Partida Rol por web

Las buenas gentes de Lechberg seguían entrando en el viejo almacén, cada vez con más intermitencia y con un reflejo del terror en sus rostros aumentando en severidad. Gritos desde las calles. Por la puerta un híbrido empujaba a un hombre cruzando todo el recibidor hasta hacer que la espalda del humano se golpease con la pared opuesta. La luz de la luna centelleaba en las cadenas entrelazadas de su malla metálica. Aquel monstruo furioso con los ojos inyectados en sangre, hubo un tiempo en el que fue un honorable guardia de la ciudad de Lechberg.

¡PROTEGED A LOS MAGOS! ¡QUE NO ATAQUE A LOS MAGOS!

Los dos guardaespaldas personales del consejero dan un paso al frente, interponiéndose entre el grupo de Alice, Leiath y Onfale, y la pareja formada por el lobo y su presa. Desde la puerta se cuelan temerosos dos niños, que pegados a la pared pasan al túnel sin acercarse al híbrido.

Fosco coge su arco una flecha y apunta al licántropo, no ve un disparo fácil y es mejor esperar.

Alice viendo al hibrido dentro del túnel no puede aguantar más la presión. El problema no era solo el hibrido que había entrado el problemas era a cuanta gente seria capaz de infectar antes de que lo matara y luego habría que matar a los infectados que a su vez infectarían a más gente, y así sucesivamente hasta que no quedara nadie vivo. Era cierto que habría gente que se quedaría fuera pero era una minoría comparada con la que ya se encontraba en el pasaje, y el grupo estaba demasiado cansado como para aguantar otro combate. ¡NO PUEDO PERMITIR QUE CIENTOS MUERAN POR UNOS POCOS! Con estas palabras arranco en libro de las endebles manos del hechicero. Lo siento Onfale, pero esto es lo que debo de hacer.

La maga comenzó a recitar las palabras del libro, la formula era extremadamente compleja pero no titubeo pronunciado cada palabras con firmeza. Las palabras arcanas iban borrándose del libro a medida que las pronunciaba. Notaba como la poderosa magia recorría cada centímetro de su cuerpo, estremeciendo cada uno de sus músculos, al principio era solo un leve cosquilleo pero este se fue intensificando hasta convertirse en dolorosos calambres, era una sensación dolorosa y placentera. Alice nunca había sentido una magia tan poderosa recorriendo su cuerpo. El sudor recorría la cara de la pelirroja cuando llego a la última línea del pergamino, aturdida por la fuerza de la magia que recorría su cuerpo dejo caer el libro y alzo ambas manos en dirección a la entrada de la cueva, pronuncia la última palabra seguida de un grito. Por último la maga se tambaleo aturdida por el esfuerzo y cayó al suelo.  

¡Mujeres!

Una le daba el libro y la otra se lo quitaba. ¡Oh, si hubieran estado a su cargo!Las hubiera agarrado por los pelos arrastrándolas hasta el poste de los latigazos y se hubiera deleitado arrancándoles la piel a tiras hasta que aprendieran a mostrar más respeto a los hombres. Al menos el hechizo parecía surtir efecto. Olía la tierra removida y la frialdad dela roca. Digna tumba para un enano. El perfumista desenvainó una daga normal y sin mirar demasiado atrás se escabulló por el pasadizo.

- ¡Vamos Fosco!- No lo sentía por Babras, pues él mismo se lo había buscado. Lo sentía por Nikeras y Azaron.

Me quedo con ambas dagas expectante ante el devenir del combate. Parece que la chillona panda de magos quiere cerrar el tunel y quedarme fuera significa la muerte, por lo que trato de aguantar la línea defensiva que nos separa del mal de la licantropia y ataco a lobo si se acerca demasiado.

Se quedó algo traspuesta cuando Alice empezo a recitar el complicado conjuro. Dos sentimientos luchaban dentro de la jóven bruja; por un lado el sentido común diciendola que eso era lo correcto, había que cerrar el pasadizo antes de que se infectara más gente. Por otro, la pérdida de dos queridos compañeros; Babras, al cual parecía que Hala no queria sonreirle, y Azaron, que había dado su vida con valentía para salvar al resto.

Pero no debía decaer, no cuando aún había gente que la necesitaba. Había gente gravemente herida a la que curar.

Fosco pese a ser un granuja de medio pelo interesado y egoísta, sentía los remordimientos de haber dejado al enano atrás. Aquel viejo le hacía reír. Nadie parecía poder llevarle la contraria ni si quiera un mago que ponía a ralla medio centenar de hombres lobos. Por supuesto dejaban atrás a Nikeras y Azaron. Que decir de ellos... Fosco tocó la muralla y se dio la vuelta ante la llamada de Onfale. Fue a por Rufus y se subió en él para seguir su camino.

El libro de Vaek brilló con la fuerza de mil soles. Alice no estaba preparada aún para realizar un conjuro tan poderoso. Intuitivamente, cuando agotó su propia energía mágica empezó a extraerla del libro. Sin saberlo, por debajo de las páginas que estaba leyendo otros muchos conjuros eran borrados.

En sus manos, Alice sintió cómo el grimorio se empezaba a replegar sobre sí mismo. Las propias palabras que iba leyendo empezaron a desaparecer. Y cuando había absorvido todo el poder de la tinta mágica y pronunciado el último verso, el libro se consumió por completo, hacia otro tiempo, hacia otro espacio. Y todo empezó a retumbar. El ácido se le atragantó a Flame en la garganta antes de que pudiese lanzarlo.

Emergió del suelo una barrera de rocas que poco a poco ascendía hacia el techo. La última visión fue la de aquel pobre hombre condenado a la licantropía o a la muerte por cuestión de segundos. El muro se cerró por completo, y sin la luz de la última luna llena del mes, el túnel quedó a oscuras...

Gracias a los cielos. Gracias, maga. Gracias, muchas gracias. Seguiremos a tientas, por las paredes. Más adelante los primeros evacuados ya deben haber encontrado y encendido las primeras antorchas.

Fosco tuvo que ir andando, ya que Rufus había llegado mucho más lejos escapando del gato de Vaek. El poder de curación de Flame no se prolongó por mucho más tiempo.

Leiath sacó su antorcha, no la gustaba estar a oscuras y menos en un momento como aquel, en el que una sombra cubría su alma con gran tristeza. No había nada que hacer por los que habían quedado atrás. Ayudando a iluminar el camino, fue andando lentamente, cabizbaja, hacía donde todos se dirigían.

- Buen trabajo.- Le dijo a Alice cuando se quedaron a sin luz.

Onfale caminaba apesadumbrado a través la oscuridad del túnel, sumergido en su propia pena. ¿Cuando cesarían de perseguirles aquellas infatigables brumas? Para colmo el libro de Vaek se había consumido dejando una mezcla de esencias en el aire de lo que pudo haber sido.

Lástima...

La vida de esclavo te obliga a ser como un junco, flexible para soportar los embates del viento. Pero ahora que era libre el concepto de la pérdida le resultaba mucho más doloroso de lo que hubiera podido imaginar. Buscaba con la mirada a Fosco como si tuviera miedo de separarse de él también mientras apoyaba su mano en el hombro de Leaith. No dijo nada, simplemente era su forma de consolarla y de perdirle perdón por haberla gritado.

De pronto Onfale empieza a lamentar que Babras no llegase a tiempo al túnel de evacuación... ¡Era el enano quién llevaba el preciado laboratorio de alquimia portátil!

Observo con pena como se cierra mágicamente el pasillo negando toda posibilidad de que llegue el enano. Me siento cobarde, vencido, como en aquella trágica noches de años atrás. Pero ahora no queda más solución que seguir por este pasillo que comienza a agobiarme y a atemorizarme.

Enciendo la brillante gema de la daga y avanzo apesadumbrado sin querer mirar atrás para no recordar a los compañeros que dejamos en el camino.

Flame observó como el muro de piedra conjurado por Alice iba cobrando forma. Por unos minutos habría deseado seguir combatiendo a aquellos seres infernales. Quería seguir luchando y esperar a que llegaran... ¿a que llegaran quien? Realmente por Babras se podría decir que Flame estaba contenta, si no lo mataba alguien tarde o temprano lo habría hecho ella. Ya no solo fue el hecho de que se tirase un pedo en su propia cara. O de lo mal educado que era. O de las miles de cosas que le había hecho durante aquellas dos semanas. Era el hecho de que, por lo poco que pensaba sus actuaciones, ahora todos estaban en aquella situación. Al fin y al cabo, Babras se había cavado su propia tumba, y la del resto de Lechbergianos.

Luego estaba Azaron, él era un formidable guerrero, hasta tal punto que había sido capaz de quebrar a Ayash, era un Ayash viejo y descuidado, no con la dureza que poseía ahora, ni con el reluciente brillo que tenía. Azaron, aunque pareciese la sombra de Leiath o aunque apenas lo hubiese conocido, había sido una dura pérdida.

Y por último estaba la pérdida de Nikeras. Hacía unos cuantos días que lo habían perdido de vista, hasta tal punto que Flame a penas se acordaba del viejo druida, y de hecho tampoco lo tenía mucho más cariño que a Babras, pero su último acto fue el de ir a salvarla del ataque de los licántropos, y cuando Ayash se lanzó por la muralla, allí estuvo él para tenderle un arma y que pudiera seguir luchando. Aquel acto era más que probable que le hubiese costado la vida. Ahora ella estaba viva y él no. Aquello era una cosa más por la que Flame se atormentaría, no tenía bastante con las brumas...

Una pequeña lágrima ácida brotó de los ojos de la chamán del dragón. La mujer se sentó en el suelo, se abrazó las piernas y se la secó rápidamente. Finalmente se quedó contemplando el muro que Alice había creado y que seguramente había terminado de sentenciar la vida del druida y del guerrero.

-Nivel 0 (CD:15 [+1 Evo] ): 

+ Luz

+ Leer magia

+ Remendar

+ Detectar magia

* Luces danzantes (Evo)

-Nivel 1 (CD:16 [+1 Evo] ):

+ Arma mágica

+ Proyectil mágico (Evo)

+ Impacto verdadero

+ Armadura de mago

+Proyectil mágico (Evo)

* Proyectil mágico (Evo)

-Nivel 2 (CD:17 [+1 Evo] ):

+ Gracia Felina

+ Rayo abrasador (evo)

+ Esfera flamígera

* Rayo abrasador (evo)