Partida Rol por web

Muchos días habían pasado desde el incidente en Entrebosques. Tras enterrar a Shem y a las demás víctimas, la mayoría del pueblo decidió aprobar el plan de Vanadiato. Durante algunos días los guardianes viajaron junto a Eiren y buena parte de los boscos. Dos días después Chesarel llegó con el esperado mensaje de que no había habido más ataques. los aventureros siguieron su viaje hacia el norte mientras que el grupo liderado por la vindicadora tomaron el camino de regreso. Parecía que el hermano de Klaus había cumplido su promesa. ¿Pero por qué?

Por suerte el grupo había compensado la perdida de Shem con la entrada de Morowe. Había sido un alivio para todos que el líder vindicador les ofreciera a su compañera, pero también era extraño. ¿Por qué lo había hecho? No era normal gestos como ese. Ceder a la bardo era una piedra sobre su propio tejado.

Pero después de tantos días, tras pasar por Aguasfrías y Sartor, ya estaban allí, llegando a su objetivo. Desde hacía varios días, el helado Macizo del Norte cortaba el horizonte. Los aventureros habían tenido que añadir gruesas capas a sus ropajes para poder aguantar el frío.

Justo en ese momento los Guardianes Errantes ascendían por una cuesta empinada. Si ya era un ascenso más complicado de lo normal, hacerlo sobre la nieve no ayudaba precisamente. Pero sólo hacía falta perseverancia y teniendo en cuenta que Mesné ya no podía estar a más de una hora, no podían parar ahora. La promesa de una taberna calentada por una buena hoguera y guiso caliente, era suficiente como para continuar.

Cuando terminaron el ascenso, para su sorpresa se encontraron con una barricada. Y tras ella tres hombres armados con arcos.

Los tres hombres alzaron los arcos cuando vieron aparecer a los Guardianes Errantes. Uno de ellos emitió un agudo silbido mientras otro avanzaba hacia los aventureros.

—Lo siento mucho, pero el camino está cerrado—dijo con un tono en el que parecía no sentirlo—. Será mejor que se den media vuelta.

La travesía le había servido para ponerse al corriente sobre la misión que iban a cumplir en Mesné. Era completamente comprensible, pero ella tenía tan idealizados a los forjados, que el hecho de que los hermanos de Shem fuesen a cometer tales actos la tenían un tanto decepcionada.

Finalmente, allí estaban, y por lo que parecía la bienvenida era peor de lo que cabía esperar. Aquellos tres con caras de pocos amigos les estaban inventando a marcharse, pero no estaba dispuesta a irse así sin más. Por lo que se adelantó a sus compañeros con bastante decisión.

- Bueno, por ahora dejemos las vueltas para los bailes en la taberna caballero. Venimos de lejos y ya que hemos llegado hasta aquí, al menos podría contarnos por qué han decidido cortar el camino – comenzó a decir Morowe, que hizo una breve pausa para continuar diciendo en tono conciliador. – La verdad es que hace tanto frío que esperábamos poder tomarnos una de esas famosas cervezas negras mesneñas que tanta fama tienen.

Morrowe se había ido poco a poco ganando un sitio en su corazón de gnoma. No es que fuera algo difícil realmente pues era alguien muy social e incluso un tanto cándida pero sus canciones y cercanía la habían ayudado a ir poco a poco reponiéndose de las muchas tragedias que se sucedían demasiado juntas últimamente. Había demasiadas cosas en su cabeza y conforme intentaba pensarlas lo cierto es que sólo acababa aún más confusa que al empesar y con dolor de cabeza. Así que había decidido hacer lo que mejor se le daba. No pensar y centrarse en el ahora.

Pero el silbido del hombre la sacó de su pequeño remanso de paz e ignorancia. No era la clase de saludos que le gustaban...

Elbrietas frunció el ceño y cruzó los brazos. No le gustaba la actitud de ese hombre...

- Es una bienvenida enérgica, pero no de las que me gustan. No tenemos malas intenciones ni buscamos ninguna pelea innecesaria, pero como bien ha dicho mí compañera, antes de amenazar bien podrían explicar a que se debe tanta precaución...

Mientras sus compañeras hablaban con los hombres de la barricada Aethorn aprovechó para mirar a su alrededor y analizar la barricada.

-¿Qué hace aquí esta barricada? ¿Por qué no se podrá pasar? Y lo que es más importante, ¿por qué nos apuntan?

El paladín intentó encontrar otro camino por el que pasar aunque dudaba de que hicieran una barricada en un punto fácil de rodear.

Zhukov llevaba unos días con la mosca tras la oreja. Morowe era buena gente, pero no como el resto de bardos que solo lo impostan para caer bien, realmente era agradable y buena. Odiar a los bardos era una tradición antiquísima en su familia. Sentía que estaba traicionando a sus antepasados al compartir bebida y camaradería con ella. Pero en fin, algunas tradiciones debían ser destruidas para que otras mejoras y mas adecuadas nacieran. Aun así seguía vigilando de cerca a Morowe, por si acaso. Tal vez porque era una barda y una posible espia de los Vindicadores, o tal vez la perdida de Shem le había causado mucho dolor.

Se había quedado con una piedra del montículo donde ahora descansaba su amigo, y la guardaría consigo para siempre. De hecho la había empezado a tallar en su tiempo libre para que se asemejase a el. Iba aun con la piedra en las manos cuando se toparon con la barricada.

Guardó la piedra y echó un vistazo a los guardias, no había enanos a la vista, así que la alta diplomacia no era una opción. Levantó la voz.

—¡Venga, si nos dejáis pasar os invitamos a una ronda en la taberna!

Eso le recordó vagamente a Kilian, casi siempre le asociaba con la ingesta de alcohol, no sabia porque.

Al hombre no pareció gustarle ver al paladín usar magia.

—¡Eh! ¡Eh! Si a otro se le ocurre usar magia ordenaré a mis hombres que disparen. ¿Entendido?—dijo con malos modos—. Estoy seguro de que tienen muchas ganas de calentarse en una posada pero tengo órdenes. A unos días de aquí hay una posta, El Poney Pisador. Seguro que allí estarán a gusto. Márchense.

El grupo de aventureros conocía el lugar básicamente porque ya habían estado allí. El dueño era un hombre algo mayor llamado Woodrow que conocía tanto a Klaus como a Kilian. De hecho les había hecho una rebaja especial.

—Y antes de que lo pregunten, no, no necesitamos ninguna ayuda de aventureros.

Aethorn vio que uno de los acompañantes de que parecía el líder emitía una leve aura, pero nada que le indicase que estaba en prensencia de un mal importante. El paladín bien sabía que había hombres buenos y malos, y estos podían encontrarse en cualquier lugar. No había nada de especial. 

Se mostro taciturno buena parte del viaje, ahora disfrutaba de la soledad y de las largos silencios y ausencias, aunque continuaba con su grupo de amigos, pero se había vuelto mas taciturno y ciertamente incluso paranoico en muchos sentidos, no podía asegurar que su hermano no estuviera siguiéndolo para hacerle la vida imposible que estuviera preparando un nuevo ataque cerca.

Observo alrededor y al hombre que los apuntaba a unos pasos detrás de sus compañeros, esperando los acontecimientos y cuando vio que parecía claro que no encontrarían manera de entrar sujeto de nuevo con fuerza el fardo que cargaba y al mulo para hacerlo andar por el camino para ir al renombrado Pony Pisador. – Es por aquí..

Aethorn decidió seguir los pasos de Klaus sin dejar de mirar a los hombres de la barricada. En ese momento cayó en la cuenta de que no sabía ni quién le impedía el paso...

-Una duda...¿A quién debemos agradecer la orden de que se cierre el camino? Ya que nos vamos a desviar al menos nos gustaría saber el motivo que nos tiene tanto a vosotros como a nosotros alejados de un lugar donde calentarse...

- ESO eso, me gustaría saber a quien tengo que agradecer... Dijo Elbrietas con cierto tono sarcástico la larga vuelta que vamos a dar. Aunque no deberíais despreciar la ayuda de aventureros. Incluso si otros aventureros os causaron los problemas, otro grupo lo solucionara. En fin.

Elbrietas aguardó pacientemente a que los hombres de la barricada respondieran.

Poco más tenía que añadir a lo que sus compañeros habían alegado. Sin embargo, no se iba a quedar callada e intentó echar una mano a los argumentos de los mismos diciendo en un tono jovial:

- Cálmense por favor. No es necesario el uso de la violencia, como mis compañeros han dicho, solo queríamos saber a qué y a quien es debido este desvío de nuestro camino. No pretendemos inmiscuirnos en donde no nos llaman, pero tampoco querríamos llevarnos una mala impresión de la famosa y bien agenciada hospitalidad norteña.

Morowe hizo una ligera pausa en las que dedicó una sonrisa a aquellos hombres tras la barricada y añadió de forma divertida:

- Venga por favor háganlo por ustedes y también por nosotros, así no le insistiremos más y les dejaremos en paz.  Aquí hace tanto frío que mi piel empieza a palidecer. –dijo mientras se llevaba uno de sus manos al brazo contrario y lo frotaba.

Se quedo mirando al grupo con el ceño fruncido, porque estaban rogando por quedarse dentro, por una hospitalidad que no iban a recibir, si aquellos soldados habían recibido órdenes de no dejarles entrar, no iban a hacerlo por muchas lisonjas que les soltaran. 

Tendrán sus razones para no dejarnos entrar, y hablar de esa manera y con tantos deseos solo nos hace parecer más sospechosos a sus ojos, pasemos la noche cerca, quizás cuando salga el sol nos dejen pasar cuando vean que no llevamos malas intenciones... - No tenia especiales ganas de luchar, o convencer a nadie, solo quería descansar donde fuera y seguir el camino, nada mas.

Al enano le había sorprendido que el truco de la cerveza no funcionara. Pero bueno, el Poni Pisador parecía una buena opción, y asaltar un puesto por cortarles el paso no era lo que Moradin quería, estaba seguro. Levantó la voz en medio de las preguntas de Aethorn y Elbrietas.

— Seguro que en el Poni Pisador nos dicen lo que pasa, dejad a este buen hombre con su guardia. Es la voluntad de Moradin... y ademas quiero cerveza, lo cual según mi opinión también es la voluntad del Padrenano. Bueno, algunos eruditos difieren de esa idea pero yo siempre he...

Se puso a andar hacia la dirección que había señalado Klaus, divagando con el ceño fruncido. La ingesta de bedidas espirituosas y la relación de esta acción con El Forjador de almas era un detonante para el de habitualmente afable enano, eso estaba claro. Paso al lado de la apaciguadora Morowe y el impaciente Klaus, pero sin hacerles mucho caso, gruñendo de forma ininteligible vagas amenazas y rumiando sobre un tal Ogurinarm, al parecer otro clérigo que no compartía la visión de Zhukov. Retorcía las manos como si estrangulase a alguien.

El hombre se quedó unos segundos en silencio.

—Son órdenes del Señor de Mesné—respondió el hombre cada vez más nervioso y agitando más el arco—. ¡Y no vayáis de víctimas! ¡Sois vosotros los que habéis empezado con la magia!

- Así que el señor de Mesné. –pensó Morowe, que al menos se iría de allí satisfecha por obtener cierta información que podría ampliar en el Pony Pisador. Estaba segura que podría haber sacado algo más, pero los comentarios del druida instándoles a marcharse no le sentaron bien y la pusieron de mal humor.

- Discúlpenos, estoy segura de que mi compañero no lo hizo con ninguna mala intención. –dijo en un tono que sonaba arrepentido para rápidamente cambiar el mismo por uno más cordial y continuar diciendo. - En fin, lo mejor será no entreteneros más por hoy, hasta más ver caballeros. – concluyó mientras se daba la vuelta para reunirse con Barril y preguntarle. - ¿Por cuál empezamos? Me he quedado con las ganas de probar la cerveza negra de aquí, así que me dejaré llevar por las sugerencias de un experto en la materia.

Barril se iba alejando cada vez mas, ajeno al grupo, murmurando.

—Un momento—dijo entonces Jace con gesto desconfiado—. ¿Desde cuándo Mesné tiene un "Señor"?

Una decena de figuras aparecieron, a izquierda y derecha de los aventureros y reforzando también la barricada. Si había quedado alguna duda de que el silbido del líder de la barricada había sido un reclamo, ésta se acababa de disolver. Pero entre todas las figuras una llamó poderosamente la atención de los aventureros. Vestía ropajes sencillos y una gruesa capa por encima, pero su rostro era la inconfundible faz metálica de un forjado.

—¿Algún problema?—le preguntó el constructo al hombre de la barricada.

—Aventureros—respondió el hombre—. Les he comunicado que el paso al pueblo está cerrado. Ese paladín de Nihal decidió entonces utilizar magia.