Partida Rol por web

Dos dragones negros. ¿Era cierto lo que decía el elfo? No tenían mucho tiempo para pensar en ello, pues Mandíbula fuerte les dio un aviso para que salieran rápidamente de aquella torre. Tampoco quedaba ya nada que hacer allí, pues aunque habían descubierto la estancia del mago rojo que ayudaba a los cultistas y los aposentos de Dalmorrer Borngrey, el elfo que parecía liderar el culto en aquel castillo, de ambos no había rastro alguno. Ni tampoco de los objetos sque había pedido Voaraghamanthar.

El grupo salió al patio rápidamente, siguiendo al hombre lagarto. Al parecer, el fuego que había servido de distracción ya había sido controlado. Sin duda aquella artimaña les había ahorrado muchos problemas y habían podido registrar la torre sin mucho peligro, mas allá de las gárgolas de piedra que protegían el observatorio. Pero ahora los batracos no tardarían en volver y debían andar de nuevo con cuidado si no querían que toda la guarnición del castillo de Naerytar se les echara encima. 

¿Que plan tenemos?

La pregunta de Grend'Dail necesitaba una respuesta. Y una rápida si querían encontrar a los líderes del culto antes de que alguien se diese cuenta de lo que estaban haciendo allí.

—¿Y allí? —dijo Égida, señalando el edificio al oeste. Mandíbula Fuerte había mencionado que era un lugar de tipo religioso, y quizás allí encontrarían algún objeto o pista que les ayudara a ubicar a su objetivo.

El elfo se encogió de hombros. En realidad era un sitio tan bueno como cualquier otro, quizás incluso más.

-Parece un sito lo bastante grande como para que quepa mucha gente, y si son un culto seguro que les gusta reunirse. Claro que lo malo es que puede que haya mucha gente.-

Echó otro vistazo rápido por el patio.

-Pero no veo ningún otro que me parezca mejor. Así que...Por mí vamos.-

Abdali no tenía una mente pensadora así que no dijo nada más que: - Yo voy a donde me digáis-.

- Adelante...

- Pues si, parece un buen sitio para buscar a esos cultistas. A lo mejor se dedican a rezar cuando no están por ahí saqueando aldeas y azuzando dragones-dijo el arquero mientras se ponian en marcha en dirección a la capilla.

El grupo abrió con cuidado la puerta que daba a aquella capilla. A través de los años había sido consagrada a distintas deidades dependiendo de quien governase el castillo. Ahora estaba claro que era un santuario a Tiamat, adornado con una bella estatua de madera de la reina dragón fabricada por los hombres lagarto. La manufactura era sorprendentemente buena, aunque la mayoría de los rostros de Tiamat tenían más parecido con Mandíbula Fuerte y su gente que con la diosa dragón. Endozal hizo un gesto y cargó una flecha en el arco, Lord Airic avanzó con sigilo entre algunos bancos, pues había un par de cultistas allí y rápidamente los dejaron fuera de servicio antes de que estos dieran la voz de alarma.  Por lo demás, la capilla parecía vacía, si bien veneraban a Tiamat no parecía que profesasen mucha adoración. 

Un par de puertas daban a otras habitaciones en el mismo nivel y una tercera llevaba a un largo pasillo por el que subían unas escaleras a los pisos superiores. 

Grend sintió un escalofrio al ver la imagen de Tiamat. No era muy religioso, pero la malvada reina de los dragones era conocida hasta en el lugar de donde venía. Y esas cosas nunca eran buenas.

Y ahora aparece Tiamat. Esto mejora por momentos. Estos tipos del culto al dragón no saben donde se meten si están rezando a esa cabrona.

El elfo miró a las escaleras, pero entró en una de las habitaciones.

Supongo que el plan no ha variado. Examinar planta por planta. Empezaré por aquí.

Le echó un vistazo a la puerta antes de abrirla y revisar la estancia.

—Sí... si seguís con nosotros cuando salgamos de aquí —dijo, enfatizando el "cuando" en vez de un "si salimos" condicional—tenemos mucho que contaros.

Registró los cuerpos de los dos cultistas que habían elegido un mal momento para rezar y escondió los cuerpos para evitar que saltaran las alarmas.

El guerrero calishita, al igual que hizo en la torre, se quedó pendiente, con el arma levantada, por si apareciese algún enemigo. Dejó el registro a gente más capaz.

Mientras registraban los cuerpos, que no tenían gran cosa más allá de algun cuchillo que poca utilidad tenía para los aventureros, el elfo se acercó a las puertas cerradas. No parecía haber ninguna trampa asi que abrió la primera. Esta parecía ser usada de almacén. Toda la basura de la capilla- taburetes rotos, ropa de altar podrida, iconos antiguos y corroidos- fue tirada ahí cuando los cultistas tomaron el control del lugar, pero no parecía haber nada de valor. 

Entonces se dirigió hacia la otra puerta para continuar con el registro...

Tras esconder los cuerpos, Égida se acercó a Grend escudo en mano. Ya se había enfrentado el elfo a una trampa antes, y quería asegurarse de que no se comía más de las necesarias si él estaba cerca.

Lirio se peinó un poco y se revisó los pequeños cuernos ocultos bajo el pelo por si tenía algo pegado. No sería la primera vez.

Más allá de eso, estaba pendiente de sus compañeros más que de sus enemigos. Su capacidad de concentración en lo que pasaba en el aquí y ahora no parecía uno de sus fuertes.

La primera puerta daba a un insípido almacen sin nada interesante. Por lo que el elfo se acercó a la siguiente por si tenían más suerte.

Veamos qué encontramos tras la puerta número dos.

El elfo parecía saber lo que se hacia. Algo que ya habían podido comprobar sus nuevos compañeros en la torre. Al parecer no era su primera vez en estas lides.

Grend abrió la puerta que daban a lo que debían haber sido los aposentos de los clérigos que viviesen allí en la antiguedad. Sin embargo estos pequeños cuartos habían sido tomado por los cultistas. Esto era algo fácil de averiguar ya que nada más abrir se toparon con cuatro de ellos, vestidos con túnicas de un purpura grisáceo y máscaras con formas que recordaban a la cabeza de un dragón.

-Intrusos! Intrusos en el templo! Matadlos!

Estos reaccionaron rápidamente, abalanzandose dos de ellos sobre el elfo con sus cuchillas. Por suerte para Grend 'Dail égida le protegió rápidamente de alguno de los ataques, recibiendo el forjado la mayor parte del daño, pues atacaban con una rabia desmedida.

El guerrero que por fin podía hacer lo que mejor se le daba se acercó a los enemigos y sin ningún miramiento atacó al que encontró primero.

El fanático se llevó dos golpes de su espadón y más estaban por llegar. Había que terminar con ellos rápido antes de que pudieran dar la voz de alarma.

- Ey, fijáos! -dijo Lirio a los cultistas, y señalando hacia arriba hizo un gesto con la mano y en el techo pareció formarse una especie de patrón de colores que los dejó embobados durante unos segundos, que sus compañeros aprovecharon para moverse a posiciones más ventajosas.

Después miró al que estaba más cerca de Égida, cuyos ojos podía ver aún con la máscara.

- ¿Lo de las máscaras es porque cuando vuestras madres os parieron no estaban muy seguras de si era un bebé o un zurullo?

El ataque fue rápido, pero afortunadamente pudo interponer su cuerpo para proteger a Grend. ¡Y menos mal! Su blindaje se resintió, y no quería imaginar qué le podía haber pasado al elfo si él no hubiera estado allí. Retrocedió unos pasos para poner distancia entre ellos y sus enemigos, cubriendo a un Lirio que empezaba a hacer de las suyas, y lanzó una llamarada al acólito que había atacado Abdali.

A Grend no le hacía demasida gracia gastar otro de sus limitados conjuros. Pero era necesario ya que aquellos tipos podían dar la alarma.

Hace un poco de frio en este lugar ¿no? Vamos a ver si lo calentamos un poco.

Pero a pesar de la bravata del elfo, cuando este terminó de conjurar la cosa no fue tan espectacular como parecía que iba a ser. La lengua e fuego que surgió de sus manos apenás llegó en intensidad a la de una antorcha.

Mierda. Sí que hace frío, sí. Os aseguro que es la primera vez que me pasa.

Después retrocedió un poco para que los demás también pudieran actuar mejor y tuvieran angulo de tiro.