Partida Rol por web

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL TRABAJO, 18 DE ABADIO.

HACIA LAS TRES DE LA TARDE. - CORTE DE JUSTICIA DE LEPIDSTADT.

TIEMPO FRÍO, CIELO GRIS.

- "Hemos escuchado las pruebas presentadas ante nosotros, y agradecemos a Farasma el haberlo hecho, pues sin este juicio se hubiera producido un terrible error de justicia. Hay muchas crueldades en el mundo, pero mentir y culpar a otro de los propios crímenes es el más terrible de los pecados. Nos hemos planteado una cuestión, ¿quién es el monstruo aquí? Es esta criatura ante nosotros, con su cuerpo roto y su terrible forma, o somos nosotros, la gente de Lepidstadt con nuestro fanatismo y mentiras. ¡La Bestia es inocente!" -

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL TRABAJO, 18 DE ABADIO.

HACIA LAS TRES DE LA TARDE. - CORTE DE JUSTICIA DE LEPIDSTADT.

TIEMPO FRÍO, CIELO GRIS.

Después de una elocuente presentación por parte de Konrad y la deliberación por parte de los jueces, el veredicto fue promulgado: La Bestia de Lepidstadt era inocente de todos los casos que se le acusaban y debía ser puesta en libertad de inmediato. Sonrío ampliamente pues mi sentido de lo que es correcto se siente pleno y conforme, celebrando con gran júbilo que la justicia ha derrotado al prejuicio y nos ha demostrado a todos los presentes que lo que parece impío a simple vista puede ser solo un desdichado inocente.

Me acerco al grupo de compañeros y hablo:

 - "Hemos hecho lo correcto, amigos. Hoy hemos salvado a un inocente de una condena injusta y Sarenrae llora de alegría por ello. Estoy muy orgulloso de todos."

Miro luego a la Bestia de Lepidstadt, que va a ser liberada. Me acerco y le hablo, pues no me consta que haya sido capaz de entender el discurso dado por el Jefe de Justicia Khard:

 - "Se ha demostrado tu inocencia y podrás irte finalmente. Siempre debes ser bueno y solo dañar a quienes lo merezcan y para detener su mal. Si lo haces así, esto habrá valido la pena."

Le sonrío pues pienso en cuanto dolor ha debido soportar esta triste criatura, de un origen extraño y aparentemente maligno pero que ha demostrado no ser más que un inocente. El mundo es cruel y el aspecto es un poderoso catalizador de lo peor de las personas.

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TIEMPO FRÍO, CIELO GRIS.

La monstruosa criatura dio las gracias a quienes tanto se habían esforzado por demostrar su inocencia:

- "Sois mis mejores amigos en todo el mundo." -

La Bestia hace una pausa, pensativa y meditabunda por un momento.

- "Debo confesar... que no quiero otra cosa más que ver a mi padre, que vive en Schloss Caromarc. A Padre generalmente no le gusta recibir visitantes, pero igualmente os invito a visitarme allí en unos pocos días." -

Los guardias, tensos y nerviosos de que la Bestia busque ahora venganza por el trato recibido, la escoltan a través de las furiosas multitudes aullantes, con cabecillas que muestran vendajes recientes, hasta el límite de la ciudad, y la liberan soltando del todo sus grilletes y cadenas, en el Pantano de Dipplemere.

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TIEMPO FRÍO, CIELO GRIS.

El pánico dio paso a la furia después de que Querio aclarase que Gruñido había decidido quedarse atrás. Tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para no abalanzarse sobre el maldito charlatán y aplastarle el cráneo contra el suelo.

- Algún día te voy a dar tal puñetazo que al menos vas a perder dos dientes - pensó mirándolo tan intensamente que hasta el detective pudo leerle el pensamiento. Aquel hombre la sacaba de sus casillas. Era el ser más repelente que había conocido. Era tal la irritación que le había causado que hasta se había olvidado del maldito vestido.

Mientras Querio explicaba lo sucedido a Konrad, la bárbara se deleitó pensando en maneras de golpearle. Su cara de sadismo era un poco intimidante. Tras una larga retahíla de posibilidades dedujo que una patada en las pelotas sería la más satisfactoria de todas. Con suerte el mequetrefe se mordería la lengua y se la cortaría y no volvería a parlotear nunca más. Para cuando Janos y Velkan aparecieron, Sascha sonreía de oreja a oreja, satisfecha con su ficticia venganza. La sonrisa se le borró del rostro cuando cruzó una mirada fugaz con Velkan. Seguramente él pensaba lo mismo de aquel metiche. La bruja se giró, mirando al estrado sintiendo esa necesidad que siempre tenía de estar a la defensiva y fría cuando coincidían. Era eso mejor que sentir lo que había un poco más abajo de todo ese resentimiento. 

El juicio empezó y al poco la bárbara perdió el foco. Toda la dialéctica que tanto el abogado como Konrad ponían en práctica le parecía un malgasto innecesario de saliva cuando había maneras más sencillas y directas de decir las cosas, pero claro, qué sabía ella, si cuando se defendió a sí misma casi acaba quemada en una hoguera. Su mente terminó entretenida con un nido que encontró en una de las vigas de la sala. Había tres polluelos de gorrión común que le recordaron otros tiempos. Tiempos en los que acampaba con Gruñido y Velkan a la intermperie y lo único de lo que tenían que preocuparse era de cazar algo para llevarse a la boca. Echaba de menos aquella libertad. 

Finalmente fue su turno y, por suerte, el conjuro salió bien. La magia necromántica le dejó una sensación de vacío en el cuerpo, un helor incómodo. Cuando volvió a sentarse no pudo evitar mirar de nuevo a Vandel con cara de pocos amigos recreándose una vez más en su fantasía de patearle la entrepierna aunque este no pareció darse cuenta o fingió ignorarla. Después se aburrió, soberanamente. Su mirada iba de los gorriones al estrado, del estrado al tipo feo de la grada, del tipo feo a la mosca que volaba alrededor de la bestia, de la mosca a... hasta que el martillo del Justicia Mayor la devolvió al presente.

- No culpable - habían dicho. Lo habían conseguido. Konrad lo había logrado, una vez más. La Bestia había obtenido su maldito milagro. Cuando lo soltaron lo único que Sascha le dedicó fue un asentimiento de cabeza a la propuesta de visitarlo en el pantano y le dejó las palabras al resto. Estaba contenta por aquel infeliz, al menos, aunque sólo fuese una vez, había experimentado lo que era ser escuchado y percibido por lo que realmente era, una criatura fea con un corazón de cervatillo.

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TIEMPO FRÍO, CIELO GRIS.

El noble permanecía de pie, exultante. Habían tenido éxito en una misión que, en un principio, se antojaba imposible. Y el mérito no era sólo suyo, ni mucho menos. Él sólo había sido la voz cantante, pero había un trabajo detrás, tan peligroso como extenuante, que les había permitido encontrar pruebas donde otros habían fracasado, o no habían puesto ni el más mínimo interés.  Tras estrechar la mano a los tres miembros del jurado, Konrad se dirigió a celebrarlo junto a sus compañeros, ignorando la rabia y frustración del populacho.

- ¡Enhorabuena! Enhorabuena a todos. Habéis hecho un trabajo excelente.- Miró de arriba a abajo al Doctor Querio, a Janos.- Pero vayamos a celebrarlo. Debéis reponeros de vuestras heridas y descansar. ¿Dónde están Gruñido y ese jovenzuelo de Cosmin?

La Bestia de Lepidtsatd se despedía de ellos con parcas palabras pero que despertaban una gran curiosidad el el inquiero Konrad. ¿Tenía un "padre?  No descartaba acudir a visitarlo, desde luego. ¿Sería una locura recrutarlo como a uno de sus nuevos lacayos? Podría trabajar en los campos de Alabustriel con el arado.

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Los otros dos Justicias se habían retirado ya, tal vez no del todo conformes con la sentencia que habían emitido.

La Juez Daramid llamó discretamente al señor Kornad Mykephoros para que se aproximara a su estrado.

Cuando lo hizo, le dijo discretamente:

- "Señor Konrad, quisiera invitarles a desayunar a mi casa, a usted y a sus esforzados ayudantes. Mañana a las nueve, si le parece bien." -

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TIEMPO FRÍO, CIELO GRIS.

Entró en la sala con un aspecto mucho peor del deseado. Pese a ello su barba había desaparecido y su pelo, aunque manchado de sangre estaba más civilizado. Con la ropa ocurría algo similar, no llevaba sus viejos trapos, ahora se asemejaba más a un aldeano común de Lepisdat, un aldeano común que había tenido una disputa muy sangrienta en una taberna.

Se dejó caer en lo que intuía que era su asiento y se limitó a mover la cabeza y mascullar algo como saludo a los presentes. Una vez estuvo posicionado comenzó a respirar más despacio, estar en un lugar tan repleto de gente y cerrado le incomodaba. No era su sitio, lo sabía él y cualquiera que mirara. Sobre miradas, era capaz de notar los ojos de Sascha clavados como dos puñales, pero no iba a darla el gusto de mirarla.

Cuando el juicio comenzó, Velkan simplemente desconectó. Al menos durante un rato, luego sus músculos se tensaron e inclinó su cuerpo hacia delante. Con los puños cerrados murmuró unas palabras entre dientes que apenas salieron de su boca. Aquello no duró mucho, pues unos segundos más tarde suspiraba aliviado, volviendo a relajarse. El juicio seguía para su desgracia.

En un momento, que no supo identificar, todo acabó. Las pruebas aportadas habían demostrado que la bestia era inocente. Para eso había quedado, para salvar a bestias. Aquello no le entusiasmó y mucho menos cuando se le incluyó en el grupo de mejores amigos de aquel ser. Su gesto se torció, algo que ahora se apreciaba más al estar afeitado. Sus pómulos se marcaban y la mandíbula tensa, como de costumbre.

Apenas escuchó a Konrad, pues cuando llegó se puso en pie dispuesto a marcharse. Había pasado más tiempo del que jamás había deseado en una corte de justicia.

—Gheorghe está en problemas —dijo de forma escueta, pues entendía que el noble y el escudero desearían saberlo.

Tras eso se preparó para salir de la corte cuando el resto del grupo estuvieran listos. Quería saber si Gruñido estaba bien.

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Querio miró a Velkan y asintió.

Lo sé. Yo tuve una visión del Enterrador, estaba rodeado de enemigos y sangraba profusamente-. Miró a Velkan y a Sascha como si fueran tontos y aclaró-: Profusamente significa que sangraba en abundancia, estaba muy herido. No quise comunicarme con él por si mi voz suponía una distracción fatal en el combate. Pero desde entonces no he sentido que la vida del Enterrador hubiera terminado, así que en el peor de los casos le habrán hecho prisionero.

Quizás ahora podrían concentrarse en encontrar un modo de hacerles regresar. Desde luego, Querio no tenía el menor interés en conocer al padre de la Bestia. Por mucho que los conocimientos de alguien capaz de crear un gólem de carne sugieran que era alguien culto con una conversación interesante, su ilustrísima excelencia el Doctor Vandel encontraba que la mayoría de gente culta era enormemente arrogante. Como ejemplo estaba Vorkstag. No Querio. Vorkstag.

Aguardó a Konrad para salir del edificio a su lado. Faltaba cobrar a Embreth el favor concedido, pero el doctor preferiría dormir toda la tarde para recuperarse de sus heridas.

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Las palabras de agradecimiento de la Bestia de Lepidstadt me causan cierta lástima, pues pienso cuan triste debe haber sido su existencia para que nos considere los mejores amigos del mundo.

"Muy probablemente, somos lo único a lo que puede llamar amigos. La última vez que tuvo una amiga, un terrible no-muerto la asesinó y el mundo le culpó por ello."

No sé si quisiera conocer a su padre, aunque me causa curiosidad pues es el único gólem que conozco que tiene sentimientos y un cerebro como tal. El hombre que lo creó ha de ser de una habilidad sin parangón mas dudo mucho de sus intenciones y dudo mucho que la Bestia esté feliz de recibirnos solo para que juzguemos a su creador.

Konrad se aleja para hablar con la Jueza Daramid cuando Velkan menciona que Gheorghe está en peligro. Escucho a Vandel y hablo también de lo mismo:

 - "También tuve la conexión durante el juicio. Dyonisius está luchando duramente por salvar a sus compañeros y no sé qué clase de peligro están enfrentando pero parece ser una batalla letal."

Solo nos queda esperar a que nuestros amigos sean capaces de vencer a sus contrincantes y poder salir con vida de aquella terrible batalla. No sé en qué están envueltos pero me consta que no han tenido paz en ningún momento desde que comenzó aquel asunto de las brumas amarillas.

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TIEMPO FRÍO, CIELO GRIS.

- Por supuesto, allí estaremos.- Contestó en tono cortés Konrad. Después de todo era hora de cobrar la recompensa por un trabajo bien hecho. La satisfacción moral de realizar lo correcto no pagaba a sus lacayos, no costeaba las reparaciones de su mansión, ni nuevas ruedas para su lujoso carromato. Eso era algo que a veces Janos y Gheorghe no entendían. Recordar los reproches de su hermano provocó en el noble una amarga punzada en la boca del estómago. Velkan se lo había advertido, Janos confirmado, pero él lo sabía experimentado en su propia piel. Sin embargo, ¿qué podía hacer él más que confiar en el buen hacer de su hermano? Aunque cada vez las conexiones con Anciano Sabio eran más frecuentes seguían siendo fugaces y poco más que un intercambio corto de un "cómo estás" y "mucho ánimo". Quizá fuera hora de investigar más ese nexo que todos parecían experimentar con un miembro del otro grupo. Si pudieran volver a intercambiarse como hicieron en el pasado...

- Vayamos a la posada. Tenéis que descansar y poneros... presentables.- Y no se quedaría totalmente tranquilo hasta ver a Gruñido y Cosmin. Qué contento se iba a poner su nuevo lacayo cuando tuviera el dinero de la recompensa en sus manos. Lo había pasado mal y no había huido, eso también era un logro. No se encontraban ya lacayos tan buenos como Sascha y Gruñido.

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DÍA DEL TRABAJO, 18 DE ABADIO.

PASADAS LAS TRES DE LA TARDE. - CORTE DE JUSTICIA DE LEPIDSTADT.

TIEMPO FRÍO, CIELO GRIS.

El Abogado Defensor Gustav Kaple les dio unas sentidas gracias y les estrechó la mano.

Con su labor en la Corte de Justica ya finalizada, todos salieron a la calle, donde les aguardaba Cazador con el carruaje, listo para llevarlos a la Posada a descansar y recuperarse.

Todos necesitaban reposo, y los que habían estado en la fábrica alquímica de Vorkstag y Grine requerían también sanación y cuidados, pues habían resultado muy heridos, en particular Velkan.