Partida Rol por web

El Jardín Interior de Gran Torreón no tenía nada que envidiarle a los elegantes y grotescos jardines de los palacios reales ni de los de aquellos de más alta cuna. Un verde y cuidado césped servía de alfombra para pequeños arbustos cortados con expresa precisión que a modo de pequeños muros encerraban a otros más grandes y sin podar. Unos robles y arces adornaban el lugar a un lado del jardín, mientras que una escultura de un gran jarrón sobre un pedestal hecho del mismo material, una piedra oscura y grisácea, se encontraba en el centro de la zona cuidada. Diversos bancos de madera barnizada podían hallarse a lo largo y ancho del jardín, dando sitio de descanso más que de sobra para sus visitantes.

Exceptuando a quien parecía ser una sirvienta, que se encontraba muy ocupada recortando levemente uno de los arbustos del jardín, no parecía haber nadie allí. Aunque eso hacía al Jardín Interior de un lugar ideal para entrenar, el frío se hacía notar con intensidad a estas horas, cuando los rayos del sol aún no eran capaces de calentar lo suficiente el aire ni derretir por completo la nieva que había caído durante la noche.

Cuando se fue Eiara comencé con una rutina de ejercicios, comencé a correr por el jardín, hacer ciertos estiramientos, abdominales, etc. El frío me gustaba y me impulsaba a querer hacer más para poder entrar en calor, pero la falta de ejercicio en este último mes me había pasado factura. Estaba frustrado, a pesar que durante en el entrenamiento no pensaba en ninguna pregunta que me había surgido en el último día. 

Habiendo terminado su sesión de entrenamiento, con el estómago rugiendo de hambre y la piel de gallina quejándose por el frío bajo el cual estaba sometida, Eliron partió de regreso hacia su dormitorio.