Partida Rol por web

En el ropero no hay nada especialmente relevante: una serie de abrigos, casi todos de hombre, salvo uno muy vistoso pero absurdamente pasado de moda, posiblemente perteneciente a alguna gran dama de la alta sociedad.

Por otra parte, sí que encuentras algo que te llama la atención: uno de los abrigos más caros tiene unos gemelos con unas iniciales: A. W. Es una especie de gabán de corte muy moderno para lo que estás acostumbrado, posiblemente algún modelito imitación del último grito de París. Es de sisa estrecha y una talla que a ti no te cabría de ancho ni por casualidad, aunque posiblemente te quedara largo, como si su portador fuera muy alto y delgado.

Porque está claro que A.W. es un hombre, a juzgar por el cariz masculino de la prenda.

Un registro a los bolsillos de la prenda te devuelve la nada más absoluta: no hay nada en ninguno.

-Fíjese en este abrigo.- Dijo alzando la manga de una de las prendas. - Estos gemelos tienen las iniciales A.W. grabadas. Si este es el abrigo de nuestro anfitrión, y estoy seguro de que lo es, debe ser un hombre muy alto y delgado. No es mucho, pero al menos es más de lo que sabíamos.-

Marvin cerró el ropero con cuidado. Desearía no haber encontrado junto al abrigo de su anfitrión ese elegante abrigo de mujer. En el momento que lo vio recordó a la mujer del cuadro y un escalofrío recorrió su espalda.

-Señor Berckley, si le parece bien vayamos a ver el cuadro y a comprobar si a usted le causa la misma impresión que a mi.

No había nada especialmente interesante en el ropero, y gracias a Dios que el criado no nos descubrió cotilleando las prendas de su señor.

Por supuesto, subamos a ver ese cuadro. Pero antes, fíjese en esto digo señalando la cerradura de la puerta principal. Nunca había visto una cerradura como esta. No es que sea un entendido en el tema de los cerrojos, pero me resulta un tanto extraño. Parece como si estuviese programado para unas horas determinadas y además tiene una combinación. ¿Qué opina usted? No me gusta, es extraño...

Mirando a mi alrededor para asegurarme de que no viene nadie, me acerco a la cerradura y la observo haciendo señales al señor Ralph para que se acerque a mirarla.

Durante un momento os quedáis quietos, cerrando a toda prisa el ropero y disimulando, como si simplemente estuvierais paseando por el amplísimo vestíbulo de la casa. ¿El motivo? Que Zoltan ha bajado las escaleras a toda prisa, echando un vistazo a un reloj de bolsillo cuya cadena lleva enganchada a la solapa del bolsillo de su levita. Lo veis desaparecer por la puerta de la izquierda de la escalera, la que creéis que lleva al salón de la mansión.

Una vez se ha ido, proseguís con lo que os traéis entre manos. En este caso, se trata de la cerradura de entrada sobre la que Berckley ha llamado la atención del señorito Ralph. 

Ciertamente es un curioso cierre. La cerradura no se asemeja a nada que ninguno de los dos haya visto con anterioridad. Es una especie de extraño mecanismo temporal que, en un vistazo más detallado, parece un complicado sistema que solamente se abre una vez que se han pasado las horas programadas de cierre. 

¿Cómo puede existir un mecanismo semejante? Es un cierre de seguridad tan moderno como jamás habíais concebido que pudiera existir. ¡Un cierre temporal y por combinación! Ciertamente, resultaba extraordinariamente ingenioso.

Zoltan volvió a salir por la misma puerta, dejando una bandeja sobre una de las mesas de la recepción y señalando a Ralph, muy sonriente. La bandeja tiene una taza de té y una bonita tetera humeante que emana un delicioso aroma a menta. También hay bizcocho y un botiquín, por si lo necesitaras.

A su vez en la bandeja hay una tarjetita que Zoltan toma y te tiende:

Espero que sus respectivas alcobas sean de su agrado. No duden en solicitarle a mi fiel Zoltan todo lo que precisen. Tienen una hora para descansar o deambular por la planta baja y la primera planta a placer, hasta que el gong de la entrada les anuncie que la cena está servida en el comedor. Espero se unan a mí para un pequeño refrigerio nocturno.

Su humilde anfitrión,

A.W.

Y, con las mismas, se cuadra ante vosotros, esperando a ver si le requerís para algo más o si se puede retirar. Desde luego, no se le puede negar el ser servicial.

Aunque algo turbado por la repentina aparición del siniestro personaje, Marvin mantuvo la compostura y habló con firmeza.  -Puede retirarse Zoltan, gracias.- Dijo recogiendo la bandeja de la mesa.

Tras decir esto, comenzó a subir las escaleras. -Señor Berkley, por favor, acompáñeme a mi habitación y seguiremos con nuestra conversación.-

Su enigmático anfitrión, el silencioso criado y ahora esa habitación tan bien protegida por esa complicada cerradura, toda la situación le parecía irreal. Por un instante no pudo evitar preguntarse si todo eso estaba pasando o simplemente estaba alucinando por haberse dado un buen golpe en la cabeza.

Me sorprendió el criado apareciendo tan silenciosamente y, temiendo que nis hubiese visto cotilleando por armarios y cerraduras, me quedé paralizado unos instantes. Por suerte mi joven compañero reaccionó y le permitió retirarse, de modo que volvíamos a estar a solas. Menos mal. Si nos ha visto, al menos no lo ha hecho notar...

Sí, señor Ralph, vayamos a ver ese cuadro. Luego, si lo desea, podemos echar un vistazo a la figura, a ver si a usted le produce la misma incomodidad que a mí. Me dispongo a subir las escaleras y lo hago lentamente. El cansancio empieza a hacer mella en mí. Necesitaba un respiro... Después de todo yo ya no soy tan joven como mis acompañantes, y tantas emociones empiezan a pesar...

Mientras subimos, me dirijo a mi compañero: ¿Cree usted que nuestro misterioso anfitrión aparecerá para cenar? La tarjeta decía que espera que nos unamos a su refrigerio... No sé, quizás le cogiésemos en un mal momento y por eso aún no ha salido a recibirnos y se presente para la cena...

Subiendo hacia la habitación trato de ver si alguno de los otros está por los pasillos o de oír algo en sus respectivas habitaciones.