Partida Rol por web

Sanuye volvió a bajar la cabeza reverentemente al ver que Hugo se sentaba en uno de los bancos, de forma respetuosa y sin interrumpir sus oraciones, un murmullo lejano, la prehistoria de un cántico. Por extraño que resultara después de haber sabido de él que era un asesino implacable y despiadado, el indio dejaba ver cierta aflicción en su rostro. Sus párpados se cerraban ante el cuerpo inerte de la joven, pero era evidente que estaba centrado en ella de forma total, como si Seras nunca hubiese entrado.

Hugo pudo ver que junto a la cabeza de Isabela había un pequeño paquete envuelto en una tela de múltiples colores, de la cual el indio extrajo una finísima máscara de plata, que encajaba a la perfección en el rostro de la difunta. Metió entonces una mano entre el cuello de ésta y el hielo del altar, y la fue inclinando hasta incorporarla con sumo cuidado. Luego, con igual melancólico mimo cogió las piernas y las hizo contraerse hasta que quedó en posición fetal. La manta con la que la había tapado fue empleada para envolver el cuerpo, que ató con cuerdas rojas adornadas con florecillas blancas y algunas cuentas de madera ricamente talladas. Una vez quedó completamente envuelta y ni un solo mechón rubio asomaba, el guardia preferido de Isenhall aferró entre sus brazos a la muerta y, de forma increíblemente inocente, visiblemente dolido, besó la parte de la manta bajo la cual estaba la cabeza.

- Nijlon... Aquetsi ageyutsa... Ahiya'a... -susurró, pero el silencio que reinaba en aquel lugar hizo que se oyera con la claridad de quien habla junto a otra persona en un tono normal...

La tomó en sus brazos y se puso ante el altar. Frente a él, un círculo de hielo en el suelo se derritió, convirtiéndose en agua. Se agachó y, lentamente, depositó el cuerpo dentro, que rápidamente empezó a hundirse mientras él lo observaba y el agua volvía a congelarse...

La pluma roja en la mano de Sanuye contrastaba con la blancura que les rodeaba y el funesto atuendo con el que se había engalanado...

- ¿Qué quieres, Hugo Seras? -una voz clara, grave y casi reverberante, haciendo una pregunta concisa que quizás no sonó todo lo dura que el indio pretendía.

No comprendia bien del todo el significado del funeral, y no me refiero a las extrañas y misteriosos gestos que Sanuye practicaba sobre la muerta, sino la idea de que Sanuye ya se hubiera encariñado con uno de nosotros y le afectara su muerte de tal manera, perteneciendo a ambos un mundo muy diferente del otro. Pero supongo que esta es la magia del fin del mundo, te hace aferrarte a extraños que ni siquiera conoces, para luego perderlos pateticamente, ya sea por propia estupidez o desgracia que te es imposible de controlar. Sigh, ojala pudiera terminar lo antes posible y abrazar a Maria.

Lejos de terminar de experimentar en persona la humanizacion de una de las armas mas afiladas de la diosa, este se fijo en mi y empezo a preguntarme sobre mi persona. Supongo que el silencio del que hecho gala me ha subido unos cuantos peldaños sobre su escala de reputacion, a unos pasos por encima del estupido extranjero que se dedica a comer grasientas hamburguesas encima del altar mientras magrea a la chica de turno.

-Respuestas, busco respuestas.- Dije dejando aparte del hecho de que precisamente las estaba buscando de su diosa.- En mi ultima mision, sucedio algo y deje abandonados a Dale y Donovan ante al peligro, y cuando ya me dispuse a socorrerlos, me desperte en el "templo".- Suspire profundamente, por mas veces que lo dijera, ninguna excusa parecia lo bastante valida para que pudiera cometer tal fallo.- Supuse que aquí encontraria algo de información sobre si aun estan vivos o muertos, pero no sabia que estabas en pleno ritual. Disculpa, si te he molestado con mi presencia.

Sanuye observó a Hugo, clavándole una mirada oscura como ala de cuervo mientras le explicaba lo que había hecho y lo que deseaba saber. El rostro del indio, que parecía cincelado en piedra, no se movió un ápice durante el tiempo en que Seras habló. Muy pocos en aquel grupo se le habían acercado, como pasó con el anterior. Le habían asumido como el verdugo de Isenhall, y no les faltaba razón.

- Donovan y Dale están bien. Ella está curada y a salvo en Kiruna, Donovan necesita el cuidado directo de Isenhall, que es lo que la Dama le está brindando en éste momento -la retumbante voz de aquel hombre permaneció en aquel tono inquebrantable de quien sabe cuál es su lugar en la vida- No abandonaste. Acudiste al auxilio de alguien a quien aprecias. Por encima de todo, esa es nuestra misión en el mundo. No me has molestado.

Había muchas cosas terribles sucediendo en aquel hotel como para molestarse por algo así. Para empezar, el muchacho sentado junto a él se moría, como tantos otros de sus compañeros.

- El vampiro está muerto, la mujer de Gelus Vírica también. Balaguer ya está bajo nuestros pies con todos los honores que mereció en vida -aquel hielo frente al altar, el agua que se había tragado a Isabella...- Habéis hecho lo que se esperaba de vosotros: Cumplir la misión -Sanuye desvió la mirada a las tres ventanas que alumbraban el altar, dubitativo- . Te traje yo -suficientes jóvenes muertos a su espalda. No lo dijo como quien espera un aplauso o un agradecimiento, sino más bien en el tono en que lo decía todo: La mera y tibia intención de informar.

El oir hablar a Sanuye fue algo muy extraño, para no variar, y por un momento pense que estaba hablando con un automata, o por lo menos un automata con sentimientos. No se, analizar a Sanuye era muy complicado y terrible, como dijo el dios de Londres, Isenhall tal vez no sea malvada, pero su influencia no deja de ser fria y terrorifica, tomando por ejemplo al guardian con rostro congelado.

-Donovan y Dale estan vivos, gracias a... gracias en general.- Esquive raudo el tema de Dios, mientras reclinaba la cabeza hacia atras, sin querer preguntarme que locura hicieron para sobrevivir a tal amenaza.- Deberia informar cuanto antes a su padre, antes le deje bastante al limite de una crisis cuando le dije donde habia visto por ultima vez a su hijo. Sin embargo...- Me levante y gire hacia Sanuye, mirandolo inseguro e incomodo, sobre todo cuando tu instinto te obligaba a aparttar la vista.- Me gustaria, antes de irme, darte las gracias, no solo por la informacion, sino por lo de Isabella, Balaguer y los demas, debe ser muy duro ser el unico que reza a los muertos, sobre todo cuando no pasa mas de tres dias sin una baja.

Sanuye, de pronto, dejó que un pequeño brillo escapara en sus ojos y una de sus comisuras se curvara en media sonrisa, dejando salir el aire por la nariz sin que se formara nube alguna de vaho.

- Puedes tener todos los dioses que quieras -respondió, sorprendentemente afable, como si se estuviera convirtiendo súbitamente en un ser humano normal... Lo cierto es que era difícil no llegar a sentir simpatía por alguno de los muchachos que pasaban por el hotel. Muchos eran jóvenes muy válidos... Una lástima que ese mismo fuera el motivo de su desgracia. Ese pensamiento y lo que Hugo le agradeció fue lo que borró la sonrisa de su duro semblante- Cuando tienes parte de la culpa de una muerte y ésta no ha sido honrosa o natural, siempre es duro -un hombre que había asesinado a una muchacha de diecinueve años arrancándole la cabellera con sus propias manos acababa de pronunciar esas palabras- . El señor Dryden ya sabe que su hijo está bien. Ahora ve tú a decirle a Donovan quién ha muerto, y ocúpate de que Mortymer no se vuelva loco. Eres su capitán, y lo estás haciendo bien como tal. Ambos están en la enfermería.

De nuevo había recuperado la seriedad imperativa en su rostro y en su voz.

Rapido y conciso, la milagrosa terapia para relacionarme con Sanuye, e incluso descubrir su postura sobre el respeto de otras religiones, llega a su fin cuando tocamos un punto de hablar sobre los esqueletos guardados en el armario. Aunque fuera hipocrita cambiar de actitud cuando yo tambien tenia unos cuantos, no me veia capacitado para hablar de eso, ni siquiera Balas deberia estar capacitado para hablar de su platos para su gata sin tener esa horrible sensacion de que Jesus va a salir de algun rincon y lapidarte a la antigua usanza.

-Eso hare, Donovan y Morty se merecen una explicacion a la locura que fue ayer.- Concedi serio, sin permitirme una queja o peticion de ayuda.- Que tengas un buen dia, Sanuye.

Despedido el guardian de Isenhall, me dirijo a la enfermeria, inseguro de si quiero que esten sus novias ahi o no, ya que tanto podian ayudar a calmarles, como meterme un termometro roto por el trasero, y no podia culparlas, ni siquiera yo me tragaba lo de capitan. "Siendo sinceros, ni siquiera creo que aguantaria estar un dia mas aqui si no fuera por Maria. La pizzerria y la enfermedad no pueden ser tan malas como trabajar bajo el manto de una diosa que es la viva imagen de la reina de las nieves."