Partida Rol por web

Asamblea de Bestias

Planta número 7 - Sala Uno

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28/07/2014, 02:16
Dex

Planta número siete. Sala Uno. Torre Russ.

Aún estaba acariciando tu mano, recorriendo tu piel con la yema de sus dedos en una lenta caricia que pareció alargarse eternamente. No aguantaste más, y rápidamente te giraste hacia él acercándote peligrosamente hasta sus labios. Te llamó la atención que no retrocedió, no pareció echarse atrás ni evitar aquella cercanía. Más bien, acabó por sonreír, mirándote fijamente a los ojos, como si buscara hipnotizarte.

Tu pregunta no hizo que él variara su gesto facial. Lo único que hizo fue bajar su mirada hacia tus labios, Tu lo mirabas fijamente, y no te pareció que se moviera, pero jurarías que sus labios parecían rozar los tuyos justo en el momento en el cual dijo una sola palabra.

- No. - Dijo, con una amplia sonrisa, y acariciándote el mentón con sus dedos, en una caricia que provocaba más que cualquier beso, que cualquier abrazo. En ese momento, sonó un característico ¡Clinc! del ascensor, que indicaba que habíais llegado a la planta séptima.

Las puertas se abrieron.

- Todavía. - Susurró finalmente. La mayor y última esperanza de sentir sus labios pegados a los tuyos, de poder fundir su piel con la tuya, de abandonarte a tus deseos, y los suyos. Era aquella el claro indicativo que quizás, al abrirse la puerta se había cerrado tu mejor oportunidad hasta el momento de abandonarte a aquel hombre.

Pero él se había encargado de abrirte una ventana a lo que podría pasar en un futuro cercano.

Ahora, delante de vosotros, se abría una hermosa e interesante visión. Una galería de arte, con cuadros, estatuas, alfombras y pinturas. Algunos asientos de terciopelo, la mayoría vacios. Algunos pequeños grupos de personas contemplaban las estatuas de mármol, las pinturas o el lugar en sí mismo. Todos parecían vestir de una forma exótica.

Y lo curioso era que en aquel lugar, oscuro, silencioso, tranquilo, con un suave hilo musical de música clásica contrastaba con algunas escenas que allí podían verse. Había algunas parejas besándose en algunos de aquellos sillones de terciopelo. Otros, parecían estar pintando un cuadro que en el mejor de los casos, sería clasificado de grotesco.

Pero Dex tira de ti, apartándote del ascensor, sacándote de este y atrayéndote a sus brazos. Te pega a él, y puedes sentir como huele tu perfume, como huele tu piel, y como finalmente acaba dejándote un beso en la yema del dedo corazón de la mano derecha. - Por aquí. - Te pide, tras besarte el dedo, mostrándote el camino a través de aquella galería.

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28/07/2014, 04:00
Magdalena Montero

                Su mirada baja, sus labios casi pegados a los míos, mi corazón ya a punto de reventar, y entonces me dijo… “No”….

                Sentí que la sangre se iba de mi cara, no puedo creer que me dijo que no. Nadie me había dicho que no, nunca. Todavía me miraba con un gesto de gracioso sobrador y acariciaba mi barbilla haciendo que mi deseo no se apagara ni para darme un respiro. Entonces el sonido del ascensor se activó y la puerta doble se abrió. Y, él, con la misma cara de supremacía, agregó “…todavía”.

                Salimos a una galería de arte. Él me conducía a través ella con naturalidad. Hay gente pintando cuadros que son, como mínimo, muy bizarros. Mis ojos se posan en ellos un instante, luego enfocan algunas parejas besándose sobre unos sillones de terciopelo; “afortunados…” pienso con un dejo de envidia. Veo además las estatuas de mármol y a mis oídos llega una música de fondo clásica que contrasta con el lugar, y con la gente. Están vestidos de forma exótica, y algunos solamente miran las obras, con gran concentración.

                Nunca he ido a una muestra de arte y ahora tengo tantas ganas de hacerlo como de ver veinte partidos de fútbol, o sea ninguna. “Me dijo que 'no todavía' a mí. Maldición, no es justo. No quiero esperar. Estoy acostumbrada a obtener lo que quiero cuando quiero. No es justo que este hombre me ponga así. Ahora mismo le voy a demostrar que yo no soy una cosa que le pertenezca, que yo…”

                Mis pensamientos se interrumpen cuando me arrastra a sus brazos. Besa el dedo corazón de mi mano derecha y una oleada de placer llega hasta mi ingle. Me dice por dónde ir, y lo sigo. Todo mi plan de “no me va a manejar, yo soy una persona importante, los hombres se mueren por mí" y toda la palabrería se funden como miel caliente con su contacto. No puedo decirle que no. Lo sigo, dejo que me lleve. Mis ojos ya no se fijan en la galería, sus gentes, sus obras; estoy de nuevo centrada en él.

                “No puedo decir que no, no es justo. No es justo… Oh… no importa. Mamá siempre me dijo que la vida no es justa…”

                Embobada, hipnotizada con su presencia, mis piernas se mueven tras él. El vestido ondea con su vaivén y parece que yo fuese un fantasma pálido, con las mejillas de rubí, en una galería de aire extraño, con gentes raras.

                Y se sigue sintiendo tan jodidamente bien.

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07/11/2014, 02:56
Dex

Lentamente, de una forma demasiado lenta, sus dedos fueron acariciando los tuyos hasta que rompió aquel contacto físico. Pudiste ver como sus ojos, propios de un depredador, de un cazador que observaba a su presa se clavaban en ti, mientras su sonrisa se afilaba, dejando una hilera de dientes perfectos, con una sonrisa que dejaba entrever cierto deseo por ti, y cierta satisfacción por tu estado.

Tú eras una experta en el juego, pero a su lado, parecía que habías vuelto a la liga infantil. Y aun así, el parecía tan dispuesto a enseñarte todos sus trucos, todos sus juegos, todos sus secretos...

- Dime... - Comenzó a decir, caminando un par de pasos por la sala, para acabar deteniéndose y girando sobre si mismo, contemplando el lugar. A pesar de vuestra incursión, de sus palabra por encima del tono de voz dominante del lugar, de romper el silencio, nadie pareció reparar en vosotros.

Pues aquellos que estaban mirando cuadros y esculturas, seguían mirando cuadros y esculturas. Pues aquellos que tocaban música, seguían tocando música. Y los amantes que seguían compartiendo sus labios, seguían inmersos en aquella pasión sin vergüenza ni control.

- ...qué es lo que deseas. - Acabó por decir, parándose en el centro de la sala, mirándote fijamente. - Dicen que aquí, los sueños, los deseos, las necesidades... todo... es consentido. - Acabó por decir, invitándote a acercarse a él, con un gesto de la mano.

Esperó a que te acercaras, para tomarte de una de las manos, y tirando de ti, con un gesto controlado, suficientemente fuerte como para controlar tu cuerpo, pero lo suficientemente suave y cuidado para no hacerte daño alguno.

Te hizo girar, para acabar cruzando tus brazos, agarrándote las manos y abrazarte por la espalda, pegando su cuerpo al tuyo, aspirando tu aroma mientras cierra los ojos, y acercando sus labios a tu oído.

- Pí-de-me. - Te susurró, silaba a silaba, lentamente, con un suave susurro, cálido y pasional.  

Notas de juego

¡Hora de volver!

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07/11/2014, 06:20
Magdalena Montero
Sólo para el director

 

​          Sus ojos me veían como un tigre ve a una gacela o a lo que sea que cace. No me engañaba en ese punto: él no era alguien dócil, manejable, sumiso; no era uno de mis juguetes. ¿Lo peor? Mi mente estaba perdida por él, mi cuerpo respondía a cada mínimo gesto y yo era consciente de mi peligro. Sin embargo, no parecía importarme o es que mi razonamiento se había apagado. 

 

​           Así fue como noté que todo el mundo parecía ido. “¿Yo estoy de la misma forma?”. cada uno haciendo sus cosas; desde mirar un cuadro hasta comerse a besos. Nadie nos miraba, a nadie parecía importarle. 

 

             ​Me preguntó qué deseaba y el tiempo pareció correr en cámara lenta cuando pasó, del centro de la sala, a tomar mis brazos y envolverme a espaldas a él. Mi corazón empezó a golpear con demasiada intensidad. Los colores parecían muy brillantes, su voz muy fuerte aunque era suave como el terciopelo.

​​

​               - Pí-de-me.

 

              ​“Sal de aquí… sal de aquí Magdalena; no puedes jugar en su liga. Algo en tu cabeza lo sabe, sabe que estás más allá de él. Sabes que algo está mal aquí, lo sientes. No entiendes qué pero tú… la reina de la manipulación, estás siendo manejada por un titiritero experto.”

 

​              La boca se me secó. Me costaba respirar, pensar, hacer nada con él sosteniéndome así. Todo el mundo se empezaba a desdibujar detrás de mis ojos, como si el único foco de luz fuese él. 

​               “Huye… Bella, huye…” Ese era mi nombre artístico y mi mente, quizás en un último intento trataba de separarme de mi parte loca, de Magdalena, que ya estaba en brazos del dragón.

 

​              -Quiero ser tuya…

 

​               Pero ni ella ni los ángeles, si es que existían, podían salvarme. Lo supe en el momento en que hablé.

 

 

​Estaba condenada… y lo peor, nada quería hacer para evitarlo. ¿Quién era él, que me esperaba ahora, por qué  no poseía voluntad a su lado? No tenía idea. Sólo sabía que era sensual, oscuro, magnético, peligroso… y estaba condenadamente loca por él.

Notas de juego

Wiiiiiii

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30/12/2014, 23:02
Dex

Aquellas tres palabras que escaparon de tus labios como un suspiro en la última tarde de verano parecieron no solo contentar, además complacer y satisfacer a tu interlocutor. El mismo que te miraba directamente a los ojos, y del cual podías notar que miraba más allá de ellos. Podías notar como miraba dentro de ti, como si escudriñara tu alma en busca de los secretos más oscuros, de tus deseos más privados.

Durante un solo instante, te pareció ver que se relamía. Que estaba disfrutando, no solo de tu presencia, no solo de tus palabras. También de todo aquello que podía percibir dentro de ti. Que disfrutaba de tus deseos, de tus necesidades. Alargó la mano hasta tu mentón, acariciándolo con los dedos, en una larga y suave caricia sin hacer apenas presión.

Como si conociera con exactitud cada milímetro de tu piel y fuera sabedor de cómo te gustaba ser acariciada, como te gustaba ser deseada. Pasó su mirada por tu piel, como si buscara algo en ella. Y si lo mirabas, podías ver no solo el deseo, también el ansia de posesión. De poseerte. Aquella mirada que cualquier mujer desearía, mientras se acercaba a ti.

Hasta que clavó su mirada en tus labios, y tu pudiste sentir la pared a tu espalda. De alguna forma, te había arrinconado contra la pared, llevando una mano a cada lateral de tu cuerpo, encerrándote entre su cuerpo, sus brazos, y la pared. En aquel momento pudiste sentirte como cualquier colegiala a la cual el chico más guapo del instituto acababa de arrinconar para pedirle una cita.

Una cita que cualquier chica deseaba.

Acercó sus labios a tu oído, bajando el tono de voz ligeramente para susurrarte algo, con un tono de voz muy bajo.

- Concedido. -

Y al apartarse, siguió mirándote a los ojos, en silencio. Parecía que esperaba algo de ti, pero en aquel preciso momento en el que fuiste a moverte, en el que fuiste a decir algo, sus labios se movieron para decir algo más. - Pero existe una condición. - Acabó por decir, con cierto aire juguetón que comprendía el espectro entre el susurro cargado de intención y deseo, hasta la pura diversión infantil.

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31/12/2014, 04:00
Magdalena Montero
Sólo para el director

                Le había gustado mi respuesta, algo en mí me decía que incluso era la que esperaba. Pero quizás era por la forma en que sus ojos me escrudiñaban: como si pudieran ver a través de mi alma, como si ningún secreto le fuese vedado. Sus dedos buscaron mi mentón y lo acariciaron con infinita suavidad enviando de nuevo reverberaciones por todo mi sistema nervioso. El aire me faltaba y jamás me había sentido así. La forma en que su mirada me recorrió era abrasadora, aunque tenía ojos de hielo, su mirar era de fuego. No podía creerme todo lo que me había pasado y ahora sentía que se acercaba la culminación de alguna cosa.

                “¿Pero de qué?”

                Fijó su atención en mis labios y sin darme cuenta me vi arrastrada hasta la pared. Sus brazos me cercaron por los costados. Era una jaula pero lo más exquisita y hermosa. Y yo deseaba el encierro. Cada vez perdía más y más la parte racional, ya casi ni me reconocía en la chica que solía ser.

                Sus palabras de “concedido” enviaron escalofríos de placer por mi espina dorsal. Luego se apartó pero me aclaro que había una condición. Y por la forma en que me lo decía esa cosa, esa condición no iba a ser del tipo “fírmame un autógrafo”.

                -¿Cuál? –pregunté con un hilo de voz mientras mi garganta se secaba. Sabía que iba a ser algo gordo, estaba segura de que a partir de este punto no habría vuelta atrás.

                “Pero lo quiero… no puedo negarme. No quiero negarme.” De verdad a esta altura del juego no sabía distinguir entre poder y querer, ya parecían sinónimos en mi cabeza. Era una locura, la chica que una vez fui me intentaba gritar que no podía ser algo bueno. Pero mi yo actual, con su presencia tan cercana, era incapaz de hacer alguna cosa.

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03/02/2015, 01:47
Dex

No movió sus brazos, que seguían haciendo aquella presa, aquella jaula que tan exquisita se te antojaba y de la cual no parecías tener ganas de escapar. Pero ahora, una vez tu habías lanzado aquella pregunta, aquella que parecía que Dex había provocado con su última frase, el sonrió, acercandose hasta tu oido.

- Solo mía. - Dijo en un susurro, al oido. Con un tono tan bajo que te hizo dudar realmente si había dicho o no lo que te parecía haber oido. Te quería para él. Y solo para él.

Y entonces, mordió el lóbulo de la oreja, apartandose con una pequeña sonrisa, mirandote a los ojos. Y antes de que pudieras decir nada, o hacer nada, volvió a acercarse. Pareció por un momento que sus labios y los tuyos se iban a fundir en aquel beso tan deseado que tanto se estaba haciendo de rogar. Y que seguiría haciendose de rogar, pues acercó sus labios a tu otro oido, susurrando algo más.

- Para siempre. - Dijo, simple y llanamente. Dex había puesto sus condiciones. Sus duras condiciones, y no parecía dispuesto a dejarte marchar sin aceptarlas, ya que para nublar aun más tu juicio, si esto era posible, bajó sus labios hasta una aprte desnuda de tu cuello, dejandote un húmedo beso que podría erizar la piel de la mujer más fría.

- Ahora tu decides... -Acabó por decir, apartando sus labios de tu cuello, con cierta dificultad, y quedando lo suficientemente cerca tuyo como para que con solo estirar el cuello, pudieras recibir tan deseado beso.

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03/02/2015, 12:48
Magdalena Montero
Sólo para el director

 

          Mantenía la presa con sus brazos y yo no hacía atisbo de movimiento alguno. Estaba encantada bajo su hechizo. Cuando se me acercó, mi corazón retomó esa sintonía que solo él me arrancaba. Dijo "solo mía", y antes, cuando era Magdalena y mi vida rondaba entre paparazzi, drogas y hombres varios, nunca hubiera aceptado esto. ¿Ser de alguien único, ser "fiel"? Pero yo ahora no podía concebir algo más dulce, mi cuerpo y alma ya estaban perdidas. "Ser solo suya, no suena tan mal, de hecho es como el paraíso para mis oídos.

En ese instante, mientras intentaba recuperar mi respiración, mordió el lóbulo de mi oreja y me miró con una sonrisa. El mundo comenzó a dar volteretas a mi alrededor. Su hermoso rostro se aproximó al mío como si me fuera a besar, casi tocando nuestros labios. Pero no, volvió a hacerse rogar, se alejó para decirme, cerca de mi otro oído, "para siempre". Quería su beso, por todos los dioses del cielo, lo anhelaba como si se me fuera la vida en ello.

          "Por Dios..."

          Me besó en el cuello, un segundo, apenas un roce pero ese mismo mandó ráfagas de deseo tan fuerte que me dolieron. No podía respirar, mi pulso parecía un tamborín descontrolado. Él pareció tener su propia dificultad en alejarse de mi cuello y yo, yo no quería que se alejara en absoluto. Esperó su respuesta, tan cerca que podría besarlo con estirar el cuello pero incapaz de hacerlo sin su permiso.

          -Sí... Siempre tuya, para siempre. Lo juro. Por favor... ¿Estaba rogando que me bese? Sí. Desde que él había entrado a mi vida mi ego, al menos respecto a Dex, era nulo. Yo era suya. No comprendía si el "para siempre" se refería al matrimonio o qué, pero... la verdad... no me importaba.

            

 

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14/05/2015, 01:03
Dex

Solo fueron unos segundos que se hicieron eternos. Parecieron alargarse durante horas, o incluso días. Dejaste escapar aquellas nueve palabras de forma entrecortada, con dificultad, más preocupada de contener el deseo que del tono que usabas, o la entonación. Por que estabas segura que él podía ver a traves de tus ojos y contemplar tu alma, un alma que ahora gritaba al unísono con el corazón y ahogaba la voz de la razón. un grito que pedía que lo hicieras, que lo besaras, que te entregaras.

- No será necesario... que pidas más... - Susurró. A pesar del silencio del lugar, un silencio que te ayudaba a escuchar tu propio corazón, el susurro de sus labios era casi inaudible. Sus palabras fueron saliendo, una a una y de forma lenta hasta que algo con lo que llevabas anhelando desde que lo conociste, llegara.

Sus labios, así como los tuyos se fundieron en uno solo, en un largo y húmedo beso que duró toda una vida, y a su vez, te pareció un solo segundo, un solo instante. Para cuando pudiste ser plenamente consciente de que era tuyo aquello que desebas, aquel contacto ya se había roto.

Y aun tenías ese beso pegado en tus labios, esa sensación por la que llegarías a matar por sentirla una vez más. Abriste los ojos, y para cuando lo hiciste, él ya estaba mirandote fijamente. - ...la espera ...a ...merecido la pena. - Fueron sus palabras, en un susurro tras aquel beso. Y sentiste sus dedos cerrarse entorno a tu cadera, sujetandote con fuerza.

- Ahora me gustaría que me acompañaras a un lugar un poco más privado. Solo para ti, solo para mi. -

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14/05/2015, 02:57
Magdalena Montero
Sólo para el director

                Se quedó mirándome, tan solo mirándome unos segundos pero a mí me parecía que el sol daba vueltas alrededor de la tierra mientras eso pasaba. La expectación me hacía doler, así que cuando se aproximó y juntó sus labios con los míos, era yo la que daba vueltas.

                Nunca había sentido lo que me pasó al probar su boca. Era un elixir para mí, me volvía loca, me hacía latir el corazón con un temblor incontrolable, como si las pulsaciones de electricidad que lo mantienen vivo salieran de allí a todo mi sistema nervioso. Se apropió de mis labios, de mi alma, con una forma de besar que nadie jamás me había enseñado. Estuve a punto de caer al doblarse por un momento mis rodillas.

                Entonces me soltó, no sabía cuánto había durado el beso. Sólo sentía el ardor de mis mejillas y una sensación de euforia, de conseguir algo totalmente imprescindible.

                “Fue perfecto, fue más que perfecto… no puedo vivir si eso. No quiero que algún día tenga que vivir sin eso…”

                La Magdalena manipuladora que se burlaba del amor y de los sentimientos se estaría riendo de mis palabras, pero yo ahora era diferente. Lo amaba, de una forma bestial y absoluta. Entonces me sujetó por las caderas con fuerza y jadeé sin querer hacerlo. Lo observé como un cervatillo mientras me decía de ir a un sitio más privado.

                Asentí, (la otra yo, la que fui antes de Dex, se reiría; ella hubiera hecho, o al menos intentado de provocarlo, jugar con él), pero yo asentí. Ni siquiera pude pronunciar palabra… solo sentía mi propia respiración que hacía subir y bajar la parte superior de mi pecho bajo el hermoso vestido y el rojo, el rojo de mis mejillas encendiendo toda mi cara.

Notas de juego

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