Partida Rol por web

Los Guardianes Errantes continuaron con su viaje a Fuerte Antares después del llamativo encuentro que habían tenido con los forjados. Era de mención los distintos sentimientos que habían aflorado en los aventureros tras la reunión con tales seres, pasando desde el entusiasmo y admiración de Elbrietas, a la desconfianza de Kilian o la agresividad de Barril.

Jace no tardó en poner al día a sus compañeros de quién era el profesor Vorprymyprov. Hanken Vorprymyprov era un gnomo que había viajado de Balarasia, en el extremo este de Mercatia. Además de profesor, era aventurero y estaba asociado a Aegis, la sociedad de aventureros más famosa de Mercatia. Había compartido trabajos con la mismísima Tríada del Aegis. El mago también aleccionó a sus compañeros en que tuvieran cuidado con él, Vorprymyprov también era conocido por haber tenido en más de una ocasión problemas de control de ira.

Una vez llegado a su destino, los guardianes se dirigieron directamente a la gran universidad guiados por su compañero mago, el cual sin duda alguna se encontraba como pez en el agua. En primer lugar fueron a ver al profesor Beldorek Haulfson. El enano recibió el Delaraug-Answurr y se aseguró de ponerlo a buen recaudo. No departió mucho con los aventureros puesto que tenía una clase en veinte minutos, así que tras agradecerles el trabajo se despidió.

Lo único que les quedaba era ver al profesor Vorprymyprov y entregarle el mensaje de sus hijos. El encuentro con los forjados había sido un poco extraño así que quizás visitando al padre de dichas criaturas encontrasen alguna explicación. Una vez más, Jace guió a sus compañeros hasta su despacho-taller, llamó a la puerta y sin esperar nada más abrió la puerta y entró, pero para su sorpresa, el docente, que se encontraba sentado tras su escritorio ya estaba reunido con otras tres personas.

Todos los presentes se giraron hacia la puerta y eso hizo que los aventureros los vieran mejor. Vorprymyprov era un gnomo ya en la madurez. Tenía el pelo oscuro, una barba bien recortada y sus ojos estaban tras unos anteojos teñidos de verde. No parecía el típico gnomo inventor y lunático, sino todo lo contrario, de hecho tenia una mirada aguileña e intimidante. Sobre sus acompañantes, se trataban de mujer humana de unos 40 años enfundada en una armadura completa y un llamativo escudo apoyado junto a su silla, un humano vestido de edad similar que vestía una túnica negra y un enano vestido con una armadura dorada. Pero si algo llamó la atención de los aventureros, fue el brillante broche con el que sujetaban las capas los tres individuos, similar al escudo de la mujer pero en pequeño. Eran círculares, con dos aberturas a los lados y una medusa en el centro.  Un emblema que no tuvieron problemas en reconocer.

Ese era el símbolo de Aegis, la sociedad de aventureros más famosa de Mercatia. Y sólo por la descripción de las personas reunidas con el gnomo, quedaba claro que no estaban ante unos aventureros cualquiera sino ante la mismísima Tríada del Aegis. Stephanie Van der Roehr, Antonio Aspros y Thorlief Freyjason.

Stephanie era considerada una leyenda viva. Capitana de Aguasfrías, luchó ochenta años atrás durante la invasión almeiana. Tras la derrota del ejército invasor, la brillante capitana desapareció sin dejar rastro. Y así estuvo hasta cinco años atrás. La verdad en ocasiones supera las canciones de los bardos y esta fue una de ellas. Stephanie fue capturada por el enemigo convertida en piedra, y así estuvo hasta que le hechizo se rompió. Ahora, en un mundo completamente diferente, se gana la vida como aventurera.

Antonio Aspros, el Arcano de Acero y el fundador de Aegis. Ilatiano de origen, es uno de los magos más grandes de Mercatia. Hay quién dice que si hay otros arcanos más poderosos que él, es porque él ha dedicado gran parte de su estudio a la fabricación de objetos mágicos. Fue él quién rompió el conjuro que tenía presa a Stephanie, o al menos eso cantan los bardos.

Thorlief Freyjason, del clan del Grito Relampagueante, era conocido como El Campeón de Moradin. Miembro de la Orden de los Martillos de Moradin, este paladín es el único Elegido del padrenano que actualmente camina por Mercatia. Su posición dentro no sólo de la orden, sino de la Iglesia y del pueblo enano era tan importante, que nadie se había atrevido en los últimos lustros a darle una orden. Por eso todavía continuaba viviendo como un aventurero, en lugar de tomar la posición que por méritos le correspondía. Su fama era tal que incluso muchos de sus congéneres veían en Thorlief a la figura perfecta para unificar los clanes y volver a la época dorada del Imperio Enano, pero el paladín no estaba para nada interesado en ello.

Y esa era la compañía que tenía Hanken Vorpymyprov, pero claro, estábamos hablando de alguien que había desentrañado el secreto de los forjados después de dos mil quinientos años. ¿A quién esperaban encontrar?

Antonio miró al grupo que acababa de aparecer en la puerta del profesor.

—Vaya Hanken, ¿esperabas más visitas?—le preguntó el mago a su colega, entonces añadió con un toque taimado— ¿Qué te traes entre manos para tener aventureros haciendo cola en la puerta de tu despacho, viejo amigo?

—No Antonio, no esperaba a nadie—respondió el profesor Vorpymyprov con gesto malhumorado para luego preguntar como un látigo restallando—. ¿Quiénes sois y por qué entráis así en mi despacho?

Entonces el gnomo se quedó en silencio mirando a Jace como un águila que vigila a su presa.

—Un momento... Yo a ti te conozco—no era una pregunta, sino una afirmación punzante como un cuchillo—. Te he dado clases.

Jace hizo un ademán de dar un paso atrás. Entre la sorpresa de encontrarse a la Tríada del Aegis y la manera en la que Vorpymyprov se había dirigido a él, cualquiera no se sentía intimidado.

—Sí así es profesor, hace unos años. Esperaremos fuera a que termine.

Cada paso que daba hacia Fuerte Antares aumentaba la incomodidad de Zhukov, justo al contrario que sus compañeros, que se sabían mas seguros cerca del Fuerte y con el final de aquella misión prácticamente asegurado. Posiblemente al contrario que ellos, Zhukov tenia cosas de las que preocuparse, tal vez por primera vez en su vida.

Que esto no nos lleve a errores, Zhukov bebió, cantó, bromeó y oró tan ruidosamente como siempre. Pero también tuvo sus pequeños instantes taciturnos de marcha donde su cara solo reflejaba una lucha interna que se daba dentro de el. Su corazón puro y bondadoso le guiaba a alegrarse de aquel milagro pero su educación y su instinto enano le susurraban preguntas sobre las intenciones de aquel mago, sobre como se habría producido aquel milagro y si este merecía llamarse así y no desastre o hecatombe.

Entregar la reliquia fue una pequeña distracción de aquella discordancia interior, pues le provocaba muchísimo orgullo y satisfacción el ver aquel pedazo de historia enana segura. Pero minutos después, con algo mas de oro para Moradin y para hidromiel en el bolsillo, se encaminaron hacia el despacho de aquel Forjador de Forjados y las dudas volvieron a su mente.

La presión sanguínea de Zhukov se aceleró al entrar en el despacho y ser recibidos de aquellas maneras. El aspecto de aquel gnomo, las formas y su actitud prácticamente confirmaron sus peores temores. Estaba dispuesto a apartar a Jace de un manotazo y cargar para atrapar a aquel malvado cuando pudo ver a Thorlief Freyjason, el miembro mas venerado de su orden, sentado a su lado, como si fueran compañeros. El estupor le dejo absolutamente bloqueado.

Mientras Jace empezaba a retroceder para cerrar la puerta bajo los brazos. Si Thorlief estaba allí y sabia lo que el gnomo había hecho... un rayo de luz surgió de su corazón, para quedar rápidamente apagado ¿Y si no lo sabia? ¿Y si estaba engañado o controla..? ¡No, no podía ser, ningún ser podría jamas torcer la inquebrantable voluntad de Freyjason!

Tenia que llegar al fondo de la cuestión, pero su absoluta confianza en El Campeón de Moradin le daba un motivo para esperar pacientemente. Ahora solo sentía felicidad y curiosidad, así que hecho un vistazo por la antesala en busca de algo que beber mientras esperaban mientras se preguntaba como de fiel seria aquel gnomo a Moradin para conseguir tal hazaña.

El camino hasta el fuerte le había parecido tranquilo tras el incidente de los forjados, incluso se había entretenido buscando hacer una flauta de pan para amenizar el viaje entre parada y parada, quizás a sus compañeros no les gustase demasiado su intento de instrumentalista a aquellas alturas del viaje, pero echaba de menos el acompañamiento de música.

Cuando vio las murallas soltó un suspiro y es que estar encerrado en las ciudades no era lo suyo, no se sentía completamente a gusto y prefería pasar el menor tiempo posible dentro de las mismas, pero también sentía una gran curiosidad por conocer a aquel que había construido o creado a aquellos forjados que habían encontrado. Cuando al abrir Jace la puerta se encontraron con no una sino con cuatro personas dentro no pudo evitar asomarse detrás de los cuerpos de sus compañeros para verlos mejor. Por la reacción generalizada parecían de alguna manera conocidos, aunque obviamente a él no le sonaban de absolutamente de nada, quizás por su juventud o por su nula curiosidad por algo más que no fuera su propia vida y las plantas.

¿Quiénes eran?

Salió en silencio con el resto de sus compañeros de aquel despachó, pero no lo había hecho por las palabras del profesor. Le había asaltado un inquietante pensamiento. -Si un grupo tan capacitado como Aegis, contase con un ejército de forjados, serían capaces de conquistar naciones. Además, se sentía como pocas veces había estado en su vida, pequeño e intimidado. Había estado en presencia de Stephanie Van der Roehr; una autentica leyenda viva de toda Benerluxia, una mujer que había conseguido que su nombre trascendiera en el tiempo, aquello que él mismo anhelaba. De repente, la pregunta de Klaus lo saco de sus propios pensamientos. Rápidamente se repuso, e instintivamente respondió al druida con cierto asombro:

- ¿No conoces ese blasón? Pertenece a Aegis, la sociedad de aventureros más importante de toda la región. Y ellos concretamente son el triunvirato de dicha sociedad, posiblemente los aventureros más importantes y famosos que puedas encontrar… –e hizo una ligera pausa antes de añadir con una media sonrisa. – Por ahora.

Había dicho eso a propósito, no quería que ninguno se pudiese amedrentar. Es cierto, estaban ante los mejores, pero ellos habían sido elegidos para custodiar un objeto muy importante y estaba seguro de que pronto toda Benerluxia los conocería.

Se recostó sobre una pared, se echó las manos a la nuca y mirando el techo dijo: - Bueno, después de entregar el mensaje podríamos ir a celebrar por un trabajo bien hecho ¿no? Apuesto que Jace conoce bien los mejores lugares para ello.

Observo a su compañero más antiguo negando suavemente, volviéndose para ver por donde habían venido por si tenía la oportunidad de ver de nuevo aquel blasón, aunque ya habían salido de su rango de visión. – Vaya, no sabía que podía haber gente tan importante cerca, ¿Crees que hablarían con nosotros y nos darían consejo?...

Sonrío mirando de nuevo la puerta y luego a los demás escuchando a Killian y casi corriendo a imitarle para apoyarse también en la pared. – ¿Pero hoy podremos dormir en una posada que este cerca de las murallas o alguna planicie más verde?.. – Seguía sin sentirse cómodo en las grandes urbes y si perdía de vista durante mucho tiempo el bosque o la naturaleza tendía a angustiarse y ponerse ansioso.

Elbrietas se tomó todo su camino con calma, al contrario de lo que los ceños fruncidos de sus compañeros y expresiones decían. Ella no estaba preocupada y mucho menos tras haber conocido al grupo de Adín. Sus amigos al final veían a los forjados como herramientas y armas. Individuos de metal y tuercas. No era muy difícil pensar así, el mundo estaba lleno de seres de lo más particulares. Elementales, dragones... Ella no sentía a los forjados como herramientas si no como individuos.

Si un gran malvado creaba un ejercito sería CON constructos que deciden seguirle y no de constructos. Al fin y al cabo ella misma lo acababa de ver. Estos forjados habían dejado a un hermano atrás y se habían ido de su padre creador. Si eres capaz de irte de tú creador aquí. Eres capaz de hacerlo en cualquier sitio. Sea el creador alguien bueno o malo. Para Elbrietas eso demostraba criterio propio para que cada forjado decidiera ser bueno o malo. Y ya iría a patear los culos metálicos de los malos y por eso no le daba más vueltas y estaba tranquila. Cada uno puede controlar aquello que puede controlar. No más...

Y así perdida en sus pensamientos y en sí el bollo de canela mejoraría o empeoraría añadiendo pepitas de chocolate. Llegaron a su destino. La verdad que no estaba muy a las cosas, tenía ganas de pegarse con alguien o simplemente de parar un tiempo y buscar alguna panadería que le dejará trabajar de gratis unas horas. Oía mucho bla bla y seguía a sus compañeros más por inercia que otra cosa.

Hasta que les vio...

Eran tal y como los había imaginado. Auténticos Héroes. Inspiración andante para ella y sus sueños.

-¡Por toda la harina del hojaldre de las mil capas! ¡SOIS LA TRIADA DE AEGIS!

Ante tal excitación todo protocolo era secundario. Ya estaban sus compañeros con el bla bla bla. Que se dió cuenta de que era ella quien les había metido en eso, pero su buen amigo Aethorn era un gran paladin de sabias palabras, él lo haría mejor que ella sin lugar a dudas. Había algo más urgente y apremiante en el escenario de la vida. Una oportunidad única.

- Por favor, por favor... Dijo mirando a la triada -Me firmaríais un autografo, sois una auténtica ¡LEYENDA!

Todos los aventureros fueron a salieron del despacho de Vorprymyprov, excepto Elbrietas. La gnoma después de un grito más esperado de una alocada fan que de una experimentada aventurera, se fue hacia la famosa Tríada del Aegis para solicitarles un autografo. Entonces Thorlief rompió a reír alegre y atronadoramente.

—¡JA JA JA JA JA JA JA! ¿Cómo te llamas joven gnoma? ¿Un autógrafo?—preguntó poniendo su enorme manaza en el hombro de la aventurera— ¡Está bien! Y tú Hanken, quita esa cara de cenizo, estos aventureros llevan a un hermano de Moradin. ¡Que me corten un brazo si no puedes fiarte de ellos!

El enano cogió un trozo de pergamino y mientras se reía garabateó algo en ella.

Stephanie se levantó de su silla, garabateó el mismo pergamino y se echó el escudo a la espalda. Tenía el porte de una auténtica general.

—No somos leyendas—le respondió a la gnoma—. Sólo aventureros, igual que vosotros. No nos idolatres, sé como nosotros.

Después la mujer se dirigió al profesor Vorpymyprov.

—Hanken, nos marchamos, ha sido un placer como siempre. Buscaremos a esos sacerdotes lo antes posible y te los enviaremos. Ten paciencia—después se marchó hasta la puerta donde esperaban el resto de aventureros—. Podéis pasar. 

El Arcano de Acero fue el ultimo en firmar el papel a la gnoma, después apareció tras Stephanie.

—Dado que Steph no cumple con sus labores como Patrona de Aegis lo haré yo—por las palabras de Antonio, parecía que le estaba reprochando algo a su compañera, pero su tono no lo indicaba—, ¿quiénes sois?

Aún recostado sobre la pared, dijo en voz alta ante la pregunta de Antonio, como quien lanza una idea al aire. - Vaya… aún no somos tan conocidos como esperaba. En fin, creo que va siendo hora de que tengamos un blasón que nos identifique –hizo una breve pausa en la que se reincorporó y  haciendo un saludo informal con la mano, continuó diciendo: - Lo lamento, no queríamos interrumpiros, nosotros nos hacemos llamar los Guardianes Errantes.

Seguidamente, caminó hasta situarse bajo el dintel de la puerta y cuando llegó a él, con cierto tono melodramático y una ligerísima sorna concluyó: - Veníamos a entregar el mensaje de unos hijos preocupados por su padre, pero viendo la afluencia, quizás antes de venir hubiese sido mejor consultar el horario de tutorías.

Tras ello dio una detenida visual a Stephanie, que de todos ellos es quien había despertado su curiosidad, y volvió sobre sus pasos con la intención de volver a recostarse en la pared a la espera de acontecimientos.

No pudo evitar reírse ligeramente con las palabras de Killian apartándose un poco para dejar que los aventureros pasaran y no entorpecerles. Los observo con aire curioso a todos, aunque obviamente los que más le llamo la atención fueron los dos de más altura. No pudo evitar envidiar el porte de la mujer y el estilismo del hombre. Incluso se llevó la mano hacia la barbilla buscando algún rastro de ello que no encontró.

Tras aquello se volvió a Killian. – Se dibujar con las ideas de todos podríamos diseñar algún tipo de escudo y tallarlo en madera.... – De aquello podría encargarse y tener un logotipo seria genial a aquellas alturas.

Zhukov salia de la habitación cuando Elbrietas se coló entre sus piernas, estaba tan motivado que desconocía si se había dado cuenta de ese detalle. El enano soltó una profunda carcajada cuando Elbrietas pidió una firma a los mercenarios, después recordó sus dudas y, viendo que no iban a esperar fuera, se obligó a moverse. Escucho a Killiam y Klaus, pero no dijo nada ya que era evidente que su emblema debia ser el Martillo de Moradin con alguna variante para diferenciarlo de la Orden, era lógico. Se quito lo del blasón de la cabeza y se acercó a Thorlief. Le ofreció su antebrazo en el saludo clásico de su orden.

— Es un honor Thorlief, soy Zhukov Khuzdûl, hijo de Glevanthard, del Clan Escudo de Piedra. Por Moradin, ardo en deseos de invitarle a un buen hidromiel... — Notaba que estaba olvidando su seriedad en aras de su emoción, así que se controló y moderó el tono — Pero necesito hablar contigo en referencia de un asunto de la Orden urgentemente ¿Es posible?

Nadie que conociera a Zhukov le habría oído hablar con tanta seriedad, ni siquiera su amado padre Glevanthard, pero estaba ciertamente impresionado por aquel héroe, casi divino a sus ojos.

El paladín no llegó a entrar en la habitación cuando escuchó a sus compañeros alborotados ante la presencia del nuevo grupo de aventureros. Se fijó en sus compañeros y decidió que después hablaría con ellos...

-Si de verdad pretendemos ser unos aventureros no deberíamos comportarnos como niños pequeños al ver a otros...

Por esta vez lo dejó pasar y no quiso empezar un discusión delante de ellos. Decidió quedarse en un segundo plano y saludar discretamente y esperar a escuchar lo que tenían que decir, después de todo si son aventureros famosos seguro que tendrían información más valiosa que podría resultarnos de utilidad.

-Buenas tardes, lamentamos la interrupción, será mejor que esperemos fuera a que terminen.

—¿Mis hijos?—preguntó el gnomo al oír a Kilian. Dejó de parecer ese halcón amenazante para pasar a mostrar preocupación—¿Un mensaje de mis hijos? ¡Pasad! ¡Vamos!

—¿Ves Hanken?—le dijo Thorlief al gnomo— No tienes de qué preocuparte. Si los han visto es que están bien. Despierta a Shem, sólo así podrás saber qué le ha pasado a él.

Parecía que la Tríada tenía conocimiento de los trabajos del gnomo y no parecía preocupada al respecto. El elegido estrechó el antebrazo de Barril con gesto serio. Sin duda tenía que conocer al Señor del Martillo, y más que posiblemente su deshonroso pasado.

—Así que el hijo de Glevanthard... ¡Bien! ¡Bien! ¡Un grupo de aventureros necesita tener cerca la voz del Padrenano!—dijo más animado dándole unas palmadas en el hombro tan fuertes como la embestida de una cabra montesa—. Claro que podemos hablar, sígueme. Steph, Antonio, esperadme fuera.

—No hace falta preguntar nada Antonio. Míralos, todavía no es el momento. Como patrona de Aegis esa información me interesará en el futuro, y cuando llegue ese día será fácil de saber. No todo tiene que ser ya. Y si han conocido a los hijos de Hanken, será más pronto que tarde.

La mujer se ajustó el cinto y entonces se dispuso a marcharse.

—Buena suerte Guardianes Errantes—dijo a modo de despedida.

—El saber no ocupa lugar Steph—repuso el mago encogiéndose de hombros—. En vez de unos broches deberíais haceros un estandarte, y que uno de vosotros lo llevo colgado a la espada. ¡Portaestandartes! Dicen que están pasados de moda. Se equivocan. Son una auténtica inspiración.