Reclutadores,... saqueadores..., no hay pueblo por el que pase un ejército grande, que se libre de esos rapiñadores, pienso. Tantas y tantas veces he oído esta misma historia, y otras tantas he sentido asco; pobres gentes que quieren, simplemente, vivir su vida, o solo sobrevivir, y se ven incorporadas a un ejército que lucha, y muere, por causas que no entienden...
Un asco, la verdad. Siento algo de pena y una rabia moderada, pues ha afectado a amigos de uno de los nuestros, y por tanto, tangencialmente a mí, pero poco se puede hacer, sino escuchar con atención, y ver si podemos sacar algo de información útil de cara al futuro de nuestras acciones...
Acaricio la mejilla tanto a Tulius como a Daito y sonrió, luego besando a uno en la mejilla y a otro en los labio -gracias, a los dos- a Tulius por preocuparse por ella y a Daito por seguir su juego de la pirata dura que era, aunque ya no estaba tan segura de seguir siendo esa pirata, o por lo menos SOLO pirata, en poco seria también madre.
Entraron a la casa del galeno y agradeció sobre manera el poder sentarse y descansar las piernas, era evidente que estaba muy agotada que todo le pesaba y todo se le hinchaba. Tomo el té en silencio escuchando al Galeno y como hizo Scipio no probo ninguna pasta de té, no necesitaba comer, solo descansar un poco. Se contuvo, pero se habría puesto a llorar como una cría al escuchar lo de su hija, no sabia si las hormonas o porque ahora podía entenderlo.
Miré a mi alrededor de reojo. Cada uno de nosotros tenía sus propias ideas sobre el por qué estaban allí, pero juntos, todos teníamos una oportunidad. Pero describir lo que albergaban nuestros corazones era algo complicado... y muy personal. Al final, yo solo podía hablar por mí y en general.
Angarkok. Nuestro objetivo es llegar a Angarkok. Tienen prisionera a Elsabeth y no dejaremos piedra sobre piedra hasta que rescatarla y acabar con todos los que se interpongan en nuestro camino... o lo hayan hecho alguna vez.
No podía describir mejor la idea que les empujaba a aquella empresa. Estaba guiada, no por la razón, sino por la locura de la venganza, el amor, la amistad y el honor de todo lo que alguna vez formó parte de sus corazones.
Tulius se encontraba bastante sorprendido con la revelación de Balasar sobre lo que le había sucedido a los jóvenes de Lutus, incluida la hija de Balasar, quien también había marchado a la guerra en calidad de curandera. El joven mostró expresión apenada, entristecido por escuchar las palabras del anciano.
- Elsabeth... - Dijo entonces en un susurro. - Claro... - Añadió. - La chica de la que hablabas en sueños. La mujer a la que amas. ¿Está... está en Angarkok? ¿Qué hace allí? - Le preguntó muy extrañado. - ¿Por qué la tienen prisionera? ¿Qué querría Gurlb de ella?
¿Qué es lo que quieren todos aquellos que arrebatan almas por la fuerza? Poder dominar lo que no comprenden ni pueden hacer con sus actos; superar las barreras que la naturaleza ha impuesto para ellos con muerte y destrucción. Al raptar a Elsabeth, no solo no se dio cuenta de que jamás podría dominarla, sino de que nosotros nos lanzaríamos sobre él como chacales enfurecidos y que acabaríamos con su miserable vida en cuanto fuésemos capaces.
Me había dejado llevar por lo que sentía, pero era el momento preciso para demostrar que aquel viaje no tenía retorno para mí. Acabaría con Gurlb aunque mi vida se fuese en ello, con tal de librar a la Tierra de alguien como él, y pudiéramos rescatar a Elsabeth.
Al fin el norteño tomó la palabra.
Hasta aquel momento había estado en silencio, escuchando y tratando de medir a todos aquellos a los que aún no conocía lo suficiente como para fiarse de ellos. Al menos no como camaradas, si bien quedó sorprendido por la pasión con la que el medio trago hablaba de Elsabeth. Habían pasado ya años desde su separación, pero si había sido capaz de tocar el alma de aquel mestizo, sin duda había cambiado más bien poco. No pudo evitar esbozar una melancólica sonrisa al recordarla.
El ser consciente de aquel amor sin reservas que sentía Gorbagog por la norteña le hizo cambiar la percepción que tenía por él.
-Como bien dice el camarada Gorbagog, no podemos saber el motivo exacto por el que han secuestrado a Elsa, si bien sospecho que todo este asunto de la guerra es poco más que una treta desarrollada por alguien que se está manteniendo en las sombras.... un elfo según el buen Kronan, que por algún extraño motivo tiene la intención de vaciar Angarkok de las huestes que normalmente la pueblan...
- ¿Un elfo? - Preguntó extrañado el curandero. - No... eso no me cuadra demasiado. No se ven elfos en la región desde hace siglos. - Afirmó con rotundidad. - No creo que esté con Gurlb. Ese trasgo gordo y malvado odia a los elfos con todo su ser. ¿Aunque a quién no odia el rey de Angarkok? - Se encogió de hombros. - ¿No vais a probar las pastas? - Preguntó entonces. - En mi tierra es signo de buena educación ser agradecido... - Agarró el plato con los pasteles y se lo ofreció de nuevo a sus invitados.
... escupo al oir hablar del elfo... maldito sea mil veces...
-Ese perro tiene capacidad para nublar mentes... con argucias llega a tu lado, y de repente, sin que te des cuenta, haces lo que él quiere. Hasta un trasgo puede caer bajo su dominio.... Me da nauseas pensar en ello
... dicho lo cual, hago honor a la cortesía de nuestro anfitrión, y tomo una pasta
Tulius mostró expresión sorprendida al escuchar que Balasar les indicaba de nuevo que tomaran las pastas. No quería dar la imagen de ser desagradecido con el anciano, por lo que alargó la mano y se dispuso a agarrar una de las pastas, no sin antes dirigir una mirada nerviosa a sus compañeros, como si esperase que estos también lo hicieran.
El joven se llevó la pasta a la boca y la masticó, saboreándola. Lo cierto es que sabía mucho mejor de lo que hubiera esperado.
-Egtá... mu... güena... -aseguró a Balasar, aún con la boca llena.
El inmenso norteño tomó una de aquellas pastas y, agradeciendo con un gesto de cabeza, se la llevó a la boca.
Escuchó los comentarios del enano con especial interés. Cualquier detalle acerca de aquel elfo eran del interés de Daito
Lo último que me apetecía era comer. Mis compañeros sí que lo hicieron y sin duda, provocaron una mueca de agradecimiento en Balasar, pero yo no tenía estómago para aquello. Las buenas costumbres estaban bien, pero solo para tiempos de paz. En tiempos de guerra, solo quería acabar con todos aquellos que hacían daño a mis amigos.
Viejo amigo. ¿Sabes algo que pueda ayudarnos? Cualquier cosa que puedas indicarnos sobre lo que nos espera en el camino, nos podría venir bien.
No volveremos a vernos y él lo sabe, pensé, pero en los tiempos aciagos que nos había tocado vivir, aquel instante era todo lo que teníamos. Eso y los recuerdos que llevaríamos con nosotros a la otra vida.
- Se trata de un asunto muy delicado si es así como dice el enano. ¿Kronan? - Le preguntó un tanto inseguro acerca del nombre. - Un ser que puede dominar la mente de los otros es realmente alguien temible. - Entonces escuchó la pregunta de Gorbagog. - No soy un estratega y no conozco el lugar al que vais. Por lo que tan solo puedo daros mi humilde opinión. Yo no iría allí, pero como veo que a eso no le haréis caso, evitad los caminos principales. Legiones entras se desplazan por ellos hacia la guerra. - No parecía poder apoderado mucho más, pero entonces se le iluminaron los ojos y alzó un dedo, como si acabará de tener una ocurrencia. - ¿No escapaste de Angarkok disfrazado de sacerdote? Igual podrías regresar del mismo modo...
-No lo había pensado -dije, mostrándome por primera vez desde nuestro encuentro con Balasar, verdaderamente interesado por la misión. Entrar como estábamos era jugárnoslo todo a una sola carta, pero camuflarnos...
-Creo que es una buena idea, viejo amigo. Podríamos disfrazarnos y entrar en la ciudad como si fuésemos a rendir culto al rey. De ese modo podríamos incluso llegar hasta el palacio.
El objetivo era, después de todo, rescatar a Esabeth, ¿no? Pues entonces, cuanto más tiempo lográsemos retrasar la lucha, que era inevitable, mucho mejor para ella.
-Es mejor entrar tranquilos y salir luchando que entrar con todo y seguramente, caer en el intento.
Rechazo la pasta que le ofrecía Balasar -se lo agradezco, pero....- acaricio su viente -no tolera muchos alimentos últimamente- le sonrió, luego miro directamente al gran trasgo, se moría por saber como iba a conseguir un disfraz para ella con ese tripón, es más, que pensarían cuando viesen a una embarazada en el grupo.
- Sólo diré que... - Miró a Nadja. - ...el lugar a donde vais, no es un buen lugar para una muchacha en tu estado. - Afirmó con la rotundidad de un entendido en la materia. No por nada era galeno y aunque no había hecho nunca de comadrón, sabía de lo que hablaba. - Aunque veo que estás empeñada en arriesgarlo todo... - Suspiró. - Te ofrezco mi casa para que aguardes al regreso de los tuyos. Y si no regresan... este pueblo necesitará niños...
Cogió las manos del galeno entre las suyas -No sabéis como os agradezco vuestro ofrecimiento y la preocupación que expresáis por mi y mi bebe, pero estoy tan entregada a esta empresa como cada uno de estos hombres, y no me lo perdonaría si no regresasen y yo me hubiese quedado aquí pudiendo ayudar- miro al galeno -he sido una pirata toda mi vida, es posible que deba renunciar a esa vida en breve, pero me debo una ultima aventura para redimirme- le sonrió.