Partida Rol por web

Onfale asintió ante las palabras de Ralph. Si Kiaransalee quería verlos era mejor no hacerla esperar. Como semidiosa mujer sería caprichosa e iracunda y su única aliada en la loca empresa a la que estaban obligados a enfrentarse. Apartó la mirada del desagradable espectáculo en el que se había convertido en cuerpo de la joven y poderosa Aire. No se merecía morir, desde luego, pero, ¿qué podía hacer un debilucho mago como él para evitarlo? Tenían dos cadáveres y un único pergamino de resurrección. Loki era un niño pero Aire llevaba con ellos mucho más tiempo. No se sentía con la suficiente catadura moral como para dirimir en una cuestión tan compleja. Quizá Hala, de nuevo, les diera la solución en boca de su profeta. Pero lo que llamó la atención del perfumista fueron las palabras salidas de la boca de Ralph. ¿Cómo sabía aquella información sobre ellos? Miró a Evea y se encaró descaradamente a ella.

- ¿De qué os conocéis?- Ya no le parecía divertido el rollo Evea y su ex, sino preocupante. ¿Habían tenido un espía entre ellos todo este tiempo?

¡Métete en tus asuntos, rarito!-le espetó a Onfale, antes de llevarse a Loki por el otro corredor, siguiendo a Ralph y al cadáver de Aire.

 Tranquilos...-susurró-les seguiré y veré que se traman.

Tybalt, a pesar de su tamaño, se movía sin hacer ruido, y su visión diabólica le permitía ver en la oscuridad sin llevar un foco de luz que dijese: "ey, miradme, os estoy siguiendo".

Los demás... Alice, Flame, Jadewo, Leiath, Onfale y Becky, prosiguieron hasta el Salón del Trono, una cámara de gargantescas proporciones, con una hilera de pebeteros ardiendo a cada lado. En el centro de la habitación, una decena de sillas de hielo estaban predispuestas frente a unos pilares, también de hielo de tres pies de altura. Al acercarse a las sillas comprobáis que a modo de tapete de ganchillo tiene una telaraña pegajosa para evitar que los culos resbalen. Becky hace la prueba de sentarse y volverse a levantar, y lo hizo sin problemas, con lo cual no se trata de una trampa.

Al frente, una telaraña ocupa toda la pared y se extiende hasta un techo que quizás no exista más allá de lo que llegan a iluminar los pebeteros. A izquierda y derecha, de ese trono de hebras, una salida a cada lado. Una voz de mujer, poderosa, como a madrastra de cuento, retumba en la sala.

¡¡¡SENTAOS!!!

Por una de las puertas laterales, entra una hermosa diosa araña con caros ropajes:

Sus apéndices negros cargan con una caja envuelta con un gran lazo rojo, que tras acercarse a las sillas, deja sobre el pedestal de Becky. A continuación, inexplicablemente, la diosa se aleja y sale por la puerta contraria por la que entró. Una segunda concubina araña vuelve a aparecer por la primera puerta, con otro regalo. Puede que no se traten de Kiaransalee, después de todo. Sirvienta por sirvienta, cada pedestal va teniendo su caja, salvo los que están ante las tres sillas vacías. Las concubinas que traen las cajas para Tybalt, Evea y Loki, al no ver a su premiado, prosiguen por la siguiente puerta sin dejar regalo alguno.

SON PARA VOSOTROS. UNA RECOMPENSA POR LOS SERVICIOS PRESTADOS.

Alice abre una caja desproporcionadamente vacía, pero su único contenido, una pequeña gema, salta del interior de la caja y comienza a orbitar en torno de su pelirroja cabecita. La de Jadewo contiene un escudo reluciente. Al ver los regalos de los demás, Becky también se anima a abrir su regalo...

¡Un látigo! ¡Justo lo que quería! Desde que perdí mi daga no pude de ser de demasiada ayuda en combate.

Becky mete las manos en la caja, y por un hueco salta el látigo, revoltoso y lleno de vida, y en el suelo serpentea hasta debajo de una de las sillas vacías.

¡Es mágico! ¡Aún por encima es un látigo mágico!

Emocionada, Becky se pone de rodillas a cuatro patas, y agacha la cabeza y una mano bajo la silla de hielo para hacerse con el látigo caprichoso. Entonces pasa algo sobrenatural... más sobrenatural que un látigo con movimiento propio. El látigo salta a la boca de Becky y serpentea para abrirse paso a su interior como si fuese una fantasía de alguna mente calenturienta. El objeto se pierde dentro de ella. Luego vienen los retortijones, el dolor... del pantalón negro de Bekcy comienza a asomar el látigo, ahora como lo que verdaderamente es: un injerto de cola infernal.

Oh, ¡Gracias! Siempre quise una de estas. La maga estaba ilusionada con su nuevo regalo, pero al igual que la piedra una idea había comenzado a girar en su cabeza. ¿Por qué de los regalos? ¿Qué servicios habían prestado? ¿Había alguna trampa en todo esto? Pero la codicia y los buenos modales, todo el mundo sabe que “a caballo no le mires los dientes regalado”, hicieron que la maga permaneciera con la boca cerrada. Esperaba más instrucciones e información de su anfitriona. Estos demonios siempre piden algo a cambio. ¿Querrá nuestra alma?

Todo aquello era asombroso. Estaban siendo agasajados por una semidiosa y, aunque estaba seguro de que habría una contrapartida, era fácil para el perfumista dejarse llevar por el gozo. Hasta casi renegaba ya de Hala, aquella diosa austera y que no les pedía más que sufrimiento y pena a cambio de su protección. Kiaransalee, por su parte, les otorgaba preciosas dádivas. El mago se acercó a su caja, esperanzado de que su regalo fuera tan impresionante como el de la Maga Roja. El también quería ser un poderoso manipulador de la Esencia Universal y aquella gema parecía aumentar el poder de Alice. Abrió con ansias el paquete y hurgó en su interior. También su caja era demasiado grande para el contenido. Casi estaba salivando cuando su mano de dedos largos y delicados tocó el frío del acero. Enseguida reconoció la forma sin sacarla de la caja. Una daga.

¿Una mísera daga?- Se apresuró a pensar en positivo no fuera a ser que la semidiosa drow pudiera ver reflejada en su cara su desagrado o incluso leerlo en su mente. Forzó una sonrisa que curvó sus labios en una expresión un tanto rara. Una daga era una buena cosa. Su arma predilecta. Claro que ya tenía un estoque mágico. Pero una daga se esconde mejor...aunque hay que acercarse un poco más y correr ese riesgo. Y Onfale era un mago básicamente no una machorra como Flame, bruta y musculosa. Se la mostró a sus compañeros para acabar diciendo.

- Los mejores perfumes vienen en frascos pequeños.- Y mirando alrededor trató de localizar a su benefactora.- Os doy las gracias, Kiaransalee.

Una vez repartidos los regalos, de nuevo las concubinas entraron a llevarse los paquetes, dejando los pedestales de hielo de nuevo vacíos. Tras ese protocolo, los siguientes en entrar fueron Ralph, Tybalt y Evea, acompañados por unos ahora nuevamente vivos Loki y Aire.

Tengo que comunicaros algo... he decidido quedarme aquí, con Ralph. Lo siento, Jadewo... pero no puedo seguir con nuestra relación. No es la vida que busco. Sigues teniendo la mentalidad de un aventurero samaritano, y yo busco estabilidad y un hogar. Ralph puede proporcionarme el tipo de vida que estoy buscando.

 A mí me pasa algo parecido... Nací y viví siempre bajo las órdenes de un amo. Os agradezco todo lo que me habéis ayudado, y no os olvidaré a ninguno, pero mi sangre diabólica busca orden y jerarquía. Me gustaría servir a Kiaransalee, y perfeccionar bajo su servidumbre mis aptitudes con la espada.

La noticia también coge desprevenidos a Aire y Loki: cuando recuperaron la conciencia, Ralph, Tybalt y Evea ya habían hablado todo lo que tenían que hablar.

¡¿Cómo?! Pregunto la maga pelirroja sorprendida, sin saber muy bien que decir. No le importaba que hiciera Evea, nunca la había considerado parte del grupo, no había pasado suficiente tiempo con ellos como para que Alice la empezara a considerar parte de la pandilla y además le caía mal. Pero el semidemonio, el si había pasado la primera prueba para entrar en la chupipandilla, como diría Aire. El tyfin había demostrado su habilidad con la espada y su utilidad en el grupo. Supongo que esto no es negociable. Añadió con resignación. Solo os puedo desear suerte en vuestros caminos y espero que en algún momento nos volvamos a ver….. o puede que no. Volver a verlos significaría volver a este plano, y eso era algo que la maga no quería volver a repetir. Estaba siendo una experiencia enriquecedora con la que poder escribir un tratado o una guía de viaje, pero con una visita era más que suficiente. 

Escuchar a Evea fue música para sus oídos. Calaba a las golfas muy de lejos y ésta muchacha lo era, vaya que sí. Ya iba a dar un codazo a Tybalt para hacer un chascarrillo sobre la "pasional" relación Evea-Jadewo cuando lo único que palpó fue el aire. Miró a donde debía estar la imponente figura del semi-infernal y no encontró a nadie. Cuando éste habló se le paralizó el rostro, convirtiéndole el rictus en una desagradable mueca.

- ¡No digas sandeces!- Para un hombretón que había en el grupo no quería perderlo o volvería a estar rodeado de mujeres mirase donde mirase.- Pe-pero, pero si...- Había tantas razones por las que las palabras de Tybalt perdían el sentido que no le salía expresarlas.-¿Acaso todo lo que has contado era mentira? Lo que más deberías ansiar es la libertad...como yo.- Se puso de puntillas tratando de alcanzar los ojos de tiflin. ¿Le habían lavado el cerebro de repente?- Quizá le hayan embelesado.- Le dijo a la Maga Roja, pues ella entendía de conjuros.- ¡Orden y jerarquía, dice!- El perfumista se llevaba las manos a la cabeza.- No doy crédito...

Leiath tenía demasiadas cosas en la cabeza y había permanecido meditabunda durante el corto camino hasta la gran sala donde había aparecido la semidiosa araña.

Había tenido el pergamino de Resucitar entre sus manos todo el rato, indecisa respecto a quien devolver la vida en aquel momento. Eso la había librado de malgastarlo, pues depués de la horrenda aparición de aquellas nuevas arácnidas criaturas volvió a ver a los dos miembros de su aquelarre de nuevo con vida. Se guardó el pergamino en la bolsa y los miró con una sonrisa.

Aún no había abierto el paquete que tenía frente a ella; no se fiaba nada de lo que pudiera tener. Por qué unos seres que sin duda eran malignos iban a querer regalarles algo? Y cómo quedaría ella si lo aceptaba? Se enfadaría Hala por mostrar avaricía? Bah- cedió la jóven a la curiosidad y la codicia- su sabia diosa estaba por encima de todo eso. Seguro que se alegraría por ella.

Mientras abría el paquete, Evea y Tybalt anunciaron que querían quedarse. Eso dejó helada a la bruja. Sin apenas fijarse en lo que contenía la caja: unas bonitas botas, Leiath se levantó enfurecida.

- Qué quereis abandonarnos?! Es que no pensais más que en vosotros mismos?! Y la misión? Y vuestra promesa?!

Si la bruja de Hala hubiese sigo algo demoníaca (algunos podrían pensar que ya lo era) seguramente hubiese expulsado espuma por la boca y fuego por los orificios de su nariz, pero su mirada taladradora era bastante para expresar su desaprobación, sobre todo hacia Tybalt.

Se quedó con los brazos en jarras mirando fijamente al guerrero, esperando una respuesta adecuada.

El joven vio como Evea se alejaba con Ralph por el pasillo, decidió aguardar paciente, no sabía exactamente la relación que habían guardado los dos en el pasado, pero no había sido mala... en cualquier caso, esperaba verla pronto y preguntarle.

Más tarde, en la inmensa estancia de hielo con los pedestales, y el discurrir de las sirivientes de la... semideidad drow Kiaransalee Jadewo se sorprendió mirando el escudo que había en el interior de la caja. ¿Un regalo? ¿Por qué? ¿Y como es que había elegido la semidiosa darle ese regalo? Lo levantó para examinarlo con su vista arcana y sorprenderse del poder del objeto, cuando unos gruñidos y jadeos le llamaron la atención. Era Becky, a quien el regalo le había entrado por la boca... acto reflejo el guerrero dejó el escudo desconfiando de él y se acercó a la muchacha.

-¡¿Becky, Becky?!- Dijo arrodillándose junto a ella para asistirla...

Entonces, seguido de un sonido a desgarrón, por detrás del pantalón negro de la muchacha salió tan singular apéndice. El joven retrocedió unos pasos no dando crédito... le había salido rabo.

-¿... estás... estás bien?

Aturdido, le costó recuperar la compostura. Aún no estaba repuesto cuando llegó de nuevo Evea.

-¿Hola, querida, todo bi... ?- Las palabras murieron en sus labios ante la extraña expresión en los ojos de Evea.

Entonces habló ella, el mensaje tomo a contra pié al guerrero arcano, poco esperaba esas palabras. Acto seguido su gesto se ensombreció para descargar una letal mirada sobre el bastardo drow, una mirada dura, pesada e intensa. Tras respirar pausadamente unos instantes, la mirada se posó de nuevo sobre Evea, sobre quien no detectaba magia alguna... como efectos de encantamientos.

-Es tu decisión Evea.-Las palabras  costaban salir  de sus labios, como si todas y cada una de ellas tuviera que hacer un esfuerzo para escapar.-Siempre has sido libre de elegir, de mantener tus pasos junto a los míos o de apartarlos. No puedo decir que entienda la decisión, pero la respeto.

Se sentía mal, vacío... salvo por una ascua candente en el fondo de su interior focalizado en el maldito bastardo. Necesitaba tiempo para digerir todo aquello.

Un eunuco siempre sabía donde colocarse y, en este momento, era al lado de un hombre visiblemente destrozado. Puso su mano en el hombro del guerrero arcano de cabellera leonina y le mostró así su apoyo. A Onfale también le habían traicionado por lo que comprendía su dolor. 

- Al menos el pequeño Loki sigue vivo, cumplimos así la misión que el Gran Rey Bob nos encomendó.- Con un rápido gesto colocó la gema magenta que había sacado del regalo de  Kiaransalee y se la colocó entre ceja y ceja, a modo de "bindi".- Es magenta.- Dijo como si necesitara justificarse. La llamaba magenta por no decir rosa. Era parecido a la marca de Flame pero mucho más femenina.

El ascua candente que tenía en sus entrañas, ese odio pesado hacia Ralph, tenía a Jadewo absorbido, no lo podía apartar de su mente, a pesar de sus palabras, le dolía y mucho la decisión de Evea, y en su fuero interno sin lugar a dudas era Ralph el culpable.

Una leve peso en su hombro le llamó la atención, era el perfumista, Onfale, quien le destacó el hecho de que Loki volvía a estar entre los vivos. Necesitaba encontrar algo que hacer para no quedar incapacitado en sus neuras. Con un asentimiento mudo, con la mandíbula apretada, el joven se acercó al muchacho.

-Procura estar cerca en estos lugares peligrosos para resguardarte, Loki.- Dijo posando una mano blindada sobre pequeño y delicado hombro del niño.

Las miradas de Evea y Tybalt se cruzan. Ambos ven en ese cambio de bando un mal necesario. Con dolor, recuerdan la conversación con Ralph... su "oferta".

Según las cláusulas de ese trato, Evea aceptaba quedarse con Ralph en calidad de compañera sentimental. Sin pretensiones. El semidrow tenía las esperanzas de reconquistar a Evea con el tiempo, con las debidas atenciones, para que la Gata olvidara a Jadewo. A cambio de la entrega de la humana, las sacerdotisas de Kiaransalee resucitarían a Loki. Ralph mencionó llevar al niño a un lugar llamado Faerún, y dejarlo en adopción con una familia de granjeros.

La oferta a Tybalt no fue muy diferente. En cuanto le descubrieron espiándoles, le invitaron a unirse a la conversación. A cambio de la resurrección de Aire, Tybalt aceptaba servir a Kiaransalee. Era el segundo sacrificio de Tybalt, la segunda vez en su vida que hacía algo para resucitar a alguien. La primera vez fue en Ly'Huriek, la Ciudad Sumergida. Conoció a los extraños y vendió parte de su equipo para pagar las resurrecciones de Alice y Flame. En aquella ocasión se decía a sí mismo que había ayudado para salvar las suspicacias de los humanos, y ganárselos para poder huir del Horror Diletante.

Siendo sacrificios similares, esclavitud a cambio de salvar una vida, también eran diametralmente opuestos. Al contrario que Evea, Tybalt sabía que el grupo había comprado un pergamino de resurrección en la ciudad de Vadrian, y que la renuncia a su libertad tenía alternativas. Sin embargo, para haber podido usarlo sobre Aire, primero tendrían que arrebatar su cuerpo de las manos del ejército de Kiaransalee. En tales circunstancias, ha tomado la mejor opción.

En cualquier caso, la decisión de Tybalt ya está tomada-Ralph señaló un flanco de la gran telaraña-trono, de modo que el semidrow y el tiflin se quedaran haciendo guardia como dos soldados-. Evea nos ha hablado sobre la situación del niño. En aras de una alianza fructífera, llevaremos a Loki al plano natal de Evea. Por supuesto, vosotros también podríais abandonar el abismo, si después de destruir la Rosa de Laón, regresarais aquí.

Evea, cariño, ¿puedes llevarte a Loki a nuestras dependencias? Los adultos debemos hablar de temas militares importantes que un niño no debería oír...

En cuanto Evea y Loki abandonaron el Salón del Trono, los pebeteros de fuego de la derecha crepitaron llamando vuestra atención. El muro de hielo que formaba la pared de ese lateral empezó a mostrar una imagen. Becky se levantó de la silla, y con su nueva cola retráctil reorientó su asiento para mirar las diapositivas.

Eso que véis ahí es la Rosa de Laón, cristalera en la que Orcus atrapa las Almas de los Justos. Es el rosetón que se encuentra en la capilla privada de Orcus en uno de sus palacios: la Puerta de Orcus. La imagen ha sido reproducida por un conjuro de ilusión, tras haber realizado sendas adivinaciones, ya que no disponemos de ningún espía en su palacio.

El motivo... sus dragones rojos. Patrullan sobrevolando los alrededores del palacio y echando fuego sobre nuestros gólems de telaraña.

Por supuesto, tenemos un plan. Al sur de la Puerta de Orcus, a varios días de viaje, se encuentra la ciudad de Lash Embrar. A Lash Embrar llegan humanoides de todos los planos, en peregrinaje para rendir culto a Orcus. Principalmente sacerdotes, nigromantes y brujos. La idea es infiltraros en Lash Embrar como unos peregrinos más, y que participéis en el torneo de la Calavera para que os concedan el honor de viajar a la Puerta de Orcus.

El torneo de la Calavera... bueno, consistiría básicamente en librar una serie de combates a muerte para demostrar la devoción por Orcus. Los que perecen, son revividos y honrados como muertos vivientes, así que los feligreses lo ven más como un premio de consolación que como un torneo a muerte.

La maga suspiro, otra misión suicida para poder salvar su vida. ¿Qué tipo de torneo es? En grupo o individual, de magia o de fuerza. Pregunto con curiosidad, al fin al cabo, iba jugarse la vida en ese torneo, tenía derecho a conocer un poco las normas. ¿Hay que pagar inscripción?

No le gustaba Ralph. Sabía demasiado de ellos y sus intenciones. Al menos Loki iba a estar a salvo en el plano natal de la zorra de Evea. El perfumista observó con detalle la imagen creada por el conjuro de ilusión. Una cristalera era algo frágil, de ahí que estuviera tan bien custodiada, nada más y nada menos que por dragones.

- ¿Es tan frágil como parece? ¿Sabeis si bastaría con hacer añicos el cristal para liberar las almas y que el poder de Orcus se vea disminuido?- Se tragó su orgullo para preguntar al semi-drow. Alice también preguntaba cosas importantes, tal era el poder de su nueva gema. A ver, Onfale no era el mejor guerrero del mundo, pero en combate cuerpo a cuerpo, su harén era un absoluto desastre. Ni Aire, ni Leiath, ni Becky, ni Alice eran capaces de sostener en el brazo una espada. Más les valía que pudiera lucharse con magia, aunque como indicaba un torneo a muerte, supuso que todo estaría permitido. La idea de morir y convertirse en un no-muerto ya no se le antojaba tan mala idea como antes. Al menos así no tendría que huir más ni preocuparse pro el ambiente dañino de aquel plano.

Se obligó a respirar profundamente y calmarse. Pero la última mirada de odio que echó a los desertores fue suficiente para demostrar su desprecio.

Debía atender a lo que se estaba diciendo pues era sumamente importante. Combate a muerte? La muerte no era problema, pero para la jóven bruja eso de levantarse como muerto viviente era inaceptable.

-Ese concurso, si debemos ganarlo todos para poder acercarnos a la Rosa, presupongo entonces que no existe un solo ganador. Y qué pasaría si nos toca enfrentarnos entre nosotros?

No sé, me parece demasiado dejado al azar, y bien es sabido que el azar no está de nuestra parte.

Además, eso de volverme un muerto en vida... jamás!

Leiath negaba con la cabeza, no la convencía nada esa forma de entrar.

Sobre el torneo...

La inscripción es gratuita, y los participantes se anotan como parte de una congregación. Es decir, es un torneo por equipos. Hay casos temerarios en los que un único participante se ha presentado por un equipo de uno, eso no suele salir bien... La estrategia depende de vosotros: formar un único equipo, o varios...

El torneo está dispuesto en cinco modalidades: Ceremonia de Apertura, la Prueba de la Mente, la Prueba del Corazón, la Prueba de la Sangre y la Arena de los Condenados.

La Ceremonia de Apertura consiste en un combate todos contra uno. Ese uno es siempre un muerto viviente poderoso, pero nadie sabe qué tocará este año. Se pueden usar tanto la magia como la fuerza física. Cuidado, algunas congregaciones pueden buscar en medio del combate acabar con vosotros. Es una forma de hacer fracasar a sus rivales, y traer prestigio sobre su propia orden por lograr más supervivientes. En la Ceremonia de Apertura no hay ganadores ni perdedores, solo "descalificados por muerte". La prueba termina cuando el muerto viviente, o todos los demás, son destruídos.

Las tres pruebas se celebran a la vez. Las congregaciones de las que solo queden uno o dos participantes podrán elegir en qué modalidad quieren participar. Por ejemplo, si después de la Ceremonia de Apertura solo dos seguís con vida, uno podría ir a la Prueba de la Mente, otro a la Prueba de la Sangre, y optar por no participar en la Prueba del Corazón. Pero una cosa importante: las pruebas terminan para una congregación cuando los suyos terminan la Prueba de Sangre. Eso significa que en caso de ser uno o dos los participantes, una de las pruebas debe ser la de Sangre. Si una congregación no termina la Prueba de Sangre, sus compañeros de las restantes pruebas no pueden abandonar.

La Prueba de la Mente consiste en una tortura mental que puede conducir a la locura. Cuantos más participen, menor será el estrés producido a cada mente... como el peso repartido entre las patas de una banqueta. La Prueba del Corazón es equivalente, pero es una tortura física: sufrir el daño negativo de Thánatos. Se puede utilizar la magia de los participantes, pero no los objetos mágicos, pociones, ni demás pertrechos. Aunque el daño será el mismo independientemente del número de participantes, en ocasiones realizan la Prueba del Corazón más de un miembro de la misma congregación, de modo que sus magias se complementen y se mantengan vivos el uno al otro.

La Prueba de Sangre es una carrera. Os podéis encontrar de todo: trampas, jeroglíficos, obstáculos e incluso monstruos. Ser los más rápidos da prestigio a la congregación, pero también permite rescatar a los compañeros de las restantes pruebas mientras aún su mente no se haya quebrado ni su cuerpo corrompido. Además, en la Prueba de Sangre es habitual llevar todas las pertenencias, salvo quizás las armaduras que ralenticen el movimiento y resten velocidad, aunque también están permitidas. De hecho, es normal que los que corran la Prueba de Sangre se ayuden del equipo mágico de los compañeros que participan en las demás pruebas.

Los supervivientes llegarán a la última jornada de la competición, y lucharán en la Arena de los Condenados, en combates a muerte de dos congregaciones, con todo su equipo y su magia. Se celebrará una única ronda, con lo que el número de equipos vencedores suele ser aproximadamente la mitad de los que llegan con vida a esta fase final. Digo que suele ser, porque también hay empates en los que los dos equipos se destruyen entre sí. En caso de que los equipos sean impares, uno de ellos, por sorteo, será proclamado uno de los equipos ganadores.

Es decir, tened bien claro que hay muchas posibilidades de que el viaje a la Puerta de Orcus podríais hacerla en compañía de más congregaciones. Eso puede comprometer la misión, así que tratad de dar muerte a alguno de los grupos ya en la Ceremonia de Apertura, para ir quitándoos acompañantes molestos que vayan con vosotros al palacio.

Es decisión vuestra formar el mismo equipo, y garantizar que no os mediréis en la Arena de los Condenados, o formar varios equipos individuales o de a dos, para evitar hacer alguna de las tres pruebas centrales del evento, corriendo el riesgo de mediros a un amigo en el lance final.

Sobre la Rosa de Laón...

Nunca ningún enemigo de Orcus ha llegado a estar lo suficientemente cerca de la Rosa de Laón como para atacarla. Su fragilidad o resistencia es un misterio, pero somos optimistas: todo se puede romper en esta vida. En el mejor de los casos, las almas de los difuntos ascenderán al romperse el cristal. En el peor de los casos, permanecerán en los cristales rotos, pero Orcus no podrá atrapar almas nuevas. En el caso de que la rotura de las vidrieras no liberase a los espíritus, traed tantos pedazos como podáis. Así las almas ya no estarán en manos de Orcus.

Aire llegó, con la cara totalmente nueva y sin restos del veneno.

¡Uy que sueñecito tan majo! dijo felizmente, mientras se alisaba el vestido y se quitaba manchas de vómito por el combate anterior. Mientras Evea y Tybalt comunicaban sus respectivas decisiones, Aire recorría la distancia que le separaba de sus compareños y observaba los paquetes que tenían sus compañeros... Y ella no.

Puso morros y se cruzó de brazos. Ella quería su regalo, y nadie se lo había recogido. ¿Y ahora a quién se lo tenía que pedir? No quería volver a las arañas, le daba miedo y un poquito de asco. Por desgracia para Aire, no habría nada para ella.

Escuchó todo lo que hablaban de su misión, y se aburrió. Bostezó disimuladamente mientras se estiraba. Sus ojos se llenaron de lágrimas y pensó en la siesta que se acababa de dar. Aún seguía cansada y no entendía por qué.

¿Y no hay otra forma de entrar? Anda que no nos podemos morir veces en ese combate.

Tybalt ocupó su puesto junto al trono con un rostro serio y un aire taciturno mientras un torrente de sensaciones se revolvía en su interior deseoso de dar rienda suelta a sus emociones. El tiflin hacía un esfuerzo inhumano por mantener su expresión impasible, aunque una parte de si mismo recibía con curiosidad aquella respuesta de su subconsciente. ¿Era tristeza lo que luchaba por salir al exterior? ¿Frustración por verse una vez más con una correa al cuello? ¿O simplemente un dolor hasta ahora desconocido al tener que desprenderse de un grupo con el que compartía un vínculo? Sí, esto último quizás tenía más sentido aunque hubiese una pizca de las otras dos. 

Poco menos de una quincena había bastado para que Tybalt encontrase la amistad en aquel variopinto grupo. Gracias Alice, Becky y Aire pudo experimentar lo que pudiera haber sido tener a la típica prima que no sabes bien si quieres ver tan a menudo pero sientes cierto aprecio igualmente. Aunque su devastadora magia ayudaba en eso de hacerse querer. En Flame había encontrado una fiable compañera de armas, una guerrera letal y un ejemplo de como la acidez estomacal puede convertirse en tu mejor aliada. Había sido cómplice silencioso de los mordaces comentarios de Onfale y había llegado a considerarlo un amigo al comprender mejor que ninguno su recién conquistada libertad. Y Leiath... la bruja de Hala se había ganado un fiel y devoto seguidor con el guerrero. Gracias a ella había encontrado un nuevo propósito en su nueva vida, un motivo por el que seguir luchando y una razón por la que sentirse orgulloso. Ella completaba el vacío que una vida de esclavitud había dejado en su interior.

Y por todo esto es que Tybalt tomó una decisión tan contradictoria con lo que sentía en realidad. Para esto lo había escogido Hala, para ser el último escalón por el que el resto debía pasar para poder llegar al objetivo final. Debía renunciar a aquello que más había deseado para que la cruzada particular de la profeta siguiese su curso. Era imposible no ver la ironía del destino que se tornaba casi en una broma cruel, que un último acto de genuina libertad sería el que lo encadenase de nuevo. Pero era una decisión que él había tomado y que había aceptado para que la voluntad de Hala se cumpliese. Por eso mismo le dolieron tanto las palabras que Leiath le dedicó, del mismo modo que la contrariedad que mostró el resto de sus compañeros. Pero encajaría esos invisibles golpes en silencio... Dudaba de su entereza si se atrevía a articular una sola palabra. Ahora solo se debía a su nueva ama y señora. Tenía por delante toda una vida servidumbre para olvidar, toda una vida para recordar...