La mayoría de los hombres diría que la muerte es temible, pero ninguno de ellos sería Olaf. El Berserker vive sólo para el rugido del grito de batalla y el choque del acero. Empujado por sus ansias de gloria y por el temor a ser olvidado al morir, Olaf se enzarza en toda pelea que se le presenta desenfrenadamente, dejando que su sed de sangre se apodere de él. Olaf sólo está vivo cuando lucha con la muerte.
La península costera de Lokfar está entre los lugares más brutales de Freljord. Allí, la ira es el único fuego con el que calentar los huesos congelados, la sangre es el único líquido que fluye libremente y no hay destino peor que envejecer, convertirse en un ser frágil y ser olvidado. Olaf era un guerrero de Lokfar, con gloriosas hazañas en su haber que no dudaba en dar a conocer. Mientras se vanagloriaba ante los miembros de su clan por haber arrasado un pueblo, uno de los guerreros de mayor edad se hartó de las fanfarronadas de Olaf. El veterano incitó a Olaf a leer las profecías y comprobar si su gloria estaba a la altura de sus alardes. Olaf se envalentonó con el desafío, se rio de la envidia del viejo y lanzó al aire las tabas de una bestia muerta hacía tiempo para predecir la gloria que alcanzaría en la muerte. La alegría desapareció del grupo al leer los presagios: las tabas hablaban de una vida larga y una muerte tranquila.
Olaf se enfureció y se adentró en la noche para demostrar que los augurios eran falsos, con la idea de matar a la serpiente más temida de Lokfar. El monstruo había devorado a miles de hombres y naves durante su larga vida, así que morir combatiendo contra ella sería un fin digno para cualquier guerrero. Según Olaf se iba introduciendo en la oscuridad de sus fauces, también la oscuridad se iba apoderando de su mente. Cuando el contacto con el agua congelada lo trajo de vuelta de la oscuridad, lo primero que vio fue el cadáver masacrado de la bestia. Maltrecho pero sin darse por vencido, Olaf se fue a cazar toda criatura legendaria con garras y colmillos, esperando que la siguiente batalla fuera la última. Cada vez que se precipitaba a su ansiada muerte, lograba librarse sólo por el frenesí que lo inundaba cuando estaba cerca de ella.
Olaf concluyó que no podría ser cualquier bestia la que le garantizara una muerte de guerrero. Su solución consistía en atacar a la tribu más temible de Freljord: la Garra Invernal. A Sejuani pareció divertirle el desafío de Olaf a su banda, pero no por su audacia tendría más piedad con él. Ordenó la carga y envió guerreros para que acabaran con Olaf. Uno a uno, fueron cayendo mientras intentaban inútilmente cerrarle el paso hasta la líder de la Garra Invernal. La lucha entre Olaf y Sejuani hizo temblar los glaciares y aunque parecía que era imparable, Sejuani luchó contra el Berserker hasta detenerlo. Llegaron a un punto muerto y la mirada de Sejuani penetró en Olaf de un modo que ningún arma podría. Ya se había calmado cuando le hizo la siguiente propuesta: Sejuani prometió a Olaf que le encontraría una muerte digna si prestaba el hacha a su campaña de conquista. En ese momento, Olaf juró que crearía su legado en Freljord.
'Cuando encuentres a tus ancestros, diles que te envía Olaf'.
- Olaf