EPÍLOGO 2. EL FUNESTO DESTINO DE UN ENANO.
Kronan cayó por aquel insondable abismo. Iba a correr la misma suerte que el maldito elfo que le arrebató todo. Aquel elfo de ojos púrpura que le sedujo con oro y le llevó por el camino del mal y la demencia. Un elfo que apareció en sus vidas con una oferta de trabajo a priori, puede que ilegal, pero que a la postre no parecía que fuera a hacer daño a nadie, al menos no directamente.
Cavar un túnel en las catacumbas de Alejandría en busca de una antigua biblioteca que nadie creía posible que siguiera allí tras el hundimiento de gran parte del puerto siglos atrás, no parecía un trabajo que pudiera acabar como acabó. Al fin y al cabo, aquel elfo sólo quería un estúpido libro y el oro que ellos iban a recibir por proporcionárselo, iba a cubrir las necesidades de sus familias durante muchos años.
Encontraron aquella estúpida biblioteca. Era enorme y estaba llena de libros y de humedad. El techo de la biblioteca era el propio mar de Tildas. ¿Cómo el agua no lo había engullido todo desde un buen primer momento? Era un completo misterio. Durante las excavaciones murieron buenos amigos. En una excavación muchas veces se producían bajas. Las minas eran así, traicioneras. Rahaer, Ulric y Urit murieron durante las labores de excavación. Buenos enanos los tres, buenos amigos.
Chund tuvo suerte de escapar malherido de la inundación que anegó la biblioteca. Cuando el elfo les propuso seguir viajando con él alrededor del mundo, él no pudo ofrecerse, pues debía sanar y se quedó en Alejandría. Él y Otar, el viejo cascarrabias que les lío a todos fueron los únicos que se salvaron de lo que estaba por venir. Le hubiera gustado volver a verles. No sabía de ellos desde hacía mucho tiempo. ¿Un año quizás? ¿Más?
Luego Vorn se colgó. Después de todo lo vivido junto a aquella bestia de ojos negros, Vorn se suicidó. Confundido por los poderes mentales del elfo, Aurun, desesperado mató a su hermano Ronan y él, loco y cegado por la ira al ver morir a su pobre hermano, mató a su amigo Aurun y juró venganza por lo sucedido. Ediberto Dolfini le proporcionó aquella posibilidad. Ediberto Dolfini le dejó embarcarse en aquel viaje sin retorno a Angarkok y ahora... ahora caía hacia el abismo por el que momentos atrás había caído el propio elfo causante de todo aquel dolor.
Curioso final el de Kronan. Un final ligado al del elfo. Un final ligado al de la criatura que arruinó su vida cegándolo por el oro. Los dos morirían allí. Los dos compartirían un sepulcro eterno en el fondo de la tierra. Sus cuerpos yacerían juntos y se pudrirían hasta que nada, ni polvo quedara de ellos. Curioso final el que Sulikar, dios del azar y el subterfugio, tenía preparado para ellos. Sin duda, se estaría riendo en su semiplano al contemplar aquella escena.
Kronan cerró los ojos antes de llegar al final del abismo. Aunque deseaba ver al elfo chafado contra el suelo, su voluntad no fue suficiente como para mantener la mirada en el fondo de aquella grieta. Y entonces sintió que algo le agarraba de brazo y como un fuerte tirón le desencajaba el hombro. Abrió los ojos y solo vio la inmensa oscuridad que dos ojos malvados desprendían. El elfo, le había salvado de la muerte. El elfo le había agarrado antes de su final. El brazo le dolía horrores, pero estaba vivo y Anwalën Manewë estaba allí frente a él, observándolo. Sonriente. Malvado...
Contaba ya con que se echase el telón y que la nada le acogiese, o que en el mejor de los casos, despertase en otro lugar, junto a sus antepasados, para contemplar la eternidad en un estado de calma y paz...
Pues no
El elfo, el maltido elfo... El elfo del averno le había...¿salvado? Le contempló con ojos desorbitados. Los suyos, de la negrura de su propia alma, le contemplaban, con una sonrisa burlona; le mantenía sujeto, por un solo como si... como si no le costase esfuerzo alguno hacer algo así, mientras que él era consciente de que tenía el hombro fuera de sitio por el frenazo que avía provocado que terminase espachurrado justo encima de aquel a quien odiaba, sellándole para la eternidad bajo él...
¿Como coño era posible que hubiese podido frenar su propia caída?... Antes de pensar siquiera en usar el arma que sujetaba todavía con la mano agarrotada alrededor de su mango, otro pensamiento rápido, como una centella, entró en su mente...
"-Acaso... ¿Acaso ha conseguido su objetivo, después de todo?"
Con ojos abiertos como platos, boca abierta como quien quisiera gritar con todas sus fuerzas, cuerpo inerte, pues... o el dolor u otra causa evitaban que pudiese controlarlo... el enano contemplaba atónito a aquel que parecía burlarse de él.
Ni siquiera podía gritar el terror que presentía....