Todos excepto Senca y Sarthan salieron del despacho para ser nuevamente guiados por los pasillos de Gran Torreón bajando las escaleras caracol, esta vez por el profesor Nolan.
Poco tiempo después de que el grueso del grupo junto al profesor Nolan hubiesen salido desaparecido tras la puerta, que ahora yacía nuevamente cerrada detrás de las espaldas de los dos aprendices, los libros que hasta hacía poco parecían haber desaparecido estaban nuevamente allí, como si nunca se hubieran movido. El administrador, sentado en su cómoda silla, se inclinó un poco hacia delante y entrelazó los dedos de sus manos, exactamente como había hecho antes de comenzar con sus saludos y explicaciones hacía un rato. Luego de mirarlos por unos momentos a ambos, tomó aire para explicarles el motivo por el cual los había hecho quedarse.
—Iré directo al grano —dijo con tranquilidad—, ambos tienen en sus cuerpos marcas poco comunes. En tu caso Sarthan, aunque a cierto mago le llamaron particularmente la atención, de momento no encontramos indicios de que supongan ningún tipo de riesgo para ti o quienes te rodean. Por otra parte —prosiguió retirando un poco su cuerpo hacia atrás, dejando descansar su espalda sobre el respaldo de la silla al mismo tiempo que llevaba pesadamente su mirada hacia Senca y separaba sus manos, dejando que los de su mano izquierda tamborileasen sobre el escritorio— tus tatuajes, Senca, no se asemejan a nada que hayamos visto antes, y parecen relacionarse de forma directa con tu magia y tu alma, y seguramente no de una forma muy positiva. Realmente son una caja llena de sorpresas —confesó con con una casi imperceptible sonrisa—. Me gustaría saber saber qué historias esconden estas marcas con las que cargan —dijo finalmente con la mirada fija en los rostros de los aprendices y un deje de curiosidad en la voz.
Mis ojos se abrieron de par en par ante la pregunta, miré con curiosidad a mi compañero, y me remangué una manga de la túnica para volver a ver una pequeña parte de la infinitud de marcas que se escondían por todo mi cuerpo.
Yo, eh, Bajé la cabeza, hacía tiempo que no contaba a nadie todo aquello, y más aún que nadie lo creía, en momentos de debilidad hasta yo dudaba, pero las pesadillas eran un recuerdo diario de que aquello era más verdad de lo que me gustaría.
Hace años mi aldea fue arrasada, yo amanecí en un lugar extraño, si lo pienso bien no era tan diferente a esto, tenía una habitación, cuando pasó un tiempo, comenzaron a llevarme a un cuarto oscuro, y por temporadas me hacían cosas. Había bastante gente en la oscuridad.
Tampoco era tan diferente a lo que Eli, Lady Eliza nos hizo, ahora que lo pienso, pero mucho más doloroso, a veces me obligaban a romper rocas con las manos, otras me quemaban, me hacían heridas y contaban el tiempo que tardaba en curar, aunque nada de aquello parecía tener sentido para ellos.
Bajé la cabeza, Solo repetían una y otra vez, esto no es, esto no es. El caso, es que en aquella sala no había nunca luz, solo siluetas encapuchadas, y, al volver a la habitación, cuando cambiaban de prueba, aparecía una de estas, dije señalando los símbolos que recorrían todo mi brazo. No dije más, mi cuerpo estaba cubierto de eso de pies a cuello. Pero, nunca habían reaccionado hasta que Lady Eliza me tocó.
También había más gente allí, Conocí a un hombre Darakar Zorgulis, un ciego que dio su vida en aquella torre. ¿era otra escuela como esta?, Pregunté con la actitud que me caracterizaba desde entonces, indiferencia. Pese a que por dentro hervía, por fuera era incapaz de exteriorizar nada, siempre supuse que había agotado mi reserva de gritos, odio y rabia en aquella habitación.
Me temo que no se mucho más de ese lugar, solo que creo que está al norte de allí, desde que huyo creo no haber descendido al sur nunca, y vine siguiendo el Arroyo desde el Bosque. Solo espero que esa torre siga en pie para que pueda quemarla desde los cimientos. Con él dentro. Susurré, mirando al frente.
Miré al administrador, No se mucho más de aquello, ni por qué destruyeron mi aldea, ni por qué me hicieron eso, Ni siquiera por qué aquel ciego me regaló una vida. Solo recuerdo la silueta de la torre y el rostro de uno de ellos, venía a menudo y me enseñaba cosas.
Mi marca, un misterio incomprendido que me acompaña desde que tengo memoria, sin estar seguro si es una maldición o un sello de pertenencia que me pusieron de niño cual ganado. La oculto cuanto puedo, pero los ojos de los magos no son fáciles de burlar, aunque no se si en esta ocasión es la perspicacia de Lorlen o fue la temeridad de Eliza. Me habrá cambiado ella las ropas?.
Senca lleva otras, muchas más por lo que cuenta, pero él recuerda su origen. Estuvieron dormidas dice, y despertaron junto con él, ese no es mi caso, mi marca ni siquiera estuvo presente en el encuentro con mi alma. Detalla una torre como esta, y unas personas igual de misteriosas que estos magos, aunque algo más sombrías, a una de ellas le debe la vida y a las otras está claro que su deseo es arrebatárselas. Ahora entiendo porqué preguntaba por las otras torres.
- Lord Lorlen, no se la historia de esta marca - dije cuando el otro aprendiz terminó de hablar - Desde niño la llevo, y mi padre nunca respondió ninguna de mis preguntas acerca de ella. La mujer de mi padre consideraba que era de mal augurio, según ella yo llevé la ruina a toda la isla, y tal vez haya tenido razón - me llevó años darme cuenta que esas palabras tenían más que ver con su ignorancia que con mi culpabilidad, pero aún hoy no puedo refutar sus dichos - No es un tatuaje, ni parece una marca de nacimiento, es mas bien una cicatriz en mi piel, aunque tiene detalles tan precisos que no me imagino cómo es que fue hecha - no se mucho más acerca de ella, pero sí puedo mostrarla. Abro la túnica marrón y descubro mi pecho - A usted le dice algo este dibujo? Tal vez ese mago que menciona pueda ayudarnos a develar su origen o su significado -
Lorlen hizo silencio por unos segundos, pensativo—. Darakar... uno de los pródigos de nuestros tiempos. Era miembro de la Guardia Real, pero desapareció sin dejar rastro alguno tiempo antes de que la cacería de magos comenzase. Fue la gran noticia en su momento, un mago así no se esfumaba de súbito como si nada. Por mucho que me pese he de admitir que no he escuchado nada acerca de un grupo con las características que mencionas, aunque todo apunta a que se trataba de una organización de magos disidentes; en el pasado jamás se hubiese siquiera pensado en un descontrolado grupo de magos secuestrando y torturando gente o arrasando aldeas. —El administrador tomó aire antes de continuar; se aproximaban malas noticias— Tu alma no es normal, Senca. No sé si quienes experimentaron contigo fallaron o tuvieron éxito en su cometido pero algo es seguro; lograron cambiar algo en tu interior que no debería ser posible cambiar —dicho esto y sin dar demasiadas explicaciones, pues el joven lo descubriría por sí mismo pronto, Lorlen se giró hacia Sarthan y ladeó la cabeza de un lado a otro por unos segundos—. A mí no me dice nada, pero sí —asintió—, es posible que este mago, Lord Martin, pueda ayudar descifrar qué es, podrás hablar con él pronto. —El administrador se levantó de su asiento—. De momento irán junto a los demás, ya tendrán tiempo para el resto —Lorlen caminó hasta la puerta, que se abrió sin necesidad de que la tocase cuando estaba por llegar a ella— Síganme.