EPÍLOGO 1. EL HUNDIMIENTO DE UN REINO.
Los seis supervivientes del hundimiento del templo de Giar-Notez, consiguieron a duras penas abandonar la sección de la caverna en la que estaba ubicado aquel templo. Para ese entonces, el agua del mar ya había penetrado en la misma y comenzaba a inundarlo todo. Gritos desesperados de los trasgos que no lograron abandonar a tiempo el ligar y que se estaban ahogando en esos precisos momentos, representaban la aterradora banda sonora de aquel desastre de proporciones épicas. Los cadáveres pasaban flotando a su alrededor y los supervivientes corrían alejándose de la zona por tal de salvar sus vidas.
Nadja vio por fin como Tulius apareció junto con Daito. El norteño estaba hecho una birria. La paliza que había recibido era digna de ser narrada a las generaciones posteriores. La fortaleza del norteño era algo digno de mención, pues por mucho daño que recibiera, por muchas heridas abiertas que tuviera, por mucha sangre perdida o miembros amputados, nunca desfallecía. La leyenda de la furia del norte, se encarnaba a en él a la perfección.
La pelirroja, se alegró sobremanera al ver al rubio salir de la caverna del templo y corrió hasta él abrazándolo y fundiéndose en un sentido beso. Le dolía el vientre, demasiado esfuerzo para una embarazada, pero todavía quedaba mucho terreno que recorrer y deberían hacerlo a contrarreloj. El agua seguía penetrando en la caverna del templo. Aunque tardaría unos minutos en llenarla y en empezar a expandirse por las demás salas del templo, no podían entretenerse demasiado o volverían a estar en apuros.
Gorbagog se encontraba junto a Elsabeth y la miraba con fascinación. Aunque la había rescatado, todavía no estaba a salvo, por lo que sin pensárselo dos veces, le agarró de la mano y tiró de ella poniéndose de nuevo en marcha a toda prisa. Recordaban el camino de regreso al túnel de acceso a la ciudad desde la barbacana y ese era el que tomarían. Los seis extraños compañeros, dos norteños, una sureña, dos alejandrinos y una mujer de mundo, no perdieron un solo segundo e iniciaron una carrera por sus vidas. A su lado corrían en todas direcciones trasgos, grandes trasgos, enanos oscuros, elfos de las profundidades y todo tipo de extraños seres del submundo.
No parecían saber muy bien que hacer. Para ellos Agarkok, era el único lugar que conocían. Allí tenían su hogar, a sus familiares y amigos (si es que seres del abismo como ellos tenían de eso), por lo que abandonar sin más el reino de Gurlb III era más difícil para ellos. Por esa razón o por otra, el camino hacia el túnel se les hizo corto. Vieron pasar a varios grupos de guardias de aquí para allá, con prisa y preocupación en el rostro. No repararon en ellos o no quisieron reparar. Tenían cosas más importantes y urgentes que detener a un grupo de extranjeros.
Cuando encararon la boca del túnel, el agua de mar ya, les alcanzaba las rodillas. Por ese entonces, la zona dela ciudad, donde se encontraban aquellas extrañas construcciones en forma de termiteros, ya debía estar anegada por completo. Se escuchaba un profundo lamento a sus espaldas mezclado con la sonora irrupción del mar. Miles de almas trataban de sobrevivir a sus espaldas y muchas de ellas tan solo sollozaban aceptando su muerte y aterradas por ello. Al echar la mirada atrás creyeron ver a Gragjar, aunque sólo fue por un instante, antes de que el mar engullera a ese desgraciado.
Cuando comenzaron a escalar el túnel, el lamento bajó de intensidad y de pronto se cortó de golpe. Ahora sólo podían escuchar el mar inundándolo todo. Junto a ellos corría no más de una veintena de trasgos mojados, tratando de seguirles el paso, pues sus cortas piernas no lograban seguir su ritmo. Ya no quedaban patrullas en los puestos fronterizos, y pudieron sobrepasarlos con facilidad pasmosa. Recorrieron aquellos kilómetros finales en relativa tranquilidad y una vez embocaron la salida del túnel, fueron testigos de como los comerciantes y guardias tanto trasgos de Angarkok como humanos y trasgos de Sauk, estaban evacuando el lugar.
Desde allí podían contemplar el mar de Tildas, se había convertido en un enorme remolino que engullía embarcaciones y iba descendiendo en su nivel así como iba filtrándose hacia las profundidades de Angarkok. De no ser por el peligro inherente en todo aquello y por las miles de almas que se estaban marchando en esos momentos, que aunque almas de personas del submundo, eran almas al fin y al cabo, la escena sería digna de admirar. Lo que si era cierto, era que entre los que se encontraban en la superficie, reinaba el caos, la incomprensión y el miedo y gracias a ello, los seis supervivientes pudieron hacerse con una carreta tirada por cuatro caballos y salieron de allí a toda prisa en dirección al reino de Messià, aliado natural de Catán.
Con este epílogo finalizamos la aventura en si misma.
Podéis si queréis rolear algo más entre vosotros y con las dos PNJ'S. (No es obligatorio). Pero tiene que ser una simple conversación.
Hay más epílogos. Iré abriéndolos así como los vaya concluyendo!