabo aferrando con una mezcla de fuerza, pasion y deseo. Y, de repente, tomo la iniciativa, dejando que sus labios se apartaran de los tuyos, recorriendo lentamente tu barbilla y tu menton, en direccion a tu cuello.
Y fue al llegar alli, a aquel punto, cuando Reuben ahogo por primera vez un pequeño gruñido en su garganta, algo que sin lugar a dudas podria confundirse con un jadeo o algo parecido, pero que dejaba claro que era alli donde queria estar, alli a donde queria llegar. Y que estaba a punto de tomar lo que, a aquellas alturas, ya sentia que le pertenecia.
Y asi, en un enorme ejercicio de contencion, abrio sus labios, dejando que fueran sus dientes los que recorrieran aquella tersa piel en una caricia durante unos instantes, forzandose a ser cuidadoso, a no tener prisa por tomar lo que más deseaba. -Pidemelo. Pideme que lo haga. - fue lo ultimo que dijo el hombre, tras aquella sutil caricia. Y es que aquel era el punto de no retorno. Despues de eso...
Despues de eso ya no habria vuelta atras.
Nunca antes en mi vida había sentido lo que estaba sintiendo en aquellos momentos. Cómo un simple beso podía conseguir que me olvidara de todo, que mi mente quedara vacía de todo lo superfluo, de todo lo que nos rodeaba, de todo lo que hasta ahora era conocido para mí, de todo lo que significaba seguridad, incluido Sacha. Mi mente sólo podía pensar en aquel beso y todo lo que implicaba... La pasión, el deseo descontrolado que se escondía detrás de aquel gesto que había repetido tantas veces con tantos otros, era para mí un nuevo descubrimiento.
Me olvidé de la gente, de mis miedos, de mis agobios, y me dejé llevar. Me dejé arrastrar por aquellas manos que recorrían mi cuerpo, por aquellos labios que habían bajado por mi cuello hasta detenerse.
No, ahora no... No te detengas...
Mi mente gritaba una súplica que no llegó a salir de mi boca. Mi respiración, agitada por la excitación del momento. Mi cuerpo tenso, expectante, deseoso de sentir su cuerpo pegado al mío.
Ajena a todo y a todos, con el sonido de mis propios latidos golpeando en mis oídos, llegó hasta mí la súplica. Sin pensar en las consecuencias, dejándome arrastrar por la desesperación de saber que el sueño de toda mi vida estaba tan cercano, casi lo tocaba con las puntas de los dedos, pero que aún se resistía a cumplirse; con la voz ronca por el deseo que me embargaba, ni siquiera fui consciente de las palabras que brotaban de mis labios.
—Hazlo... Hazme tuya.
Perdón, perdón, perdón... Mil perdones de verdad. Me despisté por completo con esta partida :(