Partida Rol por web

Con las manos agarrando la de su marido, Nefertari asentía a cada una de sus palabras, como si realmente su marido estuviese a punto de fallecer. Pero de pronto, algo en las palabras de Thadeus la hicieron levantarse y echar dos pasos atrás, indignada. Con los brazos en jarras la mujer miró a su marido con ojos tormentosos, como si estuviese a punto de desatar un infierno.

—¡¿QUIEN ES LA DUEÑA DE ESE CIERVO?!— la mujer apuntó con la varita a su marido. No para hechizarle, sino como una propia extensión de su dedo acusador —Sabes muy bien que mi patronus es un zorro, así que explícate. Y NO ME VENGAS CON EL CUENTO DE QUE HAS PERDIDO MUCHA SANGRE

La furia, teatral, casi cómica, pero sin estar muy claro si era real o fingida era patente en la mujer, que se dio media vuelta ante la petición de su marido.

—Tú varita te la arreglas tú. ¡Diminuendo!— Nefertari apuntó entonces a la petrificada planta y le lanzó un hechizo reductor. No había olvidado porque estaban ahí, y reducir una de esas plantas para estudiarla, era vital para conseguir averiguar porque habían surgido en el parque. O quizás solo estuviese ignorando a Thadeus.

Nefertari convocó un patronus para que le ayudara a buscar a algún centauro o algún hombre lobo. Mientras tanto, Thadeus seguía desangrándose...

El patronus se había largado de allí, y no parecía tener mucha prisa en volver. Mientras tanto, la mujer lanzó un hechizo de reducción a la planta petrificada. La criatura mágica no aguantó un segundo hechizo y ésta se desvaneció quedando reducida a un simple polvo vegetal. Quizá eso fuese suficiente para estudiarla...

Mientras tanto, el encantamiento de Nefertari parecía sin querer regresar y Thadeus cada vez se encontraba peor.

Nada más terminar de recoger el polvo de la planta, la mujer se volvió hacía Thadeus y vio que seguía tirado en el suelo sin moverse. Y entonces se asustó de verdad. El pánico a perder a su marido le hizo razonar con rapidez antes de lanzar un hechizo sobre su empapado teléfono para arreglarlo.

—SIRI, llama al ministerio español—ordenó con voz temblorosa mientras recogía la varita de su marido y volvía a agacharse a su lado. Ya ajustarían cuentas cuando estuviese vivo.

Thadeus rió entre dientes a la ocurrencia de su mujer. De no estar al borde de una supuesta muerte, directamente se habría muerto por confundir en lindo zorrito de su mujer con un ciervo. - Santo cielo, Thadeus... ¿en qué demonios estás pensando? Pero, claro, la situación era la que era.

Podría haberle pedido disculpas... podría haber suplicado clemencia... podría incluso haberse postrado a los pies de su imponente mujer para demostrarle una y mil veces que su amor solo tenía una propietaria y que esa era Nefertari Fairblood. Pero las fuerzas le fallaban.

- Mi amor, empiezo a ver colorcitos... - dijo aún con media sonrisa dibujada en sus labios. - Como probamos aquella medicina muggle que nos dió aquel tipo en la rave en la playa de Ibiza. ¿Te acuerdas? Solo que ahora no he tomado nada... te lo prometo.

<<Puesto de información del Ministerio Ibérico de Magia, ¿dígame? Le atiende Colorado. ¿En qué puedo ayudarle?>>

Una voz casi mecánica saltó al otro lado del teléfono del MIM. 

—Hola. Necesito aparecerme en el hospital para magos con un herido. ¿Dónde se encuentra?— Nefertari apretó la mano de su esposo, dispuesta a sacarle de allí inmediatamente.

Tras la llamada de Nefertari, un centauro apareció siguiendo al patronus que había convocado. ¡Por todas las estrellas! Exclamó el cuadrúpedo cuando vio al mago herido en el suelo. ¿Le ha atacado una de ellas, verdad? Comentó preocupado mientras se agachaba a recoger unas hojas y las colocaba en la herida para tratar de ayudar a frenar la hemorragia. Yo puedo ayudaros a frenar la hemorragia, pero no puedo contenerla. Será mejor que pidais ayuda a algún medimago.

Le mando ubicación a su dispositivo.

Hospital Leonor

—Mi amor... —susurró Thadeus a su esposa con un hilo de voz. —Hazle caso a esta señora. Es necesario conseguir un medimago. 

El mago comenzaba a sentirse realmente muy débil. La herida seguía manando sangre. El recién llegado parecía que podría intervenir y hacer que cesara aquella situación. A la vez, Thadeus intentaba asir la varita que había perdido y que aún permanecía en poder de Nefertari. No sabía muy bien qué iba a hacer con ella. Jamás había conjurado un hechizo de sanación y si estaba mencionando que se hacía necesaria la presencia de un profesional en la materia es que debía de ser así.

Hospital Leonor de enfermedades y heridas mágicas. Ya vamos, Thaddy...

Espera... ¿La respuesta o al menos una pista estaba a su alcance? Pero su marido se desangraba... el amor de su vida... ¡Estaba claro que Thadeus era más importante que la respuesta! ¡Sin él, las respuestas carecían de importancia! La respuesta era obvia. Con un brazo agarró a Thadeus y ofreció la mano a Caronte.

—Por favor, acompáñeme— suplicó... aunque sin dar más opciones al pobre centauro, ya que le había cogido la mano. Era la respuesta y el seguro de vida de su marido en el más que probable caso de que hubiese mirado mal la ubicación. Suplicando por poder concentrarse lo suficiente para llevar tanta carga, la mujer desapareció.