-Ese canalla y sus secuaces merecen pagar por todos sus crímenes- Masculló el hombretón cerrando el puño con rabia
Apartando la mirada de aquella desoladora estampa, se dirigió hacia el era su superior directo
-Edzard, si en algo puede servir mi testimonio...¡No tendré reparos en hablar frente al corregidor! ¡Y que los demonios marinos le arrastren a las profundidades del abismo!
La más terrible de las pesadillas que Cleon había considerado que podía pasar había sido superada por la cruda realidad.
Permaneció unos instantes en la puerta de la celda, observado el cuerpo atormentado que permanecía amarrado a la cama.
- Dejadnos solos. - La petición de Cleon mostraba una voz dura y firme, en claro contraste con lo que hasta ahora sus acompañantes habían podido percibir de él. Era como si de pronto hubiera olvidado el tiempo de cautiverio.
Los monjes salieron de la celda dejando a la pareja en su interior, si bien la puerta permanecía abierta por lo que podían escuchar lo que se hablaba dentro.
No había donde sentarse. Cleon se arrodilló al lado de su amada, tomándole una de las manos que seguía sujeta al camastro.
- Perdoname. He llegado tarde. - Cleon era un persona dura, curtida por una vida de supervivencia, pero ahora no podía evitar llorar como un niño. - Esto no debería de haber pasado. Eramos felices y tú siempre serás mi único motivo para vivir. No tuve la fuerza ni la habilidad suficiente para evitarte este tormento, pero eso va a cambiar. Te sacaré de aquí. Te recuperarás, y todo aquel que te ha hecho daño será el centro de todo mi odio y no tendré piedad ni clemencia del mismo.
Cleon se incorporó. La mujer de la cama tenía los vacuos ojos fijos en algún punto del techo y su mente se encontraba muy lejos de aquel terrible lugar. El huesudo cuerpo contrastaba con la imagen de Helga que Cleon tenía en su memoria, pero ella estaba allí, sin lugar a ninguna duda.
Besó suavemente la sucia frente de la cautiva. No era solo lo demacrada que estaba. El hedor, la suciedad, la falta de ventilación hacían el ambiente insoportable. Cleon tosió.
- Hay que sacarla de aquí. Necesita que le laven y sanen sus llagas. Llevadla a una celda del nivel superior donde haya algo de luz y corra el aire fresco. - Cleon no perdía nunca la esperanza y sabía que la naturaleza, el sol y el aire eran grandes sanadores - Quizás el tiempo haga que se recupere. Quizás no, pero no dejaré que se pudra en vida en esta insana celda.
Se puso en pie. Solo entonces recordó las palabras de Edzard. Habría un juicio contra la bestia que había llevado todo este sufrimiento a los presos. Eso era mucho más de lo que merecía.
- En la naturaleza se arrancan las malas hierbas y se matan sin miramientos a las alimañas. Un juicio es mucho más de lo que esa bestia merece. - Cleon hablaba con voz muy dura, el cambio que se estaba produciendo en él se aceleraba a pasos agigantados.
- No confío en la justicia, quiero verlo sufrir, quiero que pase por lo que estos pobres desgraciados han pasado.