Nikeras despierta en el mismo potro de tortura en el que se quedó dormido. La diferencia estriba en que ahora sus brazos y sus piernas están sujetas por las ataduras. Alguién le ató mientras dormía. Llama a Zicko, pero Zicko no ladra en respuesta. La oscuridad se rompe con llamaradas de fuego de hasta cuatro pies de altura, que salen de sendos pebeteros que Nikeras no recuerda haber visto allí antes.
Toctoctoc...-dice el diablo-Toctoctoc... Arriba, dormilón. Ah, que no puedes porque estás atado. De acuerdo, entonces solo escucha...
El Gentil que Llama se sienta en el potro, junto a la pierna izquierda del druida. Su mano vuelve a formar una pipa, como aquella otra vez tras el sacrificio. Solo que esta vez las bocanadas no le hacen desvanecerse.
Tú y yo tenemos un problema. Se supone que deberías estar de camino a Lechberg, pero te has saltado el guión alegremente. Y aquí estás, haciendo el idiota y jugando a los arqueólogos. No me entiendas mal, a estas alturas jamás llegarías a tiempo a la ciudad para cumplir con el horario previsto.
Jujuju... No te preocupes. Las Brumas siempre saben enderezar el curso de la historia. Queremos que hagas algo... Tenemos planes para ti. Es sobre la Rosa de Laón, ya sabes... Bueno, no lo sabes. Pero no te preocupes por eso ahora. Te diré más según te vayas acercando a nuestros objetivos. Pero para eso aún falta mucho. Puedes seguir jugando a los arqueólogos, si quieres. Tanto me da. Pero para asegurarme de que cuando llegue el momento harás lo inteligente y no lo correcto, te quiero dar un serio recordatorio...
El índice del Gentil que Llama señala a la dama de hierro. Por la mirilla, dos ojos animales. En su interior, Zicko. La sangre forma un charco que sigue creciendo a los pies del caparazón metálico. El Gentil que Llama ríe a carcajadas. Y Nikeras no es capaz de apartar la vista de la sangre de su leal perro.
Una lengua húmeda despierta a Nikeras en la oscuridad. Ahora sí, no es un sueño. Es la soledad, la oscuridad y el silencio que le están haciendo enloquecer. Las mismas de ayer. Las mismas de anteayer. Por muy druida que sea, la falta de contacto con otros seres humanoides le está pasando factura a su cordura. Y por primera vez se pregunta si esta vez fueron sus habituales pesadillas que le asaltan desde Yuris Khan, o realmente el verdadero diablo ha visitado sus sueños.
Renueva tu lista de conjuros diarios.
Tras engullir una baya de las que hechizara la última vez, Nikeras rezó a Madre, era algo que le ayudaba a centrarse tras los agitados sueños de la noche, a parte de necesitar de toda la gracia que esta le pudiera brindar. Luego encendió de nuevo otra luz de tonos verdosos iluminó de nuevo la sala de torturas y las celdas vacías. Testarudo, emprendió la búsqueda de algún pasaje perdido que le hubiera pasado desapercibido...
-Nivel 0 (CD 14):
· Crear Agua.
· Luz.
· Luz.
· Luz.
· Detectar Magia.
-Nivel 1 (CD 15):
· Hablar con los Animales
· Curar Heridas Leves
· Bayas Buenas
· Zancada Arbórea
-Nivel 2 (CD 16):
· Fuerza de Toro
· Maraña de Brezos
· Piel Robliza
Lo que le queda por explorar, que no haya revisado aún, a penas le lleva un cuarto de hora. Aún le queda tiempo de su primer conjuro de luz para seguir revisando, pero si aquí hay en alguna parte una entrada secreta, desde luego el sitio es demasiado grande como para que se necesite de varias personas buscando. Si tan solo hubiese convencido al Hadrimoi... Debió darle a Zicko cuando tuvo oportunidad.
Quizás lo más interesante sea lo que no encuentra. Aquí hay ausencia de sangre fresca de Hadrimoi. Pierde peso la teoría de que el humanoide salió de alguna puerta secreta, aunque no es prueba suficiente para descartarlo del todo. Entonces las dos posibilidades quedan en:
-El Hadrimoi salió de una habitación secreta en la que vive normalmente, y se fué en dirección al patio central.
-El Hadrimoi vino por el pasillo en dirección al agua estancada de la cueva... o a obtener placer por medio del dolor en las salas de torturas... y la presencia de Nikeras le obligó a retroceder.
Con sus pensamientos sobre el inquietante ser con el que se topó antes del alto, Nikeras y su fiel Zicko se internan en la negrura del túnel que lo ha de conducir hasta el exterior de aquel complejo. Justo antes de meterse por el túnel, el hombre suplica a Madre para que le permita aligerar su paso por aquel túnel. También se ayuda a lo largo de este con los conjuros de luz que Madre Tierra le brindara en sus últimas reflexiones.
Pero la monotonía del avance, y los extraños sueños, no impiden que se suma en cavilaciones sobre si no estará perdiendo el tiempo tontamente en ese complejo. De momento ha explorado dos de los cuatro pasajes, en uno no había nada más que un tapiz, en este unas mazmorras con celdas y herramientas de torturas, con un pozo de agua estancado al final todo lleno de criaturas farfullantes y anelantes de pelea... hasta que las mató a todas en su defensa. ¿Qué les depararía a Zicko y a él el próximo túnel? En cualquier caso antes tendría que salir, y reaprovisionarse de antorchas y bayas antes de elegir un nuevo destino.
Uso Zancada Prodigiosa. Conjuros de luz, supongo que todos.
Gracias a la velocidad adicional del conjuro, en apenas dos horas ya ha cubierto dos tercios de un túnel que normalmente le llevaría cuatro horas recorrer. Pero finalmente, el tercer conjuro de luz se agota y vuelve a la oscuridad, y a avanzar más despacio. Otras dos horas caminando en la oscuridad le llevan de nuevo al patio interior. En total le ha llevado tanto tiempo como si lo hubiese recorrido con luz de principio a fin: cuatro horas. Pero era importante aprovechar todo el tiempo posible. Sus últimos dos pasos bajo el efecto de la zancada prodigiosa ya lo da sobre la tierra del derrumbe del cruce de pasillos.
Una vez en el centro del patio, Nikeras observa varios cambios. El rastro de pisadas dejado por el Hadrimoi es claro. El encapuchado avanzó hasta la pared oeste, y prendió fuego a la manta anudada que hacía de cuerda. El fuego fue ascendiendo y consumiendo la tela, dejando caer algunos retales chamuscados y ennegrecidos de menos de un palmo de longitud. Después de eso, las huellas del Hadrimoi conducen al pasillo este, uno de los dos pasillos aún inexplorados junto al pasillo sur.
El caso es que Nikeras y Zicko están atrapados aquí abajo, y les quedan unas quince horas de vigilia para encontrar un lugar seguro en el que dormir.
Lo he estado buscando pero no he podido encontrar por ninguna parte algún sitio donde matizara la altura de los muros perimetrales :/. Aún así interpreto que debe ser de unos 20 pies. Menos donde Nikeras hizo el montón de tierra.
La idea sería, a ver como lo juzgas: Apoyarme contra el muro, usando el escudo a modo de plataforma apoyada entre el muro y el mismo druida y motivara a Zicko para que, tras una carrera saltara sobre el escudo y luego sobre la parte superior del muro. Luego quitarse la capa, rasgarla en dos (o tres) en sentido vertical, unirlas por un extremo. Lanzar una punta de la capa a Zicko para que la muerda y aguante/tire de ella para hacer subir al Nikeras.
Serían dos saltos:
-Saltar al escudo: 9 pies (tu alcance+el montículo) CD 36
-Saltar fuera: 11 pies CD 44, nop, Zicko no llega.
Mal nacido.
Pensó el canoso druida al ver los restos de ceniza que dejara su manta reconvertida en cuerda. No había dudas de quien había sido el autor. Lo triste es que el druida ya había supuesto una situación similar y estuvo tentado de tomar precauciones al respecto, y usar una bendición de Madre para poder trepar como si un arácnido fuera por el muro... pero no lo había memorizado. Se confió... y ahora le tocaba pagarlo.
Miró hacía el otro pasaje, el que le quedaba al frente del que salía, tenía dos opciones, quedarse y descansar hasta poder pedir ayuda a Madre, o intentar explorar aquel otro túnel, sin luz alguna, ya fuera mágica o mundana. Sería una auténtica temeridad. Maldijo para si mismo. Normalmente esto no le supondría ningún problema, dada su naturaleza contemplativa y pausada, pero algo en su interior le impulsaba a moverse y actuar.
Pero no lo haría a lo loco.
Con un suspiro se sentó en una piedra oculta en la niebla, sacó su hatillo de pergaminos y empezó a dibujar, inmortalizando a las criaturas que eliminara en su defensa horas a atrás, aquellas criaturas farfullantes.
Pasó el resto del día descansando, tirando de las bayas para alimentarse él y Zicko, así como bebiendo el agua que Madre le daba. Finalmente aprovechó para dormir, entre guardias junto a Zicko.