La joven quedò sorprendida, no podìa negar que al menos el hombre era inteligente pero en cuanto Bastian sacò el arma, Constance se puso delante de èl con el ceño fruncido.
-Vos habèis sigo contratado por mi padre para cuidarme si corro peligro y no lo corro aquì. Si lo deseàis, podèis quedaros sin molestarme. No soy una niña y no tengo por què daros explicaciones, sòlo tengo que cargar con vos para todas partes.
Estaba visiblemente molesta. Y tanto que sus mejillas estaban enrojecidas, se dio media vuelta y tomò la mano de Bastian, la del arma, intentando que el hombre suavizara el gesto.
-Tenèis razòn, no voy a ir a ningùn lado si no lo deseo pero no hace falta que corra sangre alguna. Este hombre es, bueno, mi padre cree que necesito un guardiàn.
Empezaba a sentir un profundo odio por muchas cosas. De nuevo se volviò a Daeron.
-Bajad el arma.
Iba a tener una larga charla con su padre.
-Yo creo que si se lo preguntamos el no opinaria lo mismo.- sentencio Daeron sin bajar su arma. Su padre me contrato para mantenerla segura y eso es lo que hare, la acompañare a la seguridad del castillo que su compañero venga tambien si como usted dice no es un peligro. Ser Daeron balanceaba el arma si bajarla, parecia que en cualquier momento atacaría a Ser Bastian.
-Podria mandarte a azotar por la sola insolencia de desenfundar un arma contra mi.- Dijo ser Bastian sin miedo -Pero eso seria de cobardes, prefiero ser yo quien le enseñe como tratar a una dama, la voluntad de ella es quedarse y si no depone su actitud se acabaran las palabras y dejaremos que el acero hable
Constance respirò profundamente, no entendìa que el otro no cejara en su intento de llevàrsela de ahì. Resoplò nerviosa y màs que enojada, la gente estaba sacàndola de quicio y no sabìan de lo que era capaz. Tenìa ganas de asesinar a alguien, como siguieran llevàndola al limite, se escaparìa.
-No habrà espadas y no habrà sangre.
Tenìa que tomar una decisiòn en instantes porque por lo visto Daeron no iba a cambiar de parecer.
-No es vuestro trabajo decidir què està bien y què no para mì pero evidentemente no me dejarèis en paz. En lo subsecuente intentad no amenazarme, Daeron, no es necesario. Sois mi guardia, no mi septa.
Estaba furiosa, las manos heladas y el corazòn latièndole a mil por hora. No querìa meter en un problema a Bastian, no era necesario.
-Volverè al castillo, ¿venìs conmigo, mi lord?
Preguntò a Bastian totalmente dulce, como si no estuviera que se la llevara el diablo. Constance sabìa contenerse bien cuando querìa y en ese momento querìa pero Daeron, su padre y los siete, iban a saber quièn era ella.
Ser Daeron Enfundo su espada de nuevo. -Veo que tienes caballo así que volveremos a ritmo tranquilo pero firme al castillo.- El caballero se acerco al que seria el corcel de Constace y le ato las riendas al suyo. -Esto es para que no se escape Doncella Constance.- Dijo al terminar -Ustedes Irán por delante así no los "agobia" mi presencia. Dijo marcando la palabra. -Pero si veo un indicio de que intentas escaparte matare al caballo y volverás en la grupa del mió.- Agrego mirando a la pelirroja.
-Ahora Andando.-
Agradecedle a mi señora hoy has logrado vivir un día mas.- Dijo ser Bastian enfundando su espada.- luego se volvió a mirar a Constance.
-No se preocupe mi Lady ya encontraremos ocasión para volver a pasar tiempo juntos y me dirá que es lo que me depara el futuro.-
No pensaba escapar, por el contrario, tendría una larga conversación con su padre.
-Porque no te vas al demonio, Daeron? No me interesa que mates un caballo, ni montar contigo pero hay mejores maneras de pedírmelo.
Se giró a ver a Fossoway, quizás era mala idea meterlo en tantos líos.
-Yo os avisaré, mi lord. Cuando consiga deshacerme de todo lo que me molesta.
En lo subsecuente viajó en silencio. Estaba mas que enojada y triste.