¡No! ¡No!-el rechoncho demonio caminaba a trompicones entre unas cajas, en lo alto de la muralla-¡No podéis dejar esa monstruosidad ahí! ¡¿Quién está al mando?!
Los demonios se dedicaban a acarrear las cajas de madera para hacer sitio, ignorando la ira de aquel gordo lugareño. Más allá de uno de los esfínteres permeables que llevaban al exterior de la ciudad, se hallaba aquello a lo que se refería Borlon: una enorme burbuja que contenía un gigantesco barco del caos para la Guerra de la Sangre.
Borlon alargó su manaza y cogió por el cuello a uno de los horrendos operarios.
¡TÚ, INSECTO! ¡SACA TU BARCO DE LA PUERTA DE EMBARQUE O APRETARÉ TAN FUERTE QUE TE EXPLOTARÁN LOS GLOBOS OCULARES!
¿Qué es este jaleo?
Por encima de una de las grandes cajas asomó el rostro de la Márilith, mirando a Borlon a los ojos. La mitad serpentina de la criatura zigzagueó hasta ponerse junto al demonio obeso. Los dos tenían la misma altura, sin embargo el grosor de Borlon le daba un aspecto más grande. Parecía suficiente para poder devorar a la estilizada mujer serpiente.
Borlon... vil sapo de los Sólamith... ¡Yo estoy al mando! Tengo órdenes personales de Séverik, el favorito de Demogorgon, Señor de la Sima. Vamos a terminar de construir el barco en Li'Huriek. ¿Hay algún problema?
Oh... no. No, por supuesto. Discúlpeme, Guardiana Negra. Yo solo sigo órdenes. No quería interrumpir. Me retiro. Pueden ocupar toda la muralla si lo desean, Jejeje. ¿Debo decirle a la Reina que prepare el cuarto de invitados en la Aguja para usted?
¡Diablos, no! Ya hay suficiente humedad aquí abajo como para que aún por encima tener que dormir en una de las peceras de Missantra. Me alojaré en una de las posadas. Ahora, vete, escoria.
Borlon asintió, complaciente, con dos reverencias que quedaron en nada porque su barriga no le permitía doblarse lo sufciente. No tenía ganas de quedarse cerca de esa mala pécora ni un segundo más. Dió media vuelta y echó a correr.
¡Espera!
Paró en seco. Suspiró. Borlon se giró lentamente esperando una muerte rápida.
Eres un funcionario de grado dos, ¿no? Encárgate de correr la voz: se reclutan demonios para luchar en la Guerra de la Sangre representando a Demogorgon. Acudid al Barco del Caos atracado en la puerta de embarque número... ¿qué número es esta? Bah, no especifiques. Seguro que este es el único Barco del Caos que habrá en este apartado rincón en décadas.
Sí. S-sí. Yo me ocupo de que se sepa. Aunque en realidad... mañana se celebra en la Aguja mi promoción a funcionario de grado uno. P-pero delegaré el encargo para algún otro funcionario de grado dos. No habrá problema.
Borlon vuelve a alejarse tras otros dos amagos de reverencia, aún con el miedo en el cuerpo.
Maldita sea... a la Reina Missantra no le va a gustar que el Barco del Caos se lleve a parte de sus súbditos...
Oh. Así que una ceremonia en la Aguja, ¿eh? Bueno... No hay mucho más que hacer en esta ciudadela cochambrosa. Creo que me dejaré caer por la fiesta, solo para fastidiar a Missantra.
Muahahahaha...
Y a un centenar de pies de allí, en alguna de las bodegas del Barco del Caos en obras...
...grrrrr...
Viktor Das Vracken acecha desde detrás de unos sacos. La magia transmutadora de Madame Eva continúa con la transformación. Los nuevos ojos demoniacos de Viktor le permiten ver en la oscura bodega a un demonio demasiado vago como para salir a trabajar. Das Vracken salta sobre él, por encima de los sacos y comienza la lucha. En un primer momento, le repelen, proyectándole contra la pared aprovechando la inercia del salto. Una garra desgarra el tórax del semihumano antes de que pueda relanzar su ofensiva.
El demonio aproxima sus mandíbulas hasta la cara de Das Vracken antes de darle el golpe de gracia. Gruñe. Ambos gruñen. Y de los dientes afilados del demonio desborda un poco de sangre. Viktor retira su largo brazo, el que acaba de atravesar el torso del monstruo de parte a parte. La magia de la vistani sigue marcando la diferencia, pero lleva varios días en este infierno sin nada que comer. Este demonio supondrá un buen bocado...