La misión no podía comenzar de manera menos ortodoxa para los agentes Moira Greenwrim y Scott Bennet. A bordo del lujoso avión que los Ranger reservaban para operaciones de vigilancia de la frontera y, sobre todo, para el uso y disfrute de los jerifaltes del DSPT.
Ellos dos, los miembros menos reconocidos de un departamento infradotado presupuestariamente, viajando como el puñetero gobernador de Texas. Si querían impresionar a la oficina del sheriff del condado no habría mejor modo que aquel; pero si se trataba de que el resto de miembros del Programa de investigación de crímenes no resueltos y de toda la división les tomara en serio, desde luego iban por muy mal camino. Incluso el piloto y su ayudante les habían dedicado sendas miradas de irónica incredulidad.
Moira ardía por dentro, porque sabía quién había movido los hilos necesarios para evitarles un viaje de cinco horas en coche desde Austin. Su compañero Scott, si conocía también el motivo real de aquel dispendio había decidido no comentarlo. De hecho prefería mirar el oficio del departamento que tenían desplegado sobre la mesita que había entre ambos*.
Se trataba de un caso realmente atípico: iniciar una investigación obligando a un sheriff a detener y entregar un sospechoso de las desapariciones de varios menores al sheriff del condado vecino.
Investigación número: AUS-0305-00045
Solicitud oficial de intervención estatal en el caso
Fecha de solicitud: 18 de mayo 2004
Jason Taylor
Harrison County Courthouse
200 West Houston
Marshall, Texas 75670
903-923-4000
Información del solicitante: Oficina del Sheriff de Marshall
Información del delito: Desapariciones de menores de edad en el condado de Harrison, TX
Víctimas: Relacionadas en el informe
Requerimiento: Solicitud de apoyo en la investigación de desapariciones múltiples en el condado.
Solicitud de intervención en el condado de Marion para efectuar una detención.
Coordinación de la investigación interdepartamental.
Descripción del caso:
El sheriff Jason Taylor del condado de Harrison refiere que desde octubre de 2000 se han producido un total de seis denuncias por desapariciones de menores de edad en las localidades de Karnack y Uncertain.
Las pesquisas efectuadas por la Oficina del Sheriff del condado de Harrison han llevado a la obtención voluntaria del testimonio de una adolescente, Rose Bamford (15 años, habitante de Smithland). La interfecta declara haber sufrido un intento de agresión sexual por parte de un profesor de la escuela elemental de Jefferson (condado de Marion) cuando era estudiante de último curso de primaria.
El profesor, Richard Matteis (35 años, residente en Jefferson), es considerado sospechoso de las desapariciones infantiles, dado el testimonio de la adolescente.
El sheriff del condado de Marion, Zack Smith, ha denegado cualquier intento de colaboración en la investigación de las desapariciones y en la detención de Richard Matteis para su interrogatorio por parte de la Oficina del Sheriff del condado de Harrison.
La relación de desaparecidos, facilitada por la Oficina del Sheriff de Harrison es la siguiente:
Disposición: Desplazamiento de dos agentes del Programa hasta la localidad de Marshall, el oficial Scott Bennet y la oficial Moira Greenwrim.
Los detalles del procedimiento se entregan por escrito en archivo adjunto.
El jefe del Programa de Investigación de Crímenes no Resueltos
Arnold W. Kopelson
*El interior del avión.
Scott se sentó en uno de los asientos, eligió el de la derecha, en sentido a la marcha del avión. Se colocó el cinturón, comprobó tres veces que estaba correctamente abrochado. Luego colocó una carpeta sobre la mesa, estaba llena de documentos, la abrió y sacó el oficio remitido desde el Departamento.
Scott repasó el escrito una vez más.
Seis desapariciones en cuatro años.
Las víctimas: todas menores de edad, entre dos y seis años, ambos géneros, varias razas, incluyendo una víctima de color. Uno desaparece en su propia casa, otro en un centro comercial, otro a la salida del colegio. De los demás no consta nada. Scott mete la mano en el bolsillo de su chaqueta, sin querer su mirada se cruza con su compañera.
Moira Greewrim. Es la hija del jefe. Parece muy cabreada.
Quita la vista de ella.
De la chaqueta saca una libreta y un bolígrafo. Abre la libreta, está nueva, recién comprada. La abre y anota:
11 de junio 2004
Olegario Fuentes Lugar de desaparición?
Theresa O’Hara Lugar de desaparición?
Ellenore Smith Lugar de desaparición?
Continua con el oficio, ahora se centra en el sospechoso: Richard Matteis, 35 años, natural de Jefferson. La única prueba es el testimonio de Rose Bamford. Dice haber sufrido un intento de agresión sexual. Rose es una adolescente, 15 años. No cuadra con el perfil de las víctimas de las desapariciones ni con el modus operandi de un posible secuestrador de niños. No es lo mismo raptar un niño que meter mano a una adolescente.
Scott anota:
Antecedentes de Richard Matteis
Scott continúa con el lugar de las desapariciones. Todas ellas entre Karnak y Uncertain. Scott regresa a la carpeta, saca un mapa de la zona. Karnack y Uncertain, están cerca de la frontera con Luisiana. Las dos son pequeñas localidades. Muy pequeñas. No llegarán a doscientos habitantes entre las dos. Marshall está a unos veinte kilómetros de Karnack y a no mas de 30 de Uncertain. Sherveport en Luisiana está a cincuenta kilómetros. Jefferson, de donde es el sospechoso, donde se produjo la supuesta agresión sexual a la adolescente, está a diez kilómetros de Karnak, a unos doce de Uncertain
Scott traza círculos alrededor de Karnack, Uncertain, Marshall, Sherveport y Jefferson, luego guarda el mapa, luego se centra en Zack Smith, el sheriff del condado de Marion y anota en su libreta:
¿Por qué el sheriff se niega a detener a Matteis?
Desde que descubrió los billetes de avión sobre su mesa, había intentado por todos los medios cancelarlo e ir por el modo convencional, recargando incluso el depósito de su coche el día anterior y asegurándose de que estuviera puesta a punto en el taller para el viaje, sin embargo todo había sido en vano. Estaba cabreada, ¿cómo no iba a estarlo? Bastante tenía con ser la comidilla del cuerpo ya fuera por la sorpresa de ver a una mujer trabajando o ser directamente hija del jefe como para añadirle más problemas a la ecuación.
Aun así ahí estaba, a cientos de kilómetros sobre el cielo y sentada en el cómodo sillón de un vuelo de lujo que servían champán en vez de agua y los pasillos tenían un cierto aroma a vainilla para el disfrute de los pasajeros. Debería estar disfrutando de aquella comodidad, alegrándose de que tal vez podría volver por el mismo método y llegar antes a casa para encontrarse con su hijo, pero lo único que podía pensar era en lo que había costado todo eso. Demasiado, llamamos demasiado la atención.
Se apretó el puente de la nariz, notando un repentino dolor de cabeza que crecía a cada segundo que pasaba, obligándola a pensar en otra cosa que no fuera el ardor de su sangre. Fue en ese momento que miró por primera vez a su compañero de aventura Scott, percatándose de que ni siquiera le había saludado en todo trayecto al estar sumergida en sus pensamientos. Perfecto, aparte de enchufada, ahora eres antisocial. A pesar de parecer alguien calmada, había heredado parte de la ira de los Greenwrim, un enfado caracterizado por largos silencios, penetrantes miradas como si de una mantis religiosa se tratase y un enraizado ambiente del que era mejor alejarse para no sufrir el fuego amigo.
Suspiró, apoyando la cabeza en el respaldo del asiento y echando un rápido vistazo por una de las ventanillas mientras escuchaba el ligero ruido de su compañero, quien había optado por tomar apuntes del informe que ambos tenían.
Posiblemente fuera por llevar tanto tiempo fuera del cuerpo o que la presencia inexistente de su padre le hubiera sacado de quicio que olvidó lo más básico: las anotaciones. Enchufada, antisocial y novata, vamos sumando.
Giró el documento que estaba sobre la mesa que había entre los dos una vez él terminó de anotar Scott para leerlo detenidamente, quedándose con los datos más básicos y arrugando el entrecejo cuando apareció el caso del profesor, sintiendo un repentino asco por su figura.
Faltan datos, los tres últimos.- Pensó en voz alta, sorprendiéndose que no hubiera un lugar específico de desaparición como en el resto, sólo una fecha. Por si acaso, ojeó todos los papeles que tenía, pendiente de si se había saltado esa información.
Edit: para corregir erratas
Levantó la vista, miró a Moira. Primer contacto directo desde que ambos subieron al avión. Dudó si decir algo o no. Desde que llegó al departamento se había acostumbrado a las miradas, a los cuchicheos, a los repentinos y forzados silencios cuando entraba en el Office. Estaba seguro de no confiar en nadie y en que nadie confiaba en él. Bajo esa perspectiva: ¿Por qué le habían asignado aquella misión? ¿Por qué estaba la hija del jefe allí?
¿Qué piensas del sospechoso? Scott se expuso. Quiso ponerla a prueba.
Sorry, Moira, me he explicado mal. El avión es propiedad de la División Aérea de los Rangers. Es un pequeño avión turbohélice parecido a los jets privados. Tu padre ha rellenado todo el papeleo necesario (que podría ser el equivalente a conseguiros billetes de primera) para justificar su uso por vuestra parte en esta misión.
Vais los dos solos en él y, desde luego, habéis llamado la atención cuando subisteis porque normalmente lo utilizan los jefes y los agentes en misiones especiales.
De todas formas no invalida para nada tu descripción.
Vais a llegar al pequeño aeródromo de Marshall y una vez repostado, el avión deberá volver a base, aunque tenéis permiso para solicitar también el vuelo de vuelta.
Lo que piense de él es irrelevante para el caso, pero es cierto que hay datos que no me cuadran y otros que me escaman. Por ejemplo.- Señaló con el índice, dando un par de toques sobre el informe, el nombre de la adolescente “Rose Bamford” de 15 años.- Es evidente que es mucho más grande que el resto y el método parece distinto al que empleó en las anteriores ocasiones, al menos si realmente se trata de la misma persona. Además, ¿por qué el sheriff niega la colaboración? – Ni siquiera sabía el nombre del susodicho sheriff o la relación que tenía con el sospechoso, pero seguía sin entender que negara por completo todo tipo de ayuda. Eso sólo lo volvía más sospechoso.- Quitando eso, me llama la atención la lista.- Descendió el índice hasta los desaparecidos, centrándose en los tres primeros.- A esta edad los niños empiezan a tener conciencia, saben que no deben abrir la puerta a desconocidos o marcharse con alguien que no sea sus padres.- Puntualizó el primer nombre, el de Samuel Tillman, y luego el de David Blansky.- Creo que deben conocer al sospechoso, mínimo haber hablado alguna vez con él, sobre todo por este caso.- Después señaló a la tercera, Trisha Windwood.- ¿Alguna vez has recogido a un niño en la salida del colegio? – Alzó la mirada del informe para fijarse en su compañero, imaginándose que estaría dándole una charla considerable de datos que ya sabía, pero exponerlo en voz alta la ayudaba a concentrarse.- Eso está lleno de padres, familiares, profesores y niños. No puedes coger uno, mucho menos de ocho años, y llevártelo. Definitivamente debió de tener previo contacto con ellos.
Así que respondiendo a tu pregunta y basándome en esta premisa, debe ser alguien paciente al tratar con niños, analítico para conocer sus rutas y con contacto directo con las víctimas. Un profesor podría encajar en el perfil perfectamente, pero el profesorado de alumnos adolescentes.- Volvió a señalar a la chica de 15 años.- y los de primaria, que llegaría hasta los 10 años, son de departamentos distintos, así que no me encaja del todo en el perfil.- Se quedó mirando al último nombre, Ellenore Smith, sorprendiéndole la edad de la pequeña cuando fue desaparecida.- Necesito más datos para tener una conclusión fiable.- Ahora que estaba concentrada en el informe y no en el transporte que los llevaba, parecía más consciente del caso que tenían entre manos.
Alzó de nuevo el rostro, esta vez esperando alguna respuesta que pudiera ayudar a rellenar las lagunas que tenía en su leve descripción.
¿Y tú? ¿Piensas que ambos casos están relacionados? – Ahora era su turno de preguntar, aunque era más por curiosidad y saber su punto de vista que para tantearlo.
Scott analizó: Era evidente que Moira tenía que tener una opinión del sospechoso. Era su trabajo. ¿Irrelevante? ¿Por que había escogido esa palabra?
Conclusión: se había olido que la pregunta había sido una prueba, actuaba a la defensiva.
Karnack y Uncertain son localidades pequeñas. Todo el mundo se conoce. Si alguien extraño estuviera rondando la zona, habría algún informe o denuncia. Además, es habitual en estos casos que los raptores cometan errores: que algún padre haya visto que un extraño se llevaba al hijo de su vecino, que el niño grite o llore cuando lo sacan de un centro comercial. Seis intentos de rapto, seis éxitos. Es poco probable.
Scott anotó:
Comprobar casos de intentos de secuestros reportados en la zona
Estoy contigo. Si existe un secuestrador de niños, debe ser alguien de la zona o que por su trabajo o aspecto, pase desapercibido y que además se gane fácilmente la confianza de los niños.
El crepitar de los altavoces de megafonía del avión interrumpió la explicación de Scott: Agentes, abrochénse los cinturones, iniciamos maniobra de aterrizaje en el aeropuerto del condado de Harrison.
Tras un aterrizaje suave el aparato rodó por la pista hasta colocarse cerca del bajo edificio principal del aeródromo que hacía las veces de sala de embarque y torre de control. Por las ventanillas pudieron ver a pie de pista un 4x4 con las marcas de identificación del Sheriff del condado. Había alguien junto al vehículo, pero la distancia y las ondas que el calor levantaba en la pista no permitían distinguir bien su figura.
El copiloto les abrió la puerta mientras su compañero ultimaba los detalles con la torre. Una bofetada del bochornoso aire húmedo que habían dejado en Austin les recibió de nuevo, intensificada por los motores del avión. Aquella sensación opresiva les iba a acompañar permanentemente mientras se hallarán fuera de un recinto con aire acondicionado.
A medida que se acercaban al edificio pudieron ver con mayor nitidez que la persona que les esperaba junto al coche era el propio jefe Jason Taylor, cuya fotografía habían visto en la web de su Departamento. El hombre agitó un par de veces los brazos, a modo de saludo.
EDITADO: solamente para arreglar el enlace de la imagen.
—BIENVENIDOS AL CONDADO DE HARRISON, AGENTES —gritó para sobreponerse al ruido de los reactores—. Buenos días, soy el sheriff Taylor, espero que hayan tenido un vuelo agradable —les tendió alternativamente la mano—. Yo mismo les acompañaré hasta la oficina. Suban, por favor.
El mensaje de megafonía fue suficiente para saber que el tiempo de descanso y enfado había terminado y era hora de salir a la pista de carrera, como si de un piloto de fórmula 1 se tratase. Moira se apresuró a ponerse el cinturón ya que lo llevaba desabrochado al necesitar dar un pequeño paseo por el avión para calmar su ira a medida que éste descendía, mirando por la ventana para observar que aquellas motas de diversos colores ya tenían forma de árboles, tierra o edificios.
A pesar de que no era su primer viaje de avión, no fue hasta que se paró cuando soltó un poco de aire que había retenido en los pulmones. Sabía perfectamente que habían muchas más posibilidades de tener un accidente de coche antes que de avión, pero ya fuera por las noticias negativas o estar sobre el cielo sin opción de supervivencia aparente la mujer tenía un relativo miedo a viajar por este método. Por suerte sólo quedaba en eso, en un miedo infundado.
Una vez se aseguró que estaban parados y en tierra, se desabrochó el cinturón para incorporarse y coger el informe que estaba sobre la mesa, queriendo tenerlo cerca al no haber podido tomar notas.
Esperó a que el copiloto abriera la puerta con una ligera sonrisa hasta que, como si de una estampida fuera, la recibió el aire húmedo. Era la primera vez en todo el viaje que prefería estar en el “avión de papá”, disfrutando de la comodidad del aire acondicionado antes que del sofocante ambiente, uno que claramente no estaba acostumbrada.
Maldijo sus adentros por haberse dejado puesta la chaqueta negra puesta, sobre todo por todas las que llevaba en la maleta por orden de su madre, pero ahora que estaba enfrentándose al clima y delante de gente que no dejaba de observarla, se negaba a quitarla por orgullo al verlo un pequeño síntoma de debilidad. Dentro me la quitaré disimuladamente. Se acercó al edificio en silencio junto a Scott, ojeando una única vez su teléfono por inercia para mirar la hora y ver si tenía algún mensaje de su madre o hermana, asegurándose después en dejarlo en silencio para que no la molestaran en mitad de una reunión. Cuando llegara a la habitación ya se aseguraría de hacer videollamada con ellas.
Se acercó al hombre que agitaba los brazos, reconociéndole de lejos por la foto que había visto antes de partir, aunque reconocía que no recordaba su nombre.
Moira Greenwrim.- Respondió al apretón la mano, tomando la iniciativa de la presentación.- Él es mi compañero, Scott Bennet.- Aunque se dirigió a él no se giró para señalarle ni le miró al no creer que fuera necesario.- Por suerte no tuvimos turbulencias en el trayecto. Gracias por preguntar.- Sonrió por cortesía, no queriendo demorarse en la típica conversación de ascensor mientras le seguía hacia la oficina.
Encantado dijo asintiendo con la cabeza.
Scott dio un paso adelante, estiró la mano, estrechó la del sheriff. Calculó su edad: unos 55, suficientemente veterano para el cargo. Luego estudió su aspecto, cosas como: arrugas y limpieza del uniforme, higiene personal, diestro o zurdo*
El condado de Harrison colindaba con el de Marion. El sheriff de Marion, Zack Smith, se había negado a detener al sospechoso, Richard Matteis. Era seguro que Taylor conocía a Smith. Quizás no personalmente, pero sí de de la rutina de trabajo que implicaban sus puestos: localización de sospechosos, intercambio de informes, operaciones conjuntas.
Tylor debía tener alguna opinión de Smith, alguna impresión.
*No hago tirada por ahora porque solo es un análisis superficial.
El sheriff Taylor se puso al volante del 4x4 después de apartar algunos papeles, una bolsa de comida rápida y un vaso de café del asiento del conductor. Todos sus movimientos estaban acompañados de una mueca de aparente dolor que, si se estudiaba atentamente, no parecía tener origen en ninguna patología física sino en un padecimiento de otra naturaleza.
—Disculpen el desorden. He venido directamente de casa sin pasar por la oficina y anoche estuve trabajando hasta tarde —se disculpó antes de cambiar de tema—. Se han tomado su tiempo, ¿verdad? —sonrió con tristeza—. Si no recuerdo mal —consultó uno de los documentos que había recogido del asiento sin leerlo realmente, pues se sabía la fecha de memoria—..., sí, exacto, les escribí el 18 de mayo.
Puso en marcha el vehículo para salir del aeropuerto y entraron en la población por una avenida donde pudieron contar cinco iglesias distintas antes incluso de llegar al damero que conformaba el centro urbano. El recorrido no llevó más de diez minutos.
Si os parece bien, podéis responder al sheriff o interactuar brevemente con él antes de pasar a la siguiente escena.
No hago tirada por ahora porque solo es un análisis superficial.
60 años, diestro, uniforme limpio y con aroma a suavizante de calidad (debe estar casado), a estas horas y con ese clima el sudor fresco ya se ha apoderado de las axilas del jefe Taylor.
Esperó a que el sheriff terminara de limpiar los asientos mínimamente, negándose al sentarse sobre el envoltorio arrugado de hamburguesa que pudiera manchar su ropa y, por inercia, después de estar limpio se aseguró de echar un leve vistazo sin hacer ningún tipo de comentario al respecto. Una vez terminado, abrió la puerta del copiloto sin dejarle oportunidad a Scott a elegir*, sentándose tranquilamente y poniéndose el cinturón de seguridad.
Entendemos la urgencia del caso, pero somos un departamento pequeño y tenemos muchos casos entre manos actualmente.- Maldijo internamente a su padre. Aunque sólo hubiera sido un mes, dada la efectividad del secuestrador era tiempo suficiente para tener siete víctimas en vez de seis. Para rellenar según qué papeleos sí que eres rápido.- Si no tiene inconveniente, nos gustaría hacerle un par de preguntas sobre el informe que redactó y pedirle algunos datos extra.- Aprovechando que ella se había encargado de llevar el informe, lo dejó sobre su regazo para darle otro vistazo, leyéndolo con calma.
* Scott se va a hartar de Moira bien rápido xDD Lo siento, tengo que ser el hombre!
El sheriff no ocultó su sorpresa al ver que la joven pelirroja ocupaba el asiento del copiloto. Echó una mirada fugaz al agente Bennet, calibrando su reacción. Taylor conocía los trucos de su oficio, a pesar de todo, de modo que quería conocer desde el principio quién de aquellos dos Rangers era el que llevaba la voz cantante y quién el que estudiaba todo en segundo plano*. La mujer parecía realmente contrariada mientras que su compañero denotaba una calma profesional. Sin embargo no había roles asignados. Ambos se estaban comportando de acuerdo a su naturaleza.
Eso solamente podía significar que aquellos dos no parecían haber trabajado mucho juntos. Mal asunto, pensó el sheriff mientras paraban en un semáforo.
—Quizás prefiera esperar a que lleguemos a mi despacho, señorita..., perdón, agente Greenwrim. Allí con total comodidad para los tres trataré de responder a todas sus dudas.
Motivo: Empatía
Habilidad: Bueno (+3) (3)
Dificultad: Competente (+2) (2)
Tirada: [-1] [1] [1] [0] = +1
Resultado final: Grande (+4) (4), Éxito
*Voy a estrenar yo las tiradas ;)
El sheriff hace una tirada de Empatía para "leer" superficialmente el ambiente entre los dos Rangers. Es una tirada de superar contra una dificultad de +2 pues entiendo que no trata de descubrir ningún aspecto de los personajes ni ningún sentimiento oculto.
El resultado es un éxito, de manera que descubre esos detalles acerca de los Rangers que podrían ser evidentes a primera vista para un profesional.
Igual que le he comentado a los compañeros del FBI: podéis seguir hablando con el jefe Taylor en el coche antes de que los cuatro os reunáis en la oficina. No hay prisa.
Scott entró en la parte de atrás del todoterreno, se sentó detrás del sheriff y se abrochó el cinturón. Miraba por la ventanilla cuando Moira preguntó. Scott no dijo nada, se limitó a girar la vista y a buscar la reacción del sheriff en su reflejo en el espejo retrovisor. Las miradas de ambos se encontraron allí. Scott detectó cierto escrutinio en los ojos de Tylor. Emitió una sonrisa ligera, apenas perceptible, luego apartó los ojos y contempló de nuevo las vistas a través del cristal.
Moira, tienes la última palabra (si quieres) antes de llegar a la oficina.