Poco a poco y durante esa media hora, la cafetería se fue llenando de gente hasta alcanzar un cupo impresionante. Las personas que estaban en el interior desde la llegada de Kate poco a poco fueron abandonando el local, unos acabando sus bebidas y otros abrumados por tal cantidad visitantes en un local normalmente tan tranquilo. Algo que era muy raro pasó desapercibido a los normalmente atentos ojos de la periodista, que como la lechera del cuento no podía dejar de pensar en una jugosa pieza de información que aún no había llegado.
Lamentablemente, iban a sacarla de su ensueño. Y de una manera muy dolorosa.
Tirada oculta
Motivo: Percepción
Tirada: 1d10
Resultado: 2(+4)=6
Una voz desagradablemente familiar llegó desde su espalda, que Kate recordó al momento con un escalofrío.
- ¿Esperando a alguien, Señorita Aldridge? Sentado directamente contra ella, respaldo de asiento acolchado contra respaldo de asiento acolchado, Señor dobló con parsimonia un periódico, dejándolo en la mesa sin mirar aún a la periodista.
Grendell no pudo elegir un peor momento para entrar. Esquivando la multitud saludó a Kate con nerviosimo. La periodista no tuvo ni tiempo para avisarle de la encerrona, y apenas tomó asiento para saludarla verbalmente ocurrió la desgracia.
El chasquido de los dedos de Señor inundó el local y a momento todas las conversaciones pararon como si aquello hubiera sido el disparo de una escopeta. El rostro de Grendell palideció un nivel impensable en alguien de tez tan oscura al ver como poco a poco todo el mundo se levantaba de las sillas en silencio. Ordenadamente, como si aquello fuera un simulacro perfectamente ensayado, la extraña afluencia de clientes abandonó el local para quedar solo Señor, Kate y un Grendell aterrorizado. En otra mesa, situada para tener perfecta vista de las otras dos, dos hombres trajeados y con gafas de sol contemplaban el espectáculo vigilantes, sin disimular las cartucheras para la pistola en sus caderas.
- ¿Y bien, caballeros? Señor hizo un gesto amplio con la mano, señalando los asientos situados delante suyo, mirando de reojo con ojos fríos opuestos a la cordialidad de su voz. Es de mala educación hablar a las espaldas de alguien.
Kate leyó el mensaje de Scott y sonrió contenta. Todo iba sobre la marcha. Era una pena que la petarda hija de su jefe hubiera tenido que desaparecer pero Kate no sentía ningún cariño por ella y se centraba en el lado bueno, Richard Black al fin hablaría. Lo malo era que se trataba de otra desaparición que se sumaba al gran número de personas desparecidas hasta entonces. Kate tenía que recoger la información que Scott le había dado, hablar con Jackson y tratar de investigar un poco acerca de las victimas con la información que este le había dado.
Entonces se escuchó una voz que hizo que la sonrisa de Kate desapareciera al momento. -No... ¡no puede ser!. -Kate quedó estupefacta, pegada al asiento, aterrada incluso. -Con la de bares que hay en la ciudad y... no, ese idiota se ha ido de la lengua... como si no iba a saber que...
Pero en esos momentos hizo su entrada Grendell y se sentó junto a ella, y su gesto quedó más aterrado que el de Kate al ver al hombre del traje. -¿Cómo diablos se ha enterado? -Pensó entonces la periodista. -Es... es.. ¡es imposible!.- No había pronunciado en voz alta el nombre del sitio, solo había escrito un papel... ¡No lo podía saber!.
Pero lo sabía, allí estaba amenazante con sus serenos gestos y sus palabras tranquilas. Rápidamente cogió el móvil y borró la conversación de mensajes con Scott. Fue algo instintivo. -Bueno, no creo que aquí delante de tanta gente vaya a ...- Un chasquido de dedos la sacó de su error. Todos los asistentes del local empezaron a deambular hacía la salida del mismo como sonámbulos hipnotizados bajo el chasquido del hombre. ¿Se trataría de eso?, ¿estarían hipnotizados?. Kate sintió miedo por aquel gesto, no la atemorizaba el hombre ni la extorsión que pudiera realizar o las amenazas que pudiera hacerle, pero aquello la había asustado.
Solo dos hombres se habían quedado para acompañarles, claramente eran hombres de Señor. Este les indicó que se sentaran delante suya y Kate obedeció sin rechistar. Pero no dijo nada. Una idea cruzó su mente. -He debido de dar cerca de la diana para que este hombre se tome tantas molestias...- Pero ahora que la iban a matar ¿de qué servía saciar su orgullo?.
Tras Kate fue Grendell. El rostro del hombre se desencajó completamente, y tragando saliva con pesar intentó recomponerse sin mucho éxito. Con una buena dosis de dignidad sacada de ninguna parte, pero que ni mucho menos estaba a la altura tras la demostración de poder de Señor, se levantó y tomó asiento al lado de Kate, ambos enfrente de Señor.
Los guardaespaldas ni se inmutaron, limitándose a seguirlos con la mirada oculta tras los oscuros cristales de sus gafas de sol.
- Bien, lamento haberme aprovechado de su pequeña reunión, pero tengo una vida muy ajetreada.- comenzó a decir con total tranquilidad en una disculpa nada sentida.- y necesitaba hablar con los dos. Así que seré breve.
Sus dedos, que había estado tamborileando algo parecido al himno americano en la mesa se cerraron subitamente en un puño que chocó contra la mesa con una fuerza que el hombre no aparentaba, haciendo vibrar las patas metálicas contra el suelo con furia. Grendel se sobresaltó en su asiento, gesto que fue a más cuando los ojos de Señor se clavaron en él.
- Punto uno, mis ordenes son la ley. Si tiene permiso para sus actividades, nadie va a cuestionárselas.- No hizo falta que sus ojos, fijos y punzantes como dos clavos en el afroamericano, se posaran en Kate para que la chica supiese que se refería a ella. Punto dos. Si alguien se atreviese a hacerlo, es a mí a quién debe informar. Punto tres...Con esta un teatral aunque sentido suspiro salió de sus labios, y el puño se transformo en unos naturales gestos con la mano desvirtuando al comisario del museo con la habilidad de una periodista del corazón.- Por favor Norman ¿es tan ingenuo para creer que algún periódico va a publicar algo así?
Señor se recostó en la silla, dejando unos segundos de tenso silencio. Cualquiera pensaría que esperaba una respuesta, pero Kate sabía que no era así. Era ese momento de "piensa lo que has hecho, ni si quiera mereces que te lo explique".
- Y ahora, Sr. Grendell, váyase.- ordenó con tranquilidad, pasando a mirar a Kate con la misma fijeza con la que había mirado a su anterior interlocutor. Aunque...¿para ser interlocutor hay que intercambiar palabras, cierto? Y será mejor que cuide a su mascota, o usted será su próximo juguete.
Temblando como un flan, especialmente después de la última amenaza, el hombre se limitó a asentir y abandonar el local con toda la rapidez que se le permite a alguien sin perder su dignidad, abandonando a Kate a su suerte.
Señor quitó la vista de Kate por un momento para contemplar a Grendel marchar, antes de soltar un resoplido molesto.
- Odio la incompetencia. se limitó a decir, medio a la periodista medio a nadie. Y ahora, mi parte favorita, Señorita Aldridge. Quién me iba a decir que sería usted una persona tan interesante...
Una sonrisa predadora que le puso a Kate la piel de gallina apareció en su rostro y Señor alzó una mano. Como parte de la perfecta coreografía que parecía su vida, uno de los guardaespaldas ya estaba levantado y acercándose. Con miedo la joven se quedó mirando como el guardaespaldas metía la mano en la americana...para sacar un papel doblado pulcramente en cuatro partes, que Señor cogió sin mirar y colocó en la mesa, arrastrándolo hacia Kate por la rugosa superficie.
- Va a decirme quién ha escrito eso. - dijo, sus ojos luchando contra los de Kate en un duelo de voluntades. Su voz era un filo de cuchillo contra el cuello de la periodista, que casi podía sentir un fino reguero de sangre en su cuello.- Y va a decírmelo ahora.
No tenía que mirar aquel papel para saber lo que era. Tenía toda la oscura certeza, como quién sabe que hay algo más en una habitación.
La carta de Jack.
Tirada oculta
Motivo: Intimidar- Señor
Tirada: 1d10
Resultado: 5(+7)=12
Tirada oculta
Motivo: Aguantar, Kate
Tirada: 1d10
Resultado: 1(+2)=3
Tirada oculta
Motivo: Instinto- Kate
Tirada: 1d10
Resultado: 9(+4)=13
Contra la espada y la pared, así estaba Kate. Buscando en el mar una noticia que era un tesoro se había topado con el guardián del barco hundido. Un guardián que parecía poder hacerlo todo, poder derrotar a todos. No era un tiburón: era el mismísimo Leviatán, y ella solo un buzo con una botella de oxígeno que empezaba a acabarse...
Aquellos ojos, fijos. Le recorrió un escalofrío que poco tenía que ver con los dos guardaespaldas, con las armas que lucían sin recelo. Que poco tenía que ver con las calles, los maleantes y ese tipo de peligros de los que la joven periodista nunca se había preocupado. Esto era otra cosa. Esto era puro control. Puro poder.
¿Podía ese poder existir siquiera? ¿Podía algo así existir en manos de lo que parecía ser un solo hombre sin tan siquiera un nombre?
Bien, has superfallado la tirada de aguante de su intimidar. Y me refiero que ha sido una pifia. Sin embargo creo que es algo que debes narrar tu libremente en tu reacción, al ser tu personaje. Que se de sobra que sabrás actuar con coherencia ;)
Kate seguía en silencio. Por la reprimenda que estaba recibiendo Norman descubrió que Señor estaba al corriente de toda la conversación que ella había mantenido con el director de la exposición. Si que era cierto que su despacho estaba vigilado, de no ser así no se le ocurría de qué otro modo podría haberse enterado de aquellas cosas que insinuaba. Incluso conocía la forma en que Kate había engañado a Norman Grendell.
Como un perro con el rabo entre las piernas tras la la bronca de su amo, Grendell abandonó el loca a toda prisa, parecía temer que Señor se arrepintiera de dejarle ir y en el último momento cambiara de opinión y le pegara un tiro. No perdió ni un segundo en abandonar Le Moulin.
Después aquel extraño hombre que parecía conocerlo todo se dirigió a ella. Se sentía abrumada, impotente y llena de rabia. No sólo las cosas se habían torcido de tal modo que tenía que ver a ese hombre a quien no quería ver ni en pintura, sino que además había pasado de tener la sartén por el mango a estar friéndose en ella, y lo peor de todo es que no veía el modo de escapar de aquella encerrona. Mirara donde mirara aparecía él. Desde que lo había conocido se había sentido molesta en su presencia, pero aquello había sido un golpe muy duro. Le había quitado su caramelo cuando se disponía a llevarlo a la boca y se lo había cambiado por vinagre.
Kate fue empequeñeciendo en su asiento, sintiéndose minúscula conforme él proyectaba una sombra más alargada. Cuando le mostró la carta notó como el estomago se le revolvía y sintió que su rostro se palidecía de golpe. Un nudo le atravesaba la garganta y las manos comenzaron a temblarle. Su sentimiento de impotencia creció hasta tal punto que sintió ganas de llorar y si no lo hizo fue por simple orgullo.
Ni siquiera se atrevió a mirar la carta cuando la colocó en la mesa, sabía cual era y por ello no se atrevió a mirarla. No quería confirmar que aquel hombre tenía tal poder, tanto control sobre las cosas que ocurrían en una ciudad tan grande como aquella. Kate tragó saliva como quien traga arena con cristales y trató mantenerse integra y no desmoronarse.
-M-me la dio una fuente... -Jamás había revelado el nombre de una fuenta, jamás. Era por principios, por que creía en lo que hacía, creía en el juramento que había hecho, en que su trabajo era importante y en que debía mantener la seguridad de quien le daba información a cambio de su propia seguridad si fuera necesario. Creía en ello, no eran simples palabras que había estudiado en la facultad, ni aquello que uno decía delante de los amigos para parecer más importante. Creía en ello porque sabía que perdería la fe en si misma si algún día llegaba a traicionarse. -Él... me dijo... que... se la diera al señor Grendell, pero... pensé que... pensé que... podría descubrir algo... - Notaba la boca pastosa, el nudo en la garganta, el estomago revuelto, la confusión en su mente, la voz que le chillaba al oído que saliera corriendo por la puerta, las piernas congeladas, la mano que temblaba y la voz de una sombra de lo que ella solía ser. No podía decir su nombre y volver a levantarse al día siguiente, pero sabía que si no decía nada más a Señor no le valdría y con otro chasquido de dedos hipnotizador podría hacer que la descuartizaran allí mismo. -Es un vagabundo... No sé como contactar con él, él siempre es quien contacta conmigo.
Los ojos impertérritos de Señor no se apartaron ni un solo segundo, quemando como una llama cada vez más la dignidad y la precaria estabilidad mental de Kate. Parecía que con la negativa de la periodista fuera a explotar como un volcán en erupción, pero las últimas palabras de la mujer consiguieron fruncir su ceño con incomodidad.
- Vagabundo. Se limitó a repetir, como si aquella simple palabra pudiera iluminarle en la solución a algún problema que nadie más parecía ver. Pero sencillamente echó un fuerte chorro de aire por sus fosas nasales, recostándose en el asiento. Le buscaremos solución a eso. agregó, con un implícito "porque tengo soluciones para todo".
- Por supuesto que ha encontrado algo, Señorita Aldridge. Sino yo no estaría aquí. Le hubiera dejado pelearse contra sus pequeños fantasmas de aire. Movió la mano como si juguetease con volutas de humo inexistentes ante los ojos de la periodista. Pero ha tenido la mala suerte de cavar demasiado hondo... .-su mano cayó con fuerza contra la mesa, dando un sonoro palmotazo que sobresaltó a Katherine.- y me ha golpeado con el pico de su pala en todo el costado.
Y entonces el móvil empezó a sonar. El de Kate, por supuesto. Los guardaespaldas giraron el rostro con una rapidez casi sobrenatural ante el sonido, pero Señor le quitó importancia con un gesto de la mano. En la pantalla, el número de Donna.
- Cójalo si lo considera necesario. Sin embargo evite cualquier insinuación sobre su estado actual, señorita Aldridge. De nuevo aquella sonrisa de falsa cordialidad. No queremos que nadie se haga una falsa idea, ¿verdad?
¿Podría aquel hombre encontrar a Jack tan solo con la información que le había dado?. Al principio no pareció nada satisfecho con sus palabras, pero cuando Kate mencionó que Jack era un vagabundo se sintió más contento, como pensando que ya lo tenía todo hecho, como si Kate le hubiera dicho donde vivía y su nombre completo. No podía ser, ni siquiera ella había logrado saber tanto sobre Jack. Incluso estaba empezando a sospechar que su nombre real no era Jack en realidad. No, era imposible que lo encontrara. Pero entonces, ¿por qué se sentía tan mal?. ¿Por qué tenía esa sensación de desasosiego como si ya se lo hubiera servido en bandeja?.
Señor confirmo después que Kate había llegado lejos con sus pesquisas, pero no supo si sentirse confundida porque acertara de pleno en lo que ella estaba pensando, asustada por lo que aquello pudiera deparar después o halagada por haber logrado darle ese golpe en todas las costillas. -Si hubiera podido te hubiera dado en la cabeza...
A la par que los guardaespaldas giraron al unisono ante el sonido del móvil, ella dio un respingo y miró al hombre sin saber que hacer. Señor lo dejó en sus manos con una advertencia y a Kate no le gustó el tono con que lo decía. Miró la pantalla y vio el nombre de Donna. Dejó que sonara.
-¿Y cual es mi estado?. -Preguntó mirando a Señor. -Sea lo que sea lo que vayan a hacer conmigo háganlo ya y ahorrémonos tiempo. -Si la iban a matar o secuestrar o alguna cosa así para qué serviría hablar con Donna si no podía pedirle auxilio, y seguro que si lo intentaba él se daría cuenta y entonces sería peor. Pero si no le iban a hacer nada entonces ya hablaría con ella más tarde. Seguramente sería por la desaparición de la petarda de la hija del jefe. Todo el mundo andaba muy revuelto aquel día en la redacción.
Señor sonrió ante la pregunta de Kate, mientras sus guardaespaldas se miraban discretamente, aunque parecían sorprendidos. Si por la paciencia de su jefe o por la temeridad de Kate, no lo sabía. La música del móvil, crispante en aquel ambiente de por si tenso, resonaba en el local vació reverberando.
- En realidad, Señorita Aldridge, estaba pensando en contratarla. Después de una reunión más cómoda, una cena mucho más cordial y ese tipo de minucias que mantienen nuestra noble sociedad a flote. Se quedó un par de segundos callado, divertido, mirando a la chica en busca de su reacción. Pero su impaciencia tuvo que adelantarse, supongo.
- He quedado más que gratamente sorprendido con sus habilidades, y me encantaría que trabajase investigando para mí. Por supuesto, darme la localización de ese "vagabundo" sería un buen primer paso en una nueva relación más cordial y cooperativa. Demostrando que aquello era cierto y no una mera excusa para presionar a la joven, el otro guardaespaldas sacó un nuevo fajo de papeles, que Señor colocó en la mesa, junto con una pluma que probablemente valía más que el ordenador de la joven periodista.
- Puede tomarse el tiempo que quiera para leer las clausulas.- continuó, con un gesto con la mano.- Créame que es una oferta deliciosa. Al fin y al cabo...sus ojos volvieron a reflejar la fiereza de antes, levantando un nuevo escalofrío en la espalda de la periodista. Es mucho mejor aceptar la mano amiga cuando esta puede estrangularle muy fuerte, Katherine. Téngalo en cuenta.
-Si es una broma no tiene ni puta gracia... -Pensó Kate de inmediato. Miraba a Señor de hito en hito sin dar crédito a lo que estaba escuchando. Primero esperó a que finalmente Señor soltara una malévola carcajada para poner fin a la broma, pero al ver que no lo hacía su ceño se fue arrugando más y más. ¿Lo estaría diciendo en serio?.
Ante la mirada de una estupefacta Kate, el hombre empezó a explicar lo que le habían impresionado las habilidades de Kate y sin que ella pudiera asimilar todavía lo que estaba pasando colocó sobre la mesa un fajo de papeles y una pluma con la que podría pagar el alquiler. Era un contrato para que lo firmara. La sorprendida mirada de la periodista iba del contrato a Señor sin entender aquella extrañísima situación.
El móvil dejó de sonar tras varios tonos y eso fue lo que la sacó de su ensimismamiento. -¿Qué trabaje para usted?. - Dijo con el ceño fruncido todavía. -¿Haciendo qué?. -Volvió a mirar a los papeles para ver si realmente se trataba de un contrato. -¿Qué tendría que investigar?. -Sería algo sucio sin duda, decidió pasar por alto el comentario del vagabundo a fin de que no lo volviera a mencionar. No le gustaba mucho aquello, miró con desconfianza los papeles y empezó a leer las primeras clausulas.
Por supuesto Kate era demasiado integra y tenía demasiados principios para aceptar algo como eso. Su trabajo era ser periodista y lo que rodeaba a Señor tenía un aire sucio que no le gustaba para nada. Sin embargo, no sabía las consecuencias de decir que no a algo así, y una peligrosa idea pasó por su cabeza: si decía que sí podría sacar a la luz muchas cosas sobre aquel hombre y sus turbios asuntos.
-Y si digo que no, ¿qué ocurre?. -Preguntó recuperando poco a poco la compostura. Ya había asimilado que la oferta iba en serio y empezaba a pensar fríamente lo que podía significar aquello. Aunque su primer instinto fue rechazarla, la idea que sacudió su cabeza la retuvo. Kate trataba de analizar todas las opciones mientras miraba fijamente a los ojos de Señor.
El contrato parecía real. Extraño cuanto menos, pero real. El lenguaje era increíblemente formal y las actividades para las que se contrataba a Kate era la "investigación de los casos considerados pertinentes por el contratante". Eso si, los papeles estaban llenos de frases cuanto menas extrañas como "la aceptación de este contrato está vinculada a una continuidad laboral en el Day of New York".
Pero no era ni mucho menos la peor.
Entre las frases más dracónicas estaban "la aceptación de este contrato implica la aceptación de una clausula de silencio", Clausula que venía referida más adelante y que implicaba que "ninguno de los datos sobre la Organización, Señor o cualquiera de sus actividades y casos sería revelado", a riesgo de "represalias a decidir por el contratante". Al parecer Kate también tenía que llevar continuamente un busca de la empresa o lo que demonios fuera eso para recibir los encargos de manera instantánea e incumplir esa norma implicaba también "una penalización a decidir". No había vacaciones, aunque sí 3000 dolares netos mensuales, a sumar pluses por éxito laboral y "recompensas variables"
Y el nombre del maldito tipo seguía sin figurar por ninguna parte, aunque todos los datos de Kate, incluido su número de la Seguridad Social, figuraban en el documento.
Lo único que estaba claro: Señor quería a Kate como una mezcla de informante e investigadora, completamente a su disposición aunque manteniendo la tapadera del Day of New York. El dinero no era un problema, pero estaba claro que su sueldo incluía la obligación de callar (y mucho) ante lo que demonios ocurriera en el trabajo de ese hombre. Si los mafiosos hicieran contratos ese sería el de un elegante soplón, aunque si aquel hombre trabajaba para alguna de las familias del crimen, desde luego se había salido mucho por la tangente....
- Iré destruyendo poco a poco la vida de todos sus contactos, Señorita Aldridge. replicó inalterable y sin ninguna duda, con la seriedad con la que alguien explica las pérdidas de una empresa. Oh, por favor, no me miré así.- hizo un gesto con la mano con una breve risa, como si la mera idea le resultase absurda. Que no desagradable.- No estoy hablando de matar a nadie, pero en esta sociedad nuestra de hoy en día es increíblemente fácil hundir a alguien en la miseria. Tómeselo como un seguro de calidad de vida para usted y sus amigos.
Uno de los guardaespaldas se llevó la mano a la americana y sacó una PDA, negra y sobria. La atención de Señor pasó automáticamente a el hombre, que se limitó a inclinar la cabeza mientras tecleaba en el aparato. Señor parecía contrariado y Kate identificó rápido ese gesto: era como cuando su prima pequeña no podía entrar al facebook desde su teléfono y veía a los mayores con el móvil.
- Por supuesto y entiendo la importancia que esto tiene, puede tomarse tres días para pensarlo. Sonrió, echando de nuevo mano a la pluma y guardándosela en el bolsillo. Aunque le recomendaría enormemente que no enseñase el contrato a nadie más ni hablase de él con nadie. Y menos por teléfono. recalcó, echando una mirada divertida a su móvil, ahora silencioso. "O verá a que se refieren las represalias" parecía implícito en la frase. Pero me tomaré la libertad de adelantarle que su primer caso será encontrar antes que nadie a Linda Charlmers. Como ve, nada turbio. Aunque su rostro ensombrecido no decía nada agradable al respecto.
- Y ahora si me disculpa, soy un hombre muy ocupado, Señorita Aldridge.- El guardaespaldas de la PDA, que aún permanecía sentado, se levantó y se situó cerca de Señor.- Salvo que tenga alguna duda sobre el contrato, tengo cosas que hacer.
La joven periodista pensó que leyendo el contrato al menos encontraría una respuesta a la pregunta de quien era ese nombre, un nombre al menos, por falso que fuera. Pero tuvo que leer tres veces más de una línea en la que se referían al extraño individuo como Señor. Incluso ahí en un contrato que parecía tan correcto, a pesar de las extrañas clausulas que tenía, se trataba a ese hombre con ese apodo.
Kate ya se imaginaba que querrían que siguiera trabajando en el Day, fue una de las primeras cosas que se imagino, por ello no le extraño que en una de las clausulas del contrato se le obligara a continuar aquel trabajo. La información era poder y saber utilizarla en provecho podría resultar muy beneficioso para quien lo hiciera, no en vano el periodismo estaba considerado por muchos como "el cuarto poder".
En un primer momento le sorprendió ver sus datos completos, pero tratándose de ese hombre ya pocas cosas le extrañaban. Si que le chocó aquello de las represalias a decidir por el contratante. Quedaba claro que en caso de revelar información sobre ellos no pensaban pleitear contra ella precisamente, y aquella extraña frase, sobretodo en un contrato, lo dejó más patente. En definitiva el contrato parecía algo así como si Lucky Lucciano hubiera decidido poner en la seguridad social a todos sus empleados.
-Sí, tendré que pensarlo. - Dijo aceptando el plazo que le daban. En realidad aunque la idea de descubrir más sobre Señor y su organización le llamaba mucho, pensó que sería difícil que lograra colarles que se involucraba en aquel tema. Más todavía cuando seguramente en su bautismo de fuego no sería capaz de hacer las turbias cosas que fuera que querían que hiciera, o investigara. -Para infiltrarte en un sitio tienes que convertirte en uno de ellos. -Y ella no podía cruzar según que líneas.
Linda Chalmers. La pedante y pija de la hija de su jefe. Decía que su primer trabajo sería encontrarla antes que nadie. -A ella y a las otras personas. - Algo le decía que pensar que los casos estaban relacionados no sería ningún disparate, y ya llevaba algún terreno avanzado con ese tema. Había llegado a pensar que aquel hombre estaría relacionado, a un tipo con tal poder de conocimiento no se le podía haber escapado ese detalle.
-Muy bien Señor. Estoy segura de que si tengo alguna duda no tardaran en ponerse en contacto conmigo para solucionarla. - Y mejor que el servicio de telefonía, seguro. -No era tampoco otro disparate pensar que la tendrían muy vigilada a partir de entonces. Esbozó una sonrisa cordial al tiempo que se levantaba y recogía sus cosas, como si aquello hubiera sido una auténtica entrevista de trabajo.
- Lo intentaremos. replicó, levantándose a la vez que Kate y haciendo un caballeroso gesto con la mano para que la mujer abandonase la mesa. Como si fueran ampliaciones de su cuerpo los guardaespaldas siguieron a la periodista, con Señor justo detrás. Uno de los trajeados incluso le abrió la puerta a la joven, dejándola pasar. Eso si, con gesto imperturbable.
Señor salió tras ella, seguido de ambos hombres y se despidió de la joven con una sonrisa de suficiencia, antes de subirse a un sobrio pero elegante vehículo negro, con los cristales convenientemente tintados. Parecía un coche gubernamental, salvo por no tener ninguna marca federal.
Con una maniobra tan impecable como todo lo que rodeaba a aquel hombre, el coche salió de su posición y se marchó por la carretera, dejando allí a Kate, por fin libre...al menos de momento.
Fin de la escena. ¿A donde quiere ir ahora? :P