Partida Rol por web

BARBACANA DEL TRATANTE DARIC CUTHLAY.

Esta fortaleza fue construida tres siglos atrás por un importante comerciante llamado Daric Cuthlay. Fue el primer humano que logró hacer tratos con Angarkok y estableció en la entrada hacia el inframundo un importante punto comercial con el reino del submundo.

La barbacana es una construcción de planta cuadrada. Los muros de la fortaleza no son demasiado altos pero son de buena calidad. Un torreón ha sido edificado en cada uno de los vértices de la fortaleza, pero tampoco se eleva demasiado del nivel del suelo, tres pisos a lo sumo. La puerta principal está en la pared opuesta a la entrada hacia Angarkok y posee un gran rastrillo que permanece levantado.

El recinto no es excesivamente grande, no más de quinientos metros en cualquier dirección, ya que la barbacana es cuadrada y la puerta de acceso no está normalmente custodiada por nadie y el rastrillo suele estar levantado.

En el interior de la barbacana, se encuentra un gran bazar, donde comerciantes, principalmente humanos, venden sus productos a los compradores, principalmente trasgos y otros seres de las profundiades.

Se trata de un mercado muy concurrido. La mayoría de puestos son de alimentación. Carne, pescado y productos de la tierra que difícilmente se encuentran en el reino del submundo de Grulb III. En otros puestos se vende material de construcción, picos, palas, cuerdas e incluso explosivos. Pero sin duda los que tienen más éxito eran los de alimentación. La mayoría de los compradores son trasgos que se pelean entre ellos por conseguir el mejor precio.

Gran cantidad de soldados saukianos vestidos con casacas negras, velan por la seguridad del mercado. La mayor parte de ellos son humanos, pero una gran parte también son grandes trasgos.

LUTUS, PUEBLO PESQUERO SAUK.

Lutus es un pequeño puerto pequero que se encuentra a la orilla del mar de Tildas. Está situado en la zona oeste de la costa tildana y pertenece al reino de Sauk.

La aldea no consta de más de una veintena de edificios y la población no supera los cien habitantes. Desde lo alto de la colina que precede a la pendiente que desciende los acantilados hasta la población de Lutus, se pueden contar desde lo alto, una veintena de embarcaciones pequeñas de pesca, resguardadas en el interior de una manga natural.

Las calles de Lutus son estrechas y o están empedradas, sino que el firme es de tierra y gravilla en el mejor de los casos. Al menos el deambular de la gente de un lado para otro, ha borrado de las calles todo rastro de las malas hierbas que antaño colmaban aquella zona.

La población de esta pequeña aldea pesquera, es totalmente humana. Han tenido problemas con los trasgos desde tiempos inmemoriales y se muestran temerosos de ellos y no se fían de ellos. La economía de Lutus está basada enteramente en la pesca.

Líder: Eliroc Pataslargas. Era un hombre extremadamente delgado que se aguantaba sobre una vara. Vestía una túnica gris y sus largas barbas blancas le tapaban el pecho. Sus ojos eran verdes y su piel bronceada y arrugada. Es un hombre culto y bastante sensato.

EL FOSO.

El foso es una enorme estructura que surca todo el reino de Angarkok de arriba abajo, sirviendo como distribuidor de todas las zonas del gran reino subterráneo gobernado según creencia de la mayoría de sus habitantes, por el trasgo Grulb III, aunque hay otros reyes, caciques o señores de la guerra que se atribuyen el gobierno de Angarkok.

Para acceder al foso, se debe atravesar alguna de las innumerables cavernas que desembocan en los retorcidos, estrechos y resbaladizos pasillos que recorren en espiral todo el perímetro del foso. Se describe el foso como un gran acantilado enorme acantilado de forma cilíndrica que se abre paso en todas direcciones del que observa desde el final de una de las cavernas que dan a dicho lugar.

La única luz que ilumina el foso, es de un extraño color ambarino, que proviene de unos mohos amarillentos situados por doquier. Dicho aberrante resplandor turbaría con facilidad las mentes de los más cuerdos. Dichos mohos son peligrosos, pues son tóxicos al tacto, algo obvio para cualquiera, pues desprenden un aura malévola muy intensa.

Algunos puentes de madera cruzan el foso uniéndolo de lado a lado. En los diversos pasillos que ascienden o descienden en espiral, siempre hay una gran concurrencia de trasgos y otros seres de las profundidades cargando de un lado para otro con pesados fardos y otras mercancías.

Alrededor de las paredes de aquel foso, se encuentra un camino que lo rodeaba. Un camino que abarcaba todo el foso en un descenso en espiral hacia la gigantesca ciudad del submundo llamada Angarkok. La distancia que le separa las paredes es de por lo menos diez o doce kilómetros, por lo que el diámetro del foso es de no menos de diez kilómetros cuadrados. El descenso desde lo más alto del foso hasta la ciudad puede llevar varios días de continuo descenso.

Los pasillos por que recorren el foso no tienen más de un metro de ancho y están cubierto por setas, musgos y mohos resbaladizos. Además, no hay ningún tipo de barandilla ni asidero, por lo que un paso en falso podía suponer la muerte en cualquier momento.

Desde el fondo de aquel foso se pueden observar decenas de luces procedentes de mohos similares a los de la caverna. El fondo del foso se sitúa a más de ocho kilómetros desde la parte más alta del mismo abriendo paso entonces a una gran ciudad subterránea, que de hecho es una de las más grandes construidas hasta la fecha en Gea, solo rivalizando en la superficie con la antigua ciudad de Dunsaroc.

A medida que se desciendo hacia el fondo del foso, parece haber más luz. Lo cierto es que para aquellos que no pueden ver en la oscuridad sus ojos se van acostumbrando a la oscuridad y además los mohos luminescentes, aparecen cada vez con mayor frecuencia en las paredes a medida que descendían.

LA CIUDAD DEL FOSO. ANGARKOK.

Los edificios que conforman está gran urbe subterránea, no parecen otra cosa que enormes termiteros distribuidos por toda la planta inferior de aquel aberrante lugar. Dichos edificios presentan oberturas cerradas por rudimentarias puertas fabricadas con un material similar a la madera pero con un aspecto mucho más endeble. Los mohos amarillentos están presentes en todos los edificios y sujetos en todos los termiteros iluminando las callejuelas de aquella ciudad subterránea.

Esta gran ciudad subterránea está poblada en su inmensa mayoría por malolientes trasgos, pero también están presentes otras razas clásicas que pueblan el submundo de Gea.

Ya en las afueras de la ciudad las calles están repletas de individuos que deambulan de un lado para otro cargando con pesados fardos, tirando de carretas, pidiendo limosna o tratando de vender al resto de transeúntes sus extraños productos. Un maloliente núcleo urbano plagado de personas dedicadas a sus propios asuntos y a nada más.

Nadie se fija demasiado en el resto de habitantes de Angarkok, aunque un ser que procediera del mundo exterior si destacaría bastante y podría ser rápidamente objeto de robos, insultos o violencia gratuita. Entre los seres que se pueden encontrar con facilidad en la ciudad los más comunes son además de los trasgos, los enanos oscuros, trolls de las profundidades, eslizoides, extraños humanoides con el color de piel grisáceo y carentes de ojos, no por haberlos perdido sino porque nunca los habían tenido, así como una gran variedad de seres de inverosímiles descripciones, no siendo tan comunes los grandes traagos.

A medida que las calles se acercan al centro de la ciudad, ésta se vuelve más transitada y las calles ya estrechas de por sí son más retorcidas y estrechas todavía. En el centro los edificios son más altos que en las afueras e incluso se puede decir que su arquitectura es más refinada, aunque es difícil que un extranjero se percate y de hacerlo, definir el porqué.

EL TEMPLO DE GIAR-NOTEZ.

El templo de Giar-Notez se encuentra en un subnivel de la ciudad del Foso. A través de un túnel bastante ancho se accedo a una nueva caverna de enormes proporciones en la que edificios similares a los del nivel superior con apariencia de termiteros. A diferencia con los del nivel superior, muchos de estos edificios unían su base con el techo o directamente colgaban de éste techo como enormes avisperos, siendo en realidad estalactitas gargantuescas habilitadas para vivir en su interior. Quien accede a esta zona repara con facilidad que, a diferencia de los edificios del nivel superior, en esta zona hay algunos que destacan más sobre el resto. Ya sea por ser grandes, tener formas de espiral o recintos amurallados. También se observa mayor presencia de guardias y así como una disminución considerable de transeúntes.

Al fondo de esta caverna y ocupando un lugar más diáfano dentro de ese núcleo de la urbe, se puede ver lo que parece un templo. Una gran estalagmita cuelga con la forma de pirámide escalonada en espiral e invertida hacia abajo, donde en la "cúspide" está la entrada, a una altura de unos sesenta metros. Tres escaleras suben haciendo una forma de enorme triple hélice desde tres puntos distintos del suelo hasta unirse en una pequeña plataforma delante de la puerta principal.

La estructura del templo es de gran belleza. No parece haber sido construida por los repulsivos seres que habitan la inmensa ciudad subterránea. La construcción requiere una gran técnica y era evidente que su arquitecto debía de ser uno de los mejores de toda Gea, como para haber hecho una obre de ingeniería de tal calibre. Si ya era difícil y costoso construir una pirámide normal, hacer una pirámide invertida parecía imposible.

Cada una de las escaleras puede tener cerca de diez metros de ancho, lo suficiente como para dar cabida a una procesión entera. Los pasillos que asciende en espiral hacia la entrada elevada de la pirámide, son realmente sorprendentes. No parece que tengan soporte alguno más que el de su propia estructura y el enlace con las entradas que se situaban bajo unos grandes arcos en la base de la pirámide. En la parte baja del templo, la puerta es enorme y está flanqueada por dos estatuas que representaban a dos trasgos de gran tamaño con los ropajes típicos de los sacerdotes del culto. Éstos pasillos están siempre abarrotados de fieles y monjes que suben  bajan con gran organización.

La recepción del templo es una amplia zona decorada con infinidad de símbolos divinos, mágicos y arcanos. Unas escaleras en cada uno de los laterales conducen al piso superior.

Allí conoció a Ediberto Dolfini, el anfitrión de la fiesta. Un soltero empedernido que sin ser el heredero de la casa Dolfini, tras las guerras y la muerte de todos sus hermanos, se convirtió en el señor de las tierras y se hizo famoso por el baile anual que celebraba desde que se hiciera con el liderazgo de su casa.

Algo pasó en la fiesta. Un extraño elfo de ojos negros acudió a la misma junto a su ayudante. Una humana del sur llamada Euyun. Se produjo una muerte. La muerte del rey de Catán. Murió en un lecho asesinado y a medio desvestir. La muerte se le quiso atribuir a los trasgos de Angarkok que llevaban tiempo amenazando con atacar a Catán.

Aquello le vino bien  Ediberto como excusa para iniciar una guerra, pero

Creación de personajes: 

DG: 12 Habilidades: 4+int (8 habilidades)

DG: 8 Habilidades: 8+int (12 habilidades)

DG: 10 Habilidades: 6+int (10 habilidades)

La construcción tenía todas las señas de la arquitectura élfica. Grandes arcos en las puertas, columnas finamente talladas con runas y motivos florales o grandes ventanales que daban al exterior con cristaleras de diferentes colores que formaban dibujos de un gusto exquisito decoraban el templo. Una construcción como aquella no era cosa de trasgos. Los trasgos no dedicaban tanto tiempo a los detalles, y aunque mantenían limpio el templo, mucho más limpio que cualquier otra parte de aquella mugrienta ciudad del submundo, era evidente que no habrían sido capaces de diseñar un lugar como ese ni en un millar de años.

Finalmente se decidieron a seguir adelante. Comenzaron a subir sigilosamente a través de unas escaleras empinadas, estrechas y con escalones algo más altos de lo habitual. Debían ser silenciosos, pues aunque no habían visto ni rastro del ser al que buscaban todavía estaban seguros de que se encontraba en el Templo y de lo que si habían sido testigos era de su abrumador poder que había dejado a todos aquellos trasgos y sacerdotes sin sentido.

Fue, tan solo tras haber ascendido unos pocos escalones, cuando empezaron a escuchar una voz grave y varonil que recitaba unos extraños salmos y que se colaba a través del pasillo de la escalera. Además, una extraña luminaria lilácea iluminaba los escalones que iban pisando, así como las paredes y el techo. Aquella voz sonaba profunda y poderosa y provocaba que su piel se erizase. Se trataba de una voz que causaría temor en el corazón del más valiente, pero ya estaban allí y habían viajado desde muy lejos como para simplemente darse media vuelta. Por ello, decidieron seguir ascendiendo.

Por fin se abrió ante ellos la sala en la que leían la palabra de Giar-Notez era algo abrumador. Tenía un graderío en espiral que en el que sentados y de pie cabrían más de trescientas almas. Un gradería que por otra parte estaba lleno de parroquianos tumbados en el suelo e inertes, como todo ser viviente que se habían encontrado desde su llegada a aquella zona de la ciudad. En el centro del templo, una espiral ascendía hasta unos tres metros de altura y acababa en una plataforma que soportaba un atril. Fue allí donde se encontraba el objeto de todo aquello.

Elsabeth se encontraba amarrada al atril. La norteña otrora de piel blanca como la nieve, ahora lucía un bronceado intenso. Su cabello rubio le caía desmelenado sobre los hombros. Su rostro angelical estaba apagado y sus ojos de un verde intenso miraban hacia el suelo sin fuerza y con una tristeza que nunca antes los caracterizó. Junto a ella se encontraba una mujer totalmente opuesta a ella. Se trataba de una joven sureña piel morena, ojos aún más negros y pelo aún más oscuro si cabía. Vestía una túnica de color morado y portaba en la mano una daga ceremonial, con incrustaciones de piedras preciosas.

Y junto al altar, se elevaba una enorme estatua de cuatro o cinco metros de altura. Lo lógico habría sido que fuera la representación de un dios trasgo. Un ser repugnante y deforme, pero no. La apariencia del ser que representaba aquella estatua no encajaba con los seres que la adoraban. Los rasgos de aquella efigie eran los de un elfo de una belleza extraordinaria. Lucía ropajes nobles y se intuía su definida figura bajo sus ropajes y portaba una fina espada curva.

Ante la estatua se hallaba aquel ser del que todos habían hablado. Un elfo de cabellos de color platino. No le veían el rostro pues se encontraba de espaldas a ellos. Lucía también una túnica de color púrpura y alzaba los brazos hacia el techo y hacia la estatua. Seguía recitando extrañas palabras y una luz morada que parecía proceder de la propia estatua, le rodeada. Se había levantado un extraño vendaval que hacía hondear su pelo y sus ropajes y la luz del templo parpadeaba con un zumbido intenso que parecía querer sacudir a toda la construcción. El elfo estaba imbuido con aquella luz púrpura que al acumularse a su alrededor revelaba la oscuridad de su aura. Sin duda, en aquel lugar se estaba llevando a cabo un ritual. Un ritual antiguo a la par que malvado. Eso lo intuían todos ellos con solo presenciarlo.