Quedabais pocos al ir a dormir, y menos aún erais al despertar. Os empezasteis a contar, y faltaban 2. Por un lado estaba Cassiopeia, quien había sido desollada brutalmente. Por otro lado, Gragas no presentaba heridas de combate, pero eso no lo hacía menos muerto que el resto. Ya sólo quedabais 6, y el deshielo no parecía llegar...
El Día 4 terminará el Jueves 6 de Agosto a las 21:59h.
Katarina tardó un poco en abrir los ojos aquella mañana. Tras la absurda discusión de la noche anterior se había recostado contra el monolito que albergaba a Talon y había cerrado los ojos, abrazándose a sí misma para mantener el calor mientras dormía. Le había costado pero finalmente había caído en un sopor denso y espeso.
No hubo gritos aquella mañana y cuando empezó a sentir movimiento a su alrededor se permitió un instante de calma, aún con los ojos cerrados. Sabía sin embargo que aquello no podía durar y finalmente los abrió y se puso en pie, desperezándose lentamente con mirada seria.
Sus ojos se movieron por el lugar, comprobando el resultado de la noche. Tardó un par de segundos en localizar a Cassiopeia, pero cuando lo hizo toda su expresión se tensó. La seriedad dio paso a un brillo de furia en sus ojos. Sus puños se apretaron tan fuerte que se clavó las uñas en las palmas de las manos.
- Joder, no. Cassiopeia, no -musitó, mientras caminaba a largas zancadas hasta el lugar donde estaba tendido el cuerpo maldito y desollado de su hermana-.
Se arrodilló junto a ella y con las manos temblorosas acarició sus cabellos. - Pagarán por esto -susurró en dirección al cadáver, como si todavía pudiera escucharla-. Te lo juro, hermana. Tu muerte no quedará impune.
Sabía que los demás habían encontrado a Gragas también muerto. Pero poco le importaba a la asesina el freljordiano en aquellos momentos, cuando acababa de descubrir a su hermana asesinada con una brutalidad nauseabunda. Tardó algunos segundos en levantarse de nuevo. Y cuando lo hizo, sus ojos entrecerrados recorrieron a todos los presentes, uno a uno, fieros y desafiantes. Sus labios se apretaron en una fina línea y su mirada se detuvo finalmente en Olaf.
- ¿Como no podías conmigo te has cargado a mi hermana, escoria? -espetó con voz grave, fulminándolo con la mirada. Sus dedos rodearon la empuñadura de su daga y la apretaron con tanta fuerza que los nudillos comenzaron a ponerse blancos.
Ya lo que faltaba. Mira, todo el mundo sabe que vas a por mí, asi que obviamente han matado a tu hermana para que sospeches de mi en todo momento y salirse ellos impunes. Quieres justicia? Tómatela, pero conmigo no la vas a tener.
Aun hecha un ovillo, la medio dragón abrió los ojos despacio. Se quedó así unos extraños segundos. Por un lado, había abierto los ojos, respiraba, sentía el frío, estaba viva, pero por otro, temía qué clase de desolador escenario encontraría tras ese despertar, sin imaginar lo macabro que llegaría a ser ésta vez.
Cerró los ojos de nuevo cuando hizo el intento de levantarse, se sacudió la nieve de los brazos y los hombros, y sólo entonces volvió a abrirlos para ver lo que les esperaría hoy.
Un vacío penetró al instante en su pecho al comprobar la escena, conmocionada por la brutalidad de uno de los dos ataques. Hoy por primera vez, los ataques habían disminuido, y sin embargo su preocupación no hacía más que aumentar.
- Es... Es imposible que esto haya sido obra de la misma persona... - Dirigió una mirada mustia y apagada a la asesina junto a su hermana, antes de dirigirle otra a Olaf, más seria y acusadora.
- ¿Y cual será tu próximo argumento estúpido? ¿Culparme a mí por haber discutido con ella? Deja de decir sandeces ni echar a otros la culpa sin sentido alguno y acepta que no llegarás a esta noche. Eso sí que es obvio de verdad. - Apretó los puños con fuerza, tensa y convencida de estar frente al culpable, luchando consigo misma para no abalanzarse sobre él.
Tú no me hables, traidora. digo, mientras escupo al suelo. Me olía que ibas a ir a por mí, y ahora estas influenciando a la gente, y encima lo has conseguido. No me queda tiempo, yo moriré hoy por tu culpa, traidora. No esperaba que me llegases a culpar de la muerte de la naga, pero no esta mal tu plan. Primero intentas matar a Sivir y al no poder pides a tus compañeros que te dejen en parecidas condiciones. Luego te libras de ella para que no recuerde nada, y por si fuera poco matas a la hermana de Katarina para que si tubiese el mínimo atisbo de duda sobre mí, erradicarlo, y así matarme para luego tu matarla a ella. Te será fácil, ya que cambias de lealtad fácilmente.
Katarina ladeó un poco la cabeza al escuchar las patrañas de Olaf. - Tsk -dijo por lo bajo-. Me pregunto si eres sordo o sencillamente tu mente filtra lo que no quiere escuchar. Lo dije ayer. A Sivir la mató Xin Zhao. Él fue quien la atacó la segunda vez y a mí la noche anterior a esa. Lo ha confesado delante de todos los muertos. - Hizo una pequeña pausa. - Así que difícilmente pudo ser la demaciana -agregó, señalando a Shyvana con la cabeza-.
- Por otra parte... ¿Cuál es entonces tu maravillosa teoría de hoy? ¿Que yo he matado a mi propia hermana? - Su mano se apretó aún más alrededor de la empuñadura y sus ojos se entrecerraron con ira contenida. - ¿O que Shyvana no es solo tan idiota como para atacarse a sí misma, también ha matado a mi hermana para luego matarme a mí... que según tú soy su aliada?
Su ceja se elevó en un arco perfecto, roto tan sólo por la cicatriz que la partía en dos. - Dices que eres inocente. Habla pues -espetó con sequedad-. Demuéstralo. ¿Quién te visitó a ti cuando nos desmayamos, antes de que las muertes comenzasen? ¿Qué te dijo y cómo amplió tus habilidades? Porque si no das alguna prueba certera de tu inocencia... - Sus dedos se movieron sobre la empuñadura una vez más y sus labios se curvaron en una sonrisa de medio lado, afilada, peligrosa. - Sospecho que nos veremos las caras este atardecer.
No te voy a mentir, conmigo no contacto nadie, ya que ni lo quise. Y sí, sospecho totalmente de que la semidragona esta tratando de hacer exactamente lo que dices. Pero en ti no tengo duda de que eres como yo, y que tus lealtades estan donde deben estar. Y esa es mi teoría. SI quieres aceptarla, será tu don, y si no, tu perdición. Si me matas este día, no despertarás al día siguiente, y no es una amenaza por mi parte. Así son las cosas, puedes aceptarlas o no, quieres que te demuestre mi inocencia? La única prueba que tengo es mi palabra, te puede valer o no, eso es tu propia decisión.
La sonrisa peligrosa que se había instalado en los labios de Katarina se amplió con la respuesta de Olaf.
- ¿Es miedo eso que huelo? - preguntó, cargada de sarcasmo- Yo no tengo miedo a que nos veamos hoy las caras en combate, vikingo. Y tampoco tengo miedo de tus amenazas, ni de lo que tus amigos puedan hacerme después por la noche. Si quieren venir a por mí, que lo hagan. Los estaré esperando. Dices que crees que mis lealtades están en el lugar correcto, pero llevas dos días señalándome al atardecer. Te contradices a ti mismo. -Enarcó la ceja con incredulidad. - También dices que nadie te visitó, porque no quisiste. -Hizo una pequeña pausa y negó con la cabeza. - No creo ni una de las palabras que salen por ese pozo de inmundicia que tienes como boca. Pagarás por la muerte de mi hermana. -terminó, perdiendo la sonrisa al mencionar a Cassiopeia y afilando más su mirada que era desafiante y retadora-.
Para la asesina ya había terminado el momento de dialogar, estaba lista para que empezase el de combatir. Sus rodillas se habían doblado un poco por puro instinto y su cuerpo estaba en tensión. Echó una mirada de reojo hacia el fantasma del gigante. No le parecía que fuese a reclamarlos ya. Katarina cambió el peso de una pierna a la otra y sus dedos se movieron, deslizándose y rodeando la empuñadura de la daga. Casi podía masticar la impaciencia.
- Cuanta ignorancia. ¿Matar a Cassiopeia y a Katarina, yo? También puedes decir que la promesa que hice a la naga de no herir a su familia fue algo premeditado que usé para poder escudarme después de esto, ¿No? Eres tú el que cambia rápidamente de opinión. Anoche nos culpabas a las dos, llevas dos días señalando a Katarina, y ahora soy yo la culpable... Tsk. - Negó con la cabeza. La idea de traicionar a la asesina le parecía tan descabellada que, si no fuera porque la pelirroja estaba sin duda afectada por la muerte de su hermano, habría echado a reír.
- Escucha, bárbaro. No soy ninguna traidora. Al contrario que tú, he tenido tiempo suficiente como para averiguar mucho más de lo que a ti te gustaría. No señalé a Jarvan por nada, sabía que era uno de ellos, igual que sé que mañana volverá a la vida un asesino, y a quienes sirven al menos tres de nosotros, tres inocentes, en los que me temo que tú no te encuentras, por desconocimiento, por ahora. Mañana sabré de alguien más, y contigo apartado, sabré quien es, por descarte, el restante... O asumiré, a partir de éste momento, que ese asesino que aun vive eres tú, y es por eso que no quieres revelar a quien sirves, o mostrarnos qué eres capaz de hacer. -
La medio dragón habló firme, apostando de una vez todas sus cartas y, sabiendo que, de estar equivocada, decir algo así delante de todos podría ser su perdición. Esquivar dos veces a la muerte no sería tan fácil... A no ser que ella ganara antes, y antes de que llegara la noche, preferiblemente.
Ignoro completamente a la semidragona, ya que ahora sé que katarina es inocente.
Bueno, digo mientras me pongo frente a katarina sin ningún miedo. Nos veremos en el otro lado. No es una amenaza por cierto, sino una advertencia.
Leblanc arrugó el gesto, dubitativa. Lo cierto es que nos hemos estado guiando ciegamente por el criterio de Katarina. Expuso, mirándolos a todos. Hasta ahora no ha habido pruebas, ni por el lado de uno, ni por el de otro. Miró a Katarina y a Olaf. Solo palabras y acusaciones sin base y eso me parece muy peligroso.
Que os hayan atacado no es excusa suficiente para exculparos. Siguió, mirándolas con dureza. Sobre todo cuando parece haber más de un atacante, ya que hay más de un ataque nocturno. Le habéis pedido a Olaf explicaciones de su poder y os las ha dado, pero aún así seguís pensando acabar con él. Vosotras ya sabíais que, dijera lo que dijese, ibais a ir a por él.
Yo lucharé a su lado esta vez. Es posible que perdamos. Si eso sucede veremos si Olaf decía la verdad. Pero no me gusta nada que tengáis todo el poder de decisión. Se encogió de hombros y se preparó para la inminente batalla. Prometía ser intensa.
Katarina se giró lentamente, sorprendida por escuchar una voz que no fuera la de Shyvana, la de Olaf o la suya propia. Ni recordaba cuánto tiempo hacía que no hablaba nadie más en aquel lugar congelado. La asesina miró a LeBlanc de hito en hito y terminó soltando una carcajada.
- ¿Que habéis estado siguiendo mi criterio? - preguntó, retóricamente remarcando el "mi" -. ¿Cuándo, exactamente? -añadió con incredulidad-. Ha habido tres combates desde que estamos aquí y yo sólo he participado en uno de ellos, siguiendo el criterio de Sivir y Draven que acusaban a Jarvan. Así que no. Nunca se ha seguido mi criterio. - Su mirada se afiló, mirando a la maga. - Si quieres venir a por mí, hazlo. Tampoco a ti te tengo miedo. Pero no mientas sobre tus motivos.
- ¿Y dices que Olaf ha dado explicaciones sobre su poder? La única explicación que ha dado Olaf es que no hay explicación. Para mí no es suficiente. Si para ti sí que lo es... Quizá seas parte del problema. - Con estas palabras su mano se tensó más sobre la empuñadura. Estaba deseando terminar con la palabrería. Dedicó un breve vistazo triste al cuerpo de su hermana. Ella sí que disfrutaba esas cosas. Su mirada adquirió más determinación cuando se levantó de nuevo.
- Perra asquerosa - Dijo a LeBlanc apretando los puños. - Qué valiente eres delante de todos, ¿Me la quieres jugar de la misma manera que a Jarvan? Si prestas atención y haces algo de memoria, bruja, recordarás que más allá de las 'palabras y acusaciones sin base', la única verdad absoluta que habrás oído desde que nos vimos envueltos en esta masacre, salió de mi boca, aunque no aquí, precisamente, ¿No es así? - Levanta la cabeza hacia ella un instante, inquisitiva. - Y sin embargo, prefieres seguir las contradicciones y las excusas sin sentido de Olaf. Si insistimos en votarle a él, no es porque le tengamos como un objetivo fijado, si no porque sus excusas son tremendamente difíciles de creer, y me sorprende que no te des cuenta. O tal vez, como dice Katarina, no te convenga. -
Exasperada, negó con la cabeza y bajó los hombros, tratando de tranquilizarse. - Si quieres pruebas que me den más credibilidad, abstente de esto y espera a mañana y, como dije, alguien que murió hace poco volverá a la vida... Alguien a quien nos convendría enviar pronto al otro lado, de hecho. Aliarte con Olaf es, precisamente, decantarte por la incertidumbre. Apóyame, y esto acabará pronto... - Arrugó ligeramente la nariz. - O puedes oponerte, y convertirte en mi siguiente objetivo en el atardecer de mañana, porque no pienso dejar que borréis por completo a Demacia de este mapa tan fácilmente, te lo aseguro. -
Disimulando los temblores que padecía bajo su túnica por el creciente frio que había sentido esa noche, Swain despertó una vez más para ser testigo de la discusión que se llevaba a cabo en el abismo.
Shyvana y Katarina acusaban a Olaf, y Olaf primero acusó a una, y al momento cambió su acusación por la otra, extraño cuanto menos.
LeBlanc que había acusado a Olaf en alguna que otra ocasión y había participado de la muerte de JarvanIV ahora sin embargo apoyaba al berserker freljorldiano.¿Podría haber sido embaucada por el razonamiento de éste, o más oscuras intenciones se albergaban tras su defensa.
Dos bandos se empezaban a definir en el Abismo de los Lamentos, y lo que verdaderamente lamentaba Swain era estar tan perdido al respecto, está claro que había que actuar, ¿pero contra quien?
Había varios factores a tener en cuenta, tanto Shyvana como Katarina habían sido atacadas, en el patrón de dos muertes que se ha seguido hasta ahora aunque cómo se habían librado de morir era un misterio, es cierto que el otro bando no había sufrido ningún ataque.
Además tanto la semi-dragón como la asesina habían proporcionado información al grupo, pero era información que sólo ellas conocen, así que no puede demostrarse que sea veraz, al menos hasta mañana...
Hubiese querido continuar en silencio, mirando a uno y otro bando, sopesando acusaciones y excusas, esperando a que el momento de decidir pusiera las cosas en su sitio, pero las palabras de Shyvana provocó su intervención:
¿Jugársela a Jarvan IV? ¿No era él acaso culpable?
- Se la jugó. Y era culpable. - Contestó a sus dos preguntas. - Primero le dijo que dejaran a un lado sus diferencias, y luego le votó, aunque siendo él culpable, no debería recriminárselo. Pero no puedo evitar estar intranquila, sin embargo, al ver que tras haberme apoyado ayer, hoy se proclama erróneamente en mi contra. - Se explicó.
De acuerdo entonces - dice a la demaciana - había interpretado mal tus palabras. No acostumbro a confiar en nadie, y bajo estas circustancias aun menos. Supongo que lo comprendereis.
Sólo tengo una duda más, ¿has dicho que mañana volverán a la vida 4 campeones y de entre ellos uno es un esbirro de Lisandra? ¿O acaso he escuchado mal? - No salía de su asombro al contemplar el despliegue de tal poder y para ser sinceros, le provocaba cierta envidia. La de planes que podría haber urdido durante sus campañas militares con semejante poder.
Has demostrado fuerza y valor, dragón, y aunque no es siempre la mejor estrategia, en Noxus sabemos reconocer a los grandes luchadores.
- Tal vez no me he explicado bien. Algunos... - Miró primero a Olaf, y luego a LeBlanc. - Me sacan de mis casillas. - Frunció la nariz, molesta, antes de volver a dirigirse al líder noxiano. - Lo que he querido decir, es que sé que al menos tres de nosotros somos inocentes, y que si vivo para contarlo, mañana sabré de la inocencia o la culpabilidad de alguien más. - Se explica. - Y sé, por otro lado, que mañana regresará de entre los muertos alguien que fue responsable de varios ataques. -
Sonrió de lado cuando Swain terminó de hablar, orgullosa. - Y seguiré demostrándolo hasta que exhale mi último aliento. Tal vez comparta con los noxianos más afinidad de la que yo creía... - Miró a Swain, luego a Katarina, y a LeBlanc por último. - Aunque no tanta como ahora mismo quisiera. -
Draven se limitó a observar el espectáculo que se generaba a su alrededor, apoyado fanfarronamente sobre una columna; viendo cómo demacianas y noxianas se enzarzaban en una pelea, mientras él reía, ignorando la seriedad de la situación.
No puedo evitar pensar que algo o alguien se había apoderado de la mente o cuerpo del líder de su patria, al ver como hacía migas con la Semidragona, la cuál había sido la mano derecha de el Patriarca Muerto. No obstante, no le dedicó más tiempo a este tema. La diplomacia y el gobierno nunca le habían interesado lo más mínimo, y este momento y situación no harían cambiar eso.
Y con el cruce de acusaciones, los últimos rayos de Sol desaparecían y llegaba el momento de una nueva votación...
Fin Día 4.