Partida Rol por web

Observas muy detenidamente cada paso, cada accionar del padre y de los pueblerinos, nadie hacia nada que fuese demasiado sospechoso, a excepción del cura quien comenzó a masturbarse en su cama, pero aparte de ello, acción común entre hombres castos y no tanto, no notaste nada más.

El silencio se apodero de la noche, no había en el aire gélido sonido alguno, ni siquiera de los animales de granja o de los animales salvajes de la lejanía, era un profundo silencio, paradójicamente aturdidor.

La esfera no brillaba, el cura comenzó a rezar tras su acto de auto placer, el anciano donde te habías quedado alojado, sale buscándote calmado, no te veía por supuesto, pero con un cigarro improvisado en la mano, soltaba bocanadas de humo al aire frío, formándose nubes bastante homogéneas de humo y aliento condensado.

Era el único en toda la aldea que aún estaba afuera, posiblemente porque no estabas en su hogar, salió a buscarte con la mirada, puesto que no se alejaba mucho de su pórtico del cual surgía una luz ondulante de brillo aloque y contornos rojizos y el cual surgía de un grupo de velas.

Notas que Hengryd se acerca al anciano y comienza a conversar con él, se veían calmados, inclusive sonrientes.

Tu miedo, a pesar de ser fundado en el desconocimiento del lugar y de sus costumbres, al parecer no era válido, solo era un grupo de campesinos muy cerrados pero inofensivos.

Suspiro, parece que todo estaba en calma, aunque permanezco un punto alerta, no he sobrevivido tanto a base de confianza y bajar la guardia, además todavía no me ha quedado claro quién es "el hijo del pueblo" ni donde está el maldito ingeniero.

Me quito la capa, la doblo y la guardo y doy un rodeo para llegar a la casa, como si llegase del bosque, me acerco a ambos, y escucho un poco de la conversación, después me acerco, me hago el sorprendido al verlos y les sonrío.

-Buenas, estaba haciendo mis necesidades en el bosque, espero no haberos preocupado...-

- ¡Oh! No se preocupe seño…mi muje me aviso que uste iba a sali un rato…me imagine que era para eso justamente - suelta una leve carcajada - acá el seño syrolutha me estaba preguntando otra ve por su amigo ingeniero, pero le juro por el Hijo del Pueblo que nunca lo vi, lo ma enano que llegue a ve es a mi hij… - se detiene, mira el suelo, su rostro se tornó entristecido, callado ingiere una calada de humo de su cigarro, expele el humo y recuperándose solo dice - e hora de domi ya señore…si ustede quiere, se puede quedar afuera, yo debo trabaja mañana en el campo de los maí…buena noche - casi fugazmente ingresa a su hogar sin cerrar su puerta, dejándote acceso a su vivienda -

- Al parecer Brog no pudo llegar aquí, creo que hay que dejar ese negocio como inconcluso, vaya mierda - se lamente Hengryd - creo que no hay mucho que hacer en este pueblo Sorek, podemos partir en la mañana, hacia el este hay otro pueblo, uno con alguna taberna, muy probablemente decente…podemos asentarnos ahí y pues ver que vender o intercambiar, en este lugar solo mal olor y gente que no sabe hablar encontraremos - dijo quejumbroso el syrolutha - si no hay más nada que decir, voy a acostarme - suelta un bostezo, tensando la lengua y haciendo visible sus fuertes colmillos felinos - buenas noches mi buen amigo -

Se dirige a su tienda improvisada y se recuesta en ella, dejando nuevamente sus pies expuestos.

Me dispongo a irme a dormir cuando una extraña idea cruza volando por mi mente.

Niños... No he visto NI UNO.

Me vuelvo a adentrar en el pueblo. Cojo el rifle y le quito el visor nocturno, con una cuerdecita me lo ate al ojo derecho.

Avanzo despacio, me vuelvo a poner la capa y avanzo en sigilo total, mi misión, ver si hay algún niño en el pueblo, me voy acercando casa por casa, y busco pequeños agujeros o ventanas por las que mirar, inspeccionando casa por casa, sin prisas, la noche es mi amiga, la oscuridad me envuelve y el silencio me arropa.

Encontraré la respuesta a todos los enigmas.  

Oculto en las sombras, protegido por la noche fría, sales en busca de una respuesta a una incógnita que de pronto te surgía tras mucho escrutar en ese velo misterioso que cubría a la aldea y a sus extrañas costumbres.

Visitas uno a uno los hogares, fijándote desde sus afueras si había algún niño, notaste hombres y mujeres durmiendo, algunos en pleno acto de reproducción, otros discutiendo sobre asuntos irrelevantes, pero niños…ni uno.

Era ya de por sí muy extraño todo ese ambiente silencioso, todas esas costumbres extrañas y herméticas de los pueblerinos, pero lo más extraño comenzó con unos chillidos provenientes de una de las casas que recientemente habías visitado.

Era una mujer embarazada, quien no hace mucho solo estaba acostada, pero ahora…comenzó a dar a luz, solo era asistida por su marido, quien en cuclillas, recibía al niño en sus manos.

Cuando el bebé nació, se hizo una plegaria en una lengua que desconocías y los llantos de la inocente criatura eran acallados por un pequeño trapo grasiento.

Ambos, tanto padre como hijo, abandonaron el hogar para dirigirse hacia el norte, donde las plantaciones de maíz eran exuberantes.

Tuviste cuidado de que no se percataran de tu presencia, la espesa plantación dificultaba ese trabajo, pero con mucho esfuerzo, lograste tu objetivo, el seguir sin ser visto.

Llegaron hasta un bosque que casi se fusionaba con los maizales, donde un tronco de enorme circunferencia, era el centro de toda atención, puesto que de un hueco surgió un niño, uno de piel pálida, con las venas del cuerpo sobresaliendo de manera casi vomitiva, llevaba el pelo muy rizado, un pequeño bastón dorado en una mano y los ojos blanquecinos, con una iris levemente azulada, casi imperceptible.

El hombre, abandona a su hijo frente a aquel niño, quien lo examina en el suelo donde fue posado.

Tu respiración era calmada hasta ese momento ya que comenzó a ser agitada a causa de la imagen que comenzó a dibujarse ante ti, el niño rubio se agacha y le propicia un mordisco que hace gritar de dolor al pobre niño, lo deja ahí desangrándose y varias criaturas con la estructura ósea y el porte de recién nacidos, surgen del bosque, cada niño con una apariencia más monstruosa que el anterior, entre todos, se lanzan sobre el aquel bebé, quien lanzaba gritos desaforados de un dolor notoriamente desesperante.

El niño rubio, el líder aparente de toda aquella carnicería, se sienta sobre una roca cercana y dice:

- Aun te escondes…no era necesario que veas todo esto…podías llegar al pueblo, follarte a esa muchacha, embarazarla para mí puesto que el viejo ya no sirve para eso y marcharte a la mañana, era simple inquisidor, pero no…tu debías llegar al fondo de todo esto ¿no es así? - sus ojos lechosos levantan la mirada hacia ti y sientes que la vista comienza a nublarse hasta quedarte completamente ciego - ahora no te queda de otra más que morir -

A medida que mi visión se oscurece, mis latidos se pausan, controlo perfectamente el chorro de adrenalina que mi cuerpo genera, se lo que tengo que hacer.

Mi mano vuela para coger el fusil, con un hábil movimiento lo coloco en posición, puede que esté ciego, pero sé perfectamente donde esta ese "niño", la distancia, la posición exacta de cada una de sus extremidades, pero no necesito tanto, mover un brazo o una pierna es fácil, lo más lento es el tronco, y además es más grande, estaba sentado en una piedra, apunto algo más abajo de lo normal, si consigue moverse a tiempo, la bala chocaría en la roca y aún se comería la metralla que ocasionaría la roca al estallar.

Probemos el nuevo juguete.

Presiono el mecanismo que activa la entrada de la enorme bala y aprieto el gatillo.

Lo primero que noto es el enorme retroceso, luego el fortísimo sonido.

Bueno, al menos Hengryd sabrá que he disparado su arma y se pondrá alerta.

Aprovecho el, espero sobresalto que tendrán esos monstruos al oir mi arma, para darme media vuelta e irme en absoluto sigilo, mientras introduzco otra bala en el arma.

Puede que no vea, pero mi mente, entrenada por muchos años a fijarme en todos los detalles, se acuerda perfectamente de cada paso que he dado, cada vez que he girado, todo, se donde esta Hengryd y hacía allí me dirijo.

Cada poco hago pausas de unos pocos instantes, agudizo el oído e intento oler a mis enemigos, por si me siguen y me intentan tender una emboscada, coloco mi bayoneta de plata en la punta del rifle, que inmediatamente hundo en el suelo, para que la tierra quite el resplandor plateado de mi bayoneta, continúo andando hacia mi compañero

Disparas hacia lo desconocido, buscando que tus viejos conocimientos, se agudicen y te sirvan en un momento así, oyes gemidos de dolor, la experiencia te dictaba que fueron varios los objetivos alcanzados con una sola bala, el arma de Hengryd era única y aquella era la prueba.

El niño rubio, lanza unas palabra en un idioma que no conocías y de pronto sentiste como decenas de esos niños comenzaron a acumularse sobre tu cuerpo, echándote al suelo y dejándote completamente indefenso ante centenares de dientes afilados y garras dolorosas.

El tiempo se detuvo ante ti, sientes como la sangre comenzó a brotar de tu cuerpo, eran heridas pequeñas pero que en conjunto causaban gran daño, sentiste como la vida se te iba escapando y que ya no había mucho que hacer, mas…el sonido de un motor te hizo bombear esperanza y comenzaste a respirar una posibilidad de escape, era Hengryd sin duda alguna, pero estaba acompañado, se oía en el galope de varios caballos cuyos jinetes te salvaron la vida mediante el uso de sus espadas y de sus armas de fuego.

- Súbanlo a la motocicleta, tiene algunas heridas profundas, eviten olfatear la sangre, no quiero que nadie se descontrole…Vandhu, trata sus heridas, si alguno de ustedes sobrepasa mis órdenes, se las verá conmigo…que el lican… - lentamente perdiste tu facultad auditiva debido al desvanecimiento ante el dolor y las heridas -

Despiertas en un ambiente completamente distinto al de la aldea, era una tienda de campaña, de un tamaño muy considerable, con una cama hecha de algodón y recubierta con suaves telares de costosa manufactura.

El sol brillaba afuera, para salir de la tienda se requerían por lo menos una treintena de pasos, una vez afuera, notas la motocicleta de Hengryd quien conversaba con un enano, posiblemente el ingeniero que buscaba u otra persona.

- ¡Oh! Ya te levantaste Sorek… -  dijo el syrolutha al verte en el linde de la tienda - …no sé qué hubiera pasado si esta compañía no oía tu disparo, al parecer esa aldea estaba corrompida por un demonio antiguo… - notas que tus heridas estaban completamente tratadas, ni siquiera habían quedado cicatrices - …a todo esto… ¿Cómo te sientes? - dijo frenando un poco su rápido hablar, mientras se acercaba a ti para poder ayudarte en tu paso -

Se encontraban en una colina, de verdes pastos y un horizonte rodeado por montañas, el clima era gélido como en casi toda Wroth y un gran árbol no muy lejano a la tienda, contribuía con sombra y algunas manzanas que eran comidas por el enano, una fogata no muy lejana, cocinaba un animal pequeño, no había más gente a excepción de aquellos dos.

La motocicleta estaba estacionada muy cerca de la tienda de cuero, en el suelo se notaba el rastro de varios cascos de caballos, al parecer la misteriosa compañía había salido hacia un destino poco claro.

Me acerco despacio al enano y al syrolutha y hago una pequeña reverencia. Mientras los recuerdos van agolpándose en mi cabeza.

-Os debo mi vida. Estaba investigando la misteriosa aldea y creo que me encontré con el "demonio antiguo". Me dejó ciego y creo que por eso fallé el tiro, aún así se que di a alguno de esos seres, pero no hubiese sido suficiente si no me llegais a rescatar... en cuanto a como me siento.. bien, creo que ha sido magia, porque no veo cicatrices... ¿Cuánto he estado inconsciente? ¿Dónde está el resto? Por cierto, me llamo Sorek Hunjan... ¿Vos sois?- Por un momento he estado apunto de presentar mi antiguo oficio, pero los últimos sonidos que escuché refrenan mi lengua. ¿Eviten olfatear su sangre, descontrol, lican...tropo?

Empiezo a mirar el campamento, observo las tiendas, su cierre ¿Suficientemente bueno para que no entre el sol? el espesor de la tela ¿Suficiente para dormir durante el día sin morir?

Respiro, hasta mi olfato llegan multitu de olores que analizo de forma experta. Caballos, estiercol, sudor, varios tipos de plantas y árboles, pero estoy buscando un olor en concreto... aquel que suelta un tipo de ser en concreto, aquel que aprendí ha reconocer hace tiempo. El que identifica irremediablemente a un licántropo

Analizas cada recoveco a tu alrededor, sabias que la poca información captada antes de caer inconsciente era de un grupo de vampiros que te habían rescatado de las fauces de aquella criatura, de aquel demonio que corrompía a los pobres niños inocentes para convertirlos en sus esclavos, recién en ese momento consideras ese efecto en tu moral y en tu consciencia, niños que nada habían hecho contra el mundo, castigados de una manera que ni Lucifer consideraría digno… ¿acaso el mundo en el que te había tocado nacer, debía ser irremediablemente cruel con unos y agradable con otros? Sientes esa punzada que solo un pesar terrible puede causar en tu pecho, pero no había tiempo de sentirse triste en ese preciso instante, lo importante era saber dónde estabas, porque te habían salvado esos despreciables seres, como debías actuar una vez frente a ellos y ese aroma…ese inconfundible aroma a un sudor muy potente, entremezclado por el pelaje de una bestia terrible y voraz, un licántropo había estado por esos derredores, era un terreno vidrioso para ti y para tu creencia.

- Encantado señor Sorek, soy Burforog, ingeniero de Bant´omun´quenat, había llegado en la Aldea de los Maizales y me habían apresado bajo el sótano de la iglesia, estuve ahí sin comer nada por más de cinco días…por suerte, esta gente de la Legión llego para salvarnos ¿no lo cree? -

Otro dato más que recorre tu espina dorsal como una fuente electrizante, no eran vampiros comunes, eran de la Legión… ¿ironía?

Notas que la campaña era lo suficientemente abierta y ligera como para que el sol ingresara por ella, te resulto extraño hasta que viste a un grupo de siete u ocho jinetes que se acercaban por el sur, escoltados por nada más que un licántropo de porte gigante, fácilmente de unos tres metros, el más grande que vez alguna hayas notado, instintivamente buscas tu arma, pero no la ves en ninguna parte, por lo que te tocaba mirarlos acercarse, con sus caballos negros y sus armaduras que los protegían del sol, avances tecnológicos brindados por los enanos de antaño.

- Veo que se ha levantado señor… - soltó el aparente líder de aquel grupo, por su voz opacada por la armadura pero fina en su leve esplendor audible, notaste que era una fémina - …Varug ha hecho un excelente trabajo con sus heridas, espero que tenga hambre, hemos traído un poco de reptil de los desiertos del sur para almorzar -

Todos desmontan, uno de los integrantes tenía posesión que considerabas única y valiosa como ninguna otra, el arma que Hengryd te había fabricado.

- Todos ya hemos saciado nuestra hambre, inclusive Yar, nuestro licántropo compañero…si ustedes desean comer algo, por favor, prepárenlo a su gusto y traten de no demorar mucho, que debemos ver al Dajir hoy mismo en pocas horas…nuestro líder al parecer ya está llegando y debemos proporcionarles nuestro apoyo e informarle de nuestros avances -

Un inmenso deje de irratibilidad se apodera de mi. La Legión, no me jodas, de entre todos tenía que haber sido la puta Legión. Cierro los ojos y calmo mi mente, para cuando llegan ya estoy más calmado.

-Os agradezco que me salvaseis la vida.- Mi voz sale monótona de nuevo, no he sido de calmar mis emociones salvo imponiendo mis antiguas formas. -¿Os importaría devolverme mi arma? Yo no tengo hambre gracias. Aunque me encantaría conocer personalmente al Dajir, creo que antes he de ver que ha pasado con ese pueblo y su demonio. Pero no os demoréis por mi.- La idea de juntarme con estos no-muertos no me hacia maldita la gracia.

Me vuelvo hacia el syrolutha.-Y bueno, vos ¿Que queréis hacer ahora? Ya habéis encontrado al ingeniero.-

Pides tú arma, se hacen los desentendidos, ni el syrolutha ni el enano desean comer nada, por lo que el trozo de cola de reptil, es lanzado al licántropo, quien lo devora gustoso entre gorgoteos de sangre y carne.

-¡Alisten los caballos, tenemos que partir ahora mismo! - dijo con voz muy alta pero opaca la líder de esa compañía, impidiendo que Hengryd pueda responderte la duda -

Cuando todos estaban dispuestos, con la tienda recogida y los caballos alimentados y con la sed saciada, la líder se te acerca y espera a que todos tomen un poco de ventaja.

Llevaba en mano las riendas de su caballo lóbrego como la noche y te dice con voz baja y opaca:

- Sé que fuiste un inquisidor, de hecho, agradece al gato por decirles a todos tu viejo estatus y sé que ni bien puedas, trataras de darnos un balazo a cada uno de los que estamos aquí, no te culpo…fuiste entrenado para eso, te obligaron a matarnos, tus creencias dicen que somos seres malditos, no eres el único católico aquí…mi forma vampírica  no me alejo de mis creencias y aun creo que esto no es más que una enfermedad, que mi alma aún está ahí, aguardando que haga las cosas bien…por lo que te pido, no de un vampiro a un humano, sino de un católico a otro…tratemos de marchar en paz, mis hombres tienen terminantemente prohibido hacerte daño, por lo que no te preocupes por ello, pero si tanto es tu miedo, ten… - te pasa una daga finamente esculpida con una gema roja en cada lado de su empuñadura - …es todo lo que puedo darte, si me ven haciendo esto, será cuestionado mi mandato sobre unos hombres que le tienen especial rencor a la Inquisición -  se voltea y lleva a su caballo a su paso no sin antes decir - Anastasia Delark, ese es mi nombre, señor Sorek Hounjan -

Alzo una ceja, y acepto la daga, camino unos pasos con ella.

-Te lo agradezco sinceramente, pero veo que también errais al tratar con... llamemoslo el otro bando, me acabais de salvar la vida de un demonio, los enemigos más encarnizados de los católicos. Además ese rifle no es mi único arma- y de entre mi mochila le dejo entrever mi otro arma. -eso es una bayoneta de plata pura, no he hecho amago alguno, como tampoco nadie a intentado atacarme. Quizás en algún momento nuestros caminos se vuelvan a cruzar, y podamos intercambiar nuestras respectivas armas, hasta entonces... no mates demasiados humanos inocentes, o condenarás tu alma- Digo con una sonrisa irónica. Me paro antes de que llegue a su grupo, donde permanezco impertérrito.