Debía de tratarse de algo realmente gordo si un jefazo de Nueva Orleans había acudido en persona hasta la diminuta oficina del FBI en la localidad de Shreveport, donde el veterano agente Jordan DeFuss languidecía dedicado a casos poco relevantes y relacionados la mayoría de ellos con la seguridad nacional. Desde que aquellos malditos terroristas habían decidido estrellarse contra las Torres Gemelas, el Bureau se había convertido en el brazo armado de la CIA dentro de las fronteras y el gobierno federal dedicaba más presupuesto a la caza de terroristas que a la lucha contra el crimen.
Sin embargo, por lo que figuraba en la portada del expediente que había en la mesa frente a él, este parecía un trabajo de los de toda la vida. De hecho, Jordan DeFuss tenía noticias sobre la investigación en marcha. Al principio creía que había esquivado el caso o el caso le había esquivado a él, quién sabe. Dos expertos de la capital se habían hecho con él y DeFuss decidió no interponerse en el camino.
Pero como decía siempre su abuela, una vez que has tenido la mierda bajo las narices es muy difícil deshacerte de ella.
Michael J. Anderson, el jefe de la División de Investigación Criminal y los otros tres estirados que le acompañaban, traían cara de muy pocos amigos, pocas horas de sueño y muchos cafés encima. Y nada de todo aquello podía beneficiar en lo más mínimo a alguien como Jordan DeFuss.
—Agente DeFuss —comenzó a hablar el propio jefe Anderson—. Me consta que este expediente no le es del todo desconocido. Al fin y al cabo la gente de la parroquia* de Oil City intentó contactar primero con esta oficina antes de enviar su petición a la central —Jordan recordaba fugazmente aquella llamada del sheriff de Oil City que él supo desviar diligentemente hacia la oficina de Nueva Orleans—. Bien, verá, ha sucedido un lamentable accidente y uno de nuestros operativos en el caso ha quedado fuera del mismo. Su compañera, la agente especial Adele Lewis está sola sobre el terreno y ha solicitado refuerzos.
Echó una mirada hacia el lado, esperando que uno de sus subalternos interviniera. Lo hizo un joven de aspecto hispano, envarado y nervioso al mismo tiempo; un auténtico chupatintas.
—Paso a leerle el oficio de inicio de las diligencias:
«El día 2 de junio de 2004, dos pescadores locales, Parker W. Osman (46 años, Oil City, LA) y Leroy F. Trichet (42 años, Mooringsport, LA), hallaron casualmente unos restos humanos en una fosa poco profunda en la isla de Tar, en el Lago Caddo (una zona inaccesible por tierra).
»Interrogados al respecto, la versión de ambos coincide en que, tras desembarcar en la isla de Tar a mediodía aproximadamente con la intención de aliviarse, el anteriormente mencionado Parker Osman removió ligeramente la tierra para practicar un baño improvisado. Al topar inmediatamente con un trozo de tela blanco que procedió a destapar en toda su extensión por pura curiosidad y comprobar que contenía algo, avisó a su compañero Leroy Trichet. Ambos practicaron un agujero en la tela y descubrieron algunos huesos y un cráneo que creyeron identificar como humanos.
»Sin tocar nada más del escenario, según su declaración jurada, regresaron a Oil City para avisar a la Oficina del Sheriff.
»Del análisis llevado a cabo por el equipo forense del Departamento del Sheriff de la parroquia de Caddo se obtienen evidencias claras de que los restos pertenecen a un individuo de sexo femenino, posiblemente de raza blanca, con edad comprendida entre los 5 y los 7 años de edad.
»El cadáver está compuesto por un esqueleto al completo, restos de piel, cabello, uñas y una pieza de ropa interior; todo ello envuelto en una especie de sudario blanco de algodón que evitó que se diseminaran los huesos. No se aprecian signos de que el cuerpo fuera profanado ni extraído del sudario hasta su análisis por el departamento forense de la oficina del Sheriff de Caddo. No se aprecian signos de violencia ni traumatismos en ninguno de los huesos que lo componen, aunque la ausencia de partes blandas impide excluir daños otros órganos y tejidos.
»El estado de la víctima y las condiciones ambientales del lugar donde fue hallada (zona pantanosa, niveles de humedad relativa superiores al 65%, temperaturas entre moderadas y altas la mayor parte del año y gran abundancia de insectos), llevan al departamento forense a la conclusión de que el cuerpo llevaba en aquel lugar alrededor de 24 meses.
»Según nuestros expertos, las diligencias practicadas por el laboratorio forense del Sheriff del condado no han seguido rigurosamente el protocolo, por lo que se aprecian evidencias de manipulación incorrecta de los restos tanto en su traslado hasta las instalaciones del instituto anatómico, como en la misma mesa de análisis. El esqueleto llegó a las instalaciones de la División despojado del sudario y de la pieza de ropa interior, que se quedaron en Oil City y con la osamenta desordenada e introducida dentro de una caja de cartón protegida tan solo por un plástico. Estas circunstancias, unidas a la manipulación llevada a cabo por los dos pescadores Parker Osman y Leroy Trichet, permiten concluir que puede descartarse por completo la condición aséptica del cadáver y que cualquier prueba que pueda extraerse del análisis de muestras de ADN, polen, química, etc., podrán ser desestimadas ante cualquier tribunal.
»Las primeras pesquisas realizadas sobre la Base de Datos Nacional de Personas Desaparecidas parecen indicar la existencia de una denuncia por la desaparición de una niña, Theresa O’Hara (mujer, blanca, 6 años, natural de Uncertain, condado de Harrison, TX). Ausente desde el 17 de junio de 2002, la denuncia fue presentada en la oficina del Sheriff del condado de Harrison, en Marshall, Texas.
»Dado el carácter interestatal del caso si se confirmara que se tratan de los restos óseos de Theresa O’Hara, se requiere la intervención de la División del FBI de Nueva Orleans y se asigna el caso, con número de registro arriba referenciado...
—Es suficiente, Casal —interrumpió el jefe Anderson—. Las pruebas de ADN confirmaron la identidad de la niña y dos de nuestros hombres se hicieron con el caso y se desplazaron a Texas la semana pasada. Allí se encontraron con dos Rangers de Texas a los que habían llamado para investigar las desapariciones de unos menores. Podrá leerse todo el expediente más tarde, cuando llegue a Jefferson, en el condado de Marion, Texas, a una hora más o menos de aquí, al otro lado del bayou.
Anderson se irguió en la silla, dispuesto a levantarse.
—¿Alguna pregunta, agente DeFuss?
*En Louisiana los condados se llaman parroquias (parish).
El resto de la investigación está en el hilo donde los jugadores han ido escribiendo sus pesquisas y teorías. DeFuss no cuenta con más información. Le han mandado dar apoyo a la agente Adele Lewis y, en principio, debería ser ella quien le informara de todos los pormenores (ya sabéis, chicos, debéis ir poniendo al corriente al nuevo fichaje onrol).
En su pequeño escritorio en su pequeña oficina en Shreveport, Jordan se encontraba tranquilo. Leyendo un expediente de un caso menor, tomando un cafe negro. La luz del lugar era tenue y el ambiente solitario. Era lo que él prefería, realmente. Quizá por eso su expresión de aburrimiento paso a una de ligero fastidio cuando vio tanta gente llegar hasta él con archivos para leer y casos que investigar. En particular, era un caso que él había desviado a New Orleans. Parecía que quedarse sentado en su oficina no era su destino después de todo.
- Mmm... si, recuerdo.
Obviamente aquellos cuatro burocratas le venían a reasignar el caso a él, viéndolo como un blanco fácil para poner pesos. Nadie tenía ganas de salir de una oficina cómoda y fresca para tener que hacer viajes largos y aguantar climas pesados y paletos ignorantes, pero Jordan no tuvo tanta suerte con este caso. 20 años en el FBI no eran suficiente para repeler casos indeseables.
- Texas... hace calor ahí. No me gusta... ¿Cuál ha sido el accidente del compañero de la Agente Lewis? ¿Es algo de lo que yo me deba preocupar?
El jefe Anderson hizo un gesto con la mano, quitando importancia al asunto.
—Un accidente de tráfico. Nada que tenga que volver a repetirse si se anda con cuidado en esas destartaladas carreteras tejanas.
Casal, el lacayo de Anderson no dejaba de poner papeles sobre la mesa, delante de Jordan. Cada uno de ellos parecía un nuevo grillete que le atara a su destino: resolver un antiguo caso abierto, con demasiadas incógnitas y demasiada gente con placa de por medio.
—Si no tiene ninguna pregunta más... Me gustaría estar en Nueva Orleans para la hora del almuerzo —concluyó el jefe de la División levantándose de la silla. Su séquito se puso también en pie—. No se haga una imagen equivocada de este caso. No se trata de rellenar unos cuantos papeles y volver a traer su viejo culo a esta oficina mañana por la tarde. Le quiero al 100% DeFuss, no me defraude, sé lo que vale usted.
Puedes hacer más preguntas a Anderson y también algunas pesquisas por tu cuenta sobre el caso antes de salir. Lo dejo en tus manos.
Jordan levantó una ceja al escuchar el suceso que inhabilitó a aquel agente. Era realmente una ironía del destino investigar un caso tan importante como lo aparentaba este y quedar fuera del mismo por algo tan burdo como un accidente de tráfico. Pero para Jordan no era algo cómico o interesante, puesto que ahora tenía más trabajo en sus espaldas. De todas formas, tenía que moverse un poco. Si seguía sentado en aquella silla por 10 años más, posiblemente echaría raíces y no se podría levantar.
- Pues será mejor que este viejo culo se ponga en marcha, ¿no? Pueden retirarse a Nueva Orleans, caballeros. Sería una pena que se pierdan el Mardi Gras. Seguro que Anderson esta ansioso de bailar...
El comentario parecía una broma, pero el semblante serio de Jordan hacia difícil que la broma cayera bien. Una vez que aquel grupo de agenets se retiro de su oficina, Jordan buscó entre los archivos algo que le hablara más sobre quién sería su compañera: Adele Lewis. Uno de los aspectos más importantes a la hora de tomar un caso era ver con quién estabas emparentado.
Luego de eso, Jordan sacó un portafolio en el que metió aquella pila de papeles que Casal había puesto sobre su escritorio. Aquel muchacho tenía que aprender a ser más ordenado. Y sin más, el agente se dispuso a tramitar su viaje hasta Texas, definitivamente su estado favorito. Después de Lousiana y todos los demás.
Reviso toda la información posible sobre Adele Lewis en los expedientes. O si hay algún informe para leer en mi computadora.
Anderson encajó con estilo la insubordinación de Jordan DeFuss, pero no sucedió lo mismo con sus lacayos. El veterano agente se quedó con la sensación incómoda de que aquellos tres habían anotado muy bien su nombre y que mantendrían su ficha personal cerca del despacho del jefe durante algún tiempo.
La oficina disponía de algunos recursos para llevar adelante trabajo de campo: ordenadores portátiles, walkies, teléfonos móviles, un vehículo no demasiado viejo...; pero para cualquier otra herramienta de mayor utilidad tendría que acudir a la generosidad de sus superiores, comenzando por la encargada del caso, la agente especial Adele Lewis.
Jordan DeFuss apuró su enésimo café, encendió la computadora e introdujo los datos de la agente Lewis en el registro de personal del FBI.
Muy bien. Si te parece vamos a resolverlo con una tirada de Crear Ventaja con Investigar y la dificultad será 2. Si tienes éxito, además de la información sobre Adele Lewis, podrás revelar uno de sus aspectos que podrás invocar en su contra de ahí en adelante.
Jordan había fallado en cerrar su gran bocota. Usualmente dejaba pasar las cosas que decían los superiores, pero esa mañana se había despertado particularmente molesto. Y ahora que le asignaban el caso, no era como si su humor estuviese mejorando. Lo único que lamentaba es que aquellos tres chicos que estaban detrás de Anderson se llevasen una mala impresión de él. No porque le importase personalmente, pero el día de mañana quizá tendría que pedirles algo y ellos se negarían.
Y encontrar la fórmula para evitar hacer papeleo era una de las investigaciones más calientes en el FBI.
- Pff... me vendría bien tener un Casal detrás mío que agarre todos mis apuntes...
El detective decidió enfocarse en otra cosa, investigando sobre su próxima compañera y cuáles eran sus cualidades. Quizá encontrando algunas cosas que le dijeran si era un amor de persona o... alguien como él, en síntesis. No sabía cual de las dos opciones prefería.
Motivo: Investigar
Habilidad: Grande (+4) (4)
Dificultad: Competente (+2) (2)
Tirada: [1] [0] [0] [1] = +2
Resultado final: Fantástico (+6) (6), Éxito
¡Menuda primera tirada, colega! El aspecto de Adele que mejor refleja su expediente creo que sería Lealtad al Bureau y con esa tirada tienes dos invocaciones gratuitas.
Si os parece bien voy a dejar que sea la propia Adele la que escriba lo que Jordan DeFuss encuentra en su expediente oficial.
@Adele, no es necesario que lo redactes bonito. Puede ser un esquema o resumen del currículum.
El expediente de Adele Lewis es, para los años que tiene de servicio, impresionantemente reducido. Claramente, al revisar en su interior, se puede notar el por qué.
Nombre: Adele Constanse Lewis
Edad: 41 años
Estado Civil: Divorciada, sin hijos.
La agente Lewis ingresó al Bureau hace 15 años, siendo una de las primeras agentes femeninas de color dentro del FBI. No sólo eso, sino que además ha demostrado ser extremadamente competente en los temas relacionados a casos de menores, dando en varias ocasiones con los perfiles de los victimarios que han facilitado a sus capturas a tiempo. Sin embargo, puede verse como en la gran mayoría de los casos en los que ella colaboraba inicialmente, eran luego llevados por otros agentes, quedándose ellos con el crédito de los casos y de las conclusiones a los que Adele había llegado. Durante los primeros cinco años, no tuvo un compañero de trabajo estable, pasando de rookie a rookie cada tres o seis meses. Eso fue hasta la entrada de Maximillian Jordan al FBI, siendo emparejado con ella y desde entonces no han dejado de trabajar juntos.
Habiendo visto el tipo de rechazos y humillaciones que la agente ha pasado a través de los años en las oficinas, el hecho de que siga trabajando incansable con lo que le pongan y que no haya en sus expedientes alguna crítica que no sea constructiva hacia sus compañeros de trabajo y jefes, deja claro que Adele Lewis es, y será siempre, una agente que cree firmemente en el cumplimiento de las leyes, en el trabajo del FBI, y en que las cosas han de hacerse del modo en que las oficinas federales lo hacen.
Perfecto, gracias.
DeFuss, ¿qué haces a continuación?
El detective veterano leía aquel expediente con lentitud. Era pequeño, por lo que podía dedicarle tiempo a cada palabra. Su expresión pasó de genuina intriga al principio a aburrimiento conforme lo leía. Los registros de la agente hablaban de su participación en diversos casos, como estos luegos eran tomados por otras personas y terminados. Parecía una asistente más que una agente.
- Mmm... otra trabajadora hormiga del FBI. Haces todo el trabajo, y se quedan con tu mérito. Espero que no sea una besaculo de la Agencia. Yo no soportaría ni la mitad de las mierdas que a ella le han hecho pasar.
Jordan solía ser mucho más vocal con sus disgustos y sus quejas, aunque eso no signficaba que gracias a él hubiera algún cambio importante en la Agencia. De hecho, esa actitud había terminado poniéndolo en una oficinita pequeña en Shreveport. Pero su boca jamás se quedaba cerrada ante una falta... o eso quería creer él de si mismo.
Como fuera, Jordan tenía que conocer a Adele. Los papeles le podían dar información, pero las personas le podían dar inteligencia. Perder más tiempo en aquel lugar, si bien la combinación de aire acondicionado con un cafe caliente era agradable, no llevaría a nada. El agente se levantó de su silla y se dispusó a preparar su viaje hacia Texas.
La idea sería tomar todos los archivos que me han dado, mis pertenencias esenciales e irme a Texas. Si es a una hora de Shereveport, puedo hacerlo el mismo Lunes.
La idea sería tomar todos los archivos que me han dado, mis pertenencias esenciales e irme a Texas. Si es a una hora de Shereveport, puedo hacerlo el mismo Lunes.
Tienes a tu disposición todos los apuntes tomados por los compañeros en el hilo Apuntes de la investigación. ¿Tienes tú como jugador alguna duda sobre lo que has leído o sobre en qué consiste el caso?
Otro detalle que se me había olvidado comentar: tu compañera Adele Lewis se aloja en el hotel Excelsior de la localidad de Jefferson en el condado de Marion.
Por el momento no hay dudas. Jordan ha leído todos los apuntes y, salvo el asombro de ver tantos niños desaparecidos, todo le ha quedado claro. Decide irse hoy pues, además, el agente Max teorizaba que el próximo secuestro sería a partir del día de mañana y Jordan no quería perder más tiempo si las cosas estaban tan candentes. Me diriguiré específicamente al Hotel Excelsior para comenzar mi aventura en Jefferson desde ahí.
Si quieres que narre esto en un post, avísame.
Vamos a comenzar fuerte.
Te propongo forzar tu aspecto Un blues que nadie oye y, a cambio de un punto de destino (tendrías 4), voy a hacerte parar en un asador a medio camino entre Marshall (la localidad donde está el sheriff Taylor) y Jefferson (la del jefe Smith).
Si aceptas te planteo una escena allí y llegarás un poco más tarde al Excelsior; pero es muy probable que valga la pena... ;)
Si no aceptas me pagas tú un punto de destino y te sitúo en el Excelsior a la hora que tenías previsto llegar.
Moira Greewrim y Scott Bennet se dirigieron al norte, hacia la ciudad de Jefferson al volante de una baqueteada pickup cedida por la Oficina del Sheriff de Marshall (tras la conveniente cumplimentación del papeleo que la señora Basset, contra el parecer del jefe Taylor, les había obligado a rellenar). Al mostrar su intención de cruzar la línea divisoria del condado el sheriff se disculpó por la inconveniencia que supondría presentarse ante su homónimo en un coche patrulla del condado de Harrison.
Aquella camioneta Ford en préstamo había sido empleada innumerables veces como vehículo camuflado y, al parecer, la suciedad y la falta de mantenimiento formaban parte indispensable del disfraz. El frío del aire acondicionado se hacía más de rogar que la hija de un predicador y los asientos de piel parecían haber sido un regalo del peor enemigo del departamento.
En la puerta de la oficina, el alguacil Reeves les había recomendado un local para poder disfrutar de una auténtica barbacoa del bayou, Elisha’s Food for the Soul. Debían desviarse un poco a la derecha de la ruta 59 al pasar por Woodland y antes de entrar en el condado de Marion.
Cuando llegaron al establecimiento, construido al estilo del lugar y de una sola planta, encontraron varias camionetas como la suya y un camión tráiler en el aparcamiento. Al bajarse un delicioso aroma de carne a la brasa inundó sus fosas nasales. Cuando traspasaron la puerta del local aquel olor se convirtió en algo casi obsceno.
Una vez que pudieron apartar los ojos de la gargantuesca parrilla que dominaba el local, se dieron cuenta de que algo no iba del todo bien. El local estaba lleno de clientes y todos, absolutamente todos con la excepción de ellos dos, eran afroamericanos. Un buen número de pares de ojos se clavaron en pareja de agentes de la Ley. Al parecer el alguacil Quentin Reeves había olvidado comentarles algún detalle sobre aquel restaurante…
—Lo siento señor, no servimos comida para llevar —anunció el sudoroso cocinero moviendo fuera de la vista los envases de plástico destinados a tal fin. Su mirada mezclaba fastidio con cierta hostilidad.
—Oskar, no seas impertinente —le reconvino una señora mayor mucho más bajita que el voluminoso cocinero, por lo que tuvo que alargar el brazo bastante para darle una sonora colleja. El reprendido chef se encogió como si el manotazo se lo hubiera dado alguien mucho más fuerte—. Buenas tardes. Bienvenidos a mi humilde establecimiento. Yo soy Elisha, mucho gusto. Las costillas están mejor si se las comen recién apartadas, antes de que se enfríen —explicó mientras les señalaba una mesa cerca de la entrada del local, bajo la ventana que Moira tanto miraba—. Apunto también sándwich de carne y botella de agua, ¿y de bebida para usted, joven?
Elisha esperaba una respuesta mientras se limpiaba las manos en el mandil de tela que llevaba atado a la cintura.
Algunos parroquianos retornaron a sus quehaceres como si la simple presencia de la dueña otorgara marchamo de normalidad a la irrupción de aquellos dos blancos en un local donde no se les esperaba en absoluto. Los dos tipos del fondo, sin embargo, mantuvieron su actitud amenazadora, aunque sin moverse de su sitio.
Acepto la escena en el asador.
Jordan DeFuss dudó entre llevarse el sedán de la oficina que anunciaba desde lejos "Federales a bordo" o su coche particular y, finalmente se decidió por este último*, porque además el aire acondicionado funcionaba mucho mejor y adonde iba la temperatura no resultaba menos agobiante que en Shreveport. De hecho, el agente especial DeFuss se hacía perfectamente a la idea de que iba a sudar como un pollo en un asador durante los próximos días; nada distinto a lo que llevaba experimentando cada verano de los últimos veinte años que llevaba dedicado a combatir el crimen en el profundo Sur de los Estados Unidos de América.
Eligió la Interestatal 20 para luego desviarse por la ruta 80 y después la 59 que unía Marshall con Jefferson antes de continuar hacia el norte. A esa hora le pareció mejor trayecto que rodear el lago Cross por el norte y entrar en Texas más cerca de Karnack, donde se habían producido algunas de las desapariciones, porque en aquella carretera secundaría cualquier tráiler maderero le retrasaría demasiado. De cualquier manera, nada más cruzar la divisoria entre ambos estados quedaba perfectamente claro que había entrado en el estado de Texas: la bandera de la estrella solitaria y el montón de trapos confederados que ondeaban aquí y allá no le dejaban albergar duda alguna.
Iba con tiempo de sobra para cumplir con el horario de su encuentro con la agente especial Lewis, por eso conducía relajado escuchando una emisora local que, gracias a Dios, no trataba de taladrale la cabeza con los gañidos que los paletos blancos llamaban música country. Entre canción y canción escuchó el anuncio de un asador cercano, Elisha’s Food for the Soul, un establecimiento que prometía la mejor barbacoa del bayou en el área de los dos condados. El blues y la voz que acompañaban al anuncio indicaban que se trataba de un negocio regentado por afroamericanos; un motivo más para hacer un breve alto en el camino, pues los dos rangers paliduchos y sus colegas del FBI solamente habían escuchado hasta el momento el testimonio de los rostros pálidos de aquella historia**. Tenía que desviarse un poco a la derecha de la ruta 59 al pasar por Woodland, justo antes de entrar en el condado de Marion. Así que decidió que iba a rellenar su vacía taza térmica de café y, de camino, a disfrutar de un temprano almuerzo.
Cuando llegó al establecimiento, construido al estilo del lugar y de una sola planta, encontró varias camionetas de trabajadores y un par de camiones grandes en el aparcamiento. Al bajarse un delicioso aroma de carne a la brasa inundó sus fosas nasales, acompañado del sonido de una versión al piando del What about me del incombustible Terry Evans. Cuando atravesó las puertas, el paraíso de la carne asada se presentó ante sus ojos.
La gran parrilla dominaba gran parte de la cocina y del comedor del local que estaba repartido a su alrededor en una docena de mesas, casi todas ellas ocupadas. A la derecha, casi oculto en un rincón, Jordan descubrió un minúsculo escenario con un piano que ahora mismo estaba tocando un tipo grueso con aspecto de camionero.
Muchas miradas se dirigieron hacia Jordan DeFuss cuando cruzó el umbral pero la mayoría de ellas, las que no habían reparado en la chaqueta del FBI que vestía, retornaron a sus platos al ver que se trataba de un hermano. Por el contrario, una señora mayor, bajita y de paso renqueante se acercó a recibirle con premura. Mostraba una amplia sonrisa en el rostro que no mudó ni un ápice cuando leyó el logo de la prenda del agente DeFuss.
—Buenas tardes. Hace calor afuera, ¿verdad querido? ¿Dónde quieres sentarte? Todavía me quedan algunas mesas libres y, si me preguntas a mí, te digo que prefiero tener a un hombre tan alto y apuesto lo más cerca de mi cocina posible.
*Describe, si quieres, cuál es el vehículo particular de Jordan.
**Te dejo la oportunidad de que recabes información en este lugar, pero no te obligo a ello porque quizás prefieras hacerlo junto a tus compañeros.
Nuestros dos incansables rangers estuvieron en este local pero el agente Scott decidió que no se encontraba muy a agusto dentro, XDD (sí, ya sé que entonces lo llevaba otro jugador)
La escena es tuya y el piano, si gustas (que espero que sí), también.
A Jordan lo podía mandar a hacer muchas cosas, pero Dios no permitiera que usara el auto del FBI para hacer el viaje hasta Texas. Aquel cacharro era una falta de respeto a la comidad de los agentes y, francamente, también era una falta de respeto al buen gusto. Un pedazo de metal sin clase ni elegancia, que eran cosas que a Jordan le gustaban en un auto. No era un fanático del automovilismo, pero le gustaba cuidar bien de su vehículo. Y ese en particular era un Lincoln Town de los años noventa. Una máquina fiel y bien cuidada que el agente tenía desde hace más de 20 años. Por suerte, cuando trabajas en el FBI, conoces gente que te puede conseguir los repuestos necesarios para mantener viva la magia de antaño.
El detective comenzó su viaje por la carretera con tranquilidad, sin apresurarse. Había salido temprano, e incluso tenía tiempo para merodear por algún lado para comer antes de llegar. Por eso haber visto aquel comedor le picó el apetito, y Jordan no tuvo otra opción más que parar para comer algo. Y mejor que había sido un lugar con caras similares; todavía quería tener un poco más de tiempo sin tener que lidiar con paletos molestos y sutilmente racistas. Aunque, entre su gente, también había conocido uno o dos idiotas en sus viajes. La idiotez parecía estar atacando a más gente es Estados Unidos sin discrimar a nadie.
En aquel lugar se sentía medianamente cómodo. En realidad, nunca estaba cómodo con tanta gente alrededor, siendo un hombre solitario. Pero aquella gente era un poco más... tolerable que otra gente. Pudo escuchar la música en el ambiente, y se dio cuenta enseguida que no estaba escuchando una grabación ni nada por el estilo: había un piano en aquel lugar, el cual pudo divisar formándose una pequeña mueca de agrado en su rostro. Algo similar a una sonrisa, que era la mayor expresión de alegría que Jordan podía formar en su rostro.
- Hmm... quizá después podría. Una o dos piezas...
Sus pensamientos fueron cortados por la llegada de la dulce mujer que quería buscarle un lugar en el establecimiento, además de dedicarle unos piropos de gentileza. Jordan hizo otra de sus muecas que asimilaban una sonrisa, pero no fue ni siquiera la mitad de genuina comparada con la que hizo cuando vio el piano. De todas formas, esa mujer lidiaba con camioneros diaramente. Y no había más parca y sin emociones que los camioneros.
- Buenas tardes a usted también. Agradezco la oferta, pero... preferiría sentarme cerca del piano, si es posible. El calor de la cocina va a terminar por derretirme y... bueno, quizá luego tenga una oportunidad de tocar una pieza. Si le parezco apuesto ahora, espero a le toque un blues.
Jordan atina a sacarse el abrigo del FBI, ya sintiendo el calor del lugar... y las miradas de los presentes.
Por ahora no investigo sobre el caso, pero quizá en el futuro aparezca gente relacionada con el mismo. Me guardo la opción.
—Cerca del piano entonces —aceptó la propietaria—. Así lo tendrá más cerca para que se anime y nos deleite con alguna vieja melodía. Y si va a quedarse una temporada por aquí —señaló las siglas en la chaqueta que el agente DeFuss había doblado sobre su brazo— puede acercarse tantas veces como quiera. Le haremos sentir como en casa, ya verá —sonrió con franqueza—. ¿Quiere probar la especialidad de la casa?
Mientras Elisha hablaba el camionero dejó de tocar y retornó a la mesa que compartía con una chica joven. No había que ser muy suspicaz para darse cuenta de que no eran parientes ni pareja formal. Otro hombre, ataviado con ropa de trabajo, entró en el local.
—¡Menuda belleza hay aparcada ahí fuera! —exclamó refiriéndose sin lugar a equívocos al Lincoln del agente federal.
Puedes resumir el almuerzo y regresar a la carretera o explayarte un poco más.
Si decides tocar el piano (al fin y al cabo el forzado iba sobre ese aspecto), podrías intentar crear una ventaja con la habilidad de Saber (como si fuera tu destreza musical) contra una dificultad de +2 (Elisha parece abierta y afable). De este modo podrías crear algún aspecto temporal que te ayude con Elisha y con sus parroquianos.
Lo dejo a tu elección.
Jordan esbozo otro intento de sonrisa y siguió a Elisha hasta la mesa que tenía para él. El agente agradecía que aquella mujer fuera tan amigable. De lo contrario, tendría que hacer un esfuerzo sobrehumano para caerle bien, y Jordan no iba a hacer esa clase de esfuerzos hasta que tuviera el estómago lleno. Solo esperaba encontrarse con Adele pronto para dejarle toda la parte de socializar a ella.
- Me pasaré más seguido, entonces. Voy a estar por aquí unas semanas... y si, aceptaré la especialidad de la casa. Y un café.
Jordan se sentó en su mesa momentáneamente. Tenía sus ojos clavados en el piano, después de todo, y en cualquier momento se iba a levantar para tocar algo. Solo esperaba no estar muy oxidado. Mientras dejaba pasara algunos minutos, vio como alguién que recién llegaba alagaba su auto con entusiasmo. Jordan sonrió con goce, sintiendo que el trabajo que ponía en aquel auto pagaba sus esfuerzos con la adulación de los demás. No reveló al extraño que él era el dueño, sin embargo.
Finalmente el agente se levantó y se sentó en la banqueta que estaba en frente del piano, mirándolo un par de segundos con emoción. Tocar el piano era una actividad que ponía en buen humor a Jordan. Era algo más privado para él, algo más personal, pero también entendía que era una de sus pocas herramientas sociales con las que contaba. En el pasado había tenido suerte amenizando ambientes con su música. Quizá aquí también lo tendría.
- Empecemos con algo tranquilo...
Había muchos blues por los que Jordan podía haber ido, pero había una regla de oro que todo pianista que quería impresionar a la audiencia debía seguir: comenzar con un clásico. Y cuando se trataba de música americana, que mejor clásico que Summertime de Gershwin. Es cierto, no era estrictamente un blues sino más un jazz, pero el ritmo era el mismo y las sensaciones que la obra producían llegaban con igual intensidad al alma.
Jordan comenzó a tocar, aprovechando algún instante en el cual el local estuviese menos ruidoso. Pronto pudo comprobar que, en efecto, sus habilidades necesitaban algo de refinación, pero la pieza fue tocada de inicio a fin con sentimiento y pasión por parte de un detective que decidió compartir un poco de si mismo frente a un lugar lleno de extraños.
Motivo: Saber (Habilidad de Pianista)
Habilidad: Normal (+1) (1)
Dificultad: Competente (+2) (2)
Tirada: [-1] [1] [0] [-1] = -1
Resultado final: Mediocre (0) (0), Fracaso
Uff, la tirada fue mala...
Los aplausos de Elisha destacaron por encima del resto, mucho más tímidos y escasos. La mujer felicitó al agente federal por su destreza y su buen gusto y, por un momento, Jordan DeFuss experimentó un simulacro de apacible vida cotidiana. Sin embargo, debía poner fin a aquello y continuar camino a Jefferson, donde la agente especial Lewis le estaba esperando; concretamente en el edificio del juzgado. Al parecer era necesario hacerle entender por las buenas al obtuso juez del condado que no tenía ni potestad ni legitimidad para entorpecer la investigación conjunta entre el FBI y los Rangers de Texas.
Esa era otra, cavilaba Jordan. Un caso asignado conjuntamente a la agencia federal y a la policía estatal de Texas. ¿En qué demonios pensaban los superiores cuando decidieron que aquello era una buena idea? Además le habían cedido gran parte de la iniciativa a los rangers, dejándoles a ellos el apoyo logísitico y la supervisión. ¿Qué? No terminaba de entender todo aquel politiqueo de los jefazos.
Se despidió del local y de su propietaria y montó en su Lincoln para afrontar el último tramo del camino, apenas unos veinte minutos. El calor y la humedad se habían enseñoreado por completo de la sobremesa, lo que sumado a su estómago lleno provocaba un pesado amodorramiento que se iba a ver obligado a combatir con el café del que había hecho buen acopio en el restaurante.
Uff, la tirada fue mala...
No pasa nada. Únicamente no puedes crear ninguna ventaja, pero no hay consecuencias negativas.
Continuamos ya en el hilo principal.