Partida Rol por web

 El montaraz aguantó se percató de que había estado conteniendo la respiración cuando varios segundos después de que desapareciera la criatura lo exhalara en un profundo suspiro. Con una leve palma a su muslo, Zicko acudió a su vera.

 A pesar de que Zicko estuvo allí ante Víctor, por suerte no le cayó el ascua encima... con todo su pelo hubiera podido ser un desastre.

 Apoyado en su lanza a modo de cayado, el hombre mayor vio como regresaran Fosco y Alice, quienes tenían que haber estado montando guardia, velando por ellos.

 Cuando este se acercó junto a ellos, comentó.

 - Alice, Fosco, estabais de guardia y sin embargo cuando despertamos no había nadie vigilando.- Dice en tono tranquilo, con su voz grave.- No puede repetirse. Si nadie cumple su compromiso con el resto, no podremos confiar en nadie... ni lo imprescindible para salir de este lugar.

 Mirando al resto.

 - En el futuro, cuando montemos guardias, la prioridad es despertar al resto, sea lo que sea lo que aparezca. En este lugar no podemos relajar la guardia.

 Cuando Onfale se acostó dándole unas buenas noches, el barbudo asintió.

 - Buenas noches Onfale, buenas noches gente. Continuemos con las guardias y descansemos, mañana tendremos una larga jornada por afrontar.

 Cuando la mayoría de los presentes se fue preparando para pasar la noche, estuvo contemplando a la sacerdotisa de Hala, los cuidados que prestaba al resto y como compartía su comida. Se acercó a ella.

 - Buen trabajo.- Dijo contemplando sus atenciones sobre Azaron, quien había sufrido lo peor del encuentro con la horrenda criatura.- Pero creo que insuficiente para la gravedad de sus heridas...

 El hombre abrió un estuche de cuero, desabrochando una tapa, y sacó de su interior un amarillento pergamino. Lo desenrolló delante suyo, extendiendo una mano sobre el maltrecho Azaron y pronunció unas desconocidas palabras. Con su profunda voz, sin prisa.

 - Mam Natur, yn gwasanaethu y grŵp amddiffynnol sydd wedi dioddef yn ei genhadaeth gadarn yn eu lle.

Un tenue y pulsante resplandor envolvió al guerrero, con cada latido de luz, las peores heridas de su cuerpo, especialmente las heridas de fuego de su rostro fueron menguando, recuperándose poco a poco a ojos vista. Cuando terminó el resplandor el hombre de los bosques hizo un gesto afirmativo con su cabeza y se alejó para ocupar su sitio junto a Zicko, envolviéndose con la manta, procurando dormir un poco antes de su guardia.

Alice volvió a bajar la cabeza ante la reprimenda de Peersan y Nikeras. Lo siento mucho, de verdad, no volverá a ocurrir. Pero es que vosotros no lo visteis… eso no era normal.

No, ojalá no la volvamos a encontrar. Dice ante las palabras de Azaron. Eso no era una simple criatura de las que poblaban el bosque, no era un simple…. murciélago gigante…. era un hombre. Un hombre como nosotros, pero…. de repente se transformó en esa criatura. El recordar el suceso hacia que el miedo le volviera a recorrerlas extremidades y se le entrecortara la voz. No utilizo magia, ni ningún truco… no sé qué fue. Pero ese hombre se transformó en esa criatura. Una de las cosas que más preocupaba a la maga era no saber que había pasado.

-¡Norrrrrrrrrrrrrrrrrrr! ¡Norrrrrrrrrrrrrrrrr!--comienza a roncar de manera escandalosa el enano.

Apunto estaba Fosco de dormir plácidamente. Cuando todos le reprendieron por sus acciones. Buen Nikeras, acaso no se depertó usted cuando apareció la criatura? Cuando me marche del campamento todos estaban ya en pie. Quedarme hubiese sido perjudicial para Alice... Sóla en ese bosque y quien sabe que criaturas por ahí pululando. Vosotros sois... empezó a calcular cuantos eran Bueno...sois muchos y ella estaba sola... Entiende que no tuve mucho tiempo de reacción para salir tras de ella.. ...más por miedo que por galantería, pero nadie tenía porque saber eso. Además si estamos todos bien... prosiguió quitando hierro al asunto ...nadie resultó herido miró a Azaron con la cara chamuscada ...de gravedad... Bueno el bicho escupía fuego, ¿y qué? Un poco de fuego no hace mal a nadie parecía que su boca nunca se iba a callar. Hablar le impedía pensar y pensar le llevaría al malvado bicho que había visto, que no quería ni imaginarlo. Hablando de fuego, que fogata más calentita. Que cómodo se está aquí...si, señor que sueño... que sueño tengo...como ese enano...mirarlo como ronca... parecía incómodo y tenso buenas noches!... Parecía que nadie se creía nada de lo que decía... Así que simplemente se hizo el dormido y abrazó fuertemente a Rufus, ambos acurrucados bajo un árbol.

Nadie escucha a Peersan. No se puede andar diciéndole a la gente que no se fía de ella, y después pedir que sigan tus consejos. Algunos están agitados por el ataque, y se quedan unos minutos más hablando al calor del fuego. Otros se duermen en cuanto su espalda toca el suelo.

Los siguientes días habían sido mucho más tranquilos. El perfumista, a pesar de no encontrarse ni por asomo en su medio, se estaba defendiendo bastante bien. Estaba seguro de que la cercanía de Nikeras tenía mucho que ver. Onfale lo observaba día y noche, tratando de aprender lo máximo de tan experimentado hombre.  Le asombraba su simpleza y a la vez la tremenda presencia que emanaba. Se lo quedaba mirando cuando fumaba de la pipa, incluso pidiéndole en un par de ocasiones probar un poco de semejante arte. Hacer volutas de humo era divertido, aunque le recordaba demasiado a la tenebrosa niebla que los perseguía.

Había descansado bien y conservaba más fuerzas que la mayoría, lo que le permitía forrajear durante el avance, haciéndose con sustento para los siguientes días.  Como no podían ir más rápido que los más lentos, Flame y la pequeña niña, Onfale se dedicaba a sus cosas: la higiene y la magia. Había tenido tiempo para crear unos cuantos pergaminos para evitar que lo volvieran a pillar desprevenido. Le hubiera gustado poder entretenerse en la creación de perfumes, pero no era el momento. Admeás, ahora que había dejado de ir perfumado, no tenía sentido. En cuanto tenía un momento, como un gato, se restregaba el cuerpo con un paño húmedo. Una cosa era no estar perfumado y otra descuidar su higiene.

Cuando se levantaba hacía el saludo al sol, y cuando se acostaba el de la luna. Eran los únicos momentos de día que se permitía el lujo de ejercitar su cuerpo y mente.

A la mañana siguiente del encuentro con la criatura, Alice se acerco a Flame. Por cierto señorita, esto es vuestro, es lo único que puede recuperar sin poner en peligro tu vida. Siento que no haya sido más. Acto seguido saco de una de las alforjas un guantelete de una coraza, también descolgó un espadón.

Después de la experiencia en la bruma, la presencia del cielo y el sol hacen mucho más agradable el viaje y más tranquilo, sin los extraños encuentros que han visto mis ojos estos últimos días. A pesar de esto la preocupación se asienta en mi moral, sintiendo que no entiendo el origen de estas criaturas y de la antinatural niebla.

Gracias Hala por la noche de descanso con la que nos has bendecido. Nos enfrentaremos a los nuevos retos que se pongan en nuestro camino con con fuerza y voluntad... se escuchaba  entre sus rezos cada mañana al despertar.

Aquellos días de relativa tranquilidad los empleó en intentar conocer mejor a sus compañeros y que todos ellos recuperasen su estado de salud. Utilizó su magia* para poder conocerles algo más, eso ayudaría a comprenderles y tratarles, o quizás apartarse de ellos si su aura fuese demasiado oscura.

Se acercó a Peersan, aquel semielfo que tan desconfiado parecía con todo el mundo. No se podían permitir desavenecias entre ellos si debian luchar contra los peligros del camino.

Perdonad por no haberme presentado antes, soy Leitah y vengo de una pequeña aldea al sur. Como habeis podido apreciar soy curandera, fiel devota a la diosa Hala. He notado que no estais muy contento con el grupo con el que os ha tocado compartir el camino. No es algo que hayamos podido elegir pero debemos apoyarnos los unos en los otros si queremos sobrevivir.  Vos sois una importante parte de este grupo y si puedo hacer algo para que confieis más en nosotros u os sintais mejor, por favor decidmelo.

Onfale vive feliz en su mundo y no ve más que las volutas de humo de la pipa de Nikeras.

El aura es nítida y el conjuro revela ante los ojos de Leiath el aura de la mitad del grupo: el enano, la rubia, Fosco y su perro Rufus... ¡Y de Azaron! Aquel guardaespaldas en el que Leiath confía su seguridad para llegar al hospicio de Hala en Dorvinia...

De todas formas, pasa algo raro. No era la primera vez que la bruja usaba este conjuro. Y en esta ocasión las auras no eran las típicas de color negro con la que se descubría a los malvados. Eran rojas... unas auras rojas que le costaba escudriñar.

Casi se podría decir que el conjuro funcionó como un detectar el caos. Todas las auras rojas pertenecen a gente del mismo perfil: payasos... gente que infringe la ley... personas cuyas promesas son papel mojado...

Es difícil de decir el motivo. Si se tratase de un único aura el detectado, cabría la posibilidad de que esa persona estuviese intentando ocultar su aura maligna con una potente magia. ¿Pero todos estos son magos?

Tiene que tratarse de algo más general... que afecte a todos. Algo que este en la comida o en el aire... ¡Las Brumas! Las Brumas cercanas están causando una especie de interferencia mágica. Su influencia hace que algunos conjuros no funcionen como deberían (solo algunos, pues Leiath comprobó que los proyectiles mágicos y sus curaciones funcionaron bien).

Si Leiath quiere ver si alguna de estas personas es malvada, deberá esperar a alejarse de las Brumas. Al día siguiente, el cuervo de Alice les avisa que la niebla les sigue. Tendrán que apurar el paso, y avanzar más rápido que la niebla para dejarla atrás, y que su influjo no se note.