Partida Rol por web

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

PASADAS LAS SEIS Y MEDIA DE LA TARDE. - HERGSTAG.

CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

Sascha no se sorprendió al ver aparecer de nuevo al fantasma que no hacía mucho había huído asustado.  Eran niños pero aquella criatura los manipulaba como marionetas. Aquel pensamiento le hirvió la sangre, ya alterada por la batalla, y le nubló la razón pero fue el toque helado del Wraith lo que la enfureció. Su cuerpo se sacudió con un espasmo y sintió una desagradable sensación al notar cómo éste drenaba su vida. Ahora sí que estaba furiosa y lo único que quería era descuartizar a hermano enjambre, sacarle los ojos uno a uno. La pena era que no podía. En su lugar se avalanzó hacia delante y, esta vez sin miramientos, dejó caer su daga sobre Karin. El fantasma se disipó al instante con una pequeña onda expansiva que despeinó aún más a Sascha y pegó algunos de sus mechones al sudor que le perlaba la frente. La bruja sonrió y miró al Wraith. No le dijo nada pero sabía perfectamente que sus ojos lo dejaban claro.
- Vas a morir. No sin antes verlos disiparse a todos. 

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

PASADAS LAS SEIS Y MEDIA DE LA TARDE. - HERGSTAG.

CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

-¡Arhhgh!  - gritó la bruja al sentir otra vez cómo volvían a drenarle la energía. Esta vez era el niño, con sus manitas. El miedo parecía verse reflejado en su rostro lo que distrajo a  Sascha un instante, haciéndola fallar - ñiñiñiñiñiñi - pensó tratando de no volver a escuchar la voz de Querio en su cabeza - ¿Dónde se ha metido el charlatán? - La bárbara miró  en derredor al darse cuenta de que éste había desaparecido - ¿Estará muerto? - se preguntó, más por curiosidad que por lástima - Me podía haber ahorrado el conjuro - zanjó lanzando una estocada contra el fantasmita que parecía querer huír tras su amo. 

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

PASADAS LAS SEIS Y MEDIA DE LA TARDE. - HERGSTAG.

CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

Había dos cosas que siempre facilitaban una investigación. Una era la pobreza: los pobres acumulaban menos pertenencias, ergo registrar era más sencillo, y más teniendo en cuenta que sus casas eran más pequeñas. Otra era el abandono: ya fuera porque el habitante muriera, se trasladara o se fugara, si el susodicho o sus familiares se llevaban parte de las cosas, quedaba mucho menos por inspeccionar.

Querio deslizó los pies por los tablones de una habitación vacía. Cada dos por tres, cambiaba su peso hacia delante para hacer más fuerza. Antes de ir a las demás habitaciones, quería asegurarse de que no había ninguna madera que delatara un escondrijo con un sonoro crujido.

Ñij. Ñij. Ñiiiiiiiiiiiiiiiij...

Los dioses me sonríen-dijo.

Se acuclilló dejando el farol a un lado y sacó su cuchillo para tratar de hacer palanca. Era curioso lo difícil que resultaba hacer fuerza a un intelectual. Al fin logró despegar el tablón.

Vamos a ver qué hay aquí guardado...

Metió su brazo delgado por el agujero y exploró a tientas. Su varita se resbaló por la manga y cayó bajo la casa. Cuando notó el tacto de algo, lo sacó de inmediato. Vio que era una varita, pero el diseño le resultaba familiar. Revisó su bolsillo de la manga. Cuando comprobó que la suya ya no estaba, comprendió qué había pasado y volvió a guardar la varita en su sitio.

Claro, si la tabla estuviera suelta es porque se usaba habitualmente para ocultar cosas. Que haya tenido que hacer fuerza implica que no había ningún escondrijo.

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

PASADAS LAS SEIS Y MEDIA DE LA TARDE. - HERGSTAG.

CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

Querio torció la esquina y descubrió unas escaleras. Aunque no lo parecía por fuera, la casa tenía una planta superior.

Nunca pensé que diría esto, pero... ¡es más grande por dentro!-exclamó el doctor.

Seguramente el peso de la estructura hacía que los cimientos se hundieran en la superficie blanda del pantano. Por eso la casa no alcanzaba toda la altura que cabría esperar de un edificio de dos plantas. Prácticamente Vandel tuvo que bajar un escalón al entrar, pues el suelo de la planta baja ya estaba bajo el nivel del pantano. Era una suerte que el agua no se hubiera filtrado por las paredes: el barro es un excelente impermeabilizante, y también mantiene mejor el calor.

A medida que subía las escaleras, los peldaños de madera crujían bajo sus pies. Eso le daba auténtico sabor a casa embrujada. Querio empezó a recupera su miedo habitual. ¿Y si en esa casa había otro wraith? Los niños que habían muerto se habían mostrado todos durante el combate, pero el ladrón podría haber muerto. U otros saqueadores cuyos cadáveres no habían encontrado. Podría estar esa casa llena de fantasmas, y ni siquiera tenía su daga porque la inoportuna Sascha se la había llevado. Esos eran los típicos momentos en los que se separaba al cobarde del héroe: mientras que los otros seguían fuera jugando al pilla pilla con total inutilidad, el doctor se adentró en solitario en las puertas del averno. No le sorprendería que hubiera estrellas de cinco puntas dibujadas con sangre en las paredes. O caras en la madera que algunos profanos en la materia podía confundir con meras manchas caprichosas de humedad, en lugar de los espíritus atrapados de los que entraron en la cabaña tiempo atrás.

¡¿Hola?! Espíritus amistosos que no me van a hacer nada, ¿estáis ahí?-llamó con recelo esperando una respuesta tranquilizadora.

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

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CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

El enemigo se aleja de la batalla pero conozco demasiado bien a estas asquerosas criaturas para saber que no planea retirarse por mucho tiempo. No es otra cosa que intentar recuperarse para continuar con sus despiadados ataques. Soy un convencido de que este desgraciado fue el que asesinó a los niños y fue a la Bestia de Lepidstadt a quien culparon por ello.

"No merece otra cosa que la exterminación inmediata."

Así que continúo mi carrera, dirigiéndome lo más rápido que me permite mi pesada armadura, siguiendo al incorpóreo que vuela a una vertiginosa velocidad hacia la colina que parece dominar el abandonado poblado. En ella, está ese espantapájaros horrendo que parece ser alguna clase de guarida para el amo de los niños malditos. Continúo mis pasos pues no planeo darle cuartel.

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

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CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

Mi aliento se agita mientras intento mantener el paso lo más firme posible en dirección al incorpóreo amo. Mi vista se desvía hacia atrás un momento debido al ruido de combate y consigo ver como Cosmin acaba con el último de los niños malditos, lo que deja al principal enemigo en completa soledad y desventaja numérica.

"Sí, Sarenrae nos sonríe y todavía podemos vencer."

Sigo avanzando todo lo rápido que puedo cuando veo como Konrad alcanza a aquel espantapájaros horrendo y le atina con otro poderoso golpe. Aquello es una excelente noticia pues el enemigo parecía estar reuniendo la maldad a nuestro alrededor para fortalecerse de alguna forma y la acción de nuestro enorme y enojado amigo le ha interrumpido.

Aprieto el estómago y continúo mi carrera, sabiendo que no es momento de flaquear pues casi se pueden ver los rayos de la esperanza asomar por el horizonte.

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El último mazazo que dió hizo desaparecer por completo al niñito, dando por finalizada una fatigosa persecución en la que Cosmin había estado golpeando una y otra vez al huidizo fantasmita conforme éste huía. El Cazador iluminó los alrededores, sin creer que había desaparecido, sino que que de algún modo se había escondido en alguna parte, o había salido volando hacia el cielo o se había ido bajo tierra. Pero no. Lo había disipado definitivamente aunque casi había perdido la maza en el proceso.

Sintiéndose bien por haber apaleado al fantasma infantil, Cazador miró que, colina arriba, estaba la Bestia pegándole a algo, así que se encaminó hacia allá ascendiendo trabajosamente.

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

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CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

¿Quién iba a decir que la habitación de una niña pequeña sería un lugar seguro? Desde luego, Querio no. Pero no había fantasmas, ni mimetos, ni títeres diabólicos con vida propia.

Revisó sus anotaciones... Esta era la casa de Karin, la niña que murió dos días después de que la Bestia hubiera dejado el pueblo ante la ira de los... ¿herstagnianos? ¿herstageses? De los lugareños. La niña estaba en su cama. ¿Significaba eso que era de noche y estaba durmiendo? La habitación de los padres estaba casi al lado. Ella gritó. Su padre se despertó, se levantó, cruzó el rellano llegó a la habitación. Doce o dieciocho segundos. Encontró a la niña muerta y sin señales de violencia.

Se acercó a la ventana y verificó que estaba en perfectas condiciones. Con dificultad, más porque su fuerza era exigua a porque estuviera atascada, abrió la ventana y echó un vistazo desde la planta alta. Era bastante inverosímil que la Bestia hubiera trepado por allí y entrado por la ventana. También que hubiera salido atropelladamente y sin ser visto en el breve espacio de tiempo que le llevó al padre de Karin llegar al dormitorio.

Realmente lo más difícil era asociar la muerte sin violencia de Karin a la misma causa que las del resto de niños. En general se tarda veinticuatro horas en instaurar una forma ectoplásmica a partir de las improntas psíquicas de alguien recién muerto.

Necesitamos encontrar la guarida que el wraith mayor usaba como guarida-reflexionó en voz alta y miró por la ventana, taciturno...

...y vio en la distancia, bajo la luz de las estrellas, las figuras de sus compañeros persiguiendo al espectro en dirección a la colina.

¡Eso es!

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

PASADAS LAS SIETE MENOS CUARTO DE LA TARDE. - HERGSTAG.

CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

La "batalla por Hergstag" resultó ser la lucha más dura a la que nunca se habían enfrentado los aventureros, ni siquiera durante el glorioso y ya lejano viaje a Osirion con el Profesor Petros Lorrimor y los demás amigos.

Los espíritus de los niños asesinados acechaban cerca de sus casas, aparentemente atados a los lugares de su muerte. Sin embargo, cuando su creador, un espantoso espectro con muchos ojos bajo su andrajosa capa, entró en liza, los fantasmitas ganaron movilidad y agresividad.

El toque de aquellos espíritus perforaba toda protección física, causando un gran frío y entumecimiento. Peor que ésto, la mitad de las veces marchitaba a ojos vista la piel, la carne y los músculos de sus víctimas, causando un aparente envejecimiento acelerado tremendamente dramático.

Los espíritus sólo eran vulnerables ante las armas mágicas, y aun así sólo relativamente, pues al no ser sólidos sus esencias espirituales parecían tremendamente resistentes a todo daño de origen físico. Eso hacía que ni el Doctor Vandel ni el lobo de Sascha pudieran participar en la lucha, al no poder dañar a sus enemigos. El buen Doctor se retiró para investigar una casa cercana, obteniendo algunas deducciones interesantes.

Con mucho esfuerzo, los aventureros disiparon a los seis niños rotos. Sascha venció a tres de ellos, Janos a uno, y Cazador a los otros dos. Su creador intentó usarlos para ayudarle en el combate, aunque resultaban mucho menos eficaces que él.

Konrad sucumbió a la Furia de la Bestia, transformándose en la lucha para atacar sin descanso al espíritu principal. Sin embargo, éste en un momento dado agarró el corazón del noble transformado en monstruo, haciendo que dejara de latir y se derrumbara en el suelo, con todo el cuerpo vuelto de un mortecino color gris.

Tras vencer a la Bestia, y viéndose el maligno espíritu fortalecido, atacó a Janos, a quien logró llevar a un estado cercano a la muerte. El Sacerdote-Guerrero de Sarenrae resistió, sin embargo, para seguir dañando a la criatura usando sus dones bendecidos. Eso dio tiempo a Sascha para cargar y atacar, y lo mismo a Cazador, quien a punto estuvo de quedarse corto por unos pocos metros, pero llegó a base de pura fuerza de voluntad, para rasgar el sudario espiritual del espíritu y disipar su malvada presencia.

Por fin las almas de los niños asesinados quedaban liberadas. La maldición de la pequeña aldea de Hergstag había sido levantada.

Lo que antes era una noche siniestra y opresiva, ahora parecía una noche normal de invierno en mitad del pantano de Dippelmere.

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PASADAS LAS SEIS Y MEDIA DE LA TARDE. - HERGSTAG.

CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

La bruja no puedo evitar sonreir cuando Cosmin disipó al último de los niños. Ya solo quedaba el Wraith. Apretando con fuerza el mango de la daga se apresuró hacia la colina tan rápido como pudo. La bestía ya estaba allí. Sascha pudo ver como ésta clavaba el cuchillo en el espantapájaros y se le heló la sangre al escuchar el rugido de Konrad cuando aquella criatura le atravesó el pecho con la mano.

- ¡No! - gritó sintiendo el miedo extendiéndose por todo su cuerpo y helándole la sangre - ¡AARGHGH! - gritó a la carrera hasta atravesar al fantasma con la daga - ¡Maldita criatura! - gritó preparada para volver a atacar pero no tuvo tiempo. Una explosión de energía la obligó a asegurar los pies en el suelo y cubrirse el rostro. Cazador había dado el último golpe. Sin pararse a pensar, Sascha corrió hacía la bestia y se arrodillo junto a él.

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- ¡Despierta! ¡Vamos! ¡No puedes morir! No... - Una lágrima se deslizó por el rostro de Sascha mientras intentaba sanar lo insanable - ¡No me puedes dejar! ¡No! ¿Qué voy a hacer sin tí? ¡Konrad! - consiguió verbalizar en un grito desesperado. El cuerpo inerte de la bestia, gris y pétreo como una estatua, comenzó a cambiar lentamente hasta regresar a su forma humana. Estaba muerto - ¡Ahhhh! - gritó la bruja hundiendo el rostro en su pecho y rompiendo a llorar - Debería de haber estado a tu lado. Debería haber evitado esto.

El aullido de Tharath rompió el silencio de la noche. Situado justo detrás de Sascha el animal rendía tributo a Konrad con su canto fúnebre sin dejar que nadie se acercase a la pareja. Ya nada importaba. Volvía a estar sola, volvía a estar perdida. Por segunda vez había perdido a su clan.

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

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CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

Cazador abrió los ojos y miró alrededor, alumbrando la colina con su linterna. ¡Lo había conseguido! ¡Había destruido aquel espantoso espectro! Con ayuda de los demás, sí, bueno, y gracias a la magia de Sanrenae, ¡pero el suyo había sido el golpe definitivo! Siempre había mentido acerca de cómo derrotó a aquel ghoul ficticio para explicar la cicatriz de su rostro, así que haber derrotado de verdad a un fantasma tan terrible le parecía increíble. Sus primos estarían impresionados, si era que los volvía a ver, y ya no tendría que volver a mentir jamás para poder fanfarronear en cualquier taberna.

Y así estaba, exultante consigo mismo, alegrándose de haberse arrimado a aquel grupo, cuando reparó en los gritos de Sascha y los aullidos del lobo. Se le congeló la sonrisa en el avejentado y macilento rostro. Vaya mala suerte tenía, que ahora que empezaba a ser un verdadero cazador iba y se moría el patrón.

Se acercó lentamente. Se le pasó por la cabeza que tal vez no estuviera muerto del todo, pero cuando lo vió allí tirado, gris y arrugado como si se hubiera muerto con doscientos años, supo que no. El señor Konrad estaba muerto. Muertísimo. Y ahora Cazador tendría que buscar otro sitio para ganarse los garbanzos. Y lo peor de todo era que no había llegado a cobrar ni una sola vez.

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CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

Querio no avanzaba demasiado deprisa. La energía vital arrebatada le quitaba su habitual (ejem, ejem) ímpetu. Pero lo que le acabó de romper fue la pendiente de la colina. Se hacía duro. Por eso, y no por cobardía, fue el último en llegar... precisamente cuando la amenaza había sido contenida.

Agh. Uf. Casi me da algo. Fiuuuu. Ha sido una de las batallas más duras de mi vida. ¿Me he perdido algo?

El farolillo del Doctor Vandel iluminó, casi en el linde con las sombras, a Sascha arrodillada sobre un cuerpo tendido en la hierba. Entonces fue cuando a simple vista notó que la figura más voluminosa no estaba en pie.

¿Konrad?

Se acercó un poco más. Sascha parecía muy afectada, como solo se dejan afectar las mujeres. Querio no era doctor, no de los que ejercía la medicina, así que no estaba seguro de si las atenciones de Sascha eran las adecuadas.

Tal vez deberíamos darle algo de espacio para que respirara mejor. O aflojar la ropa de Konrad. O ponerle barro frío en la nuca. O una manta para que no pierda calor. O... o... o algo.

Vandel siempre tenía todas las respuestas, salvo esta vez.

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

PASADAS LAS SEIS Y MEDIA DE LA TARDE. - HERGSTAG.

CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

Mi carrera acaba abruptamente cuando veo que Konrad es derrotado por el temible enemigo fantasmal, que mete su incorpórea mano a través de su pecho y le hace desfallecer de una forma horrible. Avanzo lo que puedo pero, de pronto, el enemigo ya está sobre mí, causándome un terrible frío y dolor con sus poderes, con lo que siento que mi energía vital se escapa rápidamente.

Esta vez no soy capaz de contener el grito de dolor y sofoco, pero no dudo en continuar la lucha pues no hay otra posibilidad para nosotros ahora mismo. Es luchar o fallecer:

 - "¡Sarenrae, no me dejes morir sin acabar con tus enemigos!"

Cargo de poder sagrado mi arma y lanzo un último corte que impacta y causa un importante daño sobre él mientras Sascha ha llegado a ayudarme a luchar. Cosmin se une en un último momento y brinda el golpe final que le termina de disipar.

La sensación completa del ambiente cambia cuando aquella abominación es destruida pues la opresión y sensación de que el lugar completo estaba maldito pasa a ser una pacífica y fría noche en el pantano, sin nada oscuro ni impío acechando. La paz llega de inmediato a nuestros corazones y apoyo la cimitarra en el suelo a modo de bastón pues es mucho el dolor que siento y el cansancio que me ha producido los ataques inclementes de los enemigos. Sé que mi salud está sumamente dañada y no podrá ser recuperada a menos que utilicemos medios divinos.

 - "Buen trabajo, Cosmin. Buen trabajo." -Es todo lo que puedo decir pues soy incapaz de mantener el aliento para hablar de corrido.

Los gritos de Sascha y aulliidos de su compañero animal me devuelven a la realidad y la imagen de Konrad encogiéndose es el balde de agua fría que no necesitaba recibir. Avanzo todo lo rápido que mis cansados miembros lo permiten y llego al lado de la bruja, para agacharme al lado del caído amigo.

 - "¡Vamos, Konrad. No te rindas!"

Acerco mi mano a su cuello, buscando el pulso que aprendí a encontrar en mis horas de entrenamiento como sanador, pero no encuentro movimiento alguno. Su piel se enfría rápidamente y no parece respirar. Mi semblante cambia de inmediato a la triste certeza de que está más allá de mi alcance. Saco la manta de invierno de mi mochila y le cubro, cerciorándome de cubrirle también el rostro.

Me giro a Cosmin y le hablo:

 - "Sería útil ir por Gruñido para cargarlo de vuelta. No merece yacer aquí."

Nuestro trabajo aquí no ha terminado pero la investigación para encontrar la verdad de lo ocurrido y ayudar a la Bestia de Lepidstadt en su juicio ahora parece un poco lejano e irrelevante. Contengo el dolor en mi interior y no me permito derramar lágrimas pues siento que debo ser fuerte en este momento, a pesar de cuanto deseo poder derrumbarme también.

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

PASADAS LAS SIETE DE LA TARDE. - HERGSTAG.

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Cuando Janos se acuclilló junto a ella y cubrió el rostro de Konrad algo dentro de la bruja se terminó de romper. Se sentía vacía y perdida como no se había sentido desde hacía mucho tiempo. Irguiendo la cabeza trató de recomponerse, se secó las lágrimas y se puso abruptamente de pie. Le dolía el cuerpo y el corazón y no podía evitar pensar que el destino se reía de ella. Sin mirar atrás descendió la colina en dirección al carruaje pensando en cómo le diría a Gruñido que volvían a estar solos de nuevo. Debía de ser fuerte, por el bien de los dos, por el suyo propio. La imagen de Velkan cruzó su mente por un instante y un pinchazo le encogió el corazón al tener la certeza de cuales serían sus palabras.

- Un cambiante menos

Sascha encongió los puños henchida de rabia. Apenas se había alejado unos metros cuando Tarath le dio la daga que Konrad había utilizado para atacar al Wraith. Las lágrimas volvieron a brotar, esta vez silenciosas y, guardándola en el cinto, siguió caminando bajo la atenta mirada de las estrellas. 

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

PASADAS LAS SIETE DE LA TARDE. - HERGSTAG.

CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

Que se hubiera muerto el patrón era malo, muy malo, y eso había puesto muy nervioso a Cosmin, que no sabía bien qué hacer a continuación. De modo que, desubicado como estaba, se acercó al doctor Vandel dispuesto a asistirle.

—Pero doctor, así no lo toque se va a echar encima el espantapájaros y se va a quebrar un hueso ¿Pero acaso ve usted algo? — preguntaba dándole molestos toquecitos en el brazo — Anda, apártese y déjeme a mí, que usted ya es... quiero decir, que con la edad igual no ve tan bien como yo. Pobre señor Konrad. ¿Qué hará usted ahora a su edad, doctor? Quiero decir, no puede volver a su agencia de detectives porque ya no la tiene, ¿no? ¿Se retirará al campo a coleccionar cosas?

Entonces se dió cuenta de que estaba siendo un grano en el culo, así que decidió afrontar la realidad y hacer caso a Janos.

—Sí, creo que lo mejor será ir a por Gruñido. — dijo tras un suspiro —Voy contigo Sascha.

Pero Sascha ya estaba muy lejos y si le escuchó no dió muchas muestras de ello, así que Cosmin optó por iluminar el camino a cierta distancia de ella en un silencio, nunca mejor dicho, sepulcral.

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

PASADAS LAS SIETE Y CINCO DE LA TARDE. - HERGSTAG.

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Mientras el Doctor Querio Vandel investigaba la pequeña cueva bajo el espantapájaros destruido, donde halló los cadáveres resecos de cuatro de los pequeños; Janos tapaba con su manta el cuerpo de Konrad y se quedaba mirando con tristeza.

Entretanto Sascha salía del pueblo abandonado cruzando el puente derruido para ir en busca de Gruñido. Cazador se apresuró tanto en seguirla que dejó atrás su linterna.

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PASADAS LAS SIETE Y CINCO DE LA TARDE. - HERGSTAG.

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La pregunta de Cazador le daba qué pensar. ¿Qué haría Querio a partir de ahora? Tal vez debería volver a Ravengro para desposarse con Kendra. El doctor sabía que casarse con ella era el último deseo de Konrad. Sería la mejor manera de homenajear a Konrad. A él le gustaría.

Se paseó por la colina meditando en ese final. Estaba completamente abstraído, pero como era tan buen detective su subconsciente le llevó hasta la prueba definitiva: el hallazgo de Rachel, Maarten, Gaard y Allen.

Janos... ¿Puedes ayudarme con algo? No tengo fuerzas, ni en los brazos ni en los ánimos, para llevar a los cuatro niños muertos a Lepidstadt. Pero tienen familia... sus padres tienen derecho a enterrarlos. Quiero identificar la ubicación de la cueva para que las autoridades de la capital puedan llevarse los cadáveres de los niños mañana. Había pensado en desmontar el espantapájaros para dejar solo el palo vertical y atar un trozo de tela de la chaqueta para que sea fácil de ver. Poder decirles a los guardias: "id a Hergstag, a la colina suroeste; caminad hasta el pendón", o el espantapájaros, si al final no lo desmontamos, "hemos dispuesto piedras en el suelo formando una flecha que muestra el lugar en el que el asesino de Hergstag escondía a sus víctimas". O algo así.

Sigo sin entender dónde está el cadáver del asesino. Murió después de matar a Elsa, tras luchar con la Bestia de Lepidstatd, lo que hizo que después se pudiera aparecer como wraith. Tal vez haya otra cueva en los alrededores que se me haya pasado por alto, o tal vez su cuerpo se consumiera en la arboleda quemada junto al río, o la Bestia lo ahogó en el lago, o cayó en algunas arenas movedizas mientras huía de nuestro defendido. Pero deberíamos poder encontrar una guarida, con pertenencias y utensilios del asesino, y no solo sus "trofeos".

Revisó de nuevo sus notas. Lo que fuera con tal de no hablar de la pérdida de Konrad. También para evitar agachar el espinazo para recoger piedras y ponerlas en forma de flecha. Janos era más joven, podía ocuparse él. Si es que su armadura le permitía doblar la espalda.

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DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

PASADAS LAS SIETE Y CINCO DE LA TARDE. - HERGSTAG.

CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

De verdad que eres imbécil.- Le repetía una y otra vez el noble ustalavo a la Bestia, aquel monstruo verdoso, con más músculo que cerebro, con el que le tocaba compartir consciencia. La Bestia ni le respondía, sumida en el silencio, quizá con el orgullo herido por la derrota,  o peor, le soltaba improperios en una oscura y desconocida lengua que se le antojaba repugnante. Le había advertido una decena de veces: "No le persigas tú solo, espera, ¡espera los demás o nos matará!". Konrad no tenía intención de morir. No es que fuera joven, pues ya peinaba algunas canas, más de las que le gustaba admitir, pero sentía que empezaba a tomar las riendas de su alocada vida, o eso había creído. Sin embargo, en la fría oscuridad en la que se encontraba, compartiendo "celda" con su odiado compañero, no le quedaba otra que enfrentarse a la verdad. Le quedaba mucho por hacer. Le quedaba mucho por entrenar, por controlar a aquel ser desbocado cuya inconsciencia le había llevado a la muerte.

YA DAR IGUAL.- Quizá la Bestia tuviera razón y fuera mejor abrazar el destino sin contemplaciones. Pero, ¿dónde estaban? ¿Era así la muerte? Jamás hubiera se hubiera imaginado algo así. ¿Era su castigo estas consciente para toda la eternidad en la más absoluta oscuridad? Lo recordaba todo perfectamente, incluso las imágenes del combate las veía como si pudiera revivirlas con todo detalle. Su lucha con aquel espectro del pobre niño asesinado. ¡Había vencido con sus propias manos! ¿Por qué entonces decidir liberar a la Bestia? Furioso como estaba ahora, le parecía que aquella decisión había sido un terrible error.

¡MIERDA DE  PINCHO!- Desde luego el combate hubiera cambiado de poder usar la Bestia sus propios puños y la pequeña daga. Quizá Janos debía haberlos bendecido, por muy sacrílego que sonara eso, en vez de la maza de Cazador. ¡Ay, Cosmin! El pobre muchacho había luchado bien, después de todo.

TU NO AGUANTAR NI UN SEGUNDO. TU SER DEBIL COMO UN NIÑO. LA BESTIA SER FUERTE, PERO NO PODER GOLPEAR AIRE.

Quizá La Bestia tuviera razón. ¿Hubiera podido Konrad enfrentarse al grupo de espectros más su aterrador asesino? Desde luego él no hubiera corrido como un loco tras él- a enemigo que huye puente de plata- en el estado en el que se encontraba. Puede que sin la ayuda de la Bestia el grupo no hubiera podido acabar con él como lo habían hecho, pero... ¡diablos!, ¿tenía que sacrificar su vida para ello? ¡Es que no pensaba con la cabeza!

ENEMIGO QUE HUIR, GOLPEAR POR LA ESPALDA.

Sí, sí, lo que tú digas.- Lo peor de todo es que sabía que más que ira sentía frustración. Frustración por no haber podido controlar a la Bestia a la fuerza, haber recuperado su cuerpo. No le quedaba otra que esperar así que, por su bien, debía gestionar su frustración e ira hasta encontrar la paz mental. ¡Cómo echaba ya de menos a Sascha! Ella sí que le daba paz mental.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL SOL, 16 DE ABADIO.

PASADAS LAS SIETE Y DIEZ DE LA TARDE. - HERGSTAG.

CLIMA FRÍO. - ES DE NOCHE.

Poco después llegaban Sascha y Gruñido para ocuparse del cuerpo de Konrad y llevarlo hasta el carruaje.

Janos y el Doctor Vandel les siguieron fuera del pueblo abandonado de Hergstag.