Partida Rol por web

Anochece en la calle Prosperidad mientras el sonido del bebé berreando continúa aún sonando a través del megáfono, como creando una especie de parodia molesta y desagradable del antiguo hilo musical. En el interior del Mercadona nueve personas siguen encerradas mientras los días pasan uno tras otro y ven cómo su número mengua sin descanso. 

El repiqueteo de los pasos del Bulldog llega a vuestros oídos y enseguida veis al hombre acercarse con expresión molesta. Su mirada fulmina la verja, como si a través de ella pudiera desintegrar al niño que llora sin descanso. - Me cago en todo. Si es que no se os puede dar nada, joder. Luego que por qué os tratamos mal y que dónde están vuestros derechos. ¡A la mierda los derechos!

Se acerca a la urna y durante un instante sus labios se estiran en una sonrisa cruel, como si al menos ver a quien habíais expulsado fuese algo agradable. - A ver... Vamos a ver quién es el panoli de hoy. - Dice mientras empieza a hacer recuento, amontonando los votos. Tres para Damián. Uno para Eva, que parece sorprenderle y al sacarlo mira a Sara y suelta una carcajada. Y finalmente, cinco para Shakiro. 

Hace un gesto a uno de los armarios y este se acerca a Shakiro con intenciones claras de sacarlo fuera del lugar. El hipster no pierde la oportunidad y graba todo el momento, asegurándose de enfocarse también a sí mismo debajo de uno de sus focos preferidos.

Mientras el gorila lo coge del brazo y empieza a llevárselo Enrique chasquea la lengua. - Cuando salgas quítales el mégafono. Ya hemos tenido suficiente tortura. Y toma -dice, tendiéndole un papel-, encárgate de esto también.

Enrique recoge la urna y se da la vuelta, pero antes de meterse por la puerta de "Privado" se gira para miraros mientras de su garganta brota una risa sardónica y empieza a recitar un haiku.

- No más jaleo

en la noche

panda de maleantes.

El gorila arrastra a Shakiro hacia la zona de los almacenes y apenas unos minutos después los berridos del bebé desaparecen, dejando el Mercadona de nuevo en silencio. 

Pasan otro par de minutos antes de que el armario vuelva a entrar, llevando el megáfono y acompañado de Paquito, que tiene un papel en las manos. Lo deja junto a vosotros y sin decir ni media palabra se mete por la puerta, siguiendo los pasos del Bulldog.

La última hora antes de las votaciones, Sara se la pasó tirada en medio de un pasillo y comiendo helado de huevo kinder. El último peta había sido la hostia, y tras lo que había escuchado por la megafonía, se lo había fumado ella sola, sin ofrecerle a nadie.

Entró el Bulldog y empezó a sacar las papeletas. Sara se sentó cruzando las piernas y apoyando la cabeza en ambas manos. Shakiro, Shakiro, Eva... ¿Eva...? Sus ojos se abrieron como platos y se levantó como un resorte. Se acercó a donde se encontraban las papeletas y tras confirmar que era su voto se volvió con los ojos inyectados en sangre.

- ¿¿¡¡QUIÉN HA SIDO EL HIJO DE PUTA MARICÓN DE LOS COJONES QUE HA CAMBIADO MI VOTO!!?? - No le hacía ni puta gracia. Ella nunca votaría a la Eva.

- Estoy hasta el coño de todos vosotros - . Recorría el rostro de sus compañeros hasta que se detuvo en el Pascual. Desde que había vuelto que había empezado a pasar lo de los cambios de votos. Al principio creyeron que era la Sholi, pero el día anterior le había pasado a la Asun y ahora a ella. 

- ¿Has sido tú? - Le preguntó y se acercó a él, poniéndose en plan chula y haciendo gestos con las manos. En algún momento entró el Paquito, pero ella ni se dio cuenta de su presencia. - Como me entere que has sido tú, te juro por mis muertos que te vas a enterar. Se lo diré al Raúl y te vas a cagar macho. Estoy hasta el mismísimo coño de vuestros putos juegos  - . La joven estaba muy alterada y casi ni pensaba lo que estaba diciendo.

Entro al Mercadona a paso lento y a juzgar por su expresión sin saber muy bien porque le habían vuelto a meter allí -Emm Hola- tras eso cogió algo de comer que había entre las cajas y obviando la escenita de la pelirosa se sentó en una de ellas mientras preguntaba -¿Que me he perdido?-

Asunción observó las votaciones aunque aún tenía marcada la imagen de Shakiro besando al Lejía. Eso sí que no lo esperaba. Es entonces cuando se hace el recuento de votos y observa que Sara había votado a Eva. Eso sí que no lo podía creer. La miró atónita pero es entonces cuando ella reacciona y todo parece indicar que sí le han cambiado el voto y su hipótesis es lo suficientemente buena. Tenía total sentido.

- Yo creía que eran la Sholi y Lourdes quienes cambiaban votos, pero es bastante claro ahora. Tú estuviste afuera cuando se decidió quién entraría y aquí cuando las votaciones anteriores, además de estar hoy... ¡Eres tú! ¡Tú fuiste quien hizo que votara a Sara! - alzó al sindicalista del cuello y le roció un poco de desengrasante en la frente con su atomizador para luego dejarlo caer.

- Y la próxima vez será en los ojos - se aleja lentamente mientras señala a Pascual con el atomizador.

La noche cae en el super, con altas probabilidades de lluvia de despidos improcedentes. Y Pascual se sorprende de ver entrar tan campante a Paquito, hoja de re-admisión en mano.

- ¿Zerá pozible, chico? ¡¿Tu de ande ha' zacao ezo?! ¡Cagüen diez! ¡¿No puede la gente dejar mi' coza' tranquila'?!- Pero su sorpresa inicial iba a ser lo de menos, cuando la Asun lanza acusaciones sobre su persona.- ¿Que yo he hecho que? ¡Pero zi yo zoy un matao! ¡Zi por mi fueron el primero! ¡Yo na máz re-admito gente, eztoy al zervicio de la claze obrera! No haría algo azín de raztrero como cambiar voto'! ¡Y deja de echarme mierda, cohone, que ezto no ze quita ni con jabón cubano!

Arsenio llega de los baños secándose el sudor de la frente con un pañuelo:

-Oye, no os acerquéis al baño en un rato porque acabo de hacer un crucigrama y después de tantos días comiendo porquería es que no respondo de lo que pueda pasaros.

Entonces ve a Paquito y hace una mueca:

-Mira, yo que pensaba que había tirado de la cadena...

Y cuando está a punto de abalanzarse sobre el odiado niño, el sindicalista parece que ha montado un piquete o algo. Ah, no, parece que le están montando el cristo a él. En cualquier caso, hay un tufo a porro que mata.

-Señoras, haya paz...-dice levantando los brazos.

Bueno, pues Shakiro a la calle. Dijo Justina. Pero al ver aparecer al niño no pudo evitar fruncir el ceño. Perfecto. Claramente sarcasmo. ¿Y tú sigues siendo infiltrado o como el seta? ¿Has dejado la bebida? No quiero andar esquivando vómitos de niños, que estoy muy mayor para eso.

Le miró unos segundos con gravedad y luego negó con la cabeza. Maldita sea, lo peor de todo es que todos los cotillas, salvo Asun, están en la calle. Y Asun no siempre es capaz de verles, solo cuando tiene suerte y se esconde en el sitio adecuado. Miró a Pascual. Tú, que el próximo que traigas sea Joel. Sin el vamos a estar dando palos de ciego. ¿Porque él podía cotillear a la gente, no?

Negó con la cabeza-Yo no he sacao na de ningún sitio,a mi simplemente me han arrastrado hasta aquí-

Volvió a meterle un mordisco a la barrita que había cogido segundos antes y respondiendo a Justina puso los ojos en blanco -Claro el Seta,el mismo que va diciendo que el Lejia es un infiltrado-le mando una mirada de desprecio al susodicho y continuo -Aunque claramente es demasiado inútil para eso.Hacéis muy bien en creerle,sobretodo si quereis acabar en la calle-

El recuento de votos se me hace eterno. Me temo lo peor... Pero, para mi sorpresa, me han dado una oportunidad.

Miro a la señora Justina y a Asun.

— No os voy a culpar. Entiendo que todo apunta a mi, y más tras las palabras de ese desgraciado... —aprieto los puños con fuerza.

Me giro al resto de presentes (menos a Shakiro). —A los demás, gracias por el voto de confianza. Ya no sé qué más hacer para demostrar mi inocencia...

Y, sin esperármelo, empiezo a ver cómo llueven los gritos sobre Pascual.

No me esperaba que fuera el que cambia los votos, la verdad. Si no podemos ni fiarnos de los sindicalistas, ya no sé ni en quién confiar.

De repente, entra el crío.

¡No, joder, no! ¿Qué hay que hacer en este súper para que no sigan entrando infiltrados...?

Mauricio estaba aliviado por ver marchar al Shakiro, dejaría de decir sus chorradas por las esquinas y de sacar fotos con ese móvil de batería infinita. Por otra parte esperaba con impaciencia que podría hacer la EVA, para cenar, cuando apareció el crio molesto.

-AMO AVE... ¿Paque aparese tu niñato? Asi no avanzamo una pua mierda.-Miro al Lejia, empezaba a creer que el pescadero tenia la verdad absoluta.-Me da en la nariz que ta noxe, nos vamos al meno 2 de aqui. Con el que quee de LILD, que sio pensando en la Asun la verda, y el niño que tambie lo era. ¿O como lo hacei en el LILD ese niño?-Lo miro acercándose y proyectando su respiración.

La marcha de Shakiro no me pilló por sorpresa: era una de las posibilidades más plausibles. Observé tomando nota mental del talento que tenía para colocarse siempre bajo cada foco, la desgarradora manera de apuntarse con la cámara... Todo. Y me pregunté si yo sabría hacer algo así. No, la verdad era que no sabría. Aún tenía unas cuantas cosas que aprender, eso estaba claro.

El posterior regreso de Paquito sí me descolocó un poco más, pero en ese momento estaba escuchando a Sara con el asunto del voto cambiado, así que me limité a saludar al crío con la mano antes de acercarme a mi amiga. No sabía si alguna vez la había visto tan enfadada, pero si la cosa seguía así era capaz de terminar por pegarle al sindicalista.

- Tranqui, tía, no pasa nada. - Le dije, aunque no tardé en arrepentirme. Poco a poco estaba dejando que este encierro me afectase, dejando de pensar en lo que Klara haría. Probablemente darle con una silla al culpable en la cara, o algo parecido. O quizá hacer campaña contra él y exigir nuestras propias votaciones, al margen de las del Bulldog, para echar a todo cuanto cerdo capitalista hubiera. Cada vez me era más difícil saberlo, y eso me preocupaba.

Quizá simplemente necesitaba relajarme y dejar de pensar un rato. Y qué mejor manera de hacerlo que dedicándome a la cena. Desde que Mauricio había dicho lo del lechón había estado dándole vueltas a qué podía hacer que se le pareciera, y todas las cosas que se me ocurrían llevarían horas, así que tenía que ponerme a ello cuanto antes.

Lo primero fue calentar el horno una vez más, y lo siguiente empezar a pelar y cortar patatas. Luego fui a la sección de carnicería y llené una cesta con las distintas cosas que iba a usar, redondos de carne sobre todo. Así, preparé varias bandejas, y luego añadí otra con distintas verduras. Al final, cuando terminé tenía diez bandejas con todo tipo de cosas. Las saqué cuando a la carne le faltaba cerca de veinte minutos. Ahora era el momento de empezar las manualidades. Armada con un par de cuchillos empecé a cortar la carne en tacos. Luego tomé las redes de los redondos que había usado y alguna adicional para empezar a dar forma a una creación de carne. Me costó decenas de nudos y miles de rugidos de tripas por culpa del olor, pero finalmente había conseguido acumular toda la carne dándole una especie de forma de cerdo. O al menos tenía cuerpo y cuatro patas. Ahora sí lo metí de nuevo en el horno para que pasase el rato que le faltaba sobre una base de patatas y verduras y me senté a esperar, agotada, con un plato para ir picando algunas de las cosas que me habían sobrado - o que había hecho que sobrasen -. Aún faltaba un ratito para que estuviera listo, pero podía decir que nunca me había currado tanto una cena.

Acudí entonces junto a los demás, sudorosa y cansada, sólo para ver que aún seguían con el tema. Cogí algunos hielos y me serví un vaso bien frío de coca-cola, ofreciendo a los demás.

- Yo espero que esto se termine ya. - Les dije entonces. - Supongo que cuando todo acabe readmitirán a los que no eran infiltrados, ¿no? - Pregunté en general, sin saber a quién dirigirme en concreto.

-Mira tú qué bien pues-masculló el Lejía sin dirigirse a nadie en particular-Vamos, que hoy hay otros dos despedidos, quedaremos siete y dos serán chungos. Igual me repito pero veo todo esto muy negro.

Cuando terminé con todo me sentí orgullosa. Vale, el cerdo no parecía un cerdo, pero sí había un tronco grande de carne y cuatro patas que parecían butifarras. Pero el olor... Joder, sólo con ese olor ya podría cenar.

Saqué las bandejas para llevarlas una vez más a la zona de cajas, y dispuse platos y cubiertos para todos.

- Venga, Lejía. - Le dije. - Seguro que lo ves mejor con la tripa llena. - Aseguré antes de dirigirme a todos. - ¡A cenar!

Tras engullir la cena que ha preparado Eva, os vais dando cuenta de que el sonido del exterior se va atenuando. Las farolas se distinguen encendidas a través de la verja y a pesar de no poder ver la calle, sabéis que ya es de noche. Poco a poco vais buscando un lugar donde pasar la noche y uno a uno vais cayendo dormidos.

En la noche, la ausencia de esa melodía que consolaba y arrullaba sigue pesando en vuestros sueños. Y sin embargo, hay algo que parece querer sonar. Un pequeño zumbido en el hilo musical que a pesar de no llegar a comprenderse, parece querer tomar forma y volver a cuidar vuestro descanso.