Trisha sonrio, con aire condescendiente y comprensivo, acariciandote el mismo brazo del que te agarraba. Y abrio los labios, como con intencion de contestar a tus ruegos cuando, de repente, se detuvo, ahogando aquella frase en sus labios, fijándose directamente en el bolsillo de tu cazadora -¿Y eso? - dijo, al ver que de ella sobresalía un sobre rojo. Uno que, dicho sea de paso, no te habias dado cuenta de que llevabas sobresaliendo del bolsillo hasta entonces.
-Anda, vamos tirando y me cuentas por el camino... - añadio, con un suspiro resignado, sin quitarle ojo a aquella esquina rojiza que sobresalia del bolsillo, llamada por la curiosidad.
Seguí con mi mirada la de aquella chica, reparando en aquel sobre, del cual no conocía su existencia. -¿Pero qué cojones? -mi estupefacción estaba dejando paso a un cabreo monumental.
Cogí aquel sobre y lo abrí, esperando que hubiera una carta en la que me decían dónde estaban las cámaras ocultas o algo así porque la verdad aquello era de lo más irreal.
-No, quiero leer esto primero, después si eso vamos al hospital.
Se trataba de un sobre rojo, con tu nombre pulcramente escrito en el anverso, con una caligrafía perfecta.
En el interior, una tarjeta negra, unas pocas letras escritas en un tono plateado: una dirección y una fecha, la fecha de fin de año.
No recordabas cómo habia llegado hasta alli, ni qué hacias con aquel sobre en tu chaqueta en aquel momento. Sin embargo, al leer tu nombre en él, no pudiste evitar sentir un escalofriío, como si una parte de ti intentara decirte que no, que haber encontrado aquel sobre alli no podia ser bueno.
Sin embargo, otra parte de ti, te pedia a gritos ir a ese lugar, ahondar algo más sobre, lo que a todas luces, parecían tus entradas para la fiesta de fin de este año 1999. Al menos asi, al llegar, recordaria por qué habia comprado las entradas para aquel lugar.
-¿Que es eso, cielo? - acabo por preguntar Trisha, inclinandose en direccion a ti, para ver cuál era el contenido de aquel sobre.
-No... no se muy bien qué hacen aquí. Son dos entradas para una fiesta de fin de año. -le expliqué mientras se lo mostraba. Cada minuto que pasaba mi percepción de la realidad era cada vez menor pues ya empezaba a dudar de qué era real y qué no lo era. -Por favor... está pasando algo... me pasa algo. -mi voz era casi una súplica. -Llévame a urgencias por favor. -empezaba a estar realmente asustado, perdiendo por completo el control de la situación.
Primero quería saber qué cojones me pasaba y si eso, después me preocuparía de esa dichosa fiesta. ¿Estará todo relacionado? No entiendo nada...
-Patrick... Ahi hay solo una entrada. -dijo Trisha, en un tono mas severo ahora- ¿Me estas diciendo que has sacado la entrada para ir a la fiesta de nochevieja tu solo? ¿Pensabas dejarme tirada? - dijo la chica, incredula, arrebatandote la entrada de la mano, para verla- Madre mia... seguro que es de una fiesta de fulanas... -añadio Trisha, negando de nuevo, con un mosqueo que iba en aumento.
-¿Sabes que te digo, Patrick? Que estoy cansada. De ti y de tus mentiras. Y de que hagas lo que te sale de los cojones siempre escudándote en que estás mal de la azotea.... No me creo que no recuerdes haber comprado esto. Ni tampoco me creo que no recuerdes haberte follado a... bueno, a saber a cuantas. -dijo, señalando al telefono, mientras se iba encendiendo por momentos.
-No, no te creo. No creo que todo esto lo hayas hecho sin querer. Pero es muy facil y muy bonito ir engañando a la primera imbecil de turno que se muere por ti... -la voz se le quebro, mientras volvia a negar, profundamente dolida- Que te den, Patrick. No quiero saber más de ti. Ve tu al doctor y le cuentas lo mismo que a mi, a ver si el se traga toda esa bazofia. Yo me largo. - y, con un agil gesto de muñeca, te empotró la entrada contra el pecho, con un golpe seco, girandose acto seguido para irse de alli, sin ti.
Parecia que, despues de todo aquel tiempo que tu no recordabas, Trisha, finalmente, habia acabado hartandose de ti. Y alli te quedaste, solo y desorientado, con una sola guia que se iluminaba en medio de esa estancia, como un faro en medio de la noche: aquella entrada, aquella fecha y aquella direccion eran, a todas luces, lo unico que tenias para descubrir si era verdad o no que te habias vuelto completamente loco.